HIPÓLITO DE ROMA
Refutación de Herejías

LIBRO X

I
Recapitulación general

Después de haber irrumpido, no con violencia, en el laberinto de las herejías, y de haber desenredado sus complejidades mediante una refutación, por la fuerza de la verdad, nos acercamos a la demostración de la verdad misma. Porque entonces los sofismas artificiales del error quedarán expuestos en toda su inconsistencia, y lograremos establecer de dónde se ha derivado la definición de la verdad.

La verdad no ha tomado sus principios de la sabiduría de los griegos, ni ha tomado prestadas sus doctrinas, como misterios secretos, de los principios de los egipcios (que, aunque tontos, son considerados entre ellos con veneración religiosa y como dignos de confianza). Tampoco se ha formado a partir de las falacias que enuncian las conclusiones a las que llegó la curiosidad incoherente de los caldeos. La verdad tampoco debe su existencia al asombro, por las operaciones de los demonios, o al frenesí irracional de los babilonios.

La definición de verdad está constituida por lo que lo es toda definición verdadera, tan simple y sin adornos. Una definición como ésta, siempre que se haga manifiesta, refutará por sí misma el error. Y aunque hemos propuesto con mucha frecuencia demostraciones y aclaradas con suficiente plenitud para quienes desean aprender la regla de la verdad; sin embargo, incluso ahora, después de haber discutido todas las opiniones expuestas por los griegos y los herejes, hemos decidido que no sería, en todo caso, irrazonable introducir, como una especie de golpe final a los nueve libros anteriores, esta demostración a lo largo del libro X.

II
Recapitulación de opiniones filosóficas

Habiendo abrazado una consideración de los principios de todos los sabios entre los griegos en cuatro libros, y las doctrinas propuestas por los heresiarcas en cinco, ahora exhibiremos la doctrina concerniente a la verdad en uno, habiéndolas presentado primero en un resumen de las suposiciones que todos sostenían individualmente. Pues los dogmáticos griegos, al dividir la filosofía en tres partes, ideaban de este modo de vez en cuando sus sistemas especulativos; algunos denominando su sistema natural, otros moral, y otros dialéctico.

Los pensadores antiguos que llamaron a su ciencia Filosofía Natural, fueron los mencionados en el libro I. Y el relato que dieron fue de este modo: algunos derivaban todas las cosas de una sola, mientras que otros derivaban de más de una. Y de aquellos que derivaban todas las cosas de uno, algunos las derivaban de lo carente de cualidad, mientras que otros de lo dotado de cualidad. Y entre los que derivaban todas las cosas de las cualidades, unos las derivaban del fuego, otros del aire, otros del agua y otros de la tierra.

Entre los que derivaron el universo de más de una cosa, algunos lo derivaron de cantidades numerables, pero otros de cantidades infinitas. Y entre los que derivaban todas las cosas de cantidades numerables, unos las derivaban de dos, otros de cuatro, otros de cinco y otros de seis. Y entre los que derivaron el universo de cantidades infinitas , algunos derivaron entidades de cosas similares a las generadas, mientras que otros de cosas diferentes. Y entre estos, algunos derivaban de cosas incapaces de tener pasión, mientras que otros de cosas capaces de tener pasión.

A partir de un cuerpo carente de cualidad y dotado de unidad, los estoicos, entonces, dieron cuenta de la generación del universo. Pues, según ellos, la materia desprovista de cualidad, y en todas sus partes susceptible de cambio, constituye un principio originario del universo. Porque cuando sobreviene una alteración de esto, se genera fuego, aire, agua y tierra.

Los seguidores de Hipaso, Anaximandro y Tales el Mileto, sin embargo, están dispuestos a pensar que todas las cosas han sido generadas a partir de una única entidad, dotada de cualidad. Hipaso de Metaponto y Heráclito de Efeso declararon que el origen de las cosas proceden del fuego, Anaximandro del aire, Tales del agua y Jenófanes de la tierra. Porque de la tierra, dice éste último, proceden todas las cosas, y todas las cosas terminan en la tierra.

III
Más recapitulación de opiniones filosóficas

Entre los que derivan todas las entidades de más de una cosa y de cantidades numerables, el poeta Homero afirma que el universo se compone de dos sustancias (tierra y agua), y en su momento se expresó así: La fuente de los dioses era el mar y la tierra. Y en otra ocasión así: Pero en verdad todos ustedes podrían convertirse en agua y tierra. Jenófanes de Colofón parece coincidir con él, pues dice: Todos nacemos del agua y de la tierra.

Eurípides, sin embargo, deriva el universo de la tierra y del aire, como se puede comprobar por la siguiente afirmación suya: Madre de todos, aire y tierra, canto. Empédocles, por su parte, deriva el universo de cuatro principios, expresándose así: Cuatro raíces de todas las cosas te oyen primero, el brillante Júpiter y la vivificante Juno, y Aidoneo y Nestis, que con lágrimas baña la fuente mortal.

Ocelo y Aristóteles, en cambio, derivan el universo de cinco principios, porque junto con los cuatro elementos han supuesto la existencia de un quinto, que es un cuerpo con movimiento circular del que tienen su ser las cosas celestiales. Los discípulos de Empédocles, por su parte, supusieron que la generación del universo procedía de seis principios, porque al pasaje de su maestro de las cuatro raíces de todas las cosas, ellos añaden: Aparte de los cuatro principios materiales (tierra, agua, fuego y aire), hay otros dos formativos: la amistad y la discordia.

Los seguidores de Anaxágoras de Clazómenas, de Demócrito, de Epicuro y de muchos otros, sin embargo, han opinado que la generación del universo procede de un número infinito de átomos ; y anteriormente hemos hecho mención parcial de estos filósofos.

Anaxágoras deriva el universo de cosas similares a las que se producen; mientras que los seguidores de Demócrito y Epicuro derivaron el universo a partir de cosas diferentes (a las entidades producidas) y desprovistas de pasión, es decir, de los átomos. Pero los seguidores de Heráclides del Ponto y de Asclepiades derivaron el universo a partir de cosas diferentes (a las entidades producidas) y capaces de pasión, como si fueran corpúsculos incongruentes.

Por su parte, los discípulos de Platón afirman que estas entidades provienen de tres principios: Dios, Materia y Ejemplar, y dicen que Dios es el Creador de esta materia, y esa Mente es su modelo.

IV
Más recapitulación de opiniones filosóficas

Persuadidos, pues, de que el principio de la fisiología está ciertamente plagado de dificultades para todos estos filósofos, también nosotros declararemos valientemente acerca de los ejemplos de la verdad, cómo son y cómo nos hemos sentido seguros de que son.

Pero previamente proporcionaremos una explicación, a modo de resumen, de los principios de los heresiarcas, para que, al haber expuesto ante nuestros lectores los principios de todos los que se dan a conocer mediante este plan de tratamiento, podamos exhibir la verdad en una forma sencilla y familiar.

V
Los herejes naasenos

Como parece conveniente, comencemos primero por los adoradores públicos de la serpiente. Los naassenos llaman Hombre al primer principio del universo, y que él también es Hijo del hombre; y a este hombre lo dividen en tres partes. Porque dicen que una parte de él es racional y otra psíquica, pero una tercera terrenal. Y lo llaman Adamas, y suponen que el conocimiento que le pertenece es la causa originaria de la capacidad de conocer a Dios.

Los naassenos afirman que todas estas cualidades racionales, psíquicas y terrenales se han retirado a Jesús, y que a través de Él estas tres sustancias simultáneamente han hablado a los tres géneros del universo. Estos alegan que hay tres tipos de existencia (angélica, psíquica y terrenal), y que hay tres iglesias (angelical, psíquica y terrenal), y que los nombres de estos son tres (elegidos, llamados y cautivos). Estos son los principios doctrinales propuestos por ellos, hasta donde uno pueda comprenderlos brevemente. Afirman que Santiago, el hermano del Señor, entregó estos dogmas a una tal Mariamna, desmintiendo con tal declaración a ambos.

VI
Los herejes peráticos

Los peráticos de Ademes el Caristiano y Eufrates el Perático dicen que hay un mundo único (ésta es la denominación que usan), y afirman que este único mundo está dividido en tres partes. Pero de la triple división, según ellos, hay un principio, como una fuente inmensa, capaz de dividirse por la razón en infinitos segmentos.

El primer segmento, y el de más proximidad, según ellos, es la tríada, y se llama bien perfecto y magnitud paterna. Pero la segunda parte de la tríada es una cierta multitud de poderes, por así decirlo, infinitos. La tercera parte, sin embargo, es formal. Y el primero es inengendrado; de donde afirman expresamente que hay tres dioses, tres logoi, tres mentes y tres hombres.

Cuando se ha realizado la división, a cada parte del mundo asignan dioses, logos, hombres y los demás. Pero de arriba, de la increación y del primer segmento del mundo, cuando después el mundo hubo llegado a su consumación, el Perático afirma que descendió, en tiempos de Herodes, cierto hombre con una triple naturaleza y un triple cuerpo, y un triple poder (llamado Cristo, que posee de las tres partes del mundo en sí mismo todas las concreciones y capacidades del mundo). Y están dispuestos a pensar que esto es lo que se ha declarado, en quien habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad (Col 2,9).

Afirman también que de los dos mundos que están arriba (es decir, el no engendrado y el engendrado por sí mismo) fueron arrastrados, a este mundo en que estamos, gérmenes de toda clase de poderes. Y dicen que Cristo descendió de lo alto, de la increación, para que, por su descenso, todas las cosas que estaban divididas en tres partes sean salvas. Porque, dicen, las cosas que han sido llevadas desde arriba ascenderán por Él; y las cosas que han conspirado contra aquellos que han sido oprimidos son rechazadas descuidadamente y enviadas para ser castigadas. Y afirman que hay dos partes que se salvan, las que están situadas arriba (por haber sido separadas de la corrupción), y una tercera caída de arriba y a la que llaman mundo formal.

Estos también son los principios de los peráticos.

VII
Los herejes setitas

A los setianos les parece que existen tres principios que han sido definidos con precisión. Y cada uno de los principios está preparado por la naturaleza para poder ser generado, como en el alma humana se desarrolla todo arte que sea susceptible de ser aprendido. El resultado es el mismo que cuando un niño, tras estar mucho tiempo familiarizado con un instrumento musical, se convierte en músico; o con la geometría un geómetra, o con cualquier otro arte, con resultado similar. Y las esencias de los principios, dicen los setianos, son la luz y las tinieblas.

En medio de éstos está el espíritu puro; y el espíritu, dicen, es aquello que se sitúa entre las tinieblas, que están abajo, y la luz, que está arriba. No es espíritu, como una corriente de viento o una cierta brisa suave que se puede sentir, sino como si fuera una fragancia de ungüento o incienso hecho de una mezcla refinada, un poder que se difunde por algún impulso de fragancia que es inconcebible y superior a lo que uno puede expresar. Por lo tanto, puesto que la luz está arriba y las tinieblas abajo, y el espíritu es intermedio entre ambas, también la luz, como un rayo de sol, brilla desde arriba sobre las tinieblas subyacentes. Y la fragancia del espíritu flota hacia adelante, ocupando una posición intermedia, y avanza, tal como se difunde el olor de las ofrendas de incienso sobre el fuego.

Ahora bien, la potencia de las cosas divididas en tres siendo de esta descripción, la potencia a la vez del espíritu y de la luz está abajo, en las tinieblas que se sitúan debajo. Las tinieblas, sin embargo, dicen, son un agua horrible, en la que se absorbe la luz junto con el espíritu, y así se traduce en una naturaleza de esta descripción. Siendo entonces las tinieblas dotadas de inteligencia, y sabiendo que cuando se les ha quitado la luz, las tinieblas continúan desoladas, desprovistas de resplandor y esplendor, de poder y eficiencia, además de impotentes por todo esfuerzo de reflexión.

De esta razón se supone un esfuerzo para contener en sí mismo un brillo y un centelleo de luz, junto con la fragancia del espíritu. Y de esto introducen la siguiente imagen, expresándose así: Así como la pupila del ojo aparece oscura bajo los humores subyacentes, pero está iluminada por el espíritu, así las tinieblas luchan intensamente por el espíritu y tienen consigo todas las fuerzas que desean jubilarse y regresar.

Éstos son indefinidamente infinitos, de donde, cuando se mezclan, todas las cosas se figuran y se generan como sellos. Porque así como un sello, cuando se pone en contacto con la cera, produce una figura (el sello) que sigue siendo lo que era, así también las potencias, al entrar en comunión (una con la otra), forman todos los infinitas clases de animales.

Los setianos también afirman que del concurso primario de los tres principios se generó una imagen del gran sello (es decir, el cielo y la tierra), que tenía forma de útero y poseía un ombligo en el medio (de modo que el resto de las figuras de todas las cosas, como el cielo y la tierra, tenían forma semejante a un útero).

Y dicen que del agua se produjo un principio primogénito: un viento vehemente y bullicioso, que es causa de toda generación, que crea una especie de calor y movimiento en el mundo por el movimiento de las aguas. Sostienen que este viento está modelado como el silbido de una serpiente en una imagen perfecta. Y el mundo mira esto y se apresura a generar, inflamado como un útero; y de ahí están dispuestos a pensar que ha surgido la generación del universo. Y dicen que este viento constituye un espíritu, y que un Dios perfecto ha surgido del olor de las aguas, y del espíritu, y de la luz brillante. Y afirman que la mente existe según el modo de generación de una mujer (es decir, por mente) o chispa suprema, que habiendo sido mezclada debajo con los compuestos del cuerpo, desea fervientemente huir, para escapar de ella puede partir y no encontrará disolución por causa de la deficiencia en las aguas. Por eso tiene la costumbre de clamar en voz alta desde la mezcla de las aguas, según el salmista, como dice: Porque toda la ansiedad de la luz de arriba es liberar la chispa que está abajo del Padre de abajo, paraque es decir, del viento.

Según sus doctrinas, el Padre crea calor y perturbación, y produce para sí un Hijo (a saber, la mente) que, como afirman, no es su descendencia peculiar. Estos herejes afirman que el Hijo, al contemplar el Logos perfecto de la luz suprema, sufrió una transformación, y en forma de serpiente entró en un útero, para poder recobrar esa Mente que es el centelleo de la luz. Y que esto es lo que se ha declarado: que siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo (Flp 2,6-7), pensando con ello los miserables y funestos setianos que esto es a la que alude el apóstol.

Éstas, entonces, son las afirmaciones que también hacen estos setianos.

VIII
El hereje Simón el Mago

El inteligente Simón, hace su afirmación de esta manera: existe un poder indefinido y que ésta es la raíz del universo. Y este poder indefinido, dice, que es el fuego, no es en sí mismo algo simple, como sostiene la gran mayoría de los especuladores, cuando afirman que hay cuatro elementos incompuestos y han supuesto el fuego como uno de ellos.

Por otra parte, Simón alega que la naturaleza del fuego es doble; y a una parte de esta doble naturaleza la llama algo secreto y a la otra un algo manifiesto. Y afirma que el secreto está oculto en las partes manifiestas del fuego, y que las partes manifiestas del fuego han sido producidas a partir del secreto. Y dice que se supone que todas las partes del fuego, visibles e invisibles, están en posesión de una capacidad de percepción. Por tanto, dice, el mundo engendrado ha sido producido del fuego no engendrado. Y comenzó a existir, según dice él, así: El Ungénito tomó seis raíces primordiales del principio de generación del principio de ese fuego.

Porque sostiene que estas raíces han sido generadas de dos en dos por el fuego; y a éstos los denomina mente e inteligencia, voz y nombre, racionamiento y reflexión. Y afirma que en las seis raíces, al mismo tiempo, reside el poder indefinido, que afirma ser Aquel que estuvo, está y estará. Y cuando éste haya sido formado en una figura, existirá, según este hereje, en los seis poderes sustancial y potencialmente. Y Él será en magnitud y perfección uno y el mismo con ese poder no engendrado e indefinido, sin poseer ningún atributo en ningún aspecto más deficiente que ese poder no engendrado, inalterable e indefinido.

Sin embargo, si Aquel que estuvo, está y permanecerá , continúa existiendo sólo potencialmente en los seis poderes y no ha asumido ninguna figura definida, se vuelve, dice Simón, completamente evanescente y perece. Y esto ocurre de la misma manera que la capacidad gramatical o geométrica, que, aunque ha sido implantada en el alma del hombre, sufre extinción cuando no obtiene la ayuda de un maestro en cualquiera de estas artes, que quiera adoctrinarla en sus principios. Ahora Simón afirma que él mismo es Aquel que estuvo, está y estará, y que Él es un poder que está sobre todas las cosas.

Hasta aquí, pues, también las opiniones de Simón.

IX
El hereje Valentín de Alejandría

Valentin y sus seguidores, aunque están de acuerdo en afirmar que el principio originador del universo es el Padre, aún así se ven impulsados a adoptar una opinión contraria respecto a Él. Pues algunos de ellos sostienen que el Padre es solitario y generativo; mientras que otros sostienen la imposibilidad (en su caso, como en otros) de la procreación sin una mujer. Por lo tanto, añaden a Sige como esposa de este Padre, y denominan al Padre mismo Bytho.

De este Padre y de su esposa algunos alegan que ha habido seis proyecciones: nous y aletheia, logos y zoe, anthropos y ecclesia, y que esto constituye la Ogdóada procreadora. Los valentinianos sostienen que esas son las primeras proyecciones que han tenido lugar dentro del límite, y han sido nuevamente denominadas las del pléroma; y los segundos son los que no tienen el pléroma; y el tercero, los que no tienen límite. Ahora la generación de estos constituye el hysterema acamoth.

También afirma Valentin que lo generado a partir de un eón, que existe en el hysterema y ha sido proyectado más allá del límite, es el Creador. Pero Valentin no está dispuesto a afirmar que lo así generado sea la deidad primera, sino que habla en términos detractores tanto de Él como de las cosas hechas por Él. Y afirma que Cristo descendió del interior del pléroma para la salvación del espíritu que se había extraviado.

Este espíritu, según los valentinianos, reside en nuestro hombre interior; y dicen que este hombre interior obtiene la salvación gracias a este espíritu que mora en él. Valentín, sin embargo, determina que la carne no se salva, y la llama túnica de cuero y porción perecedera del hombre.

He declarado ya estos principios a modo de epítome, ya que en sus sistemas existe un amplio tema de discusión y una variedad de opiniones. De esta manera, pues, parece apropiado también a la escuela de Valentin exponer sus opiniones.

X
El hereje Basílides de Alejandría

El hereje Basílides afirma que hay un Dios inexistente que, siendo inexistente, ha hecho el mundo inexistente, que ha sido formado a partir de cosas que no son, echando como si cierta semilla que tiene en sí mismo tallo, hojas, ramas y fruto. Esta semilla es como un huevo de pavo real, que comprende en sí misma la variada multitud de colores. Y esto, dicen los basilidianos, constituye la semilla del mundo, de la que se han producido todas las cosas. Porque sostienen que comprende en sí mismo todas las cosas, como aquellas que aún no existen y que han sido predeterminadas para ser traídas a la existencia por la deidad inexistente.

Según Basílides, había en dicha semilla una triple filiación, en todos los aspectos de la misma sustancia con el Dios inexistente, que ha sido engendrado de cosas que no son. Y de esta filiación, dividida en tres partes, una parte era refinada, otra densa, y otra requería purificación. La porción refinada, cuando el Dios inexistente logró por primera vez la siembra temprana de la semilla, inmediatamente estalló, ascendió hacia arriba y procedió hacia la deidad inexistente. Porque cada naturaleza anhela a ese Dios por el exceso de su belleza, pero difiere y desea por diferentes causas.

La porción más densa, sin embargo, todavía continúa en la semilla; y como es una cierta naturaleza imitativa, no podía elevarse hacia arriba, porque era más densa que la parte sutil. La parte más densa, sin embargo, se dotó del Espíritu Santo, como si tuviera alas; porque la filiación, así revestida, muestra bondad hacia este Espíritu, y a su vez recibe bondad. La tercera filiación, sin embargo, requiere purificación, y por eso ésta continúa en el conglomerado de todos los gérmenes, y ésta muestra y recibe bondad.

También afirma Basílides que hay algo que se llama mundo, y otra cosa que se llama supramundano; porque las entidades son distribuidas por él en dos divisiones primarias. Y lo que es intermedio entre estos lo llama Espíritu Santo contiguo, y este Espíritu tiene en sí mismo la fragancia de la filiación.

Del conglomerado de todos los gérmenes de la semilla cósmica se quemó y fue engendrado el Gran Arconte, la cabeza del mundo, un eón de inexpresable belleza y tamaño. Este Arconte, habiéndose elevado hasta el firmamento, supuso que no había otro por encima de Él. Y en consecuencia, se volvió más brillante y poderoso que todos los eones subyacentes, con la excepción de la filiación que había quedado debajo, pero que Él no sabía que era más sabia que Él mismo. Éste, teniendo su atención puesta en la creación del mundo, engendró primero para sí un hijo superior a sí mismo; y a este hijo lo hizo sentarse a su derecha, y estos basilidianos afirman que esto es la Ogdóada.

El Gran Arconte, entonces, produce por sí mismo toda la creación celestial. Y otro Arconte ascendió del conglomerado de todos los gérmenes, que era mayor que todo el eón subyacente, excepto la filiación que había quedado atrás, pero muy inferior al anterior. Y a este segundo Arconte lo denominan Hebdomad. Él es hacedor, creador y controlador de todas las cosas que están debajo de Él, y este Arconte produjo para sí mismo un Hijo más prudente y más sabio que Él mismo. Ahora afirman que todas estas cosas existen según la predeterminación de ese Dios inexistente, y que existen también mundos e intervalos que son infinitos.

Los basilidianos afirman que sobre Jesús, que nació de María, vino el poder del evangelio, que descendió e iluminó al Hijo tanto de la Ogdóada como de la Hebdómada. Y esto tuvo lugar con el propósito de iluminar y distinguir de los diferentes órdenes de seres, y purificar la filiación que había quedado atrás para conferir beneficios a las almas y a quienes, a su vez, los recibían.

Y dicen que son hijos los que están en el mundo para esto, para que con la enseñanza purifiquen las almas, y con la filiación asciendan al Padre de arriba, de quien procedió la primera filiación. Y alegan que el mundo perdura hasta el período en que todas las almas hayan reparado allí junto con la filiación.

Éstas son las opiniones que Basílides, que él mismo califica de prodigiosas, y no se avergüenza de exponer.

XI
El hereje Justino el Gnóstico

Justino intentó establecer opiniones similares a éstas, y se expresa así: que hay tres principios no engendrados en el universo, dos masculinos y uno femenino. Uno de los principios masculinos se denomina Bien, y está dotado de un conocimiento previo del universo. Y el otro se denomina Elohim, y es Padre de todos los entes generados, aunque está desprovisto de presciencia y es invisible. El principio femenino está formado por dos partes distintas (Edem e Israel), es apasionado y está desprovisto de presciencia. Tiene dos mentes, y en su parte superior (hasta la ingle) es una virgen (Edem), y en su parte inferior (desde la ingle) es una serpiente (Israel).

Este hereje alega que estos son los principios del universo, a partir de los cuales se han producido todas las cosas. Y afirma que Elohim, sin previo conocimiento, pasó a un deseo desmesurado por la media virgen, y que habiendo tenido relaciones sexuales con ella, engendró 12 ángeles; y los nombres de estos afirma que son los ya dados. Y de éstos los paternos están relacionados con el padre, y los maternos con la madre. Y sostiene que estos son los árboles del Paraíso, acerca de los cuales Moisés ha hablado en sentido alegórico las cosas escritas en la ley.

Justino afirma que todas las cosas fueron hechas por Elohim y Edem. Y dice que los animales, con el resto de las criaturas de este género, son de la parte que se parece a una bestia (la parte inferior), mientras que el hombre salió de su parte superior, dotado de alma (pues Elohim es espíritu). Justino alega que este Elohim, después de haber conocido su origen, ascendió al Bueno, y Edem descendió al desierto (es decir, a la Tierra).

Este hereje afirma que Edem, enfurecido por tal trato, urdió todo este complot contra el espíritu de Elohim que él depositó en el hombre. Y nos informa que por esta razón el Padre envió a Baruc y dio instrucciones a los profetas, para que el espíritu de Elohim pudiera ser liberado y todos pudieran ser seducidos lejos de Edem.

E incluso alega que hasta Hércules era un profeta, y que fue vencido por Ónfale (es decir, por Babel, a la que los justinianos llaman Venus). Y dice que después, en días de Herodes nació Jesús hijo de María y José, a quienes alega que Baruc había hablado. Por lo visto, según Justino Edem conspiró contra este Jesús, pero no pudo engañarlo, aunque sí que lo crucificaran (tras lo cual, el espíritu de Jesús ascendió al Bueno).

Sostienen los justinianos que los espíritus de todos los que obedezcan esos discursos (por supuesto, tontos e inútiles) se salvarán, y que para ellos el cuerpo y el alma de Edem habrán quedado atrás.

XII
Las herejes docetistas

Los docetas presentan afirmaciones de esta descripción: que la Deidad primordial era como una semilla de higuera; y que de esto procedieron 3 eones como el tallo, y las hojas y el fruto; y que estos proyectaron 30 eones, cada uno de ellos 10; y que todos estuvieron unidos en décadas, pero diferían sólo en posiciones, como lo estaban algunos antes que otros. Y que infinitos eones fueron proyectados indefinidamente, y que todos éstos eran hermafroditas.

Dicen también que estos eones formaron un designio: el de ir simultáneamente juntos en un eón, y que de éste el eón intermedio y de la Virgen María engendraron un Salvador de todos. Y este Redentor era semejante en todo a la primera semilla de la higuera, pero inferior en esto, por el hecho de haber sido engendrado; porque la semilla de donde brota la higuera no es engendrada. Ésta, entonces, era la gran luz de los eones, era enteramente resplandor, que no recibe ningún adorno y comprende en sí misma las formas de todos los animales.

Los docetas sostienen que esta luz, al avanzar hacia el caos subyacente, proporcionó una causa de existencia a las cosas que fueron producidas y a las que realmente existen, y que al descender desde arriba imprimió el caos bajo las formas de lo eterno. especies. Porque el tercer eón, que se había triplicado, cuando percibe que todos sus atributos característicos fueron arrastrados por la fuerza a las tinieblas inferiores, y no ignorando tanto el terror de las tinieblas como la sencillez de la luz, procedió a crear el cielo; y después de haber hecho firme lo que intervino, separó las tinieblas de la luz.

Como todas las especies del tercer eón fueron, dice, vencidas por la oscuridad, incluso la figura de este eón se convirtió en un fuego viviente, habiendo sido generado por la luz. Y de esta fuente, alegan, se generó el Gran Arconte, respecto de quien Moisés conversa, diciendo que Él es una Deidad ardiente y Demiurgo, que también altera continuamente las formas de todos los eones en cuerpos.

Los docetas alegan que estas son las almas por cuya causa fue engendrado el Salvador, y que Él señala el camino a través del cual escaparán las almas que ahora están dominadas por las tinieblas. Y sostienen que Jesús se vistió de aquel poder unigénito, y que por eso no podía ser visto de nadie, a causa de la excesiva magnitud de su gloria. Y dicen que todos los acontecimientos sucedieron con Él como está escrito en el evangelio.

XIII
El hereje Monoimo de Arabia

Los seguidores de Monoimo el Árabe afirman que el principio originario del universo es un hombre primordial e hijo del hombre; y que, como afirma Moisés, las cosas que han sido producidas no fueron producidas por el hombre primordial, sino por el Hijo de ese hombre primordial, pero no por el Hijo entero, sino por una parte de Él.

Afirma Monoimo que el Hijo del hombre es iota, que representa diez, cuyo número principal es inherente la subsistencia de todo número en general, y en que consiste todo número en particular, así como como generación del universo, fuego, aire, agua y tierra. Pero como esto es un ápice y una tilde, y lo perfecto emana de lo perfecto (o sea, una tilde fluye desde arriba), conteniendo en sí todas las cosas. Por tanto, todo lo que el hombre posee, también lo posee el Padre del Hijo del hombre.

Moisés, por tanto, diría que el mundo fue hecho en 6 días, es decir, por 6 potencias, de las cuales el mundo fue hecho con una tilde. Porque los cubos, los octaedros, las pirámides y todas las figuras similares a éstas, de igual superficie, de las que están formados el fuego, el aire, el agua y la tierra, han sido producidos a partir de números comprendidos en ese simple título de la iota, que es Hijo. de hombre. Cuando Moisés menciona que la vara fue blandida con el propósito de traer las plagas sobre Egipto, dice Monoimo, alude alegóricamente a las alteraciones del mundo de Iota, forjadas a través de las 10 plagas.

Pero si quieres conocer el universo, dice Monoimo, busca en ti mismo quién es el que dice: Mi alma, mi carne y mi mente, y quién se apropia de cada cosa para sí, como si fuera otra, haría por sí mismo. Entiende que éste es uno perfecto que surge de uno que es perfecto, y que considera como suyos todos los llamados no-entidades y todas las entidades.

Éstas son, pues, las opiniones de Monoimo.

XIV
El hereje Taciano de Siria

Taciano, al igual que Valentin y los demás gnósticos, dice que hay ciertos eones invisibles, y que por alguno de ellos se ha creado el mundo de abajo y las cosas que existen en él. Y se acostumbra a un modo de vida muy cínico, y casi en nada se diferencia de Marción, tanto en lo que respecta a sus calumnias como a las regulaciones promulgadas sobre el matrimonio.

XV
Los herejes Marción del Ponto y Cerdón de Siria

Marción del Ponto, y su preceptor Cerdón, también establecen que hay 3 principios del universo: el bien, la justicia y la materia. Algunos discípulos, sin embargo, añaden un 4º, diciendo: bien, justicia, mal y materia. Pero todos afirman que el Ser bueno no ha hecho nada en absoluto, aunque algunos denominan al justo igualmente malo, mientras que otros que su único título es el de justo.

Y alegan que el Ser justo hizo todas las cosas a partir de la materia subyacente, por lo que no las hizo bien, sino irracionalmente. Porque es necesario que las cosas hechas sean similares al autor; por lo que también emplean así las parábolas evangélicas, diciendo: Un buen árbol no puede dar malos frutos (Mt 7,18). Ahora bien, las concepciones mal ideadas por el mismo Justo constituyeron la alusión a este pasaje. 

También dice Marción que Cristo es el Hijo del Ser bueno, y fue enviado para la salvación de las almas por aquel a quien llama interior. Y afirma que apareció como hombre sin ser hombre, y como encarnado sin estar encarnado. Y sostiene que su manifestación fue sólo fantástica, y que no sufrió ni generación ni pasión sino en apariencia. Y no permitirá que la carne resurja; pero al afirmar que el matrimonio es destrucción, lleva a sus discípulos a una vida muy cínica. Y por estos medios imagina que molesta al Creador si se abstiene de las cosas que Él hace o designa.

XVI
El hereje Apeles de Alejandría

Apeles, discípulo de Marción, estaba disgustado por las afirmaciones de su preceptor, como ya hemos declarado anteriormente, y por otra teoría suponía que había cuatro dioses. Y afirma que el primero de ellos es el Ser Bueno, a quien los profetas no conocieron, y que Cristo es su Hijo. Y el segundo Dios , afirma ser el Creador del universo, y Él no quiere ser Dios. Y el tercer Dios, afirma ser el ardiente que se manifestó; y el cuarto ser malo. Y llama a estos ángeles; y al agregar a su número a Cristo de la misma manera, afirmará que es un quinto Dios.

Este hereje suele dedicar su atención a un libro que llama Revelaciones de Filomena, a quien considera una profetisa. Y afirma que Cristo no recibió su carne de la Virgen, sino de la sustancia adyacente del mundo. De esta manera compuso sus tratados contra la ley y los profetas, e intenta abolirlos como si hubieran dicho mentiras y no hubieran conocido a Dios. Apeles, al igual que Marción, afirma que las diferentes clases de carne son destruidas.

XVII
El hereje Cerinto de Alejandría

Cerinto, habiendo sido formado él mismo en Egipto, determinó que el mundo no fue hecho por el primer Dios, sino por cierto poder angelical. Y este poder estaba muy separado y distante de esa soberanía que está por encima de todo el círculo de la existencia, y no conoce al Dios que está por encima de todas las cosas.

Y dice que Jesús no nació de una virgen, sino que brotó de José y María como hijo de ellos, a semejanza del resto de los hombres; y que sobresalía en justicia , prudencia y entendimiento sobre todo el resto de la humanidad. Y sostiene que, después del bautismo de Jesús, Cristo descendió sobre Él en forma de paloma desde la soberanía que está sobre todo el círculo de la existencia, y que luego procedió a predicar al Padre desconocido y a obrar milagros. Y afirma que, al concluir la pasión, Cristo se alejó de Jesús, pero que Jesús sufrió, y que Cristo quedó incapaz de sufrir, siendo espíritu del Señor .

XVIII
Los herejes ebionitas

Los ebioneos afirman que el mundo fue hecho por el Dios verdadero, y hablan de Cristo de manera similar a Cerinto. Viven en todos los aspectos según la ley de Moisés, alegando que así están justificados.

XIX
El hereje Teodoto de Bizancio

Teodoto de Bizancio introdujo una herejía de la siguiente descripción, alegando que todas las cosas fueron creadas por el Dios verdadero; mientras que Cristo, afirma, de manera similar a la defendida por los gnósticos ya mencionados, hizo su aparición de acuerdo con algún modo de esta descripción. Y Teodoto afirma que Cristo es un hombre de naturaleza similar a todos los hombres, pero que los supera en este aspecto, que, según el consejo de Dios, había nacido de una virgen, y el Espíritu Santo había cubierto con su sombra a su madre.

Este hereje , sin embargo, sostuvo que Jesús no había asumido carne en el vientre de la Virgen, sino que después Cristo descendió sobre Jesús en su bautismo en forma de paloma. Y a partir de esta circunstancia, los seguidores de Teodoto afirman que al principio los poderes milagrosos no adquirieron energía operativa en el propio Salvador. Teodoto, sin embargo, decide negar la divinidad de Cristo, presentando sus propios argumentos.

XX
Los herejes melquisedecios

Otros también hacen todas sus afirmaciones de manera similar a las que ya se han especificado, introduciendo una sola modificación: la de Melquisedec, al que dotan de un poder determinado. Pero alegan que el propio Melquisedec es superior a todos los poderes; y según su imagen, están deseosos de sostener que Cristo también es generado.

XXI
El hereje Montano de Frigia

Los frigios derivan los principios de su herejía de un tal Montano, y consideran a las desdichadas Priscila y Maximilla como profetisas, y a Montano como un profeta. Sin embargo, en lo que respecta al origen y la creación del universo, se supone que los frigios se expresan correctamente; mientras que en los principios que enuncian respecto a Cristo, no han formado sus opiniones de manera irrelevante.

Pero son seducidos al error al igual que los herejes antes aludidos, y dedican su atención a los discursos de éstos por encima de los evangelios, estableciendo así regulaciones relativas a ayunos novedosos y extraños.

XXII
Los herejes montanistas

Otros herejes mantienen opiniones similares a las de las tontas de los frigios y a Montano. Sin embargo, las verdades que pertenecen al Padre de todas las cosas existentes son culpables de blasfemia, porque afirman que Él es Hijo y Padre, visible e invisible, engendrado y no engendrado, mortal e inmortal. Estos han aprovechado la ocasión de un tal Noeto para exponer su herejía.

XXIII
El hereje Noeto de Esmirna
Cierta tolerancia del papa Calixto I

Noeto, natural de Esmirna y hombre aficionado a la palabrería, además de astuto, introdujo entre nosotros esta herejía que tuvo su origen en un tal Epígono. Llegó a Roma, y fue adoptada por Cleómenes, y así ha continuado hasta el día de hoy entre sus sucesores.

Noeto afirma que hay un Padre y Dios del universo, y que Él hizo todas las cosas, y era imperceptible para aquellos que existen cuando así lo deseaba. Noetus sostuvo que el Padre aparecía entonces cuando quería; y Él es invisible cuando no es visto, pero visible cuando es visto. Y este hereje también alega que el Padre es inengendrado cuando no es engendrado, sino engendrado cuando nace de una virgen; como también que no está sujeto a sufrir, y es inmortal cuando no sufre ni muere. Sin embargo, cuando su pasión vino sobre Él, Noeto permite que el Padre sufra y muera. Y los noetianos suponen que este Padre mismo se llama Hijo y viceversa, en referencia a los acontecimientos que a su debido tiempo les suceden individualmente.

Calixto corroboró la herejía de estos noetianos, pero ya hemos explicado detalladamente los detalles de su vida. Y el propio Calixto produjo también una herejía, y tomó sus puntos de partida de estos noetianos, en la medida en que reconoce que hay un Padre y Dios (es decir, el Creador del universo), y que este Dios se habla y llamado por el nombre de Hijo, pero que en esencia es un solo Espíritu. Porque el Espíritu, como Deidad, no es, dice, ningún ser diferente del Logos, ni el Logos de la Deidad. Por lo tanto, esta persona está dividida nominalmente, pero no sustancialmente.

Calixto supone que este Logos es Dios, y afirma que hubo en el caso del Verbo una encarnación. Y está dispuesto a sostener que el que fue visto en carne y fue crucificado es el Hijo, pero que es el Padre quien habita en él. A partir de aquí, Calixto se bifurca de la opinión de Noeto, pero no sostiene ninguna doctrina segura. Estas son, pues, las opiniones de Calixto.

XXIV
El hereje Hermógenes de Cartago

El mismo Hermógenes, deseoso también de decir algo, afirmó que Dios hizo todas las cosas de la materia, coetáneas consigo misma y sujetas a su designio. Porque Hermógenes consideraba imposible que Dios hiciera las cosas que había creado, excepto a partir de cosas existentes.

XXV
El hereje Elcesai de Palestina

Algunos otros, introduciendo como si fuera algún principio novedoso, se apropiaron de partes de su sistema de todas las herejías y consiguieron un volumen extraño, que llevaba en la portada el nombre de un tal Elcesai. Estos, de la misma manera, reconocen que los principios del universo fueron originados por la Deidad. Sin embargo, no confiesan que Cristo es uno solo, sino que hay uno que es superior a los demás, y que muchas veces fue transfundido en muchos cuerpos, y ahora estaba en Jesús.

De la misma manera, sostienen este hereje que una vez Cristo fue engendrado de Dios, y otra vez se hizo Espíritu, y otra vez nació de una virgen, y otra vez no. Y afirma que igualmente este Jesús después estuvo continuamente siendo transfundido en cuerpos, y se manifestó en muchos diferentes cuerpos y en diferentes tiempos. Y recurre a encantamientos y bautismos en su confesión de elementos. Y se ocupande una actividad bulliciosa en lo que respecta a las ciencias astrológicas y matemáticas, y a las artes de la hechicería. Pero también afirma tener poderes de presciencia.

XXVI
Resumen de la cronología judía

De Harán, ciudad de Mesopotamia y de Abraham (por mandato de Dios trasladado al país que ahora se llama Palestina y Judea, y luego la región de Canaán), hemos dado cuenta en parte, pero no por ello de manera negligente, en otros discursos. De las circunstancias de esta migración se puede rastrear el comienzo de un aumento de población en Judea, que obtuvo su nombre de Judá, cuarto hijo de Jacob, cuyo nombre también se llamaba Israel, por el hecho de que una raza de él descenderían reyes.

Abraham sale de Mesopotamia cuando tenía 75 años, y cuando tenía 100 años engendró a Isaac. Pero Isaac, cuando tenía 60 años, engendró a Jacob. Y Jacob, cuando tenía 86 años, engendró a Leví; y Leví, a la edad de 40 años, engendró; y Caath tenía cuatro años de edad cuando descendió con Jacob a Egipto. Por lo tanto, todo el tiempo que Abraham residió, y toda su familia, que descendió de él por medio de Isaac, en la tierra entonces llamada Canaanitis, fue de 215 años. Pero el padre de este Abraham es Taré, y de este Taré el padre es Nacor, y de este Nacor el padre es Serag, y de este Serag el padre es Reu, y de este Reu el padre es Peleg, y de este Peleg el padre es Heber (Gn 11,16). Y así sucede que a los judíos se les denomina con el nombre de hebreos.

En tiempos de Phaleg, sin embargo, surgió la dispersión de las naciones. Ahora bien, estas naciones eran 72, correspondientes al número de los hijos de Abraham. Y los nombres de estas naciones también los hemos puesto en otros libros, sin omitir siquiera este punto en su propio lugar. Y la razón de nuestra particularidad es nuestro deseo de manifestar a aquellos que son de disposición estudiosa el amor que apreciamos hacia la Divinidad y el conocimiento indudable respecto de la Verdad, que en el curso de nuestros trabajos hemos adquirido posesión.

Pero de este Heber el padre es Salah; y de este Salah el padre es Caïnan; y de este Caïnan el padre es Arfaxad, cuyo padre es Sem; y de este Sem el padre es Noé . Y en tiempos de Noé hubo un diluvio en todo el mundo, que niNi los egipcios, ni los caldeos, ni los griegos recuerdan; porque las inundaciones que tuvieron lugar en la época de Ogiges y Deucalión prevalecieron sólo en las localidades donde estos habitaban. Hay, pues, en el caso de estos patriarcas (es decir, desde Noé hasta Heber inclusive) 5 generaciones y 495 años.

Este Noé, por cuanto era un hombre sumamente religioso y amante de Dios, solo, con esposa e hijos, y las tres esposas de éstos, escapó del diluvio que siguió. Y debía su preservación a un arca; y tanto las dimensiones como las reliquias de esta arca se muestran, como hemos explicado, hasta el día de hoy en las montañas llamadas Ararat, que están situadas en dirección al país de los adiabeni.

Para aquellos que estén dispuestos a investigar el tema diligentemente, es posible percibir cuán claramente se ha demostrado la existencia de una nación de adoradores del Dios verdadero, más antigua que todos los caldeos, egipcios y griegos. Sin embargo, ¿qué necesidad hay actualmente de especificar aquellos que, antes de Noé, eran hombres devotos y a los que se les permitía conversar con el Dios verdadero, en la medida en que, en lo que respecta al tema que nos ocupa, este testimonio es suficiente para tener en cuenta la antigüedad del pueblo de Dios.

XXVII
Más sobre la cronología judía

Pero como no parece irracional demostrar que estas naciones que tenían su atención absorta en las especulaciones de la filosofía son de fecha más moderna que aquellas que habitualmente habían adorado al Dios verdadero, es razonable que debamos afirmar de dónde proviene la familia de estos este último se originó; y que cuando establecieron su morada en estos países, no recibieron un nombre de las localidades reales, sino que reclamaron para sí nombres de aquellos que nacieron principalmente y habían habitado estos.

Noé tuvo tres hijos: Sem, Cam y Jafet. De ellos se multiplicó toda la familia del hombre, y cada cuarto de la tierra les debe sus habitantes en primera instancia . Porque prevaleció la palabra de Dios para ellos, cuando el Señor dijo: Fructificad y multiplicaos y llenad la tierra. Tan grande eficacia tuvo esa palabra que de los tres hijos de Noé se engendran en la familia 72 hijos: de Sem 25, de Jafet 15, y de Cam 32.

A Cam, sin embargo, le nacen estos 32 hijos de acuerdo con declaraciones anteriores. Y entre los hijos de Cam están: Canaán, de donde vinieron los cananeos; Mizraim, de quien los egipcios; Cus, de quien los etíopes; y Phut, de quien los libios. Estos, según el idioma que prevalecía entre ellos, reciben hasta el día de hoy el nombre de sus antepasados; es más, incluso en la lengua griega se les llama por los nombres con los que ahora se les denomina.

Pero incluso suponiendo que estas localidades no hubieran sido habitadas previamente, ni que se pudiera probar que existió allí una raza de hombres desde el principio, sin embargo, estos hijos de Noé, un adorador de Dios, son más que suficientes para probar el punto en cuestión. Porque es evidente que el propio Noé debió ser discípulo de gente devota, por lo que escapó de la tremenda, aunque pasajera, amenaza del agua.

¿Cómo, entonces, los adoradores del Dios verdadero no deberían ser de mayor antigüedad que todos los caldeos, egipcios y griegos, pues debemos tener en cuenta que el padre de estos gentiles nació de este Jafet, y recibió el nombre de Javan, y se convirtió en el progenitor de los griegos y los jonios? Ahora bien, si se demuestra que las naciones que se dedicaron a las cuestiones relativas a la filosofía pertenecen a un período completamente más reciente que la raza de los adoradores de Dios, así como el tiempo del diluvio, ¿cómo no lo harían las naciones de los bárbaros, y ¿cuántas tribus como en el mundo son conocidas y desconocidas, parecen pertenecer a una época más moderna que éstas?

Por lo tanto, vosotros, griegos, egipcios, caldeos y toda la raza humana, convertíos en adeptos a esta doctrina, y aprended de nosotros, que somos amigos de Dios, cuál es la naturaleza de Dios y cuál es su creación bien ordenada. Y hemos cultivado este sistema, no expresándonos en un mero lenguaje pomposo, sino ejecutando nuestros tratados en términos que prueban nuestro conocimiento de la verdad y nuestra práctica del buen sentido, siendo nuestro objetivo la demostración de su verdad.

XXVIII
La doctrina de la verdad

El primero y único Dios, a la vez Creador y Señor de todo, no tuvo nada contemporáneo consigo mismo; ni el caos infinito, ni el agua sin medida, ni la tierra sólida, ni el aire denso, ni el fuego cálido, ni el espíritu refinado, ni el dosel azur del estupendo firmamento. Pero Él era uno, solo en sí mismo. Por un ejercicio de su voluntad creó cosas que existen, que antes no tenían existencia excepto que Él quiso hacerlas. Porque Él conoce perfectamente todo lo que está por suceder, pues también tiene presente la presciencia.

Dios creó primero los diferentes principios de lo que vendrá a la existencia (a saber, fuego y espíritu, agua y tierra), de los cuales procedió a formar su propia creación. Y algunos objetos los formó de una esencia, pero otros los compuso de dos, otros de tres y otros de cuatro. Y los formados de una sola sustancia eran inmortales , porque en su caso no sigue la disolución, porque lo que es uno nunca se disolverá. En cambio, los que están formados por dos, tres o cuatro sustancias, son solubles; por eso también se les llama mortales. A esto se le ha denominado muerte, o disolución de sustancias conectadas.

Con esto creo haber respondido suficientemente a aquellos dotados de una mente sana, quienes, si desean recibir instrucción adicional y están dispuestos con precisión a investigar las sustancias de estas cosas y las causas de toda la creación, se familiarizarán con ellas. Estos puntos deberían leer detenidamente una obra nuestra compuesta bajo el título Sobre la sustancia del Universo.

Considero, sin embargo, que por el momento basta con dilucidar aquellas causas de las cuales los griegos, sin ser conscientes, glorificaron, en fraseología pomposa, las partes de la creación, mientras ignoraban al Creador. Y de esto se han aprovechado los heresiarcas, y han transformado las declaraciones previamente hechas por aquellos griegos en doctrinas similares, y así han formulado herejías ridículas.

XXIX
Más sobre la doctrina de la verdad

Por lo tanto, este Dios solitario y supremo, mediante un ejercicio de reflexión, produjo primero el Logos; no la palabra en el sentido de ser articulada por voz, sino como un raciocinio del universo, concebido y residente en la mente divina. Sólo a él lo produjo a partir de las cosas existentes; porque el Padre mismo constituyó la existencia, y el nacer de Él fue la causa de todas las cosas que se producen.

El Logos estaba en el Padre mismo, llevando la voluntad de Su progenitor y sin desconocer la mente del Padre. Porque simultáneamente con la procesión de su Progenitor, por ser primogénito de este Progenitor, tiene como voz en sí mismo las ideas concebidas en el Padre. Y así fue, que cuando el Padre ordenó que el mundo viniera a existir, el Logos uno a uno completó cada objeto de la creación, agradando así a Dios.

A algunas cosas que se multiplican por generación, varón y hembra formó; pero a todos los seres que fueron diseñados para servicio y ministerio, Él los hizo varones, o que no requerían mujeres , o ni varones ni mujeres. Porque incluso las sustancias primarias de estos, que se formaron a partir de la nada, es decir, el fuego y el espíritu, el agua y la tierra, no son ni masculinas ni femeninas; Ni el varón ni la mujer podrían proceder de ninguno de ellos, si no fuera porque Dios, que es la fuente de toda autoridad, deseaba que el Logos pudiera prestar ayuda para realizar una producción de este tipo.

Confieso que los ángeles son seres espirituales, y sostengo que los espíritus femeninos no están presentes con ellos. Y soy de la opinión de que el sol, la luna y las estrellas, igualmente, proceden del fuego y del espíritu, y no son ni masculinos ni femeninos. Y la voluntad del Creador es que los animales nadadores y alados sean del agua, machos y hembras. Pues así Dios, cuya voluntad era, ordenó que existiera una sustancia húmeda, dotada de poder productivo. Y de la misma manera mandó Dios que de la tierra surgieran reptiles y bestias, así como machos y hembras de toda clase de animales; porque así lo admitía la naturaleza de las cosas producidas.

Cuantas cosas quiso, Dios las hizo de vez en cuando. Estas cosas las creó a través del Logos , no siendo posible que las cosas se generen de otro modo que como fueron producidas. Pero cuando, según su voluntad, también formó objetos, los llamó por nombres, y así notificó su esfuerzo creativo. Y al hacerlos, formó al gobernante de todo, y lo formó a partir de todas las sustancias compuestas. El Creador no quiso convertirlo en dios y fracasó en su objetivo; ni un ángel, no os dejéis engañar, sino un hombre. Porque si hubiera querido haceros un dios, podría haberlo hecho. Tienes el ejemplo del Logos. Su voluntad, sin embargo, era que tú fueras hombre, y Él te ha hecho hombre. Pero si deseas llegar a ser también un dios, obedece a Aquel que te ha creado, y no resistas ahora, para que, siendo fiel en lo pequeño, puedas confiarte también en lo grande. .

Sólo el Logos de este Dios proviene de Dios mismo; Por lo cual también el Logos es Dios, siendo la sustancia de Dios. Ahora el mundo fue hecho de la nada; por lo tanto no es Dios; como también porque este mundo admite disolución cuando el Creador así lo desee. Pero Dios, que lo creó, no hizo ni hace el mal. Él hace lo que es glorioso y excelente; porque el que lo hace es bueno.

Ahora bien, el hombre Jesús que nació era una criatura dotada de capacidad de autodeterminación, pero que no poseía un intelecto soberano ni dominaba todas las cosas mediante la reflexión, la autoridad y el poder, sino que era esclavo de sus pasiones y comprendía toda clase de contrariedades en sí mismo. Pero el hombre, por el hecho de poseer capacidad de autodeterminación, produce el mal (accidentalmente, pues dicho mal no se consuma a menos que realmente se cometa alguna maldad). Porque lo que es malo se denomina así en relación con nuestro deseo de algo malo o con nuestra meditación en ello. El mal no existió desde el principio, sino que surgió posteriormente.

Dado que el hombre tiene libre albedrío, Dios ha definido una ley para su guía, no sin responder a un buen propósito. Porque si el hombre no poseía el poder de querer y no querer, ¿por qué habría de establecerse una ley? Porque a un animal carente de razón no se le pondrá ley, sino freno y látigo; mientras que al hombre se le ha dado un precepto y una pena para cumplir, o para no llevar a cabo lo que se le ha ordenado. Para el hombre así constituido, una ley ha sido promulgada por hombres justos en épocas primitivas. Más cerca de nuestros días fue establecida una ley, llena de gravedad y justicia, por Moisés, a quien ya se ha hecho alusión, un hombre devoto y amado de Dios.

Ahora bien, el Logos de Dios controla todo esto; el Hijo primogénito del Padre, la voz de la aurora antecedente de la estrella de la mañana. Después nacieron hombres justos, amigos de Dios; y estos han sido llamados profetas, debido a que predicen eventos futuros. Y la palabra de profecía les fue encomendada, no para una sola edad; pero también las declaraciones de los acontecimientos predichos a lo largo de todas las generaciones fueron concedidas con perfecta claridad.

Y esto tampoco simplemente en el momento en que los videntes respondieron a los presentes; pero también se han manifestado de antemano acontecimientos que sucederían a lo largo de todas las edades; porque, al hablar de incidentes pasados, los profetas los recordaron a la humanidad; mientras que, al mostrar los acontecimientos presentes, se esforzaron por persuadir a los hombres a no ser negligentes; mientras que, al predecir acontecimientos futuros, nos han aterrorizado a cada uno de nosotros al contemplar acontecimientos que habían sido predichos mucho antes, y al esperar igualmente aquellos acontecimientos predichos como todavía futuros.

Tal es nuestra fe, oh todos vosotros, hombres. Nuestra porque no se deja persuadir por expresiones vacías, ni se deja llevar por impulsos repentinos del corazón, ni se deja llevar por la verosimilitud de discursos elocuentes, y sin embargo, que no se niega a obedecer. palabras que han sido pronunciadas por poder divino. Y estos mandatos le ha dado Dios a la Palabra. Pero el Verbo, al declararlos, promulgó los mandamientos divinos, apartando así al hombre de la desobediencia, no poniéndolo en servidumbre por la fuerza de la necesidad, sino convocándolo a la libertad mediante una elección que implica espontaneidad.

A este Logos el Padre lo envió en los últimos días, ya no para hablar por profeta, y no deseando que la Palabra, siendo oscuramente proclamada, fuera objeto de meras conjeturas, sino que se manifestara, para que pudiéramos verlo con nuestros propios ojos. Este Logos, digo, lo envió el Padre, para que el mundo, al contemplarlo, reverenciara a Aquel que daba preceptos no por medio de profetas, ni aterrorizaba el alma por medio de un ángel, sino que era Él mismo, el que había hablado corporalmente presente entre nosotros.

Este Logos sabemos que recibió un cuerpo de una virgen y que remodeló al viejo hombre mediante una nueva creación. Y creemos que el Logos ha pasado por cada período de esta vida, para que Él mismo pueda servir como ley para cada época, y que, estando presente entre nosotros, pueda exhibir su propia humanidad como objetivo de todos los hombres. Y que por sí mismo pueda probar que Dios no hizo nada malo, y que el hombre posee la capacidad de autodeterminarse, en la medida en que puede querer y no querer, y está dotado de poder para hacer ambas cosas.

Sabemos que este hombre fue hecho del compuesto de nuestra humanidad. Porque si Él no fuera de la misma naturaleza que nosotros, en vano ordena que imitemos al Maestro. Porque si ese hombre fuera de sustancia diferente a la nuestra, ¿por qué me impone a mí, que nací débil, prescripciones similares a las que ha recibido? ¿Y cómo es esto el acto de alguien que es bueno y justo?

Sin embargo, para que no se le supusiera diferente de nosotros, incluso se afanó, estuvo dispuesto a soportar el hambre, no rechazó la sed y se hundió en la quietud del sueño. No protestó contra su pasión y muerte, sino que se hizo obediente hasta la muerte y manifestó su resurrección. Ahora bien, en todos estos actos Él ofreció, como primicias, su propia humanidad, para que tú, cuando estés en tribulación, no te desanimes, sino confesándote ser hombre de la misma naturaleza que el Redentor, puede permanecer en la expectativa de recibir también lo queel Padre ha concedido a este Hijo.

XXX
Discurso final

Tal es la verdadera doctrina con respecto a la naturaleza divina, oh hombres, griegos y bárbaros, caldeos y asirios, egipcios y libios, indios y etíopes, celtas y latinos, que diriges ejércitos, y todos los que habitas en Europa, Asia y Libia. Y para ti me he convertido en consejero, en cuanto discípulo del Logos benevolente, y por tanto humano, para que puedas apresurarte y aprender por nosotros quién es el Dios verdadero y cuál es su creación bien ordenada.

No dediquéis vuestra atención a las falacias de los discursos artificiales, ni a las vanas promesas de los herejes plagiadores, sino a la venerable sencillez de la verdad sin pretensiones. ¡Y por medio de este conocimiento escaparás de la inminente amenaza del fuego del juicio y del paisaje sin rayos del lúgubre Tártaro, donde nunca brilla un rayo de la irradiante voz de la Palabra!

Escaparás de la hirviente inundación del eterno lago de fuego del infierno y del ojo siempre fijo en la amenazadora mirada de los ángeles caídos encadenados en el tártaro como castigo por sus pecados; y escaparás del gusano que incesantemente se enrolla en busca de alimento alrededor del cuerpo cuya escoria lo ha engendrado. Ahora bien, tales tormentos como estos evitaréis siendo instruidos en el conocimiento del Dios verdadero. Y poseerás un cuerpo inmortal, incluso uno colocado más allá de la posibilidad de corrupción, al igual que el alma. Y recibiréis el reino de los cielos, vosotros que, mientras peregrinasteis en esta vida, conocisteis al Rey celestial.

Y serás un compañero de Dios y un coheredero con Cristo, ya no estarás esclavizado por los deseos o pasiones, y nunca más serás consumido por la enfermedad. Porque te has convertido en Dios: porque todos los sufrimientos que sufriste mientras eras hombre, estos te los dio, porque eras de molde mortal, pero todo lo que es consistente con Dios impartir, estos Dios ha prometido concederte, porque han sido deificados y engendrados para la inmortalidad.

Éste constituye el significado del proverbio: Conócete a ti mismo; es decir, descubre a Dios dentro de ti mismo, porque Él te ha formado a su propia imagen. Porque con el conocimiento de uno mismo se une el ser objeto del conocimiento de Dios, pues eres llamado por la Deidad misma. Por tanto, no os enardezáis, oh hombres, con la enemistad de unos hacia otros, ni vaciléis en volver sobre vuestros pasos a toda velocidad. Porque Cristo es el Dios sobre todo, y Él ha dispuesto lavar el pecado de los seres humanos, regenerando al viejo hombre.

Dios llamó al hombre, desde el principio, su semejanza, y ha manifestado en figura su amor para con vosotros. Y siempre que obedezcas sus solemnes mandatos y te conviertas en un fiel seguidor de Aquel que es bueno, te parecerás a Él, en la medida en que Él te conceda el honor. Porque la Dios, por condescendencia, no disminuye nada de la divinidad de su divina perfección; ¡habiéndote hecho incluso Dios para su gloria!