HIPÓLITO DE ROMA
Refutación de Herejías

LIBRO I

No debemos pasar por alto ninguna invención ideada por aquellos denominados filósofos entre los griegos. Porque incluso sus principios incoherentes deben ser recibidos como dignos de crédito, a causa de la locura excesiva de los herejes; quienes, por la observancia del silencio y por ocultar sus propios misterios inefables, muchos han sido supuestos adoradores de Dios. Así mismo, en una ocasión anterior, expusimos brevemente las doctrinas de estos, sin ilustrarlas con ningún grado de minuciosidad, sino refutándolas en un resumen tosco; no habiendo considerado necesario sacar a la luz sus doctrinas secretas, para que, cuando les hayamos explicado sus principios mediante enigmas, ellos, avergonzados, no sea que, al divulgar sus misterios, también los condenemos de ateísmo, puedan ser inducidos. desistir en algún grado de su opinión irrazonable y de su intento profano.

Pero como veo que no se han avergonzado de nuestra paciencia, y no han tenido en cuenta la paciencia de Dios, aunque blasfemado por ellos, para que, o de la vergüenza, se arrepientan o, si perseveran, sean justamente condenados, me veo obligado a proceder en mi intención de exponer esos misterios secretos suyos, que, a los iniciados, con una gran cantidad de plausibilidad les entregan y que no están acostumbrados a revelar primero a nadie, hasta que, manteniéndolos en suspenso durante un período de preparación necesaria, y al convertirlo en blasfemo hacia el Dios verdadero, han adquirido completo ascendiente sobre él, y lo perciben jadeando ansiosamente después de la revelación prometida.

Luego, cuando lo han probado para que esté esclavizado por el pecado, lo inician poniéndolo en posesión de la perfección de las cosas malas. Previamente, sin embargo, le obligan con juramento a no divulgar los misterios, ni a mantener comunicación con persona alguna, a menos que primero se someta a una sujeción similar, aunque, cuando la doctrina ha sido simplemente entregada a cualquiera allí, ya no era necesario un juramento. Porque aquel que se contentó con someterse a la necesaria purgación y recibir así los perfectos misterios de estos hombres, por el acto mismo, así como en referencia a su propia conciencia, se sentirá suficientemente obligado a no divulgarlos a otros; porque si una vez revelara una maldad de esta descripción a cualquier hombre, no sería contado entre los hombres, ni ser considerado digno de contemplar la luz, ya que ni siquiera los animales irracionales intentarían tal enormidad, como explicaremos cuando lleguemos a tratar estos temas.

Sin embargo, dado que la razón nos obliga a sumergirnos en las profundidades mismas de la narración, concebimos que no deberíamos guardar silencio, sino que, al exponer los principios de las distintas escuelas con minuciosidad, no mostraremos reservas en nada. Ahora parece conveniente, incluso a costa de una investigación más prolongada, no retroceder ante el trabajo; porque no dejaremos detrás de nosotros ningún auxiliar insignificante para la vida humana contra la recurrencia del error, cuando todos sean obligados a contemplar, bajo una luz obvia, los ritos clandestinos de estos hombres y las orgías secretas que, manteniendo bajo su dirección, entregan sólo a los iniciados. Pero nadie las refutará, salvo el Espíritu Santo legado a la Iglesia, que los apóstoles, habiéndolo recibido en primera instancia, lo han transmitido a los que han creído correctamente.

Nosotros, como sus sucesores y como participantes de esta gracia, sumo sacerdocio y oficio de enseñanza, además de ser reputados guardianes de la Iglesia, no debemos ser encontrados deficientes en vigilancia ni dispuestos a suprimir la doctrina correcta. Sin embargo, ni siquiera trabajando con todas las energías del cuerpo y del alma nos cansamos en nuestro intento de rendir adecuadamente a nuestro Divino Benefactor un retorno digno; y sin embargo, no le retribuimos de la manera adecuada, a menos que no seamos negligentes en el cumplimiento del encargo que se nos ha confiado, sino que tengamos cuidado de completar la medida de nuestra oportunidad particular e impartir a todos sin escatimar lo que el Espíritu Santo suministra, no sólo sacando a la luz, por medio de nuestra refutación, asuntos extraños a nuestro tema, sino también todo lo que la verdad ha recibido por la gracia del Padre y ministrado a los hombres. Estos también, ilustrando con argumentos y creando testimonio con cartas, los proclamaremos sin vergüenza.

Entonces, como ya hemos dicho, podemos demostrar que son ateos, tanto en opinión y en su modo de tratar una cuestión como de hecho, y para mostrar de dónde provienen sus intentos de teorías a ellos, y que se han esforzado por establecer sus principios, sin tomar nada de las Sagradas Escrituras (ni es para preservar la sucesión de ningún santo que se han apresurado a adoptar estas opiniones), sino que sus doctrinas han derivado su origen de la sabiduría de los griegos, de las conclusiones de aquellos que han formado sistemas de filosofía, y de los posibles misterios y los caprichos de los astrólogos, parece, entonces, aconsejable, en primera instancia, explicar las opiniones avanzadas por los filósofos de los griegos, para satisfacer a nuestros lectores de que tales son de mayor antigüedad que éstas herejías y más merecedoras de reverencia en referencia a sus puntos de vista respecto de la divinidad; a continuación, comparar cada herejía con el sistema de cada especulador, para mostrar que el primer campeón de la herejía, aprovechándose de estos intentos de teorías, los ha aprovechado apropiándose de sus principios y, impulsado por ellos a peor aún, ha construido su propia doctrina.

Es cierto que la empresa está llena de trabajo y requiere una investigación extensa. Sin embargo, no nos faltará esfuerzo; porque después será motivo de alegría, como un atleta que obtiene con mucho trabajo la corona, o un mercader tras una gran ola de mar alcanzando ganancias, o un labrador tras el sudor de su frente disfrutando de los frutos, o un profeta tras los reproches y insultos al ver que sus predicciones se hacían realidad. Por tanto, al comienzo declararemos quién fue el primero entre los griegos en señalar los principios de la filosofía natural. Porque especialmente de ellos tomaron furtivamente sus puntos de vista los primeros que propusieron estas herejías, como lo demostraremos más adelante cuando las comparemos entre sí. Al asignar a cada uno de los que toman la delantera entre los filósofos sus propios principios peculiares, exhibiremos públicamente a estos heresiarcas como desnudos e indecorosos.

I
Sobre Tales

Se dice que Tales de Mileto, uno de los siete sabios, fue el primero en intentar formular un sistema de filosofía natural. Tales dijo que algo como el agua es el principio generativo del universo y su fin, pues de ella, solidificada y nuevamente disuelta, todas las cosas subsisten, y todas las cosas se sustentan en ella; de donde también surgen tanto los terremotos como los cambios de los vientos y los movimientos atmosféricos, y que todas las cosas son producidas y están en un estado de flujo correspondiente a la naturaleza del autor primario de la generación, y que la Deidad es aquello que no tiene principio ni fin.

Esta persona, habiendo estado ocupada con una hipótesis y una investigación sobre las estrellas, se convirtió en el primer autor entre los griegos de este tipo de conocimiento. Y él, mirando al cielo, alegando que examinaba atentamente los objetos celestiales, cayó en un pozo; y cierta doncella, llamada Thratta, comentó de él burlonamente que, mientras se concentraba en contemplar las cosas en el cielo, no sabía lo que había a sus pies. Y vivió en la época de Creso.

II
Sobre Pitágoras

Hubo también, no lejos de estos tiempos, otra filosofía originada por Pitágoras (que algunos dicen que era natural de Samos), a la que han denominado italiana, porque Pitágoras, huyendo de Polícrates, rey de Samos, fijó su residencia en una ciudad de Italia, y allí pasó la totalidad de sus años restantes. Y los que recibieron sucesivamente su doctrina, no diferían mucho de la misma opinión. Y este hombre, al iniciar una investigación sobre los fenómenos naturales, combinó la astronomía, la geometría y la música. Y así proclamó que la Deidad es una mónada; y familiarizándose cuidadosamente con la naturaleza del número, afirmó que el mundo canta y que su sistema corresponde a la armonía, y primero resolvió el movimiento de las siete estrellas en ritmo y melodía.

Asombrado por el manejo de toda la fábrica, exigió que al principio sus discípulos guardaran silencio, como si las personas que vinieran al mundo se iniciaran en los secretos del universo ; Luego, cuando parecía que estaban suficientemente versados en su modo de enseñar su doctrina y podían filosofar a la fuerza sobre las estrellas y la naturaleza, entonces, considerándolos puros, les ordena que hablen. Este hombre distribuyó a sus alumnos en dos órdenes, y llamó a uno esotérico y al otro exotérico. Y a los primeros les confió doctrinas más avanzadas, y a los segundos una cantidad de instrucción más moderada.

También abordó la magia, como suele decirse, y descubrió él mismo el arte de la fisiogonía, estableciendo como base ciertos números y medidas, diciendo que de esta manera constituían el principio de la filosofía aritmética. El primer número se convirtió en un principio originario, que es uno, indefinible, incomprensible, que tiene en sí mismo todos los números que, según la pluralidad, pueden continuar hasta el infinito. Pero la mónada primaria se convirtió en un principio de números, según la sustancia (que es una mónada masculina) que engendra a la manera de un padre todos los demás números. En segundo lugar, la duada es un número femenino, y los aritméticos también lo llaman par. En tercer lugar, la tríada es un número masculino. Esta también ha sido clasificada por los aritméticos bajo la denominación de desigual. Y además de todo esto está la tétrada, un número femenino; y este también se llama par, porque es femenino. Luego todos los números que se han derivado del género son cuatro; pero el número es el género indefinido, a partir del cual se constituía, según ellos, el número perfecto, es decir, la década. Pues uno, dos, tres, cuatro, se convierten en diez, si se conserva esencialmente su denominación propia para cada uno de los números.

Pitágoras afirmó que se trataba de un cuaternión sagrado, fuente de naturaleza eterna, que tenía, por así decirlo, raíces en sí mismo; y que de este número todos los números reciben su principio originario. Porque once, doce y el resto participan del origen de la existencia a partir del diez. De esta década, el número perfecto, se denominan cuatro divisiones: número, mónada, cuadrado y cubo. Y las conexiones y fusiones de éstos se realizan, según la naturaleza, para la generación de crecimiento que complete el número productivo. Porque cuando el cuadrado mismo se multiplica por sí mismo, el resultado es un bicuadrático. Pero cuando el cuadrado se multiplica por el cubo, el resultado es el producto de un cuadrado por un cubo; y cuando el cubo se multiplica por el cubo, el resultado es el producto de dos cubos. De modo que todos los números de los que surge la producción de los números existentes son siete, a saber: número, mónada, cuadrado, cubo, bicuadrático, cubo-cuadrático y cubo-cubo.

Este filósofo decía que el alma es inmortal, y que subsiste en cuerpos sucesivos. Por lo que afirmó que antes de la época troyana fue Etalides, y durante la época troyana Euforbo, y después de este Hermótimo de Samos, y después de él Pirro de Delos; quinto, Pitágoras. Y Diodoro el Eretrio y Aristoxeno el músico afirman que Pitágoras vino a Zaratas el Caldeo, y que le explicó que hay dos causas originales de las cosas, padre y madre, y que el padre es luz, pero la madre oscuridad; y el de la luz las partes son calientes, secas, no pesadas, ligeras, veloces; pero de oscuridad, fría, húmeda, pesada, lenta; y que de todos estos, de femenino y masculino, se compone el mundo.

Pero el mundo, dice, es una armonía musical, y de ahí que el sol realice un circuito de acuerdo con la armonía. En cuanto a las cosas que se producen de la tierra y del sistema cósmico, sostiene que Zaratas hace las siguientes afirmaciones: que hay dos demonios, uno celeste y otro terrestre; y que lo terrestre envía una producción de la tierra, y que ésta es agua; y que lo celestial es un fuego, que participa de la naturaleza del aire, caliente y frío. Y por eso afirma que ninguno de estos destruye ni mancha el alma, pues constituyen la sustancia de todas las cosas. Y se dice que ordenó a sus seguidores que no comieran frijoles, porque Zaratas decía que, en el origen y concreción de todas las cosas, cuando la tierra aún estaba en su proceso de solidificación, y ya había comenzado el de putrefacción, el frijol fue producido.

Y de esto menciona la siguiente indicación, que si alguien, después de haber masticado un frijol sin cáscara, lo coloca frente al sol por un cierto tiempo (porque esto inmediatamente ayudará al resultado), desprende el olor de la semilla humana. Y menciona también otro ejemplo más claro que es este: si cuando el frijol está en flor, tomamos el frijol y su flor, y las depositamos en un frasco, untamos esto y lo enterramos en la tierra, y después de unos días Al descubrirlo, lo veremos con la apariencia, primero, de un pudendo de mujer, y después, examinado de cerca, de la cabeza de un niño que crece junto con él.

Este hombre, siendo quemado junto con sus discípulos en Crotona, ciudad de Italia, murió. Y esto era una costumbre en él, siempre que uno acudía a él con miras a convertirse en su seguidor (el candidato a discípulo), se vio obligado a vender sus posesiones y depositar el dinero sellado en manos de Pitágoras, y continuó en silencio recibiendo instrucción, a veces durante tres, pero a veces durante cinco años. Y nuevamente, al ser liberado, se le permitió asociarse con los demás, y permaneció como discípulo , y comía con ellos; Sin embargo, en caso contrario, recuperaba sus bienes y era rechazado. A estas personas, entonces, se les llamó pitagóricos esotéricos, mientras que al resto se les llamó pitagóricos.

Entre sus seguidores, sin embargo, que escaparon de la conflagración estaban Lisis y Arquipo, y el sirviente de Pitágoras, Zamolxis, de quien también se dice que enseñó a los druidas celtas a cultivar la filosofía de Pitágoras. Estos afirman que Pitágoras aprendió de los egipcios su sistema de números y medidas; y yo, impresionado por la sabiduría plausible, fantasiosa y difícil de revelar de los sacerdotes, él mismo, a imitación de ellos, ordenó silencio e hizo que sus discípulos llevaran una vida solitaria en capillas subterráneas.

III
Sobre Empédocles

Empédocles, nacido después de éstos, hizo también muchas afirmaciones sobre la naturaleza de los demonios, en el sentido de que, siendo muy numerosos, se pasan el tiempo en ocuparse de los asuntos terrenales. Esta persona afirmó que el principio originario del universo es la discordia y la amistad, y que el fuego inteligible de la mónada es la Deidad, y que todas las cosas consisten en fuego y se resolverán en fuego. Con esta opinión casi están de acuerdo los estoicos, que esperan una conflagración.

Pero sobre todo está de acuerdo con el principio de la transición de las almas de un cuerpo a otro, expresándose así: Porque seguramente yo era joven y doncella, y arbusto, pájaro y pez extraviados del océano. Este filósofo sostenía la transmutación de todas las almas en cualquier descripción de animal. Porque Pitágoras, el instructor de estos sabios, afirmó que él mismo había sido Euforbo, quien cosió en la expedición contra Ilión, alegando que reconoció su escudo. Lo anterior son los dogmas de Empédocles.

IV
Sobre Heráclito

Heráclito, filósofo natural de Éfeso, se entregó al dolor universal, condenando la ignorancia de toda la vida y de todos los hombres. Es más, se compadeció de la misma existencia de los mortales, porque afirmó que él mismo lo sabía todo, mientras que el resto de la humanidad nada. Pero también hizo declaraciones casi de acuerdo con Empédocles, diciendo que el principio originario de todas las cosas es la discordia y la amistad, y que la Deidad es un fuego dotado de inteligencia, y que todas las cosas se transmiten unas sobre otras, y nunca están en una misma línea. parada; y, como Empédocles, afirmó que todo el lugar que nos rodea está lleno de males, y que estos males llegan hasta la luna, extendiéndose desde el cuarto situado alrededor de la tierra, y que no avanzan más, por cuanto ya que todo el espacio sobre la luna es más puro. Lo mismo le pareció a Heráclito.

Después de éstos surgieron también otros filósofos naturales, cuyas opiniones no hemos considerado necesario declarar, por cuanto no presentan ninguna diferencia con las ya especificadas. Sin embargo, dado que, en general, ha surgido de allí una escuela nada despreciable, y de ella han surgido posteriormente muchos filósofos naturales, cada uno de los cuales presenta diferentes explicaciones de la naturaleza del universo, también nos parece aconsejable que, explicando la filosofía que ha llegado por sucesión desde Pitágoras, deberíamos recurrir a las opiniones sostenidas por aquellos que vivieron después de la época de Tales, y que, proporcionando una narración de ellas, deberíamos acercarnos a la consideración de la filosofía ética y lógica que Sócrates y Aristóteles lo originó, el primero ético y el segundo lógico.

V
Sobre Anaximandro

Anaximandro fue el oyente de Tales. Anaximandro era hijo de Praxiadas y natural de Mileto. Este hombre dijo que el principio originario de las cosas existentes es una cierta constitución del Infinito, de la cual se generan los cielos y los mundos en ellos; y que este principio es eterno e indestructible, y comprende todos los mundos. Y habla del tiempo como algo de generación, subsistencia y destrucción limitadas. Esta persona declaró que el Infinito era un principio originario y elemento de las cosas existentes, siendo el primero en emplear tal denominación de principio originario.

Además, afirmó que hay un movimiento eterno , por cuya acción sucede que se generan los cielos; pero que la tierra está suspendida en lo alto, sostenida por nada, continuando así debido a su igual distancia de todos los cuerpos celestes. Y que la figura del mismo es curva, circular, semejante a una columna de piedra. Y una de las superficies la pisamos, pero la otra es opuesta. Y que las estrellas son un círculo de fuego, separado del fuego que está en las cercanías del mundo, y rodeado por el aire. Y que ciertas exhalaciones atmosféricas surgen en los lugares donde brillan las estrellas; por lo que, también, cuando estas exhalaciones son obstruidas, se producen eclipses. Y que la luna a veces aparece llena y otras menguante, según la obstrucción o apertura de sus trayectorias orbitales. Pero que el círculo del sol es veintisiete veces mayor que el de la luna, y que el sol está situado en lo más alto del cuarto del firmamento, mientras que los orbes de las estrellas fijas en las más bajas. Y que los animales se producen en humedad por evaporación del sol. Y ese hombre era, originalmente, parecido a otro animal, es decir, a un pez. Y que los vientos son causados por la separación de exhalaciones muy raras de la atmósfera, y por su movimiento después de que se han condensado. Y esa lluvia surge de la devolución de la tierra de los vapores que recibe de las nubes bajo el sol. Y que hay relámpagos cuando el viento que sopla corta las nubes.

Esta persona nació en el año tercero de la XLII Olimpiada.

VI
Sobre Anaxímenes

Anaxímenes, que también era natural de Mileto e hijo de Eurístrato, afirmó que el principio originador es el aire infinito , del cual se generan las cosas que existen, las que han existido y las que serán, así como los dioses y las entidades divinas, y que las demás surgen de la descendencia de ésta. Pero que existe tal especie de aire, cuando es más uniforme, que es imperceptible a la visión, pero capaz de manifestarse por el frío y el calor, la humedad y el movimiento, y que está continuamente en movimiento; porque todo lo que se altera, no cambia si no hay movimiento.

Por eso presenta diferente apariencia según se condensa y atenúa, porque cuando se disuelve en lo más atenuado se produce fuego, y que cuando se vuelve a condensar moderadamente en aire se forma una nube del aire en virtud de la contracción; pero cuando se condensa aún más, agua, y que cuando la condensación se lleva aún más lejos, se forma tierra; y cuando se condensa al más alto grado, piedras. De donde, los principios dominantes de la generación son contrarios, es decir, el calor y el frío. Y que la tierra expandida es arrastrada por el aire, y de la misma manera el sol y la luna y las demás estrellas; porque todas las cosas, siendo de la naturaleza del fuego, flotan a través de la extensión del espacio, en el aire. Y que las estrellas se producen de la tierra a causa de la niebla que surge de esta tierra; y cuando esto se atenúa, se produce el fuego, y las estrellas consisten en el fuego que se eleva

También dice que en la región de las estrellas existen naturalezas terrestres que persisten con ellas. Y dice que las estrellas no se mueven debajo de la tierra, como algunos suponen, sino alrededor de la tierra, como se nos pone un gorro en la cabeza; y que el sol está oculto, no por estar debajo de la tierra, sino por estar cubierto por las partes más altas de la tierra, y por la mayor distancia que está de nosotros. Pero que las estrellas no emiten calor a causa de la longitud de la distancia; y que los vientos se producen cuando el aire condensado, enrarecido, es arrastrado; y que cuando se acumulan y se espesan aún más, se generan nubes y, por tanto, se transforma en agua. Y ese granizo se produce cuando el agua que baja de las nubes se congela; y que la nieve se genera cuando estas mismas nubes, siendo más húmedas, se congelan; y que el relámpago se produce cuando las nubes se separan por la fuerza de los vientos; porque cuando estos se rompen se produce un destello brillante y ardiente. Y que el arco iris se produce cuando los rayos del sol inciden sobre el aire recogido. Y que un terremoto tiene lugar cuando la Tierra se transforma en una masa más grande por el calor y el frío. Éstas eran, pues, las opiniones de Anaxímenes.

Este filósofo floreció hacia el primer año de la LVIII Olimpiada.

VII
Sobre Anaxágoras

Después de este filósofo viene Anaxágoras, hijo de Hegesibulus, natural de Clazomenae. Esta persona afirmó que el principio originario del universo es la mente y la materia; la mente es la causa eficiente , mientras que la materia es lo que se estaba formando. Para todas las cosas que surgen simultáneamente , la mente sobrevenida introdujo el orden. Y los principios materiales, dice, son infinitos, incluso los más pequeños de ellos son infinitos. Y que todas las cosas participan del movimiento al ser movidas por la mente., y que cuerpos similares se fusionen. Y que los cuerpos celestes estaban ordenados por movimiento orbicular. Que, por tanto, lo que era espeso y húmedo, oscuro y frío, y todo lo pesado, se juntaba en el centro, de cuya solidificación la tierra obtenía soporte; pero que las cosas opuestas a éstas (a saber, el calor y el brillo, la sequedad y la ligereza) se precipitaron impetuosamente hacia la parte más alejada de la atmósfera. Y que la tierra está en el plano figurativo; y que continúa suspendido en lo alto, por su magnitud, y por no haber vacío, y por el aire, que era más potente, arrastrando la tierra arrastrada.

Pero entre las sustancias húmedas de la tierra estaba el mar y las aguas que en él había; y cuando éstos se evaporaron por el sol, o se hubieron asentado debajo, se formó el océano de esta manera, así como los ríos que de vez en cuando desembocan en él. Y que los ríos también se sostienen de las lluvias y de las aguas mismas de la tierra; por eso este es hueco, y contiene agua en sus cavernas. Y que el Nilo se inunda en verano, a causa de las aguas que llegan hasta él desde las nieves en las latitudes septentrionales. Y que el sol, la luna y todas las estrellas son piedras ardientes que giran debido a la rotación de la atmósfera. Y que debajo de las estrellas están el sol y la luna, y ciertos cuerpos invisibles que nos acompañan; y que no tenemos percepción del calor de las estrellas, tanto por estar tan lejos como por su distancia de la tierra; y además, no son tan calientes como el sol, debido a que ocupan una situación más fría. Y que la luna, al estar más baja que el sol, está más cerca de nosotros. Y que el sol supera en tamaño al Peloponeso. Y que la luna no tiene luz propia, sino del sol. Pero que la revolución de las estrellas se produce bajo la tierra. Y que la luna se eclipsa cuando se interpone la tierra, y ocasionalmente también las estrellas que están debajo de la luna. Y que el sol se eclipsa cuando, a principios de mes, se interpone la luna. Y que los solsticios son causados por el rechazo del aire tanto del sol como de la luna. Y que la luna se vuelve muchas veces, por no poder hacer frente al frío.

Esta persona fue la primera en formular definiciones sobre eclipses e iluminaciones. Y afirmó que la luna es terrena, y tiene en ella llanuras y quebradas. Y que la vía láctea es un reflejo de la luz de las estrellas que no derivan su resplandor del sol; y que las estrellas, recorriendo el firmamento como chispas disparadas, surgen del movimiento del polo. Y que los vientos se producen cuando la atmósfera se enrarece por el sol y por esos orbes ardientes que avanzan bajo el polo y nacen de él. Y que los truenos y relámpagos son causados por el calor que cae sobre las nubes. Y que los terremotos son producidos por el aire de arriba cayendo sobre el de debajo de la tierra; porque cuando éste se mueve, también la tierra, arrastrada por él, se estremece. Y que los animales originalmente entraron existencia en la humedad, y después de ésta una de otra; y que los varones se procrean cuando la semilla secretada de las partes justas se adhirió a las partes justas del útero, y que las hembras nacen cuando aconteció lo contrario.

Este filósofo floreció en el primer año de la LXXXVIII Olimpiada, época en la que dicen que también nació Platón  Algunos sostienen que Anaxágoras fue igualmente profético.

VIII
Sobre Arquelao

Arquelao era ateniense de nacimiento e hijo de Apolodoro. Y al igual que Anaxágoras, afirmó la mezcla de la materia y enunció de la misma manera sus primeros principios. Este filósofo, sin embargo, sostuvo que es inherente inmediatamente a la mente una cierta mezcla; y que el principio originario del movimiento es la separación mutua del calor y del frío, y que el calor se mueve y el frío permanece en reposo. Y que el agua, disuelta, corre hacia el centro, donde se produce el aire y la tierra abrasados, de los cuales el uno es llevado hacia arriba y el otro queda abajo. Y que la tierra está en reposo, y que por eso nació; y que yace en el centro, sin ser parte, por así decirlo, del universo, libre de la conflagración; y que de aquí, primero en estado de ignición, proviene la naturaleza de las estrellas, de las cuales, en verdad, la mayor es el sol, y después de ésta la luna; y del resto algunos menos, pero otros mayores. Y dice que el cielo estaba inclinado en ángulo, de modo que el sol difundía su luz sobre la tierra, e hacía transparente la atmósfera y seca la tierra; porque al principio era un mar, por cuanto es alto en el horizonte y hueco en el medio.

También aduce Arquelao, como indicación de la vacuidad, que el sol no sale y se pone en todos al mismo tiempo, lo que debería suceder si la tierra fuera pareja. Y respecto de los animales, afirma que siendo originalmente la tierra fuego en su parte inferior, donde se mezclaban el calor y el frío, ambos hicieron su aparición los demás animales, numerosos y disímiles, teniendo todos el mismo alimento, nutriéndose de lodo; y su existencia fue de corta duración, pero después también les surgió generación unos de otros; y los hombres fueron separados del resto de la creación animal, y nombraron gobernantes, leyes, artes, ciudades y todo lo demás. Y afirma que la mente es innata en todos los animales por igual; pues cada uno, según la diferencia de su constitución física, empleaba la mente, unas veces más lentamente, otras más rápidamente.

La filosofía natural, pues, continuó desde Tales hasta Arquelao. Sócrates fue el oyente de este último filósofo. Sin embargo, hay también muchos otros que introducen diversas opiniones respecto a la divinidad y la naturaleza del universo; y si estuviéramos dispuestos a aducir todas las opiniones de éstos, sería necesario componer una gran cantidad de libros. Pero, recordando al lector aquellos a quienes debemos especialmente mencionar, que merecen mención por su fama y por ser, por así decirlo, los líderes de quienes posteriormente han elaborado sistemas de filosofía. Por haberles proporcionado una base de partida hacia tales empresas; apresuremos nuestras investigaciones hacia lo que queda por considerar.

IX
Sobre Parménides

Parménides supone igualmente que el universo es uno, eterno e inengendrado, y de forma esférica. Y tampoco escapó a la opinión del gran cuerpo de especuladores, afirmando que el fuego y la tierra son los principios originadores del universo: la tierra como materia, pero el fuego como causa, incluso eficiente. También afirmó que el mundo sería destruido, pero no menciona de qué manera. El mismo filósofo, sin embargo, afirmaba que el universo era eterno, y no generado, y de forma esférica y homogéneo, pero sin figura en sí mismo, e inamovible y limitado.

X
Sobre Leucipo

Leucipo, asociado de Zenón, no sostenía la misma opinión, sino que afirma que las cosas son infinitas y siempre en movimiento, y que la generación y el cambio existen continuamente. Y afirma que la plenitud y el vacío son elementos. Y afirma que los mundos se producen cuando muchos cuerpos se congregan y fluyen juntos desde el espacio circundante hacia un punto común, de modo que por contacto mutuo hacen que sustancias de la misma figura y forma similar entren en conexión; y cuando así se entrelazan, hay transmutaciones en otros cuerpos, y las cosas creadas crecen y menguan por necesidad. Pero no definió cuál es la naturaleza de la necesidad.

XI
Sobre Demócrito

Demócrito era un conocido de Leucipo. Demócrito, hijo de Damasipo, natural de Abdera, conferenciaba con muchos gimnosofistas entre los indios, y con sacerdotes en Egipto, y con astrólogos y magos en Babilonia propuso su sistema. Ahora hace declaraciones similares a Leucipo sobre los elementos, a saber. plenitud y vacío, denominándose plenitud entidad, y vacío no entidad; y esto afirmó, ya que las cosas existentes se mueven continuamente en el vacío.

También sostuvo que los mundos eran infinitos y de tamaño variable; y que en algunos no hay ni sol ni luna, mientras que en otros son más grandes que entre nosotros, y en otros más numerosos. Y que los intervalos entre mundos son desiguales; y que en una cuarta parte del espacio los mundos son más numerosos, y en otra menos; y que algunos de ellos aumentan de tamaño, pero que otros alcanzan su tamaño completo, mientras que otros disminuyen y que en un cuarto están naciendo, mientras que en otro están fallando; y que son destruidos al chocar unos con otros. Y que algunos mundos carecen de animales y plantas, y de toda especie de humedad. Y que la tierra de nuestro mundo fue creada antes que la de las estrellas, y que la luna está debajo; junto a él el sol; luego las estrellas fijas. Y que ni los planetas ni las estrellas fijas poseen la misma elevación. Y que el mundo florezca, hasta que ya no pueda recibir nada del exterior.

Este filósofo convertía todas las cosas en ridículo, como si todas las preocupaciones de la humanidad fueran merecedoras de risa.

XII
Sobre Jenófanes

Jenófanes, natural de Colofón, era hijo de Ortómenes. Este hombre sobrevivió hasta la época de Ciro, y fue el primero en afirmar que no hay posibilidad de comprender nada, expresándose así: Porque si el hombre puede hablar de la mayor parte de la perfección; sin embargo, él mismo no la sabe y en todo llega a conjeturas.

También afirma que nada se genera ni perece, ni se mueve; y que el universo, siendo uno, está más allá del cambio. Pero él dice que la Deidad es eterna, una, completamente homogénea y limitada, y de forma esférica, y dotada de percepción en todas partes. Y que el sol existe durante cada día a partir de un conglomerado de pequeñas chispas, y que la tierra es infinita, y no está rodeada ni por atmósfera ni por el cielo. Y que hay infinitos soles y lunas, y que todas las cosas brotan de la tierra.

Este hombre afirmó que el mar es salado, por las muchas mezclas que en él desembocan. Metrodoro, sin embargo, por el hecho de ser filtrado a través de la tierra, afirma que por ella se convierte en sal. Y opina que la tierra se había mezclado con el mar, y que con el tiempo se había desprendido de la humedad, alegando que podía presentar pruebas tales como las siguientes: que en medio de la tierra, y en las montañas se descubren conchas; y también en Siracusa afirma que se encontró en las canteras huellas de peces y de focas, y en Paros una imagen de un laurel en el fondo de una piedra, y en Melita partes de toda clase de animales marinos. Y dice que éstos se generaron cuando originalmente todas las cosas estaban incrustadas en el barro, y que una impresión de ellas se secó en el barro, pero que todos los hombres habían perecido cuando la tierra, precipitándose en el mar, se convirtió en barro; luego, nuevamente, que originó la generación, y que este derrocamiento ocurrió en todos los mundos.

XIII
Sobre Ecfanto

Un tal Ecfanto, natural de Siracusa, afirmó que no es posible alcanzar un conocimiento verdadero de las cosas. Sin embargo, define, como él piensa, que los cuerpos primarios son indivisibles, y que hay tres variaciones de éstos, a saber, volumen, figura y capacidad, de los cuales se generan los objetos de los sentidos. Pero que hay una multitud determinable de éstos, y que ésta es infinita.

También afirmó que los cuerpos no se mueven ni por el peso ni por el impacto, sino por el poder divino, que él llama mente y alma; y que de esto el mundo es una representación; por lo que también ha sido hecho en forma de esfera por poder divino. Y que la Tierra en medio del sistema cósmico se mueve alrededor de su propio centro hacia el este.

XIV
Sobre Hipón

Hipón, natural de Reggio, afirmó como principios originarios el frío (por ejemplo, el agua) y el calor (por ejemplo, el fuego). Y ese fuego, cuando fue producido por el agua, sometió el poder de su generador y formó el mundo. Y el alma, decía, a veces es cerebro, pero a veces agua; porque también la semilla es lo que nos parece surgir de la humedad, de la cual, dice, se produce el alma.

Entonces, hasta ahora creemos haber aducido suficientemente las opiniones de éstos. Por lo tanto, una vez que hemos repasado adecuadamente los dogmas de los especuladores físicos, parece ser que ahora volvamos a Sócrates y Platón , quienes dieron especial preferencia a la filosofía moral.

XV
Sobre Sócrates

Sócrates fue un oyente de Arquelao, el filósofo natural; y él, reverenciando la famosa regla (conócete a ti mismo), y habiendo reunido una gran escuela, tuvo allí a Platón, que era muy superior a todos sus alumnos. Sócrates mismo no dejó escritos después de él. Platón. Sin embargo, tomando notas de todas sus conferencias sobre sabiduría, estableció una escuela que combina la filosofía natural, ética y lógica. Pero los puntos que Platón determinó son los siguientes.

XVI
Sobre Platón

Platón establece que hay 3 principios originarios del universo, a saber: Dios, la materia y el principio ejemplar. Dios, como Hacedor y Regulador de este universo, y Ser que ejerce providencia sobre él. Y la materia, como aquello que subyace a todos los fenómenos (a la que materia llama tanto receptiva como nodriza), de cuya disposición procedieron los 4 elementos de los que consta el mundo: el fuego, el aire, la tierra y el agua, de los cuales se han formado todo el resto de las denominadas sustancias concretas, así como los animales y las plantas. Y que el modelo, al que también llama ideas, es la inteligencia de la Deidad, a la cual, como a una imagen en el alma, la Deidad atendiendo, fabricó todas las cosas.

Dios, dice Platón, es a la vez incorpóreo e informe, y comprensible únicamente para los sabios; mientras que la materia es cuerpo en potencia, pero con potencia que aún no pasa a la acción, pues siendo ella misma sin forma y sin cualidad, al asumir formas y cualidades, se convirtió en cuerpo. Que la materia, por tanto, es un principio originario y contemporáneo de la Deidad, y que a este respecto el mundo es increado. Porque Platón afirma que el mundo fue hecho de él. Y ese atributo de imperecedero pertenece necesariamente a aquello que no es creado. Sin embargo, en la medida en que el cuerpo se supone compuesto de muchas cualidades e ideas, en adelante es creado y perecedero.

Pero algunos de los seguidores de Platón mezclaron ambas cosas, empleando un ejemplo como el siguiente: Que como un carro siempre puede continuar sin ser destruido, aunque de vez en cuando se le hagan reparaciones parciales, de modo que incluso las partes perecen, cada una a su vez, pero él mismo permanece siempre completo. Así también el mundo, aunque en algunas partes perece, pero las cosas que se quitan, se reparan y se introducen sus equivalentes, permanece eterno.

Algunos sostienen que Platón afirma que la Deidad es una, ingenerable e incorruptible, como dice en Las Leyes. Dios, por lo tanto, como dice el relato antiguo, posee tanto el principio como el fin y el medio de todas las cosas. Así muestra que Dios es uno, debido a que ha penetrado todas las cosas. Otros, sin embargo, sostienen que Platón afirma la existencia de muchos dioses indefinidamente, cuando usa estas palabras: Dios de dioses, de quien soy a la vez Creador y Padre.

Pero otros dicen que habla de un número definido de deidades en el siguiente pasaje: Por tanto, el poderoso Júpiter, haciendo girar su veloz carro en el cielo; y cuando enumera la descendencia de los hijos del cielo y de la tierra. Pero otros afirman que Platón constituyó a los dioses como generables; y por haber sido producidos, que todos estaban sujetos a la necesidad de corrupción, pero que por la voluntad de Dios son inmortales, manteniendo en el pasaje ya citado (donde, a las palabras Dios de los dioses, de los cuales soy Creador y Padre, añade, indisolubles por el fiat de mi voluntad) que si Dios estuviera dispuesto a disolverlos, fácilmente se disolverían.

Platón admite naturalezas como las de los demonios, y dice que algunos de ellos son buenos, pero otros inútiles. Y algunos afirman que dice que el alma es increada e inmortal, cuando dice: Toda alma es inmortal, porque inmortal es la que siempre se mueve; y cuando demuestra que el alma se mueve por sí misma y es capaz de originar movimiento. Otros, sin embargo, dicen que Platón afirmó que el alma fue creada, pero hecha imperecedera por la voluntad de Dios. Pero algunos dirán que consideraba el alma como una esencia compuesta, generable y corruptible, porque incluso él supone que hay un receptáculo para ello y que posee un cuerpo luminoso, pero que todo lo que se genera implica una necesidad de corrupción.

Sin embargo, aquellos que afirman la inmortalidad del alma se ven especialmente fortalecidos en su opinión por aquellos pasajes de Platón donde dice que hay juicios después de la muerte y tribunales de justicia en el hades, y que los virtuosos reciben una buena recompensa, mientras que los malvados reciben el castigo adecuado. Algunos, sin embargo, afirman que él también reconoce una transición de las almas de un cuerpo a otro, y que diferentes almas , las que fueron designadas para tal fin, pasan a diferentes cuerpos, según el mérito de cada uno, y que después de ciertas fechas definidas períodos son enviados a este mundo para proporcionar una vez más una prueba de su elección. Otros, en cambio, no admiten que ésta sea su doctrina, pero harán que Platón afirme que las almas obtienen un lugar según el mérito de cada una; y emplean como testimonio lo dicho por él de que algunos hombres buenos están con Júpiter, y que otros van por el cielo con otros dioses; mientras que otros están envueltos en castigos eternos, tantos como durante esta vida han cometido malas e injustas acciones.

La gente afirma que Platón dice que algunas cosas no tienen un medio, que otras tienen un medio, que otras son un medio. Por ejemplo, que la vigilia y el sueño, y cosas similares, son condiciones sin un estado intermedio; pero que hay cosas que tenían medios, por ejemplo la virtud y el vicio; y hay medios entre los extremos, por ejemplo gris entre blanco y negro, o algún otro color. Y dicen que afirma que sólo las cosas del alma son absolutamente buenas, pero que las cosas del cuerpo y las exteriores ya no son absolutamente buenas, sino que se consideran bendiciones. Y que frecuentemente nombra también estos medios, para que sea posible usarlos tanto para bien como para mal.

Algunas virtudes, dice Platón, son extremas en cuanto a su valor intrínseco, pero en cuanto a su naturaleza esencial son medias, pues nada es más estimable que la virtud. Pero todo lo que sobresale o no llega a estos, termina en vicio. Por ejemplo, dice que hay cuatro virtudes: la prudencia, la templanza, la justicia y la fortaleza, y que a cada una de ellas le acompañan dos vicios, según el exceso y el defecto. Por ejemplo, la prudencia, la temeridad según el defecto y la picardía según el defecto en exceso; y sobre la templanza, el libertinaje según defecto, la estupidez según exceso; y sobre la justicia, renunciando a una reclamación según defecto, apremiándola indebidamente según exceso; y de la fortaleza, la cobardía según el defecto, la temeridad según el exceso. Y que estas virtudes, cuando son inherentes al hombre, lo hacen perfecto y le proporcionan felicidad.

La felicidad, dice Platón, es la asimilación a la Deidad, en la medida de lo posible; y esa asimilación a Dios se produce cuando uno combina la santidad y la justicia con la prudencia. Por ello supone el fin de la sabiduría y la virtud supremas. Y afirma que las virtudes se suceden unas a otras, y son uniformes, y nunca son antagónicas entre sí; mientras que los vicios son multiformes y a veces se suceden unos a otros y otras veces son antagónicos entre sí.

Afirma también Platón que el destino existe, pero que no es cierto que todas las cosas se produzcan según el destino, sino que incluso hay algo en nuestro poder, como en los pasajes donde dice: La culpa es de quien elige, Dios es irreprochable; y la siguiente Ley de Adrasteia. Y así algunos luchan por su defensa en su sistema de destino, mientras que otros uno de libre albedrío.

Afirma también que los pecados son involuntarios. Porque en lo más glorioso de las cosas que están en nuestro poder, que es el alma, nadie admitiría deliberadamente lo que es vicioso (es decir, la trasgresión), sino por ignorancia y por una concepción errónea de la virtud, suponiendo que se lograra. algo honorable, pasan al vicio. Y su doctrina sobre este punto es más clara en La República, donde dice: Pero, de nuevo, os atrevéis a afirmar que el vicio es vergonzoso y aborrecido por Dios.

¿Cómo entonces, puedo preguntar, podría uno elegir algo tan malo? Él, respondería, lo haría que es vencido por los placeres. Luego esto también es involuntario, si la victoria es voluntaria; de modo que, desde cualquier punto de vista, la razón demuestra ser involuntaria al cometer un acto de vileza. Pero alguien, contra esto, afirmaría lo contrario: ¿Por qué entonces se castiga a los hombres, si pecan involuntariamente? Él respondería que cualquiera, lo antes posible, puede emanciparse del vicio y sufrir el castigo. Porque el sufrir el castigo no es un mal, sino un bien, si es susceptible de resultar una purificación de los males; y que el resto de la humanidad , al enterarse de ello, no transgreda, sino que se proteja contra tal error.

Platón, sin embargo, sostiene que la naturaleza del mal no es creada por la Deidad, ni posee subsistencia por sí misma, sino que deriva la existencia de la contradicción con el bien, y de su atención, ya sea por exceso o por defecto, como hemos afirmado anteriormente respecto de las virtudes. Platón indudablemente, como ya hemos dicho, reuniendo los tres departamentos de la filosofía universal, formó de esta manera su sistema especulativo.

XVII
Sobre Aristóteles

Aristóteles, que fue alumno de Platón, redujo la filosofía a un arte y se distinguió más bien por su competencia en la ciencia lógica, suponiendo como elementos de todas las cosas la sustancia y el accidente; que hay una sustancia subyacente a todas las cosas y sus 9 accidentes (cantidad, calidad, relación, dónde, cuándo, posesión, postura, acción y pasión). Esa sustancia tiene alguna descripción como Dios, el hombre y cada uno de los seres que pueden caer bajo una denominación similar. Pero en cuanto a los accidentes, la calidad se ve, por ejemplo, en el blanco, el negro; y cantidad, por ejemplo dos codos, tres codos; y relación, por ejemplo padre, hijo; y donde, por ejemplo, en Atenas, Megara; y cuándo, por ejemplo durante la X Olimpiada; y posesión, por ejemplo haber adquirido; y acción, por ejemplo, escribir y, en general, demostrar poderes prácticos; y postura, por ejemplo para acostarse; y pasión, por ejemplo, ser golpeado.

Supone también Aristóteles que algunas cosas tienen medios, pero otras carecen de medios, como hemos dicho también respecto de Platón. Y en la mayoría de los puntos está de acuerdo con Platón, excepto en la opinión sobre el alma. Porque Platón afirma que es inmortal, pero Aristóteles que implica permanencia; y después de estas cosas, que éste también desaparece en el 5º cuerpo, que él supone, junto con los otros 4 elementos (fuego, tierra, agua y aire), como algo más sutil que estos, de la naturaleza del espíritu.

Por eso Platón dice que las únicas cosas realmente buenas son las que pertenecen al alma y que son suficientes para la felicidad, mientras que Aristóteles introduce una triple clasificación de los bienes y afirma que el sabio no es perfecto a menos que tenga presentes tanto los bienes del cuerpo como los extrínsecos a él. Los primeros son: belleza, fuerza, vigor y solidez; mientras que las cosas extrínsecas al cuerpo son: riqueza, nobleza, gloria, poder, paz y amistad. Y las cualidades internas del alma las clasifica, como era la opinión de Platón, en: prudencia, templanza, justicia y fortaleza.

Este filósofo también afirma que los males surgen según una oposición de las cosas que son buenas, y que existen debajo del cuarto alrededor de la luna, pero no llegan más allá de la luna; y que el alma del mundo entero es inmortal , y que el mundo mismo es eterno, pero que el alma en un individuo, como hemos dicho antes, se desvanece en el 5º cuerpo.

Éste especulador, que entonces sostenía discusiones en el Liceo, elaboraba de vez en cuando su sistema de filosofía. Y así como Zenón celebró su escuela en el Pórtico de Poecilé, y sus seguidores obtuvieron el nombre de estoicos (de Stoa, lit. pórtico), los seguidores de Aristóteles fueron denominados peripatéticos, por el modo de emplearse Aristóteles mientras enseñaban. Porque como estaban acostumbrados a pasear por el Liceo para realizar sus investigaciones, y por eso se les llamó peripatéticos. Éstas eran, pues, las doctrinas de Aristóteles.

XVIII
Sobre los estoicos

Los propios estoicos también dieron crecimiento a la filosofía, con respecto a un mayor desarrollo del arte del silogismo, e incluyeron casi todo en las definiciones, coincidiendo en este punto tanto Crisipo como Zenón. Y también suponían que Dios era el único principio originador de todas las cosas, siendo un cuerpo del mayor refinamiento, y que su cuidado providencial lo impregnaba todo; y estos especuladores estaban seguros de la existencia del destino en todas partes, empleando algún ejemplo como el siguiente: que así como un perro, suponiendo que esté atado a un automóvil, si realmente está dispuesto a seguirlo, ambos son arrastrados, o lo siguen voluntariamente, haciendo un ejercicio también del poder libre, en combinación con la necesidad, es decir, el destino; pero si no está dispuesto a seguirlo, se verá totalmente obligado a hacerlo.

Y lo mismo, por supuesto, aplican en el caso de los hombres. Porque aunque no estén dispuestos a seguirlo, se verán completamente obligados a cumplir lo que se les ha decretado. Los estoicos, sin embargo, afirman que el alma permanece después de la muerte, pero que es un cuerpo, y que éste se forma a partir de la refrigeración de la atmósfera circundante; de ahí también que se le llamara psique (es decir, alma).

Los estoicos reconocen, igualmente, que hay transición de almas de un cuerpo a otro. Es decir, de aquellas almas a quienes está destinada esta migración. Y aceptan la doctrina de que habrá una conflagración, una purificación de este mundo, algunos dicen que todo, pero otros una porción, y que el mundo mismo está sufriendo una destrucción parcial; y a todo esto, salvo corrupción, y la generación de otro mundo a partir de ella, lo llaman purgación. Y suponen la existencia de todos los cuerpos, y que el cuerpo no pasa por el cuerpo, sino que se produce una refracción, y que todas las cosas implican plenitud, y que no hay vacío. Lo anterior son también opiniones de los estoicos.

XIX
Sobre Epicuro

Epicuro, sin embargo, avanzó una opinión casi contraria a todos. Supuso, como principios originarios de todas las cosas, los átomos y la vacuidad. Consideró el vacío como el lugar que contendría las cosas que existirán, y los átomos la materia a partir de la cual se podrían formar todas las cosas; y que del concurso de los átomos tanto la Deidad derivaba la existencia, como todos los elementos, y todas las cosas inherentes a ellos, así como los animales y otras criaturas; de modo que nada se generó ni existió, a menos que sea a partir de átomos.

Afirmó Epicuro que estos átomos estaban compuestos de partículas extremadamente pequeñas, en las que no podía existir ni punto ni signo, ni división alguna; por eso también los llamó átomos. Reconociendo que la Deidad es eterna e incorruptible, dice que Dios no tiene cuidado providencial de nada, y que no existe en absoluto la providencia o el destino, sino que todas las cosas son hechas por casualidad. Por eso la Deidad reposaba en los espacios intermundanos (como así los llama él); porque fuera del mundo determinó que hay cierta morada de Dios, denominada los espacios intermundanos, y que la Deidad se entregó al placer, y se reposó en medio de la felicidad suprema; y que ni se ocupa de los negocios ni les dedica su atención.

Como consecuencia de estas opiniones, también expuso su teoría sobre los sabios, afirmando que el fin de la sabiduría es el placer. Sin embargo, diferentes personas recibieron el término placer en diferentes acepciones; para algunos (entre los gentiles, se entiende) las pasiones, pero para otros la satisfacción resultante de la virtud.

Y concluyó que las almas de los hombres se disuelven junto con sus cuerpos, así como también fueron producidas junto con ellos, porque son sangre, y que cuando ésta ha salido o se ha alterado, el hombre entero perece; y de acuerdo con este principio, sostuvo Epicuro que no hay juicios en el Hades, ni tribunales de justicia; de modo que cualquier cosa que alguien pueda cometer en esta vida, siempre que pueda escapar a la detección, está completamente fuera de cualquier responsabilidad de juicio (por ello, en un estado futuro). Así, pues, también Epicuro formaba sus opiniones.

XX
Sobre los académicos

Otra opinión de los filósofos fue llamada la de los académicos, a causa de aquellos que sostenían sus discusiones en la Academia, de quienes el fundador Pirrón, de quien fueron llamados filósofos pirrones, fue el primero en introducir la noción de la incomprensibilidad de todas las cosas, de modo que en cuanto a estar dispuesto a intentar un argumento en ambos lados de una cuestión, pero no afirmar nada con certeza; porque no hay nada de las cosas inteligibles o sensibles verdaderas que no parezcan serlo a los hombres; y que toda sustancia está en un estado de flujo y cambio, y nunca continúa en la misma condición.

Algunos seguidores de los académicos dicen, pues, que no se debe opinar sobre el principio de nada, sino simplemente intentar abandonarlo; mientras que otros agregaron al formulario no más bien esto que aquello, diciendo que el fuego no es más bien fuego que cualquier otra cosa. Pero no dijeron qué es esto, sino de qué clase es.

XXI
Sobre los brahmanes

También existe entre los indios una secta compuesta por aquellos que filosofan entre los brahmanes. Pasan una existencia contenta, se abstienen tanto de los seres vivos como de todo alimento cocinado, y se sacian con frutas; y no recogerlos de los árboles, sino llevarse los que han caído a la tierra. Subsisten de ellos, bebiendo el agua del río Tazabena. Pero pasan la vida desnudos, afirmando que el cuerpo ha sido constituido por la Deidad como cobertura del alma.

Estos afirman que Dios es luz, no como la que se ve, ni como el sol y el fuego; pero para ellos la Deidad es discurso, no el que encuentra expresión en sonidos articulados, sino el del conocimiento a través del cual los sabios perciben los misterios secretos de la naturaleza. Y esta luz, que dicen que es el discurso, su dios, afirman que los brahmanes sólo la conocen porque rechazan toda vanidad de opinión, que es la última cubierta del alma. Estos desprecian la muerte, y siempre en su propio lenguaje peculiar llaman a Dios por el nombre que hemos mencionado anteriormente, y le envían himnos a él. Pero entre ellos no hay mujeres ni engendran hijos. Pero aquellos que aspiran a una vida similar a ésta, después de haber pasado al campo del otro lado del río, continúan residiendo allí y no regresan más; y éstos también se llaman brahmanes. Pero no pasan su vida de la misma manera, porque también hay en el lugar mujeres, de las cuales nacen los que allí habitan, y a su vez engendran hijos.

También afirman los brahmanes que este discurso que llaman Dios es corpóreo y envuelto en un cuerpo fuera de sí mismo, como si uno llevara una piel de oveja, pero que al despojarse del cuerpo aparecería claro a los ojos. Pero los brahmanes dicen que hay un conflicto en el cuerpo que los rodea, y consideran que el cuerpo para ellos está lleno de conflictos; en oposición a lo cual, como si estuvieran organizados para la batalla contra enemigos, luchan, como ya hemos explicado.

Y dicen que todos los hombres están cautivos de sus propias luchas congénitas, a saber, la sensualidad y la incastidad, la gula, la ira, la alegría, la tristeza, la concupiscencia y cosas similares. Y aquel que ha levantado un trofeo sobre éstos, es el único que acude a Dios. Por eso los brahmanos deifican a Dandamis, a quien Alejandro el Macedonio visitó, como alguien que había resultado victorioso en el conflicto corporal. Pero critican a Calanus por haberse retirado profanamente de su filosofía. Pero los brahmanes, despojándose del cuerpo, como peces saltando del agua al aire puro, contemplan el sol.

XXII
Sobre los druidas

Los druidas celtas investigaron hasta el punto más alto la filosofía pitagórica, después de que Zamolxis, tracio de nacimiento, siervo de Pitágoras, se convirtiera para ellos en el creador de esta disciplina. Ahora bien, después de la muerte de Pitágoras, Zamolxis, que se encontraba allí, se convirtió para ellos en el creador de esta filosofía.

Los celtas los estiman como profetas y videntes, debido a que les anuncian ciertos acontecimientos, a partir de cálculos y números del arte pitagórico; Sobre sus métodos tampoco guardaremos silencio, ya que también de ellos algunos se han atrevido a introducir herejías; pero los druidas también recurren a ritos mágicos.

XXIII
Sobre Hesíodo

El poeta Hesíodo afirma que escuchó de las musas acerca de la naturaleza, y que las musas son hijas de Júpiter. Porque cuando durante nueve noches y días seguidos, Júpiter, por exceso de pasión, se había acostado ininterrumpidamente con Mnemosyne, éste concibió en un solo vientre a esas 9 musas, quedando embarazada de una cada noche. Luego llamó a las 9 musas de Pieria (es decir, del Olimpo), y las exhortó a recibir instrucción:

"Cómo fueron creados por primera vez los dioses y la tierra, los ríos, las profundidades ilimitadas y las olas del océano, las estrellas resplandecientes y el cielo espacioso en lo alto. Cómo tomaron la corona y compartieron la gloria, y cómo al principio ocuparon el Olimpo de múltiples valores. Estas verdades, musas, cuéntame desde primero y después cuál de ellas surgió primero. El caos, sin duda, fue el primero en surgir; pero al lado, la Tierra, que se extiende ampliamente, es siempre el trono seguro de todos los Inmortales, que sostienen las cimas del blanco Olimpo. Y el ventoso Tártaro en el ancho rincón de la tierra. Y el Amor, que es el más hermoso de los dioses inmortales, ahuyentando la preocupación de todos los dioses y hombres, reprime en los pechos la mente y aconseja al sabio. Pero del Caos y de la Noche sombría surgió Erebus. Y a su vez, de la Noche nacieron tanto el Aire como el Día. Pero la Tierra primitiva, igual a sí misma en verdad engendró el cielo tormentoso para cubrirlo por todos lados, para ser siempre un trono seguro para los dioses felices. Y trajo consigo las imponentes colinas, los agradables refugios de las ninfas que habitan en las alturas boscosas. Y también el Mar árido engendró el Diluvio agitado por las olas, sin el Amor delicioso; pero después de abrazar el cielo, el océano engendró con remolinos profundos, y Ceo, Crio, Hiperiano, Jápeto, Tía, Rea, Temis, Mnemosina, Febe, la de corona de oro, y la hermosa Tetis. Pero después de éstos nació el último, el más apto para portar armas, el astuto Cronos, el más feroz de los hijos; pero aborreció a su floreciente padre, y a su vez engendró al cíclope, que poseía un pecho salvaje".

Todos los demás gigantes de Cronos, enumera Hesíodo, y en algún momento después, Júpiter nació de Rea. Todos estos, entonces, hicieron las declaraciones anteriores en su doctrina respecto a la naturaleza y generación del universo. Pero todos, hundidos por debajo de lo divino, se ocupaban de la sustancia de las cosas existentes, asombrados de la magnitud de la creación, y suponiendo que constituía la Deidad, escogiendo cada especulador con preferencia una porción diferente del mundo; sin embargo, no logramos discernir al Dios y al creador de estos.

Considero, pues, que hemos explicado suficientemente las opiniones de quienes han intentado formar sistemas de filosofía entre los griegos; y a partir de ellos los herejes, aprovechando la ocasión, se han esforzado en establecer los principios que serán declarados al cabo de poco tiempo. Parece, sin embargo, conveniente que primero explicando los ritos místicos y cualesquiera doctrinas imaginarias que algunos hayan elaborado laboriosamente acerca de las estrellas o magnitudes, para declararlas; porque también los herejes, aprovechando la oportunidad de ellos, son considerados por la multitud como verdaderos prodigios. A continuación, en orden, dilucidaremos las débiles opiniones presentadas por estos.