1 de Julio

San Simeón de Edesa

Consuelo Lozano
Mercabá, 1 julio 2024

         Nació el 522 en Edesa (Siria), viviendo soltero y con su madre hasta los 30 años. Muerta su madre, marchó al Mar Muerto y se puso bajo la disciplina del abad San Gerásimo del Jordán, ayudando a sus monjes en la entrega y recordándoles los compromisos adquiridos.

         Tras 30 años de soledad, oración y penitencia en los dominios de San Gerásimo, siente Simeón que la vida eremita corre el serio peligro de la soberbia, mediante la fama de la santidad. Y siente que Dios le pide otro tipo de vida. Deja por ello su retiro y penitencia, y se muda a la ciudad de Homs (Siria) para hacerse pasar por loco, tratando de llamar la atención de la gente mediante hechos estrafalarios, e intentar llegar a sus conciencias. Eso sí, siempre con una exquisita caridad.

         Y es que Simeón no quiso ser un cristiano de cliché, ni de esquema. Y ni siquiera quiso enseñar el evangelio como mandan los cánones. Tuvo su propio estilo (la locura voluntaria), y a través de él consiguió hablar del reino de Dios a todo el mundo.

         No es la leyenda o la fábula la que nos presenta su imagen, sino que se trata de un personaje bien conocido en la época. De hecho, a los 20 años de su muerte fue un obispo chipriota (Leoncio de Neápolis) quien escribió su vida y milagros, con todo tipo de prueba que fue corroborando su diácono Juan de Edesa. Por lo visto, su propósito era jugar con el mundo y reírse de él.

         De Homs se trasladó Simeón a la Edesa que le vio nacer, y allí llevó su pedagogía al máximo extremo. Un día se puso a arrastrar un perro muerto que encontró en un basurero, atándole una pata al ceñidor de su hábito, y empezó a correr y gritar por todo el pueblo, llevando tras de sí una bulliciosa nube de chiquillos que gritaban al unísono entre risas y burlas, persiguiendo a aquel monje extraño.

         El 1º domingo de estar en Edesa no hace otra cosa que ir a misa y tirar nueces a las velas del altar, con el acierto de apagarlas. Y cuando se indignan contra él el presbítero y sus feligreses, se sube al púlpito y tira las nueces que le quedan a las mujeres piadosas del templo. Al salir de la iglesia, volcó las mesas de los vendedores de bollos y repostería para las ofrendas, ganándose una buena paliza.

         Contratado para vender verduras por un tabernero, repartió entre los pobres la mercancía, y dijo al dueño de los vinos que "le había encargado a Dios que le guardara su dinero". Y cuando la gente llegó a pensar que en realidad no estaba loco, sino que se lo hacía, decidió Simeón inventar otro tipo de locura: estando dormida su dueña, entra en su habitación desnudo, y empieza a gritarle a la señora. Hasta que llega el tabernero y lo echa a mamporros por las escaleras, rodando desnudo hasta la calle.

         Decide entonces vivir en una cueva de las afueras de la ciudad, entre la suciedad y el desaliño. Pero todos los días iba a pasear a la ciudad, adornado con ramas de palmera en la cabeza y colgantes de uvas y de ajos. Tras lo cual asistía a la plaza mayor, y allí empezaba a predicar la conversión.

         Entre risas y saltos, se retuerce como un reptil por el suelo, y con los puños cerrados amenaza destrucción para la gente. Y para que no quepa ninguna duda de la maldad del pecado, a las mozas peligrosas por su belleza las deja (milagrosamente) con los ojos estrábicos, diciéndoles que las volverá guapas si dejan que les bese sus ojos tuertos, con su rala y sucia barba.

         Cuando la gente empezó a decir que Simeón no probaba bocado en la cuaresma, éste apareció un Jueves Santo a la salida de la iglesia, y allí mismo empezó a devorar medio cordero. Buscaba las ocasiones para ser insultado, aceptando de buen grado la calumnia de una criada joven (embarazada) de ser el padre de lo que lleva en su seno. A la hora del parto confesó la pobrecilla la mentira, descubriendo la estrategia del loco (que la cuidó con esmero todo el tiempo del embarazo).

         Pero ¿por qué decidió Simeón hacerse loco, o dejar de ser cuerdo? Cuando era anacoreta, se había acostumbrado a la pobreza, a la castidad, a la soledad, a la falta de sueño, a comer yerbas cocidas, al calor, al frío y a la penitencia más. Pero se había acostumbrado a todo eso, y nada de eso le costaba ya. Por eso decidió cambiar de vida, y llevar otra vida que le costase más. Y todo ello por Cristo, para sufrir por Cristo y para humillar la soberbia, el amor propio y la fama de los anacoretas de su tiempo.

         Amando tanto a Dios, pensó que era preciso reírse de sí mismo, del estilo penitente y del mundo, llegando al desprecio. La locura fue su recurso para limpiar el desierto de orgullo, que bajo capa de santidad podía encerrar al anacoreta de su tiempo. Hacía así el bien, sin peligro de que le llamaran santo y prefiriendo que lo llamaran frívolo, malo, juerguista, pecador o tonto.

         Simeón el Solo (lit. el Loco, en sirio) murió en Edesa el año 570, siendo enterrado por el pueblo en una fosa común destinada a los mendigos. Y si a este payaso Dios le premió con el don de milagros ¿qué peros podremos ponerle nosotros? Porque Simeón llevó a muchos al arrepentimiento, sanó numerosos enfermos con sus manos, devolvió a varios la vista, expulsó varios demonios con sus invocaciones, y en secreto y de noche ayudó a muchos menesterosos de las calles.

         Fue un santo que rompió los esquemas de la pedagogía de todos los tiempos. Se le cataloga como santo anacoreta, pero si lo que cabía esperar de él era el retiro y la ascesis penitencial del desierto, él prefirió ir a las ciudades a predicar el evangelio a su manera. Tras vivir 30 años de auténtico anacoreta, decidió renunciar a su fama de santidad y pasar a predicar el evangelio, aun a costa de ser llamado el Loco.

 Act: 01/07/24     @santoral mercabá        E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A