29 de Septiembre

Viernes XXV Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 29 septiembre 2023

a) Ag 2, 1-9

         El día 21 del 7º mes de Darío I de Persia, la palabra del Señor se dejó oír por medio del profeta Ageo. Estamos en octubre del 520 a.C, en que tras un largo período de desaliento en Babilonia, los repatriados judíos emprenden la reconstrucción del Templo de Jerusalén. Pero muchos permanecen pesimistas, y ¡apenas han pasado 2 años desde que se empezó la obra! Esta es, a menudo, nuestra situación, Señor.

         Por lo tanto, toma la palabra el Señor, por medio del profeta: "¿Queda alguno entre vosotros que haya visto este templo en su primitivo esplendor? Y ¿qué es lo que veis ahora? ¿No es como nada, a vuestros ojos?".

         Dios es realista, y pide a los judíos que no cierren los ojos ante las dificultades. Hay que mirar de frente, pues "¿quién se acuerda del pasado?". Está ya tan lejos y tan acabado aquel destierro de 55 años, que costaría encontrar siquiera a un anciano de 90 años que se acordase de haber visto cómo era el Templo de Salomón, el de su infancia.

         Siendo así las cosas, lo importante es mirar hacia el futuro. Y el profeta se atreve a decir que el nuevo templo, ahora en sus penosos fundamentos, superará al viejo templo. Ageo no imaginaba ser tan certero cuando se decía: ese nuevo templo durará cerca de 500 años, y presidirá uno de los más puros períodos del judaísmo.

         Por eso, sigue diciendo Dios, por medio de Ageo: "¡Ten ánimo, Zorobabel! ¡Animo, Josué! ¡Animo, pueblo todo de la tierra! ¡A trabajar!". Es como si hoy Dios nos dijera: "Dejad de mirar a la Iglesia de ayer, y vamos, a construir el templo de los siglos futuros".

         Cuán saludable es para nosotros, Señor, oír estas palabras tuyas, que resuenan continuamente en nuestra época. Se reconstruye siempre sobre ruinas. En mi oración, evoco mis proyectos, las tareas que esperan al mundo del mañana, la renovación de la Iglesia contemporánea. Pero repítenos, Señor, las razones sólidas que tú propones a nuestro desánimo.

         "Estoy con vosotros", declara el Señor del universo, "según la palabra que pacté con vosotros". Se trata del 1º motivo de aliento, la presencia de Dios y su proximidad (el "Dios con nosotros"). Si realmente lo creyéramos así, ¿no es verdad que desaparecería toda desesperanza? ¿O podría Dios fracasar? Porque nada es imposible a Dios, y Dios se muestra en las situaciones más desesperadas. La resurrección de Jesucristo, por ejemplo, es la realización más radical de ello.

         A continuación, da Dios a su pueblo un 2º motivo de aliento: "Mi espíritu se mantiene en medio de vosotros: no temáis. Dentro de muy poco sacudiré el cielo y la tierra, el mar y los continentes". Se trata de la intervención escatológica de Dios. El cosmos entero, cielo, tierra, mar, será remodelado por Dios para llegar a ser una nueva creación: "Sacudiré todas las naciones paganas y llenaré el templo de esplendor. El esplendor futuro de este templo superará el primero, y en este lugar os haré don de mi paz".

         Encontramos así el lenguaje clásico de los apocalipsis, para significar los grandes actos de Dios preparando el "fin de los tiempos". La historia va hacia su fin: todo crece y converge; hasta que "Dios sea todo en todos". Se trata del 3º motivo de aliento: la elevación de los pueblos hacia la unidad en Dios.

Noel Quesson

*  *  *

         El profeta Ageo sigue animando hoy a los que han vuelto del destierro en Babilonia (ca. 538 a.C) a que reconstruyan equilibradamente su identidad, sin descuidar los valores religiosos (representados en el templo).

         Les recuerda también que Dios les ha estado siempre cercano, tanto cuando les liberó de Egipto como ahora, que les ha devuelto de Babilonia. Eso les debe estimular a tener en cuenta la Alianza en su tarea de reedificación. De parte de Dios les dice: "¡Ánimo, pueblo entero: a la obra, que yo estoy con vosotros!".

         Más aún, les promete Dios que el futuro todavía será mejor que el pasado: "la gloria de este segundo templo será mayor que la del primero". Este templo será menos esplendoroso que el de Salomón, pero sigue siendo el mejor símbolo de la Alianza entre un Dios cercano y un pueblo que ha prometido vivir según la voluntad de Dios.

         No tendríamos que dejarnos engañar nunca por los agoreros de males, ni vencer por la pereza en nuestra misión de testimonio cristiano. Porque el pesimismo seca los ánimos para el trabajo, y porque las cosas inmediatas y visibles pueden hacer descuidar las espirituales. El pesimismo suele venir muy bien de excusa para no poner manos a la obra, y mucho más en la tarea de la evangelización (aunque se trate, como entonces, en reparar paredes ruinosas).

         Tenemos que escuchar también nosotros las palabras de aliento del profeta Ageo: "Animo, pueblo entero, no temáis, que Dios está con vosotros y volverá a llenar de gloria este templo". La Iglesia de Jesús tiene futuro. Su Espíritu sigue inspirando y animando.

         Digamos con el salmo responsorial de hoy: "Espera en Dios, que volverás a alabarlo. Porque él envía su luz y su verdad, y ellas me guíen". Que nunca sea excusa para nuestra pereza la situación del mundo, por decadente que nos parezca. Cuanto más ruinoso esté el mundo, más urgente es nuestro trabajo.

José Aldazábal

*  *  *

         El profeta Ageo sigue casi obsesionado con el templo, su sacerdocio y el culto, en los cuatro oráculos que pronuncia se hace presente el mismo tema. Al final de los mismos, parece que contempla la figura de Zorobabel, un funcionario de los persas, como si él fuera el elegido de Dios para que todo (templo, sacerdocio y culto) adquiriera nuevo esplendor y gloria.

         Ese será el camino para alcanzar la restauración del pueblo elegido en su fidelidad a Dios. Pero no a nivel simbólico sino real, pues el nuevo o segundo templo ha de ser gloria, esplendor, punto de encuentro, atractivo del corazón de los israelitas, fuente de reflexión y paz, de justicia y amor.

         Nosotros podríamos volver la mirada sobre el templo de nuestro corazón y sobre el templo de la caridad, amor y servicio a favor de nuestros hermanos.

         No es bueno hacer comparaciones, sino esforzarnos porque lo que hagamos sea lo mejor, aun cuando no alcancemos a realizar lo que otros hicieron en otros tiempos. Ciertamente los Israelitas, vueltos del desierto, no contaban con todos los recursos que David había dejado a su hijo Salomón para la construcción del templo, que se considera como una de las siete maravillas del tiempo antiguo.

         Quienes lo conocieron y se entristecieron por su destrucción, ahora, al levantar un nuevo santuario en honor del Señor, comparando lo sencillo de este con el esplendor del 1º, pueden decir que es muy poca cosa a sus ojos. Sin embargo, no es lo externo, sino el corazón que busca al Señor para darle culto, aun cuando sea en un lugar muy sencillo, lo que importa; por eso hay que vivir con fidelidad a la alianza pactada con el Señor; entonces él será el "Dios con nosotros", pues su Espíritu estará con nosotros.

José A. Martínez

*  *  *

         Mañana deberíamos escuchar (cosa que no haremos) los 2 últimos discursos del profeta Ageo. En 1º lugar nos encontramos ante una acción simbólica, forma frecuente en la conducta profética. Su mensaje es diáfano: el mal es más contagioso que el bien. No sabemos, sin embargo, a quién se refiere concretamente cuando dice: "Así es este pueblo así es esta nación" (v 14). ¿Es una alusión a los samaritanos impuros por su sincretismo religioso, o más bien a los propios judíos, impuros por su infidelidad a Dios?

         Sean quienes sean, estos versículos nos manifiestan claramente que Ageo, cuando exhortaba para que el templo fuera reconstruido, no pretendía simplemente que se rehiciese un edificio, sino que se renovase la comunidad yahvista.

         El profeta defenderá mañana una comunidad centrada en el Templo de Jerusalén, pero esto no quiere decir que tenga una visión puramente cultual de la religión y mucho menos una moral ritualista. Por eso nuestro texto mantiene hoy toda su actualidad. Prepara así la doctrina del NT, que presenta al cristiano como el verdadero templo de Dios (1Cor 3,16; 6,19) aislado de toda contaminación exterior (2Cor 6, 16), sin que esto exija una separación de los demás (Jn 17,15; 1Cor 5,10).

         Los vv. 15-19 parecen la continuación del v. 5, y muchos comentaristas los juzgan continuación de este versículo. Presentan la reconstrucción del templo como el principio de una era de prosperidad. Israel había experimentado las consecuencias del abandono del templo; pero, una vez renovadas las obras de reconstrucción, Dios será fiel a la alianza. De nuevo Dios bendecirá al pueblo. Esta palabra nos recuerda las promesas a los patriarcas.

         El último discurso del profeta es un oráculo escatológico, formado por una condena de las naciones y una promesa a la dinastía davídica representada por Zorobabel. El sello era un objeto personal usado para firmar documentos y que comportaba a la vez dependencia absoluta e intimidad total con su propietario.

         La comparación pretende manifestar que Dios siente hacia Zorobabel un amor total. Las promesas mesiánicas hechas a la casa de David son transferidas a Zorobabel, que así pasa a ser figura de Cristo. Él será el verdadero siervo, sello y elegido, que construirá definitivamente el templo espiritual.

Josep Aragonés

b) Lc 9, 18-22