7 de Julio

San Fermín de Pamplona

José Arteche
Mercabá, 7 julio 2024

         Pamplona había sido fundada en el s. III por Roma bajo nombre de Pompelon, sobre una pequeña meseta a las orillas del Arga, y en una llanura rodeada de montañas. Según Estrabón, "sobre la Jaccetania, hacia el norte de la Hispania, donde habitan los vascones" (los cuales llamaban a la urbe Iruña, lit. ciudad). Pompelon tenía para los romanos un valor estratégico: conectar las ásperas montañas de los Pirineos con las riberas del Ebro, a través de la calzada romana.

         Aún no había cristianos en esa Pamplona del s. III, y los antiguos cuentos folklóricos vascos hablaban de una notable separación entre el mundo cristiano (romano) y el mundo indígena vasco (pre-romano). A lo mucho había alguna que otra iglesuela cristiana (según se desprende de esos cuentos pastoriles), pero la inmensa mayoría de Pamplona era pagana, y hasta el idioma vasco introdujo el adjetivo jentillak (lit. los gentiles) para expresar esa mayoría pagana vasca de la ciudad y sus contornos, en clara oposición al incipiente cristianismo.

         Entre los habitantes de Pamplona destacaba Firmo (alto funcionario de la administración romana en la ciudad) y su esposa Eugenia (matrona de ilustre ascendencia), ambos romanos politeístas y negadores tanto de la religión vasca como cristiana. Y tras ellos, su hijo Fermín, nacido en Pamplona el 272 y consagrado poco después a Júpiter en el Templo de Júpiter de la ciudad.

         Dicen las viejas hagiografías que iban Firmo y Eugenia dirigiéndose al Templo de Júpiter para ofrecer sacrificios, cuando fueron detenidos en su camino por un extranjero (Honesto de Tolosa) que se puso a explicarles la doctrina de Cristo. Firmo y Eugenia invitaron a su hogar al extranjero, hondamente impresionados por el discurso de éste.

         Honesto les explicó que venía de Tolosa (actual Toulouse) por encargo especial de su obispo San Saturnino de Toulouse, con la misión de difundir en Pamplona la fe de Jesucristo. Las convincentes palabras de Honesto conmovieron todavía más a Firmo, que no sólo se convirtió al cristianismo sino que manifestó deseos de conocer a San Saturnino.

         El obispo de Tolosa no tardó mucho en acceder a los deseos de Firmo, y de ahí la gran devoción que en adelante toda Navarra mostró por San Saturnino, resumida en la biografía San Saturnino, el que nos trajo la fe. Cuentan que al venir San Saturnino a Navarra, convirtió a más de 40.000 paganos (entre ellos a Firmo, Fausto y Fortunato, los 3 primeros magistrados de Pamplona) y construyó rápidamente la 1ª iglesia cristiana, que pronto resultó insuficiente.

         Tenía en esos momentos Fermín 10 años de edad, y desde entonces empezó a recibir una adecuada formación cristiana por parte de Honesto. Cumplidos los 18 años, Fermín empezó a hablar ya en público y por sí mismo, y no por medio de Honesto. Al volverse Honesto a Toulouse (ca. 290), decidió Fermín acompañar a su maestro a su tierra y diócesis francesa, y allí se estableció.

         En Toulouse no ejercía ya de obispo Saturnino sino Honorato (su sucesor), el cual adivinó el alma excepcional y prudente del joven Fermín. Y por eso se decidió a ordenarlo sacerdote, encomendándole como tarea ministerial su vuelta a Pamplona, pero no como sacerdote sino como obispo.

         El celo apostólico de Fermín en su tierra navarra emparejaba con el de otros obispos de la época, y a su palabra entusiasta los feligreses empezaron a abandonar los templos romanos y a hacer pedazos los ídolos vascos, llenándose toda Pamplona de fervorosos cristianos.

         Las devociones fundamentales de Fermín eran las devociones fundamentales: la Santísima Trinidad y la Santísima Virgen María. Así como su preocupación principal fue la curación de enfermos de todas partes, venidos a él desde toda Navarra y de las Galias.

         Tras dotar Fermín a su diócesis de Pamplona de un suficiente número de presbíteros, decidió dar él mismo un paso más en su entrega, y convertirse en misionero. Y dio el salto a las Galias, cuyas regiones empezaron a reclamar el entusiasmo del joven obispo, pues a la sazón ardía en ellas la furiosa persecución romana. Los paganos de Agen, Auvernia, Angers y Anjou (en el corazón de las Galias), y también de la Normandía, quedaban admirados del sereno y tranquilo testimonio de Fermín, que parecía indiferente a todos los peligros.

         Llegado Fermín a Beauvais, se encontró con que su gobernador Valerio sostenía una crudelísima persecución contra todo lo que fuese cristiano. Y si no hubiese muerto éste, a buen seguro que el propio Fermín hubiese fallecido, sobre todo de hambre y privaciones en la cárcel, a la que Valerio le tenía puesto bajo arresto. No obstante, a la muerte de Valerio el pueblo acudió en estampida a la cárcel, y aprovechó la ocasión para poner a Fermín en libertad.

         La fama de su entereza moral, y su gesto de comenzar a predicar públicamente a Jesucristo tan pronto como salió de la cárcel, movieron el corazón de muchos paganos, que junto a los viejos cristianos, y contagiados por el entusiasmo de Fermín, se pusieron a edificar iglesias por todo el territorio.

         De Beauvais pasó Fermín a la Picardía y los Países Bajos, llegando a la principal de aquellas ciudades: Amiens. La cercanía que había experimentado del martirio (en Beauvais) había acrecentado en Fermín la santa indiferencia y el entusiasmo, en su empeño de predicar a Jesucristo. Por otra parte, la fe de Fermín seguía operando prodigios asombrosos, comparables a los que hacían otros obispos de aquella época.

         Hasta que el pretor de Amiens, alarmado de aquel ascendiente, llamó a su presencia a Fermín y mandó ponerlo en la cárcel. La agitación del pueblo no se resignó a esa medida, sino que empezó a reclamar al pretor su puesta en libertad. Por lo que éste empezó a coger miedo, y bajo un cruel impulso ordenó cortar la cabeza a Fermín (hecho que tuvo lugar en la misma cárcel, el año 303).

         En medio de la consternación de los cristianos, un tal Faustiniano (convertido por Fermín) tuvo el valor de atreverse a rescatar el cuerpo decapitado de Fermín, para enterrarlo en una iglesia que el mismo Fermín había dedicado en Amiens a la Santísima Virgen.

 Act: 07/07/24     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A