Estamos unidos fraternalmente, en Jesucristo

Agaña,.13.mayo.2024
Mons.
.Romeo.Convocar,.administrador.de.Guam

          Estimados hermanos y hermanas en Cristo, demos gracias al Dios que nos ha reunido hoy como Iglesia local, para celebrar nuestra común unción en el Espíritu de Cristo. Personalmente, doy también las gracias a Dios por traerme aquí a Guam, para estar con vosotros. La Iglesia en Filipinas y la Iglesia de Guam tienen vínculos espirituales muy estrechos, pues ambas pertenecen a la gran Iglesia del Pacífico, y ambas recibieron el evangelio de Cristo a través del catolicismo español, en una demostración de sinodalidad.

          En la primera lectura hemos escuchado cómo el siervo del Señor dice de sí mismo: "El Espíritu del Señor está sobre mí". En efecto, el Espíritu de Dios está siempre con su siervo, nunca lo abandona y vive en comunión permanente con él. Por eso, ser ungido por el Señor no significa estar por encima, o por delante, o al margen de Dios. Es más, se es ungido por el Espíritu Santo para llevar esa unción al pueblo, a ese pueblo del que Dios saca a su siervo para santificarlo y luego enviarlo. Como dice la Carta a los Hebreos, Dios llamó a sus elegidos para que éstos actuasen en favor de su pueblo (Heb 5, 1).

          Los sacerdotes deben ser pastores que pasen tanto tiempo con las ovejas que acaben oliendo a oveja, como decía el papa Francisco I. Y los feligreses deben ser testigos del olor de Dios, que reciben diariamente en la oración y en la fe. Esta comunión entre sacerdotes y feligreses es la que conforma el pueblo de Dios, a través de la obediencia y la colaboración.

          Es cierto que el compañerismo y la comunión no siempre son fáciles, y que a veces duelen las frustraciones o experiencias difíciles, a menudo acompañadas por la tentación de desertar o de ir solos por nuestra cuenta. No obstante, si desconectáramos de los demás, y fuésemos por nuestra cuenta, nuestra vida de oración y apostolado carecería de fundamento, vigor y alegría, y la comunión fraterna sería desligada peligrosamente de la misión.

          Como véis, la comunión fraterna es ¡la misma misión! Es más, es parte integral de la vocación cristiana. Como las aceitunas que una junto a otra se unen para producir aceite, así debe ser fabricado nuestro óleo de salvación, como bálsamo fraternal de sanación y misericordia de Dios para el mundo.

          En el evangelio hemos escuchado el para qué hemos sido ungidos: para "ir al mundo entero a predicar el evangelio". En efecto, el cristiano es unigo para ser enviado a la misión, o estar en misión. Si dejamos de caminar en el camino, acabaremos siendo un obstáculo para el progreso de los demás hacia Dios. Y si nos acobardamos por el miedo, acabaremos convirtiendo en inactiva la actividad de la Iglesia.

          Dejemos que el fuego del celo apostólico arda en nuestros corazones, dejemos de lado nuestras rigideces y los apegos a las comodidades y convenciones, y estemos disponibles para la misión. Sigamos saliendo a las calles y poblados, llevemos la Buena Nueva a los pobres, proclamemos la libertad a los cautivos, devolvamos la vista a los ciegos y liberemos a los oprimidos.

          Queridos hermanos de Guam, agradezco vuestra creatividad y valentía, en medio de los cambios drásticos y las graves dificultades a las que os habéis enfrentado como Iglesia local. Aprecio especialmente los sacrificios que habéis tenido que hacer, y el haberos atrevido a la novedad en aras de la fidelidad. Confiemos en la acción misteriosa de Dios, que bendice vuestros trabajos y os hará dar frutos en el pueblo de Guam.

          Mis queridos hermanos, el celo apostólico y fraternal no es nuevo aquí en Guam, sino que está inscrito en vuestro ADN eclesial. Ya el beato Diego Luis de San Vitores llevó el evangelio a las Marianas. Pero no lo hizo por su cuenta, sino que por su discapacidad visual necesitó de otros hermanos que lo condujeran, a través de una cuerda atada a su cintura. Lo más probable es que lo hicieran el joven catequista Pedro Calungsod y el sacristán Sancho de Pampanga, que junto al beato Diego evangelizaron y sirvieron al pueblo chamorro. ¡Laicos, jóvenes y misioneros! Eso fue la joven Iglesia nativa chamorra.

          Oremos por la Iglesia universal, y también por nuestra Iglesia local aquí en Agaña, para que el Espíritu del Señor nos unja a todos con la gracia de la sinodalidad. Por favor, orad también por todos los sacerdotes y ministros ordenados, para que puedan perseverar en el compañerismo y servicialidad. Que nuestra Señora Santa María de Kamalen, patrona de Guam, nos guíe y ruegue por todos nosotros.

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  Act: 13/05/24         @primados de la iglesia            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A