20 de Septiembre

Miércoles XXIV Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 20 septiembre 2023

a) 1 Tim 3, 14-16

         San Pablo establece hoy a Timoteo una equivalencia entre la "casa de Dios" y la "Iglesia de Dios": "Quiero que sepas como hay que portarse en la casa de Dios que es la Iglesia de Dios vivo". ¿Estamos convencidos de que somos la "familia de Dios"? Sin orgullo alguno, pero con un sentido profundo de nuestra dignidad y de nuestra responsabilidad.

         No olvidemos nunca que los primeros cristianos eran absolutamente minoritarios en el inmenso y paganizado Imperio Romano, y que sin embargo creyeron en su función irremplazable como fermento divino. ¿Lo creemos así nosotros?

         Y también Pablo una equivalencia entre la "comunidad cristiana" y la "Iglesia de Dios": "La comunidad, la Iglesia de Dios vivo, que es columna y sostén de la verdad". Lo que viene a decir que el evangelio sólo puede vivirse conjuntamente, en comunidad. Sin "asamblea eclesial", la fe se debilita muy pronto, reduciéndose a una vaga religiosidad ocasional.

         Quizás hoy se tiende a disminuir la importancia de la práctica dominical regular: sin embargo, de hecho, es la única columna de una fe sólida. Quien no se nutre a menudo de la palabra de Dios y del pan de Dios, acaba por vivir sin Dios. Porque, "sin duda alguna, grande es el misterio de nuestra religión".

         Pablo gusta de la palabra misterio para resumir el "designio de Dios". Misterio escondido antaño y ahora desvelado (1Cor 2,7; Ef 5,32). Después de los 21 siglos de explicitación teológica, que han desplegado y complicado la expresión de este misterio, nos resulta conveniente verlo resumido en unas líneas: el misterio... es Cristo.

         Así, el artículo principal de nuestro credo no es una afirmación sobre Dios, sino una afirmación sobre Jesucristo. Y para definir su función y su ser, Pablo utilizará, una vez más, un himno litúrgico, una especie de Credo primitivo y muy sencillo, que desgranamos en 3 frases:

-"manifestado en la carne, justificado en el Espíritu". Verdadero hombre y verdadero Dios, en la carne y en el espíritu; ésta es la originalidad de Jesús;
-"acogido en el mundo, y elevado al cielo en la gloria". A la vez en el mundo y en el cielo. Como en las otras epístolas de san Pablo, encontramos aquí esa función central de Cristo que lo llena todo;
-"visto de los ángeles, proclamado a los gentiles o paganos". Presente tanto a los seres más espirituales y más cercanos a Dios, como a los seres que parecen ser los más alejados.

         Pues bien, la Iglesia es la depositaria, y la columna central, de este misterio. Ella es la encargada de transmitir al mundo esta verdad. Y esta fe es la única salvación de la humanidad. Sin ella el hombre se desvanece en la insignificancia y la fragilidad de su condición mortal.

         En Cristo, hombre-Dios, tiene su porvenir la humanidad, y lo restante no tiene salida alguna. Sin Dios, la humanidad no es más que una pequeña y efímera pompa de jabón. Se comprende así que los cristianos, a pesar de ser minoritarios, tengan conciencia de su función, en el corazón del mundo.

Noel Quesson

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         Recuerda hoy Pablo a Timoteo, y a todos nosotros también, que hemos de comportarnos a la altura de Cristo, de tal forma que seamos un signo de su presencia salvadora en la Iglesia. Cristo ha de ser el punto de referencia para todo aquel que ha sido puesto al frente de la Iglesia. Por eso se ha de meditar continuamente en su Palabra, contemplar su ejemplo, su modo de vivir entre nosotros; entrar en una continua relación personal de amor con él.

         Quien viva separado de Cristo, o quien lo trate de un modo intranscendente, o quien viva como asalariado y no como pastor y dueño de las ovejas... en lugar de hacer el bien hará el mal, pues no tomará en serio nada, ni al pueblo de Dios ni a Cristo, ni a sí mismo como representante de Cristo.

         Si queremos proclamar el nombre del Señor de un modo eficaz, dejémonos santificar por el Espíritu Santo, para que quienes nos traten, desde nosotros contemplen al mismo Cristo. Y mediante la fe, puedan ser elevados, junto con el Señor, a la gloria que él posee recibida del Padre.

José A. Martínez

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         Aunque Pablo parece que tiene la intención de viajar a Efeso (cuando quede libre de su 1º cautiverio en Roma), mientras tanto da consejos a Timoteo, el responsable de aquella comunidad. En el breve pasaje de hoy se apoya en 2 puntos de referencia teológicos: la Iglesia y el misterio de Cristo.

         La Iglesia es el 1º polo de ese misterio, el "templo de Dios", la "asamblea de Dios vivo" y la "columna y base de la verdad", como ya cantaba el salmo responsorial de hoy en el AT: "Doy gracias al Señor de todo corazón, en compañía de los rectos, en la asamblea".

         Y Jesucristo es el 2º polo de ese misterio, y el que da sentido a la evangelización y a la vida eclesial. Por tanto, y como recuerda hoy Pablo, "grande es el misterio que veneramos, que se manifestó como hombre, que se apareció y se proclamó a las naciones, y que fue exaltado a la gloria". Es como un credo breve que abarca el camino salvador de Jesús, desde su encarnación hasta su glorificación.

         Todos deberíamos cultivar este doble respeto: a la Iglesia y a Cristo. La Iglesia es sagrada, es edificio y asamblea de Dios (no nuestra), la depositaria de la verdad y de los mejores dones de Dios. Y sus ministros no son dueños de la gracia ni de la Palabra ni del pueblo de Dios, sino sus servidores.

         Por otra parte, todos somos signos y representantes de Cristo, que es el verdadero Maestro, Salvador y Guía. El biblista y compositor Deiss tomó este pasaje de Pablo para componer su hermoso himno cristológico: "Gloria y honor a ti, Señor Jesús, manifestado en la carne, santificado en el Espíritu, proclamado entre los paganos, exaltado en la gloria". Hoy es un buen día para cantarlo a pleno pulmón.

         Si esta doble relación (Iglesia y Cristo) estuviera más presente en nuestra sensibilidad, nuestro talante para con los demás sería seguramente más humilde y generoso, como el que quería Pablo de Timoteo.

José Aldazábal

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         San Pablo manifiesta en su carta de hoy a Timoteo cierta urgencia en mostrar o recordar, a su discípulo y amigo, que en la Iglesia hay que cuidar con esmero sumo la proclamación del gran misterio de nuestra fe: Cristo, Hijo de Dios.

         En efecto, tal como se recita en los himnos litúrgicos y en las confesiones de fe paulinas, él "se ha manifestado en la carne", por medio de su encarnación y vida histórica; él "fue justificado en el Espíritu", por la resurrección que le hizo triunfante de todo; él "fue proclamado por los gentiles", y acogido por cuantos acceden a la fe; él "fue levantado a la gloria", por la ascensión a la gloria del Padre.

         Reparemos en las 6 expresiones relativas a Cristo, que hoy Pablo proclama: manifestado en la carne, justificado en el Espíritu, visto por los ángeles, proclamado a los gentiles, creído en el mundo, levantado a la gloria. Cristo es todo para todos. Ninguna Iglesia será auténticamente cristiana si no asume esas verdades, si no las proclama, si no vive iluminada por ellas. Cristo es nuestra luz y guía.

Dominicos de Madrid

b) Lc 7, 31-35