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 Act: 03/06/24   @escritores de iglesia      E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A 

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA

resumido por

ESCUELA DE JÓVENES CRISTIANOS, FILIAL DE MERCABÁ

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Clemente de Alejandría (150-215) fue filósofo griego y el
principal impulsor de la escuela teológica de Alejandría.

Vida. Aunque Epifanio de Salamina afirma que Clemente nació en Alejandría (Panarion, XXXI, 6), la mayor parte de los autores se inclinan por Atenas como su ciudad de origen, tanto por el estilo literario como la filosofía de fondo.

Perteneciente a una familia pagana, recibió Clemente la clásica educación griega, según afirma Eusebio de Cesárea (Demostración Evangélica, II, II, 64), y el propio Clemente (Pedagogo, I,1). Durante su juventud realizó un largo viaje impulsado por el ansia de saber, y visitó Italia, Siria, Israel y Egipto.

Su conversión al cristianismo parece haber tenido lugar durante este viaje, iniciado quizás con esta preocupación, o por algunos de los maestros que durante este viaje escuchó, guardando para todos ellos un agradecido recuerdo (Stromata, I, 1).

Las enseñanzas de estos maestros, sin embargo, no lograron aquietar sus ansias de verdad absoluta, hasta que en Egipto confiesa que su inteligencia y corazón sí han logrado encontrar la quietud, decidiendo quedarse a vivir allí.

Clemente se acerca al cristianismo pidiéndole una visión más clara de Dios, al desistir encontrarla en la filosofía pagana. Al mismo tiempo, queda atraído por la pureza de la moral evangélica y por la armonía con que, a la luz de la fe, aparecen resueltos los problemas relativos al hombre y su destino.

Su llegada a Alejandría tuvo lugar hacia el 180, y allí se dedicó a la labor docente de filósofo, de la mano del por entonces maestro local Panteno. A la muerte de Panteno (ca. 200) pasó a dirigir la Escuela Catequética de Alejandría, de iniciativa privada. Y es posible que por estas fechas recibiese el sacerdocio (Pedagogo, I, 6). Entre sus alumnos tuvo a Alejandro de Jerusalén (su amigo y protector) y a Orígenes de Alejandría, al que puso al frente de la escuela.

Hacia el 203 abandona Alejandría (a causa de la persecución de Septimio Severo) y se retira a Capadocia. Eusebio (Historia Eclesiástica, VI, 11) recoge una carta de Alejandro, recomendando a Clemente como obispo para la Iglesia de Antioquía.

Obras. Eusebio habla de los 8 libros del Stromata (lit. Tapices) de Clemente como el compendio de sus enseñanzas filosóficas, así como de los numerosos libros del Hypotyposeis, hoy en día perdidos (Historia Eclesiástica, VI, 13).

Se le debe también una exhortación a los griegos o Protréptico, 3 libros del Pedagogo y otro titulado ¿Qué rico se salvará? (todos ellos conservados), así como varios tratados sobre la Pascua, el ayuno, la paciencia y la calumnia, y un libro titulado Canon Eclesiástico o Contra los Judaizantes, dedicado al obispo de Alejandría (todos ellos no conservados).

El Protréptico es una apología compuesta en 3 partes. En la 1ª ensalza a Cristo como "maestro del mundo nuevo" (al que hay que prestar atención), demuestra que es preexistente y causa de todas las cosas, y sostiene que ha decidido hacerse visible en el tiempo (con su vestidura de pedagogo) para educar a los hombres. En la 2ª ataca a la filosofía griega por no haber sabido determinar la esencia de Dios, aunque reconoce que algunos filósofos (Platón) han dicho muchas verdades con respecto a Dios. Y en la 3ª exalta la revelación del Logos y las admirables riquezas de la gracia divina.

El Pedagogo invita a los paganos a la conversión, y se dispone a introducirlos en la doctrina y vida de los cristianos. Pero recalca que los nuevos convertidos deben ser dóciles al divino pedagogo Jesucristo y convertirse en hombres nuevos, aprendiendo las nuevas formas de comportamiento moral. Pide a los nuevos cristianos que no renuncien a sus amigos de antes, pero que no se sumerjan en sus goces, para poder influirles con las manos limpias. Termina la obra con un himno de la Iglesia de Alejandría, y alude a una futura obra (El Maestro, no conservado) que explicaría el camino de la perfección cristiana, iniciada ya en el Pedagogo.

El Stromata es una miscelánea que va tratando las más diversas cuestiones, y de ahí su nombre (lit. tapices).

El libro I expone el derecho apostólico de predicar la verdad, por voluntad del mismo Cristo, desde la prudencia docente. Y desgrana la superioridad de la Revelación respecto a la cultura profana.

Los libros II-IV tratan de la fe y de las virtudes en su conjunto, como un edificio sólido y armónico al que no puede sobrepasar ningún otro sistema ético.

Los libros V-VI exponen los errores del pensamiento griego sobre la naturaleza divina.

El libro VII traza los rasgos que caracterizan la perfección cognoscitiva y moral del verdadero cristiano.

El libro VIII está formado por fragmentos y apuntes no desarrollados, que posiblemente harían de puente a la futura obra del Maestro.

¿Qué rico se salvará?, o Tratado de la Riqueza, es un breve tratado sobre el pasaje del joven rico, y demuestra que los ricos también pueden salvarse, ya que sólo son excluidos del Reino los pecadores. Las riquezas son, en sí mismas, indiferentes, y lo importante es su uso, así como el desprendimiento y la limosna.

Extractos de Teódoto es un florilegio de frases tomadas y comentadas por Clemente respecto al gnóstico Teódoto, perteneciente a la escuela de Valentín.

Églogas Proféticas es un pequeño conjunto de notas y pasajes de diversos autores, que Clemente fue recopilando para luego elaborar, con ellas, sus obras.

Hypotyposeis debió consistir en un conjunto de reflexiones y comentarios sobre pasajes escogidos de la Escritura, bastantes de los cuales escandalizaron a Focio (Biblioteca, 109) o fueron desgranados por Eusebio en su Historia Eclesiástica (libros I, II y VI). De las demás obras sólo se conservan fragmentos muy pequeños.

Doctrina. Clemente puede ser descrito como un "buscador de la verdad" (un intelectual) y un partidario de que el pecado es consecuencia de la ignorancia. No sólo conoce la Escritura y la casi totalidad de la literatura cristiana de su tiempo, sino que posee una vasta formación ateniense, como prueban las citas de más de 360 autores profanos que encontramos en sus obras.

Para Clemente el cristianismo viene a ser la aureola de todas las filosofías, el nuevo saber y la nueva cultura donde todas las demás encuentran su plenitud, unidad y limpieza de errores. Cristo aparece repetidamente como el definitivo pedagogo de la humanidad.

La visión de Clemente es unitaria y profundamente optimista, y muestra cómo Dios está detrás de la filosofía griega, de la ley judía y del fenómeno cristiano, al que se entregó sin reservas como plenitud de la verdad y camino de salvación.

A esta concepción optimista se unen su afán apostólico, su empeño en convertir a los paganos y su preocupación por educar. A pesar de sus tendencias intelectualistas, Clemente es ante todo y sobre todo un moralista, un pedagogo y un misionero.

El primitivo periodo teológico al que pertenece, y su debilidad por la alegoría y los símbolos, dan lugar a que en bastantes cuestiones sean de difícil comprensión, e impidan llegar a la exactitud de su pensamiento.

Antropología. Según Clemente, el hombre está creado a imagen y semejanza de Dios. Clemente concibe la semejanza como un ser misterioso y sobrenatural, como una unción de complacencia existente entre el alma humana y el Espíritu Santo (Stromata, IV, 18). Éste es el destino del hombre creado a imagen de Dios: realizar en sí mismo la semejanza divina. Clemente concibe la moral como una ascética, y un camino de ascensión cognoscitiva.

Filosofía. Clemente considera incluida dentro del único orden salvífico a la filosofía, que fue una preparación divina para que los paganos pudiesen recibir la sabiduría de Cristo. Por eso la llama diatheke, o "testamento otorgado por Dios a los gentiles" (Stromata, VI, 4).

Filosofía cristiana. Clemente distingue entre fe y gnosis, entre simples fieles y gnósticos perfectos. La fe es el comienzo elemental, o principio dinámico para la vida eterna. Por su parte, la gnosis es un conocimiento racional, y está llamado a ilustrar la fe (Stromata, VI, 14). Fe y gnosis no se contraponen, sino que se complementan.

La gnosis clementina no está constituida por tradiciones y especulaciones esotéricas (como la gnosis herética), sino como la ciencia de las Escrituras, una elaboración científica filosófica y una búsqueda racional de la perfección moral. En definitiva, como el desarrollo vital de una fe firmemente vivida, encaminada a la contemplación pasiva y a la caridad activa.

En efecto, el filósofo ha de llegar a la verdadera apatheia o impasibilidad (Stromata, IV, 6), entendida ésta como libertad de espíritu, confianza en el Creador, y dominio sereno de las pasiones, y no como insensibilidad pagana. Es decir, a la unión amorosa con Dios (Stromata, VI, 9).

El filósofo ha de ser, pues, simultáneamente mundano y supramundano (kosmikós e hyperkosmikós), lo suficientemente sobrio y lo necesariamente social (Stromata, VII, 7). Aunque la verdadera y definitiva patria sea el cielo, el quehacer terreno ha de ser considerado como la principal tarea impuesta por Dios (Stromata, VII, 7-8).

Escritura. Según Clemente, el AT y el NT guardan entre sí una estrecha unidad, pues ambos son obra de Dios por medio del Hijo (Stromata, XI, 6) y de inspiración divina (Protréptico, IX). Así, mientras los sabios paganos escriben bajo el influjo de la luz natural, los hagiógrafos están bajo la influencia divina, y son los órganos de la voz divina (Stromata, VI, 18). De ahí que la certidumbre aportada por la Escritura sea superior a toda otra certidumbre humana (Stromata, XI, 4).

Dios Uno. Según Clemente, Dios es inexpresable, y está por encima de todo nombre y de todo concepto humano. De ahí que el uso de la analogía y de los símbolos esté justificado, precisamente por este carácter absolutamente trascendental de la divinidad (Stromata, V, 11).

Sin embargo, en todas las inteligencias humanas, sobre todo en las de los sabios, actúa una oculta fuerza divina que impulsa al descubrimiento de un Dios único, no engendrado e inmortal (Protréptico, VI). Es más, en todos los pueblos ha existido la intuición del Ser Supremo, aunque su conocimiento haya sido incompleto y aproximativo (Protréptico, IX).

Clemente afirma así no sólo la existencia de un único Dios, sino algunos de sus atributos, los cuales pueden conocerse a través de las criaturas. Especialmente relevantes son sus atributos de justicia y bondad, sin separarse el uno del otro. Es decir, Dios es al mismo tiempo bueno y justo (Pedagogo, I, 9), saliendo así al paso de la herejía de Marción (que tenía por inconciliables bondad y justicia, e introducía un dualismo entre el Dios del AT y el del NT.

Dios Trino. Clemente invoca expresamente a la Trinidad (Stromata, V, 14), considera al Verbo como verdaderamente Dios (Protréptico, X) y concibe su generación como anarchos (es decir, eterna y sin comienzo; Stromata, VII, 2).

Todo ha sido creado por Dios a través del Logos, imagen viva del Padre e Hijo de Dios. Y a ese mismo Logos es atribuida la actividad providencial sobre todo el mundo, ejercida ya desde el ministerio de los ángeles. El mundo ha recibido la revelación natural y la sobrenatural por medio del Logos, y sólo el Hijo (cf. Miq 11,27) conoce al Padre y a él pertenece revelarlo (Protréptico, VI).

Así, el Logos se halla extendido en todo el universo, y de su luz participan todas las inteligencias. El Espíritu Santo aparece asociado al Padre y al Hijo, y recibe la misma veneración (Pedagogo, I, 6).

Cristología. En cuanto a la encarnación, Clemente afirma que el Verbo se hizo carne para librarnos de nuestros pecados (Protréptico, IX), de una carne sensible tomada del seno de María y, por tanto, sujeta a la muerte (Stromata, VI, 15).

Algunas afirmaciones un tanto inexactas en torno a la naturaleza del cuerpo de Cristo, como que se mantenía por una fuerza superior, independientemente de todo alimento (Stromata, VI, 9), hacen pensar que, si bien no se le puede calificar como doceta, rozó peligrosamente el docetismo.

Soteriología. Según Clemente, la sangre de Cristo tiene auténtico valor redentor, pues es ella la que interpela por nosotros (Pedagogo, I, 6). De ahí que ser cristiano equivalga a nacer de nuevo, y ser engendrados en el dolor de Cristo (Pedagogo, I, 6).

Por otra parte, Clemente tiene un gran cariño por el concepto "economía de la salvación", entendido éste como la coherente y paulatina intervención de Dios en la historia, a la hora de salvar y educar a los hombres. Existe así, por tanto, un solo orden salvífico, que Dios ha ido manifestando progresivamente.

Ver aquí su Strómata (, , , , , , y ), Pedagogo (, y ), Protéptico (), Teódoto (), Églogas () y tratado sobre la Riqueza ().
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cf. MATEO, L.F; "Clemente Alejandrino", en Gran Enciclopedia, ed. Rialp, Madrid 1991.

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Molina de Segura, 3 de Junio de 2024