5 de Julio

San Antonio Mª Zacaria

José María Setién
Mercabá, 5 julio 2024

         Nació en 1502 en Cremona, en el seno de una noble familia genovesa que se había trasladado a Cremona por asuntos familiares. Recibió su 1ª formación de la mano de su buena y piadosa madre (Antonieta Pescaroli), que para ello tuvo que renunciar a volver a casarse cuando su marido falleció. Antonio pudo así aprender de su madre a "ser pobre para poder ser caritativo", con el fin de facilitar el ejercicio de la caridad en favor de los necesitados.

         A los 15 años fue enviado a estudiar a Padua y París, donde obtuvo la licenciatura en Medicina, regresando tras ello a su tierra y empezando a ejercer allí su profesión. Convirtió su casa en un hospital, y la experiencia que allí vivió fue como el manantial en que surgió su vocación sacerdotal.

         Efectivamente, Antonio quiso ser útil mediante la medicina a sus conciudadanos, pero el Señor le quería escoger para curar dolencias de otra índole. En sus años de estudiante ya había mostrado su amor a la Virgen consagrándole su virginidad, y ahora ese firme propósito de virtud se fue transformando, a través del ejercicio de la medicina, en el deseo de ser sacerdote. Así que lo consultó todo a su director espiritual, y éste accedió.

         Para empezar sus estudios al sacerdocio, renunció mediante notario a los bienes que le correspondían por herencia paterna, y solicitó de su madre tan sólo lo indispensable para su sustento, sin permitirse jamás ningún capricho superfluo o lujoso. Y a lo largo de su formación sacerdotal, supo Antonio descubrir la grandeza de la misión del sacerdote, a la vez que la profundidad de su indignidad.

         Se empapó sobre todo de la doctrina y espíritu de San Pablo, a través de sus preciosas epístolas y sus conceptos de libertad y gracia, virginidad y cuerpo místico, locura por Cristo crucificado y desprecio de las realidades terrestres. Y se propuso reproducir en su vida la imagen del apóstol Pablo, gran enamorado de Cristo.

         Ordenado sacerdote a los 26 años, dio pruebas de su capacidad creadora y organizadora, y la ciudad de Cremona comenzó a sentir su influencia renovadora. De allí pasó a la diócesis de Milán, y en ella organizó varios centros de espiritualidad en los que floreció la vida según el Espíritu y el compromiso de fidelidad a los hombres.

         Ese ensayo de formación de comunidades espirituales fue el germen que luego floreció en la fundación de 3 instituciones que encarnarán su espíritu de servicio: los Clérigos regulares de San Pablo (o Barnabitas), las Hermanas angélicas de San Pablo y Congregación de señores Casados.

         Tan sólo 11 años pudo ejercer Antonio de sacerdote, pero los suficientes para saber vivirlos con intensidad su tiempo. De hecho, dio tiempo a que las gentes le llamaran el Angel de Cremona y el Padre de la Patria. Su madre le había enseñado a aliviar el sufrimiento ajeno, y una vez ordenado sacerdote no tuvo que hacer Antonio otra cosa que seguir la misma trayectoria, poniendo al servicio de sus hermanos el gran don del sacerdocio, en que él fue luz, mortificación y amor.

         Antonio luchó por llevar a los creyentes la ceguera de la fe y la locura de la cruz. La Eucaristía y la pasión fueron las devociones que con mayor ardor trató de inculcar en el pueblo cristiano, y aún perduran todavía ciertas prácticas que él introdujo (como el recuerdo de la pasión y muerte del Señor a las 15.00 h. de todos los viernes, y la práctica de las 40 horas de adoración al Santísimo Sacramento, para salvar la continuidad del culto).

         Nunca quiso guardarse para sí Antonio los tesoros que en él depositaba la gracia, sino que buscó comunicarlos a los demás, en vistas a una mayor eficacia apostólica. Por eso, pronto empezó a reunir en torno así a todo tipo de personas atraídas por ese espíritu e inquietud apostólica.

         Fue el caso de los Clérigos de San Pablo, dedicados a la obra de la salvación de los hermanos en el sacrificio total de las apetencias puramente personales. Una asociación que Zacaria fundó en Milán para la reforma del clero y del pueblo, y que más tarde sería conocida con el nombre de los Barnabitas (por la sede en que se instalaron definitivamente, a partir del año 1545). Un sacerdote y un seglar, Bartolomé Ferrari y Jacobo Morigia, fueron sus primeros colaboradores, junto a muchos otros que se lanzaron a las calles de Milán para hacer la beneficencia, con gran austeridad y mortificación de vida.

         Con el fin de llevar el espíritu de la Reforma a las jóvenes y a las mujeres, Zacaria también transformó un instituto erigido por la condesa Guastalla en un monasterio de religiosas (fam. el Angélicus), con el propósito de la transformación (reforma) religiosa y moral de sus integrantes. Una obra que San Carlos Borromeo no dudó en continuar, calificándola como "la joya más preciosa de su mitra".

         Y no sería completa la reseña sobre la obra de Zacaria si pasáramos por alto una de sus preocupaciones más latentes, especialmente interesante para los hombres del s. XXI: la Congregación de señores Casados, ordenada a la reforma de la vida familiar, a la honradez laboral y a la elevación de las costumbres privadas.

         Antonio murió en Cremona el 5 julio 1539, a los 37 años y consumado por sus energías. Fue canonizado el 27 mayo 1890 por León XIII, que en su homilía de canonización destacó no sólo la abundancia de su obra, sino el "haberla realizado en tan breve espacio de tiempo, desde la perspicacia y claridad de visión que tuvo de los problemas, como a la hora de buscar los remedios verdaderos a todas esas situaciones difíciles, desde el estudio de la verdad, el amor de la caridad, el sacrificio por el hermano". Por eso San Antonio María Zacaria nos parece hoy un santo tan moderno y actual.

 Act: 05/07/24     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A