30 de Junio

Viernes XII Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 30 junio 2023

a) Gén 17, 1.9-10.15-22

         Nos encontramos hoy ante uno de los capítulos más importantes de la tradición sacerdotal, elaborado a partir de las fuentes ya existentes (Gn 15 y 18) y de otros materiales de procedencia desconocida, y en torno a un sólo centro de gravedad: la circuncisión. Por eso, en el texto de hoy la tensión narrativa no existe, se van diluyendo las 5 alocuciones divinas e incluso Abraham se mantiene en una pasividad casi absoluta.

         De acuerdo con las preocupaciones cronológicas sacerdotales, se indica la edad del patriarca (99 años) al principio y al final del capítulo (vv.1.24). Desconocemos el sentido exacto del término El Saddai (nombre con que Dios se manifestó a los patriarcas, según la tradición sacerdotal), aunque bien pudiera ser el de "Dios de las montañas". Y viene a decir que la vida es tanto un camino como un movimiento, que Dios va exigiendo para el hombre. Luego caminar en presencia de Dios, o dedicar a Dios totalmente la existencia, ha de constituir la suprema aspiración de los justos y perfectos, como era el caso de Abraham.

         Ya antes, el mismo Génesis había hablado de modo semejante de Henoc y de Noé (Gn 5,22.24; 6,9). A continuación, Dios anuncia su compromiso con Abraham, en virtud del cual su descendencia será numerosa.

         Con el v. 3 comienza una nueva alocución divina, paralela a la anterior. Pero aquí surge una novedad: el cambio de nombre del patriarca. El término Abram significa etimológicamente "mi padre es elevado", mientras que la forma larga (Abraham) no es más que una variación dialectal, a la que la tradición sacerdotal ha otorgado un valor teológico: "padre de una multitud de pueblos".

         No hay que identificar a tales pueblos con las naciones vecinas de Israel, como los ismaelitas o los edomitas (Gn 25, 1). Sino que los forman todos aquellos pueblos que se incorporan a Abraham por la fe. El cambio de nombre, como en el caso de Jacob (Gn 32, 29) o el de Sara (que hoy pasa de llamarse Saray a llamarse Sara, lit. princesa), expresa que Dios se apropia de tales personas.

         El compromiso se mantendrá. Dios será el Dios de la descendencia de Abraham, y conseguirá que esta descendencia posea la tierra prometida (Canaán) mediante la apropiación, ya que todos ellos (los patriarcas y sus familias) son en ella intrusos y forasteros. La circuncisión se convierte en signo de la aceptación (por parte del hombre) de esta Alianza, y por eso se vincula tan íntimamente a la fe de Israel, sobre todo a partir del exilio (cuando nació la tradición sacerdotal).

         La realización de la circuncisión "aquel mismo día" manifiesta claramente la obediencia de Abraham. Un ejemplo que deben seguir todos aquellos que han recibido un nombre en el bautismo, un nombre nuevo que indica que en las fuentes del agua del bautismo han sido acogidos por el guía y cabeza de nuestra historia. A pesar de la importancia que se reconoce a Ismael, las promesas pasan por Isaac, el hijo de Sara.

Josep Mas

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         Dios dijo a Abraham, Dios le dijo también, Dios siguió diciendo, Abraham contestó, de nuevo dijo Dios. Solamente en esta página, Dios toma la palabra 5 veces. Y no se trata de palabras vagas, inútiles o en el aire, pues Dios habla con Abraham "en lo íntimo de su vida".

         El objeto de la conversación tiene que ver con la preocupación de Abraham de no tener un hijo. Con frecuencia quisiera yo también que rompieras tu silencio, Señor. Tengo la impresión de que te callas. Y me gustaría oír tu voz. Si te oigo tan pocas veces, ¿no será porque no sé interrogarte sobre lo que constituye "lo íntimo de mi vida"? Mis relaciones contigo no pueden quedar en vaguedades.

         Como sucedió con Abraham, mi vida debería ser la materia de nuestras conversaciones, entre tú y yo. ¿Cuál es mi preocupación, mi sufrimiento en este momento? ¿Qué responsabilidades tengo, qué proyectos? ¿Qué tengo que hacer hoy? Sobre todo esto te pido que me digas una palabra. ¿Qué piensas de todo ello?

         Pero si te oigo tan pocas veces, ¿no será, sobre todo, porque no quiero oír lo que tú dices? ¿O será quizá porque sólo quiero escuchar lo que me agrada? Hago oídos sordos cuando oigo palabras que no corresponden a mis deseos, y en lugar de decir sinceramente "hágase tu voluntad", siento la tentación de cambiar los papeles, diciendo "hágase mi voluntad".

         "Anda en mi presencia y sé perfecto". Se trata de la 1ª palabra de Dios sobre Abraham, y lo que también pide para mí: "Anda" (avanza, no seas pasivo, levántate, encárgate de tu vida") "en mi presencia" (estoy contigo, te ayudaré si tú empiezas la andadura) "y sé perfecto" (haz todo lo que puedas, progresa en todas tus empresas, ve más lejos, puedes hacerlo mejor todavía).

         "Observa mi alianza, y yo estableceré mi alianza contigo". Se trata de la 2ª palabra de Dios sobre Abraham, que también me pide a mí. En concreto: "Una Alianza" (un contrato, una promesa firme de la cual no puede retractarse cuando se es hombre de honor y se ha dado palabra) "entre tú y yo" (en una alianza de amor, como un desposorio, para lo mejor y para lo peor) "para sellar" (con un signo concreto, como signo de pertenencia y a través de la circuncisión).

         En el futuro, Dios volverá a hacer una Alianza con su pueblo en el Sinaí, en la sangre del cordero pascual. Y una Nueva Alianza en el sacrificio del Cordero verdadero (Jesucristo). Para poder vivir como aliados tuyos, Señor, no podemos apoyarnos en nuestras propias fuerzas. Todo se apoya en ti y en tu gracia.

Noel Quesson

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         La fe de Abraham, y su espera contra toda esperanza, está a punto de ser premiada. Pues Dios se le aparece de nuevo y renueva su promesa: "Sara, tu mujer, va a dar a luz". El relato de hoy, en el cap. 17, es distinto del que leíamos anteayer, en el cap. 15. Y si aquella versión era del redactor yahvista, el de hoy es del redactor sacerdotal. Se trata de 2 de las 3 escuelas que redactaron la Biblia (la elohísta, la yahvista y la sacerdotal), y que hoy día aparecen alternativamente en los diversos libros del AT.

         Los planes de Dios siguen adelante, aunque humanamente parezcan irrealizables. Ya se anuncia el nacimiento de Isaac, a pesar de la sonrisa incrédula de Abraham. Dios también se preocupa de Ismael, al que asegura gran descendencia: los ismaelitas, los árabes.

         El pacto de Dios con Abraham toma rasgos más concretos: "Camina en mi presencia, con lealtad". Y también aparece lo que después será el signo externo de la pertenencia a este pueblo, la circuncisión de los hijos varones. La circuncisión, que en diversas culturas obedece a razones higiénicas o de iniciación sexual, aquí tiene sentido religioso, como signo de pertenencia al pueblo de Dios y de la fidelidad a su alianza (un sentido que en el NT perderá su literalidad, para espiritualizarse).

         Nosotros debemos aprender de Abraham su fe en Dios, a saber oír su voz y seguir sus caminos, a pesar de no ver, de inmediato, las realidades que se prometen. Nosotros, que vivimos después de Cristo, tenemos muchos más motivos para creer en Dios y en su proyecto de un cielo nuevo y una tierra nueva, y esperar contra toda esperanza en el futuro de la Iglesia y el de la humanidad, a pesar de que las apariencias sean desalentadoras.

         Dios sigue adelante con sus planes, que son sorprendentes. No le podemos controlar, no podemos predecir su actuación. Cuando todo parece perdido, Dios suscita personas y movimientos que hacen avanzar sus proyectos de salvación. La fe en la fuerza de Dios hará que prosperen nuestros mejores planes: no la alianza con fuerzas humanas, que sólo nos conducen al fracaso.

         El salmo responsorial de hoy nos invita a aumentar esta confianza en Dios: "Dichoso el que teme al Señor y sigue sus caminos. Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor; que el Señor te bendiga desde Sión, todos los días de tu vida".

José Aldazábal

b) Mt 8, 1-4