Llegar también a las urbes más sofísticadas

Singapur,.22.julio.2024
Arzob.
.William.Goh,.primado.de.Singapur

          Queridos hermanos, el año pasado celebramos el 200 aniversario de la fundación de la Iglesia Católica en Singapur. Recordamos los sacrificios de nuestros antepasados y misioneros, que pusieron las bases sin las cuales no habríamos sido capaces de moldear la Iglesia que tenemos hoy: una Iglesia vibrante y evangelizadora. Por otra parte, lo que nos corresponde a nosotros hoy es recoger este testigo y llevarlo a las nuevas generaciones, tanto de aquí mismo como de otras partes de la tierra.

          En primer lugar, hay que saber que son muchos los desafíos que hemos de afrontar como Iglesia actual, así como de nuevas oportunidades que hemos de incorporar a la expansión de la misión. Especialmente, el ámbito de la reforma estructural. Al promulgar la constitución apostólica Praedicate Evangelium, del 19 marzo 2022, el Santo Padre dio una clara muestra de intenciones a la hora de reformar la Curia Romana, para que ésta pudiese ofrecer un mejor servicio a la Iglesia mundial. Con ello, también abrió las puertas a una posible reforma de la estructura local eclesial, en los mismos términos que los ya expresados en la reforma romana curial.

          Hemos de estar preparados para ello, y encaminarnos hacia ello a través del Proceso Sinodal, incorporando prudentemente a los laicos en la corresponsabilidad eclesial. Necesitamos ser proactivos, y hacer los cambios adecuados para afrontar satisfactoriamente las realidades y tendencias cambiantes de nuestro tiempo. Esto requiere estudio, consulta, discernimiento y coraje, a la hora de actualizar nuestras estructuras y no vernos inhibidos o limitados a la hora de avanzar y mantener a la Iglesia dinámica y viva.

          En segundo lugar, como Iglesia, debemos mostrar el rostro compasivo y misericordioso de Dios, en contacto con las vidas y sufrimientos de nuestra gente. La Iglesia necesita ser más misericordiosa y hospitalaria, especialmente en el respeto a los pobres materiales y espirituales. Hemos de caminar con ellos en el camino de la vida, como hizo Jesús, y resolver sus luchas personales y sus cuestiones morales o doctrinales. En consecuencia, debemos involucrarnos más en las diócesis más pobres de Asia y África, planificar mejor nuestras Cáritas y crear estructuras que alberguen a los que están enfermos o abandonados.

          En tercer lugar, Singapur es un ejemplo de cómo liderar el diálogo interreligioso y ofrecer un escaparate de armonía cívico-religiosa para el resto del mundo. La Iglesia tiene mucho que ofrecer en este campo, a través de los gobiernos seculares y en los focos de especial crueldad, como mediadora de la armonía social tan deseada. La encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco I, del 3 octubre 2020, va en ese sentido.

          En cuarto lugar, es un fenómeno imparable el creciente número de ciudades desarrolladas y avanzadas que van multiplicándose por todo el mundo, especialmente en Asia. Como Iglesia, estamos llamados a ayudar a los profesionales, a la gente sofisticada, a las personas de negocios y a los ricos en recursos, para que éstos crezcan en su vida de fe y se impliquen significativamente en su nueva vida cristiana.

          A pesar de su riqueza material, también estas personas andan buscando un sentido más pleno de sus vidas, y necesitan a Dios en sus corazones, como Leví y Zaqueo en el evangelio. En ese sentido, es alentador notar que entre nosotros se encuentran muchos líderes empresariales y profesionales que, habiendo encontrado el amor y misericordia de Cristo, están inmersos en el seno de la Iglesia.

          En quinto lugar, en unión con el Santo Padre y con todo el mundo, los católicos estamos especialmente llamados a involucrarnos más en el campo de la ecología. En su magna encíclica Laudato Si del 24 mayo 2015, el papa Francisco I mostró al mundo el camino para cuidar el planeta. El mundo de hoy se ha vuelto más consciente de esta necesidad, y siente como algo suyo proteger el medio ambiente y la tierra. Por eso, como católicos, debemos cooperar con las ONGs y gobiernos que haga falta, promoviendo con ello el cuidado de la obra de Dios.

          Para que todo esto suceda, la Iglesia necesita vuestra colaboración y asistencia, y no sólo para construir la Iglesia local sino también para dar cauce al celo misionero. Esto requiere fortalecer los encuentros personales y de oración con el Señor, adquirir una formación teológica superior, renovar nuestro amor primero y saber que, por encima de todo, nuestro objetivo final sigue siendo cumplir el mandato del Señor, que es proclamar el evangelio a toda la creación. De ser así, en ello habremos de involucrar nuestros talentos, experiencia profesional, conocimientos y habilidades, recursos financieros y sobre todo ilusión, a la hora de ponernos manos a la obra en la tarea de una nueva evangelización.

          Con este fin, pido también a las instituciones civiles amigas que nos proporcionen su información académica y sus análisis de posible proyección misionera. Animo también a las instituciones teológicas a elaborar ilustrativos trabajos de investigación, que nos ayuden a acometer los desafíos que van surgiendo. Cuando sea oportuno, incluso podríamos establecer un Instituto Superior de Investigación, como aporte concreto nuestro a la Iglesia en Asia y para la Iglesia Universal. Os encomiendo a todos a nuestro Señor Jesucristo, y a la intercesión de nuestra Señora de la Nueva Evangelización.

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  Act: 22/07/22         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A