HIPÓLITO DE ROMA
Exégesis de los Salmos
(fragmentos)

I
Sobre los salmos

El libro de los Salmos contiene nueva doctrina después de la ley de Moisés. Y después de los escritos de Moisés, es el segundo libro de doctrina. Ahora bien, después de la muerte de Moisés y de Josué, y después de los jueces, se levantó David, quien fue considerado digno de llevar el nombre de padre del mismo Salvador; y primero dio a los hebreos un nuevo estilo de salmodia, por el cual deroga las ordenanzas establecidas por Moisés con respecto a los sacrificios, e introduce el nuevo himno y un nuevo estilo de alabanza jubilosa en la adoración de Dios; y a lo largo de todo su ministerio enseña muchísimas otras cosas que iban más allá de la ley de Moisés.

Éste es el carácter sagrado del libro y su utilidad, y la cuenta que se debe dar de su inscripción es ésta. Porque como la mayoría de los hermanos que creen en Cristo piensan que este anzuelo es de David, y le escriben Salmos de David, debemos declarar lo que nos ha llegado respecto de él. Los hebreos le dan al libro el título Sefra Thelim, y en los Hechos de los Apóstoles se le llama Libro de los Salmos (las palabras son estas, tal como está escrito en el Libro de los Salmos), pero el nombre del autor en la inscripción del libro no se encuentra allí.

La razón de esto es que las palabras allí escritas no son palabras de un solo hombre, sino de varios juntos; Esdras, como dice la tradición, habiendo recogido en un solo volumen, después del cautiverio, los salmos de varios, o más bien sus palabras, pues no todos son salmos. Así, el nombre de David se antepone en el caso de algunos, el de Salomón en otros y el de Asaf en otros. Hay también algunos que pertenecen a Idithum, y además de estos hay otros que pertenecen a los hijos de Coré, e incluso a Moisés. Como son por tanto, las palabras de tantos así reunidos, no podrían ser dichas por nadie que entienda que el asunto es solo de David.

En cuanto a las que no tienen inscripción, debemos preguntarnos también a quién debemos atribuirlas. ¿Por qué les falta incluso la inscripción más simple, como la que dice así: Salmo de David, o De David, sin adición alguna? Ahora bien, mi idea es que dondequiera que esta inscripción aparezca sola, lo que está escrito no es ni un salmo ni un cántico, sino una especie de expresión bajo la guía del Espíritu Santo, registrada para beneficio de aquel que es capaz de entenderla.

Sobre estas últimas cosas me ha llegado la opinión de un cierto hebreo, que sostenía que, cuando había muchos sin inscripción alguna, pero precedidos de una con la inscripción De David, todos éstos debían ser contados también por David. Y si este es el caso, se sigue que los que no tienen ninguna inscripción son aquellos escritores que con razón son considerados, según los títulos, como los autores de los salmos que los preceden. Este libro de Salmos que tenemos ante nosotros también ha sido llamado por el profeta Salterio, porque, como dicen, el salterio entre los instrumentos musicales es el único que devuelve el sonido desde arriba cuando se golpea el metal, y no desde abajo, a la manera de otros. Por lo tanto, para que quienes lo entiendan se esfuercen en establecer la analogía de tal denominación y también puedan mirar hacia arriba de dónde proviene su melodía, por eso lo llamó Salterio. Porque es enteramente la voz y expresión del Espíritu Santo.

Preguntemos además por qué hay 150 salmos. Que el nº 50 es sagrado se manifiesta en los días de la fiesta celebrada de Pentecostés, que indica la liberación de los trabajos y la posesión de la alegría. Por lo cual para esos días no se decreta ayuno ni doblar la rodilla. Porque este es un símbolo de la gran asamblea que está reservada para tiempos futuros. De los cuales hubo una sombra en la tierra de Israel en el año llamado entre los hebreos jobel (lit. jubileo, que es el 50º año en número), y trae consigo libertad para el esclavo, liberación de deudas y cosas similares.

El santo evangelio conoce también la remisión del nº 50, y del nº que está relacionado con él y permanece junto a él (es decir, 500). Porque no en vano nos hemos concedido allí la remisión de 50 denarios y 500 denarios. Así, pues, también era conveniente que los himnos a Dios por la destrucción de los enemigos y en acción de gracias por la bondad de Dios, contuvieran no sólo un conjunto de 50, sino tres de ellos, en nombre del Padre, y Hijo y Espíritu Santo.

El nº 50, además, contiene 7 sietes, o un sábado de sábados; y también más allá de estos sábados completos, un nuevo comienzo, en el 8, de un descanso realmente nuevo que permanece por encima de los sábados. Y cualquiera que pueda, observe como se lleva a cabo en los salmos con más precisión que la humana, para descubrir las razones en cada caso, como las expondremos. Así, por ejemplo, no en vano el Salmo 8 tiene la inscripción En los lagares, ya que comprende la perfección de los frutos en el 8º; porque el tiempo para el disfrute de los frutos de la vid verdadera no podía ser antes del 8º. Y además, el 2º salmo inscrito en los lagares es el 80 y contiene otro 8º número, es decir, en el 10º múltiplo. El Salmo 83, a su vez, está formado por la unión de dos números sagrados , a saber: el 8 del 10º múltiplo y el 3 del 1º múltiplo. Y el salmo 50 es una oración por la remisión de los pecados y una confesión. Porque así como el 50º obtuvo la remisión, confirmando así esa comprensión del jubileo, así quien ofrece tales peticiones en plena confesión no espera obtener la remisión en ningún otro número que el 50º.

Hay también ciertos otros salmos que se llaman Cantos de Grados. Es el caso del Salmo 15, como también lo era el número de los escalones del templo, y que por ello muestran, tal vez, que los escalones o grados están comprendidos dentro del nº 7 y el nº 8. Estos Cánticos de Grados comienzan después del Salmo 120, que se llama simplemente salmo, como lo dan las copias más exactas. Y este es el número de la perfección de la vida del hombre. Y el Salmo 100, que comienza así, cantaré de misericordia y de juicio, oh Señor, abraza la vida del santo en comunión con Dios. Y el Salmo 150 termina con estas palabras: Todo lo que respira alabe al Señor.

Pero como, como ya hemos dicho, hacer esto en cada caso y descubrir las razones es muy difícil y demasiado para la naturaleza humana, nos contentaremos con estas cosas a modo de un esquema. Sólo agreguemos esto, que los salmos que tratan de temas históricos no se encuentran en un orden histórico regular. Y la única razón de esto se encuentra en los números según los cuales están ordenados los salmos.

Por ejemplo, la historia del siglo LI es anterior a la del siglo L. Porque todos reconocen que el asunto de Doeg el Idumeo calumniando a David ante Saúl es antecedente del pecado con la mujer de Urías; pero no en vano se coloca en primer lugar la historia que debería ocupar el 2º lugar, ya que, como antes hemos dicho, el lugar de la remisión tiene afinidad con el nº 50. Por lo tanto, aquel que no es digno de remisión pasa del número cincuenta, como Doeg el Idumeo. Pues el 51º es el salmo que trata de él. Y además, el 3º está en la misma posición, ya que fue escrito cuando David huía de delante de Absalón su hijo; y así, como saben todos los que leen los libros de Reyes, debería aparecer propiamente después del 51º y del 50º. Si alguno desea prestar más atención a estas y otras cosas similares, encontrará explicaciones más exactas de la historia, así como de las inscripciones y el orden de los salmos.

Es probable, también, que se dé un relato similar del hecho de que David, el único de los profetas, profetizó con un instrumento, llamado por los griegos salterio y por los hebreos nabla, que es el único instrumento musical. Instrumento que es bastante recto y no tiene curva. Y el sonido no proviene de las partes inferiores, como ocurre en el laúd y de algunos otros instrumentos, sino de las superiores. Porque en el laúd y en la lira, el metal, al ser golpeado, devuelve el sonido desde abajo. Pero este salterio tiene la fuente de sus números musicales arriba, para que también nosotros podamos practicar la búsqueda de las cosas de arriba, y no dejarnos llevar por el placer de la melodía a las pasiones de la carne.

Creo que esta verdad nos fue manifestada profunda y claramente de manera profética en la construcción del instrumento. A saber, que aquellos que tienen el alma bien ordenada y entrenada, tienen preparado el camino a las cosas de arriba. Y además, un instrumento que tiene la fuente de su sonido melodioso en sus partes superiores, puede considerarse como el cuerpo de Cristo y sus santos, el único instrumento que mantiene la rectitud; porque no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca. Este es en verdad un instrumento armonioso, melodioso, bien ordenado, que no aceptó ninguna discordia humana, ni hizo nada fuera de medida, sino que mantuvo en todas las cosas, por así decirlo, armonía hacia el Padre; porque, como dice: El que es de la tierra es terrenal, y habla de la tierra; el que viene del cielo, da testimonio de lo que ha visto y oído.

Como hay salmos y cánticos, y salmos de cántico y cánticos de salmodia, queda que discutamos la diferencia entre estos. Pensamos, entonces, que los salmos son aquellos que simplemente se tocan con un instrumento, sin el acompañamiento de la voz, y que están compuestos para la melodía musical del instrumento; y que se llaman canciones las que son interpretadas por la voz en concierto con la música; y que se llaman Salmos de Canto cuando la voz toma la delantera, mientras que también se hace el sonido apropiado para acompañarla, interpretado armoniosamente por los instrumentos; y cantos de salmodia, cuando el instrumento toma la delantera, mientras la voz ocupa el segundo lugar, y acompaña la música de las cuerdas.

Hasta aquí en cuanto a la letra de lo que significan los salmos. Pero en cuanto a la interpretación mística, sería un salmo cuando, al golpear el instrumento (a saber, el cuerpo), con buenas obras triunfamos en la buena acción aunque no del todo competentes en la especulación; y un canto, cuando, al revolver los misterios de la verdad, aparte de los prácticos, y asentir plenamente a ellos, tenemos los pensamientos más nobles de Dios y sus oráculos, mientras el conocimiento nos ilumina y la sabiduría brilla intensamente en nuestras almas; y un cántico de salmodia, cuando, mientras la buena acción toma la iniciativa, según la palabra: Si deseas sabiduría, guarda los mandamientos, y el Señor te la dará, entendemos la sabiduría al mismo tiempo y somos considerados dignos por Dios para conocer la verdad de las cosas, hasta ahora ocultas para nosotros; y un salmo de canción, cuando, al abordar con la luz de la sabiduría algunas de las cuestiones más abstrusas relativas a la moral, primero nos volvemos prudentes en la acción y luego también capaces de decir qué, cuándo y cómo se debe actuar.

Tal vez sea esta la razón por la que las primeras inscripciones no contienen en ninguna parte la palabra cánticos, sino sólo salmos; porque el santo no comienza con la especulación; pero cuando se ha convertido simplemente en creyente, según la ortodoxia, se dedica a las acciones que deben realizarse. Por eso, también, hay muchas canciones al final; y donde está la palabra grados, allí no encontramos la palabra salmo, ya sea solo o con algún añadido, pero sólo canciones. Porque en los grados o ascensos, los santos no se ocuparán más que en la especulación. Y que el relato que hemos ofrecido, siguiendo las indicaciones dadas en la interpretación de los LXX, sea suficiente para este tema en general.

Pero además, como encontramos en los LXX, en Teodoción y en Símaco, en algunos salmos, y no pocos, la palabra δια'ψαλμα insertada, nos esforzamos en descubrir si quienes la pusieron allí querían decir marcar un cambio en esos lugares en el ritmo o la melodía, o cualquier alteración en el modo de instrucción, o en el pensamiento, o en la fuerza del lenguaje. Sin embargo, no se encuentra ni en Aquila ni en hebreo; pero allí, en lugar de δια'ψαλμα (lit. sinfonía musical intermedia), encontramos la palabra siempre.

Además, oh hombre de letras, que no se te escape el hecho de que los hebreos también dividieron el Salterio en cinco libros, para que pudiera ser otro Pentateuco. Del salmo 1 al 40 contaron un 1º libro, del salmo 41 al 71 un 2º libro, del salmo 72 al 88 un 3º libro, del salmo 89 al 105 un 4º libro, y del salmo 106 al 150 el 5º libro. Porque juzgaron que cada salmo que terminaba con las palabras: Bendito sea el Señor, Amén, amén, formaba la conclusión de un libro. Y en ellos tenemos oración (es decir, súplica ofrecida a Dios por cualquier requisito), el voto (es decir, compromiso), el himno (que es el cántico de bendición a Dios por los beneficios disfrutados) y la alabanza (que es ensalzar a Dios por sus maravillas, porque la alabanza no es más que el superlativo de alabanza).

Sea como fuere el tiempo y la forma en que al inspirado David se le ocurrió esta idea de los Salmos, al menos parece haber sido el 1º, y de hecho el único, interesado en ella, y que también en la época más temprana, cuando enseñó a sus dedos a afinar el salterio. Porque si algún otro antes que él mostró el uso del salterio y del laúd, fue al menos de manera muy diferente como lo hizo, simplemente armando algún instrumento tosco y torpe, o simplemente empleando el instrumento, sin cantar ninguno de los dos. a la melodía o a las palabras, pero sólo se divierte con una especie de placer grosero. Pero después de eso, fue el primero en reducir el asunto al ritmo, el orden y el arte, y también en unir el canto de la canción con la melodía.

Este inspirado de los hombres cantó a Dios, comenzando así desde la época en que estaba entre los pastores y jóvenes con un estilo más sencillo y humilde, y después cuando llegó a ser un hombre y rey, intentando algo más elevado y de mayor interés público. Y se dice que hizo este avance, especialmente después de haber traído el arca a la ciudad.

E incluso bailaba a menudo delante del arca, y muchas veces cantaba cánticos de acción de gracias y cánticos para celebrar su recuperación. Y luego, poco a poco, asignando a toda la tribu de los levitas el deber, se nombrarán cuatro líderes de los coros, a saber: Asaf, Aman, Ethan e Idithum, ya que también hay en todas las cosas visibles cuatro principios primordiales. Formó entonces coros de hombres, seleccionados entre el resto, y fijó su número en 72, teniendo en cuenta, creo, el número de lenguas que estaban confundidas, o más bien divididas, en el momento de la construcción de la torre. ¿Y qué fue tipificado por esto, sino que en el futuro todas las lenguas se unirán nuevamente en una confesión común, cuando la Palabra tome posesión del mundo entero?

II
Sobre el Salmo 2

Cuando vino al mundo, se manifestó como Dios y hombre. Es fácil percibir al hombre en Él, cuando tiene hambre y muestra cansancio, y está cansado y sediento, y se retira con miedo, y está en oración y en pena, y duerme sobre la almohada de un barco, y suplica que se retire el copa de sufrimiento, y suda en agonía, y es fortalecido por un ángel, y traicionado por un Judas, y burlado por Caifás, y despreciado por Herodes, y azotado por Pilato, y escarnecido por los soldados, y clavado en la árbol por los judíos, y con un clamor entrega su espíritu a su Padre, y baja su cabeza y entrega el espíritu, y su costado traspasa con una lanza, y es envuelto en lino y puesto en un sepulcro, y es levantado por el Padre al tercer día.

Lo divino en Él, por otra parte, es igualmente manifiesto cuando es adorado por los ángeles, visto por los pastores, esperado por Simeón, testificado por Ana, interrogado por los sabios y señalado sale por una estrella, y en las bodas hace vino con agua, y reprende al mar cuando es sacudido por la violencia de los vientos, y camina sobre las profundidades, y hace ver al que era ciego de nacimiento, y resucita a Lázaro cuando murió hace cuatro días, y hace muchos milagros, y perdona los pecados, y concede poder a sus discípulos.

III
Sobre el Salmo 22

El arca hecha de madera incorruptible era el Salvador mismo. Porque con esto se significaba el tabernáculo imperecedero e incorruptible del Señor mismo, que no engendraba corrupción de pecado . Porque el pecador, en verdad, hace esta confesión: Mis llagas apestaban y se corrompían a causa de mi necedad. Pero el Señor era sin pecado, hecho de madera incorruptible, en cuanto a su humanidad (es decir, de la virgen y del Espíritu Santo) por dentro, y por fuera de la palabra de Dios, como un arca recubierta de oro purísimo.

IV
Sobre el Salmo 23

Llega a las puertas del cielo: los ángeles lo acompañan: y las puertas del cielo se cerraron. Porque aún no ha ascendido al cielo. Ahora bien, primero se aparece a las potestades del cielo como carne que asciende. Por eso a estos poderes les dicen los ángeles, que son los correos del Salvador y Señor: Levantad vuestras puertas, príncipes; y alzaos, puertas eternas, y entrará el Rey de gloria.

V
Sobre el Salmo 109

El que libró del infierno más bajo al primer hombre hecho de la tierra, cuando estaba perdido y atado por las cadenas de la muerte. El que descendió de lo alto y exaltó a lo alto al hombre terrenal; El que se ha convertido en predicador del evangelio a los muertos, redentor de las almas y resurrección de los sepultados; se ha hecho ayudante del hombre en su derrota, y apareció a su semejanza, el Verbo primogénito, y tomó sobre sí mismo el primer Adán en la Virgen; y aunque espiritual, conoció lo terrenal en el útero; aunque Él mismo es el que vive siempre, conoció a los muertos en sus transgresiones; Él mismo, el celestial, llevó en lo alto al terrestre.

Siendo él mismo de elevada extracción, eligió, mediante su propia sujeción, liberar al esclavo; y haciendo al hombre, que se convierte en polvo y sirve alimento para la serpiente, invencible como el diamante, y que, también, cuando fue colgado del árbol, lo declaró señor de su vencedor, y así él mismo demostró ser vencedor por el árbol. Aquellos, en verdad, que no reconocen ahora al Hijo de Dios encarnado, tendrán que reconocerlo como juez, cuando Aquel que ahora es despreciado en su cuerpo ignominioso, venga en su gloria. Y cuando los apóstoles llegaron al sepulcro al tercer día, no encontraron el cuerpo de Jesús; así como los hijos de Israel subieron al monte a buscar el sepulcro de Moisés, y no lo encontraron.

VI
Sobre el Salmo 77

Envió entre ellos el moscardón y los consumió; y la rana, y los destruyó. Dio también sus frutos al mildiú, y sus trabajos a la langosta. Destruyó sus vides con granizo, y sus sicómoros con escarcha. Ahora bien, de la misma manera que, como consecuencia de un modo de vida irregular, puede formarse en el interior un humor bilioso mortal, que el médico, con su arte, puede convertir en un vómito enfermizo, sin ser él mismo responsable de producir el humor enfermizo. en el cuerpo del hombre; porque el exceso en la dieta fue lo que lo produjo, mientras que la ciencia del médico sólo lo hizo manifestarse. Así, aunque se pueda decir que la dolorosa retribución que cae sobre los que son malvados por elección viene de Dios, sería sólo conforme a la recta razón pensar que males de esa clase encuentran tanto su comienzo como sus causas en nosotros mismos.

Y esto porque para el que vive sin pecado no hay tinieblas, ni gusano, ni infierno, ni fuego, ni ninguna otra de estas palabras o cosas de terror; así como las plagas de Egipto no fueron para los hebreos, ni esos finos piojos que molestan con picaduras invisibles, el tábano que se pega al cuerpo con su doloroso aguijón, los huracanes del cielo cayendo sobre ellos con granizo, los trabajos del labrador devorados por el langostas, el cielo oscurecido y todo lo demás. De hecho, el consejo de Dios es cuidar la vid verdadera y destruir a la egipcia, mientras se perdona a los que comen la uva de hiel y beben el veneno mortal de los áspides. Y el sicómoro de Egipto será destruido por completo; pero no aquel al que Zaqueo subió para poder ver a mi Señor. Y se desperdician los frutos de Egipto (es decir, las obras de la carne) pero no los frutos del Espíritu, que son el amor, el gozo y la paz (Gál 5,22).

Entregó también sus ganados al granizo, y sus bienes al fuego. Símaco lo traduce: Quienes entregaron su ganado a la plaga y sus posesiones a los pájaros. Porque, habiendo sufrido una derrota abrumadora, se convirtieron en presa de aves carnívoras. Pero, según los LXX, el sentido no es que el granizo destruyó su ganado y el fuego el resto de su sustancia, sino que el granizo, cayendo en forma de De manera extraordinaria, junto con el fuego, destruyeron por completo, en primer lugar, sus vides y sicómoros, que no pudieron resistir el primer ataque; luego el ganado que pastaba en las llanuras; y luego cada hierba y árbol, que el fuego que acompañaba al granizo consumió; y el asunto fue completamente portentoso, ya que el fuego corrió con el agua y se mezcló con ella. Porque en el granizo corrió fuego, dice; y fue así granizo, y fuego ardiendo en el granizo. David también llama sustancia o riqueza al ganado y al fruto de los árboles.

Debe observarse que, aunque se registra que el granizo destruyó todas las hierbas y todos los árboles, aún quedaron algunos que la langosta, al caer sobre ellos después del granizo de fuego, consumió; del cual se dice que devora toda hierba y todo el fruto de los árboles que el granizo dejó tras de sí. Ahora bien, en sentido espiritual, hay algunas ovejas que pertenecen a Cristo, y otras que pertenecen a los egipcios. Sin embargo, aquellas que alguna vez pertenecieron a otros pueden llegar a ser suyas, como las ovejas de Labán llegaron a ser de Jacob; y al contrario. Además, cualquiera de las ovejas que Jacob rechazó, se la entregó a Esaú. Cuídense, pues, de que, siendo hallados en el rebaño de Jesús, sean apartados cuando se envíen regalos a Esaú, y sean entregados a Esaú como reprobados e indignos del Jacob espiritual. Los decididos son las ovejas de Cristo, y a éstos Dios salva según la palabra: Oh Señor, tú preservas a los hombres y a los animales. Aquellos que en su locura se adhieren a una doctrina impía, son las ovejas de los egipcios, y éstas también son destruidas por el granizo. Y todo lo que poseen los egipcios es entregado al fuego, pero los bienes de Abraham son entregados a Isaac.

Descargó sobre ellos la ira de tribulación, sobre los ángeles malos. Bajo ira y tribulación, pretendía castigos amargos; porque Dios no tiene pasión. Y por ira comprenderéis los castigos menores, y por ira mayores, y por tribulación mayores. Los ángeles también son llamados malos, no porque lo sean por su naturaleza o por su propia voluntad, sino porque tienen este oficio y están designados para producir dolores y sufrimientos, siendo llamados así con referencia a la disposición de los que soportan tales cosas; así como el día del juicio se llama día malo , por estar cargado de miserias y dolores para los pecadores. En el mismo sentido está la palabra de Isaías: Yo, el Señor, hago la paz y creo el mal (Is 45,7), lo cual significa que con eso mantengo la paz y permito la guerra.