Cine Pornográfico


Cine barato y bajero, rellenando sus películas de bajezas baratas

Querétaro, 10 junio 2024
Diego García, periodista de Observatorio

          El llamado "nuevo cine mexicano" es prácticamente monotemático, desde Como Agua para Chocolate, De Tripas Corazón o Sólo con tu Pareja hasta las recientes Y tu Mamá También o Perfume de Violetas. En todas ellas, o en cualquier otra de su cartelera, el erotismo es el motivo conductor de todas las historias fílmicas mexicanas. Por otra parte, los actores veteranos no dudan en afirmar que "se está hablando de nuevo cine desde hace 40 años", luego el monotema cinéfilo parece que empieza a ser repetitivo.

          Las fijaciones sexuales de los cineastas mexicanos son, ciertamente, un mal endémico, que el resto de mexicanos hemos tenido que soportar en honor a la libertad creativa de los artistas. Alguna que otra vez sí que hay algún atisbo de elaboración artística, de forma casual o puramente milagrosa, pero dicho intento no pasa del nivel cultural de Como Agua para Chocolate.

          De forma general y masiva, la mayoría de los cineastas baratos acaban haciendo productos sin más contenido que los actuales clichés de la sexualidad, tratando a los espectadores de monos y no ofreciendo más valores que las cabezas huecas, el sexo sin restricción y algún que otro homosexual.

          En México es imposible hacer que la mayoría católica se mueva un milímetro de su sofá, y exija a los medios que ofrezcan productos de calidad. Por eso, la única defensa que uno acaba encontrando es abstenerse de ver películas. Los cineastas podrían así quedarse con sus películas, y los católicos con su conciencia. Pero así no se solucionaría nada, y mucho menos se lucharía por el futuro. 

          Un grupo de actores que participaron en varios de los filmes citados (Y tu Mamá También y Perfume de Violetas) protestaron porque IMCINE clasificó con C sus bodrios cinematográficos, y empezaron a lanzar eslóganes sobre el novedoso derecho de todas las clases y edades a ver las escenas sexuales por pantalla, como si de otra cosa normal se tratase.

          Apoyados por esas asociaciones civiles que luchan por los derechos sexuales (es decir, por el aborto, el gay power y hasta la eutanasia), los preocupados cineastas afirman que el burócrata de turno (IMCINE) no tiene derecho a decidir qué pueden ver los adolescentes y qué no, y aseveran que sus películas tienen tan buena información que los jóvenes podrían asistir a sus sesiones para mejorar su educación.

          En definitiva, que dichos cineastas están decididos a entregar boletos gratuitos a los adolescentes para que éstos acudan a sus cines, o incluso están dispuestos a pagar ese boleto ellos mismos.

          Como se ve, lo que hay en el fondo es una inmensa chapuza, que no hay quien se trague y que lo único que busca es llenar, como sea, las butacas vacías. Que pasen todos, ¿no? Aunque sea un churro fílmico, pues lo que importa es que su incapacidad cinematográfica no quede al descubierto (por las butacas vacías), aunque para ello se despapaye a la juventud.

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