ERASMO
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Alicante, 1 julio 2020
Antonio Carrasco, catedrático de Filosofía

            Nació en 1466 en Rotterdam (Holanda) bajo nombre de Geert Geertsen, de un padre que era sacerdote y de una madre que pertenecía a la burguesía. De 1478 a 1483 estudió en la Escuela Saint Lebwin de Deventer, bajo la dirección de Alexander Hegius.

            Allí recibió su 1ª formación humanista, y poco después entró en contacto con la devotio moderna de los Países Bajos, un movimiento religioso que recomendaba la imitación de Cristo, la oración personal y el estudio de la Escritura, y cuyos principales representantes fueron Groote, Radewijns y Kempis.

            Ingresó en la Orden de San Agustín y fue ordenado sacerdote en 1492, aunque nunca dijo misa por escrúpulos morales, y se limitó a trabajar como secretario del arzobispo de Cambrai.

a) Vida

            Pocos años después de su su ordenación, marchó Erasmo a Francia, completando su formación en la universidad de París y perfeccionando su conocimiento de los clásicos, así como ejerciendo de profesor durante unos años.

            Tras frecuentar los círculos parisinos de la cultura, Erasmo comenzó una larga serie de viajes. En 1º lugar marchó a Inglaterra, donde trabajó desde 1499 como profesor en la universidad de Cambridge. Bajo la influencia de John Colet, empezó a interesarse por los problemas de la teología, y en 1500 publicó sus Adagios, una colección de 800 proverbios clásicos que le dio enorme popularidad[1].

            En 1506 se trasladó a vivir a Italia, pasando la mayor parte del tiempo en Venecia y trabajando para el editor Manutius, inventor del libro de bolsillo. Allí entró en contacto con los renacentistas italianos, conociendo de 1ª mano los avances de Florencia y Milán en el campo de la cultura.

            En 1509 volvió a Inglaterra y vivió bajo la hospitalidad de Tomás Moro, a quien dedicó su Elogio de la Locura de 1511 y con quien, posiblemente, sentó las bases del humanismo.

            En 1514 vuelve al continente y empieza a moverse por Lovaina, Friburgo y resto de Alemania, realizando viajes fundamentalmente por motivos editoriales. Hasta que encontró al editor que buscaba (Johan Froben) y decidió retirarse ya de la vida pública, recluyéndose en las montañas de Suiza y su ciudad de Basilea.

            La búsqueda de nuevas fuentes bibliográficas, y sus obligaciones editoriales, convirtieron a Erasmo en un viajero infatigable a través de la Europa culta, desarrollando una tupida red de contactos y amigos, una comunidad de pensadores y una singular república de las letras, cosmopolita y abierta a la libertad de pensamiento y publicación.

            A lo largo estos viajes, llegó a escribir Erasmo más de 20.000 cartas, de las que se conservan unas 3.000. En ellas se dirigió a los humanistas, a los poderosos y a los comerciantes, llegando a escribir a veces más de 40 cartas en un solo día. En todos los lugares que visitaba fue recibido y tratado Erasmo como un maestro, y fue admirado por su conocimiento del latín y de los escritores clásicos, así como por su humanidad.

b) Obra

            La obra de Erasmo fue abundante y diversa, y sentó las bases de su filosofía humanista, tanto a nivel filosófico como moral. Una obra humanista en la que el holandés trató de responder a las grandes cuestiones referidas al hombre moderno.

            La obra filológica ocupó a Erasmo la mayor parte de sus esfuerzos, recopilando textos antiguos (de Plauto Séneca, Platón, Plutarco, Pausanias...) y comentándolos (con miles de citas clásicas, como en sus Adagios) para:

-uso de los escolares, en latín, como se ve en sus Coloquios,
-su difusión editorial, traducidos del griego, en los casos de Eurípides, Píndaro...

            Y junto a su obra filológica, estuvo su obra moral, fustigando los vicios y la ignorancia en su Elogio de la Locura, aconsejando a los príncipes (en su Educación de los Príncipes) y a los esposos (en su Encomiable Matrimonio), así como denunciando el egoísmo, el orgullo y la agresividad. Una moral que Erasmo consideró inseparable de la herencia cristiana, como dejó demostrado en su Caballero Cristiano y Libre Arbitrio.

c) Humanismo

            Erasmo propuso un mensaje humanista opuesto al de Maquiavelo (conflictivo) y Lutero (derrotista), con fuerte confianza en las posibilidades del hombre y en sus cualidades de concordia y optimismo, sin renunciar tampoco a su propio acento crítico personal.

            Por otro lado, y ante las numerosas guerras de religión existentes[2] y sus consecuencias desastrosas, Erasmo defendió la vida pacífica social, como hábitat en que el hombre pudiera vivir en confianza y paz, partiendo de la tolerancia y apostando por la paz por encima de cualquier otra consideración. Para ello, no cesó de convencer a todo el mundo mediante sus cartas y libros, insistiendo en que la actitud bélica no llevaba a ninguna parte. 

            Erasmo se definió a sí mismo como ciudadano del universo, rehuyendo todo compromiso partidista o nacionalista y buscando solamente los espacios comunes para la cultura, en los que ésta pudiese florecer en libertad. Así, no dudó en inventar una imaginaria República de las Letras, en la que todos sus ciudadanos se sintiesen identificados en torno al mundo cultural. Como él mismo dijo:

“Cada uno puede tener su propia patria, pero en el mundo de las letras Roma es la patria común de todos nosotros, nuestra ciudadela y nuestra garantía. Se trata de la República de las Letras, que no tiene fronteras, ni gobierno, ni jerarquía”.

            La popularidad intelectual de Erasmo adquirió pronto colosales proporciones entre los gobernantes, académicos y editores de toda Europa, que trataron continuamente de atraerle con invitaciones y ofertas de trabajo. Todos procuraban ganarse su amistad, y empezaron a llamarlo “el príncipe de las letras”. No obstante, Erasmo se declaró siempre a sí mismo como:

-defensor del latín, la lengua internacional de su tiempo,
-reformador de las tradiciones cristianas, en busca de un cristianismo esencial y más directo con Dios,
-renovador de los sistemas de enseñanza, mediante la publicación de gramáticas y tratados escolares, todos ellos más pedagógicos,
-universalizador del saber, a través de su trilingüe colegio de Lovaina y la creación de nuevas escuelas y centros culturales por toda Europa.

            En cuanto al humanismo cristiano, que Erasmo nunca olvidó, la función principal de la jerarquía eclesial debía ser, a juicio del holandés, la evangelización de los pueblos, sin tener para ello que estructurarse en forma de estado. Su actitud le aportó numerosas críticas por parte de los teólogos oficiales, aunque Erasmo no dudó nunca en su fidelidad a la Iglesia Católica, rechazando las continuas ofertas de la Reforma Protestante[3] y aludiendo a la necesidad de reavivar las raíces cristianas:

“De todas las regiones del universo recibo diariamente el agradecimiento de aquellos que me aseguran que mis obras, independientemente de sus méritos, les han animado a reafirmar su buena voluntad y a iniciar el estudio de los textos sagrados y humanos”.

d) Ética

            Erasmo ejerció una gran influencia intelectual en toda Europa, sobre todo por su labor filológica y pedagógico-cultural, en la que era maestro indiscutible. Pero también ejerció una gran atracción moral, sobre todo porque el holandés planteaba la renovación del cristianismo. Y eso ayudó a regenerar moralmente Europa.

            El punto de partida ético de Erasmo fue la toma de conciencia sobre las corrupciones acumuladas durante siglos por la Iglesia, y la necesidad de volver a la pureza primitiva. Pero para ello es necesario fustigar el freno que podría bloquearla:

-la ignorancia,
-las prácticas superficiales, o supersticiosas,
-las discusiones artificiosas, de los decadentes teólogos escolásticos.

            En 2º lugar, el de Rotterdam propuso el uso de la capacidad racional del hombre para volver a instruir su conciencia (acudiendo a las fuentes perdidas), así como la práctica de las virtudes naturales para ejercitar esa nueva conciencia (mediante el novum instrumentum, que bien podía ser el NT).

            Por último, y con la idea de reforzar esa nueva conciencia, Erasmo se planteó reforzar la formación ética inicial mediante su Enchiridion de 1504, un manual de caballerosidad y cristiandad, con todo un elenco completo de educación moral y recomendaciones prácticas para la vida, sin ningún tipo de cuestión dogmática de por medio.

e) Política

            El pensamiento político ocupó un lugar secundario en la producción erasmiana, pero fue desarrollado por la implicación que podía tener en los planteamientos de la ética humanista. En otras palabras, Erasmo pretendió la moralización de la vida política, o que la política quedara subordinada a la ética.

            Personaliza Erasmo la política en la figura del príncipe, centrando su reflexión en la formación de los políticos y en el ejercicio del poder, dentro de unos límites definidos y desde una perspectiva radicalmente diferente a la que estaba trazando en Italia Maquiavelo. El príncipe ha de ser, por tanto, un buen príncipe, y el evangelio puede ser una buena guía para su ejemplaridad humana y política gubernamental.

            Las reflexiones de Erasmo sobre el gobierno y la política van salpicando gran parte de las obras de Erasmo, con sus análisis sobre el Panegírico, Tiranicidio, Antipolemos, Exclusus et Coeli, Dulce et Bellum Inexpertis, Querela Pacis, Familiarium Colloquiorum... No obstante, la principales obras que recogen íntegro el pensamiento político de Erasmo fueron su Quejas de la Paz y Formación del Príncipe Cristiano (dedicada al emperador Carlos V de Alemania).

El poder

            Respecto a la legitimidad del poder, Erasmo sigue las doctrinas tradicionales. Y frente a la tesis luterana del origen divino del poder, Erasmo sostiene la tesis ciceroniana del origen natural de la sociedad y del poder, siendo éste un medio del que se vale la sociedad para conseguir el bien público. Así, es justo y legítimo el poder que busca el bien público (del rey) e injusto el que no lo hace así (del tirano).

            En cuanto a la organización del poder, Erasmo mantiene la preferencia escolástica por la monarquía moderada. En su Scarabeus, explica que todo gobernante ha de contar en su gobierno con órganos que puedan contribuir a incrementar su sabiduría: los consejos o ministerios, para cuyo correcto funcionamiento es necesaria la completa libertad de expresión de sus integrantes.

El gobernante

            Erasmo resalta la importancia de la cuna del príncipe, como mejor lugar para comenzar a formarlo mejor. Por ello, considera muy importante la figura del preceptor, como persona capacitada para:

-seleccionar a los amigos del príncipe,
-corregir sus vicios e inculcarle las “pasiones” nobles,
-hacer un uso especial de los textos literarios pedagógicos, como las fábulas,
-evitar las lecturas violentas o conflictivas, que puedan despertar la animosidad guerrera del futuro gobernante.

            En definitiva, Erasmo pretendió convertir al gobernante en el filósofo planteado por Platón, pero cambiando:

-el concepto de verdadera sabiduría (platónica), por el de ética auténtica (cristiana),
-la metodología retórica y técnica (clásica), por la pedagógica y espiritual (evangélica).

            Se trata de una educación del príncipe que no termina cuando accede al trono. Para la cual, el de Rotterdam ofrece una serie de recomendaciones, tales como:

-evitar a los aduladores,
-conseguir el afecto de los súbditos,
-seleccionar adecuadamente a los funcionarios.

            Erasmo insiste en las obligaciones que el gobernante debe asumir en el ejercicio de su poder, tomándose en serio las obligaciones del cargo y actuando como tal en los campos de:

-política económica, fomentando las obras públicas y la promoción de la agricultura,
-política educativa, extendiendo universalmente la educación a toda la población.

Defensa de la paz

            Sobre política exterior, las reflexiones de Erasmo se centran en el tema de la guerra y la paz, en su decidido intento pacifista por poner fin a a la guerra europea de su tiempo.

            Parte Erasmo del hecho de que la guerra es esencialmente antihumana, al poner en entredicho los 3 elementos básicamente humanos:

-la naturaleza, que se rige por el principio de armonía vital,
-la razón, que le privilegia respecto al resto de criaturas, y le lleva a vivir en sociedad,
-la gracia espiritual, que exige el amor hacia el prójimo.

            No obstante, constata Erasmo que no hay paz ni entre los estados[4] ni entre la cristiandad[5], mientras los enemigos e infieles[6] se aprovechan de esta debilidad. Y pone la causa de todo ello no en el ambiente exterior, sino en la realidad interior: las pasiones del hombre, especialmente de los poderosos y de las masas.

            La guerra es, por tanto, irracional, y su fin es siempre inútil. Y eso debe ser arrancado de su raíz, que según Erasmo está en el afán de los monarcas por extender sus dominios. Pues la grandeza de un reino no se mide por su extensión, aclara el holandés, sino por su prosperidad. Así como nunca serán vencidos los enemigos por las armas, sino por la pluma (de los eruditos) y el ejemplo (de los cristianos).

            Pero la reflexión de Erasmo no se queda en la moralina política, sino que trata de anticiparse a los tiempos y propone para ello medios concretos, con la idea de instaurar una sociedad moderna. Tales medidas serían:

-la fijación de fronteras estables, mediante acuerdos entre cada reino vecino,
-la corrección de la declaración de guerra, cuya competencia debería estar ya en manos de la totalidad de la nación, y no en las del gobernante,
-la supresión de los antagonismos nacionales, mediante una correcta formación sobre la historia de cada pueblo,
-la implantación de un arbitraje internacional, que diplomáticamente solucione los conflictos.

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  Act: 01/07/20       @fichas de filosofía            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A  

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[1] Con más de 120 ediciones impresas a inicios del s. XVI. No obstante, con el paso de los años introdujo ERASMO nuevos proverbios (hasta 4.250 en 1508) a su Adagios, incrementando su extensión y profundidad de comentarios, de forma que acabó convirtiéndose en una obra de consulta a lo largo de todo el s. XVI, en toda Europa.

[2] Como los enfrentamientos entre FRANCISCO I DE FRANCIA y CARLOS I DE ESPAÑA, o las invasiones turcas a la Corte de Viena.

[3] Sobre todo las ofertas que le dirigió el propio LUTERO, con el que ERASMO comenzó teniendo buena sintonía pero acabó rompiendo de forma radical, tras los años en que se mantuvo neutral en la disputa que Lutero mantuvo con la Santa Sede. Pues Erasmo defendía la capacidad humana para redimirse por las buenas obras (en su Libre Arbitrio de 1524), mientras que Lutero defendía ferozmente esa incapacidad humana (en su Servil Arbitrio de 1525).

[4] Pues los príncipes de los distintos estados se hacen la guerra, e incluso hacia la facción contraria dentro de cada estado.

[5] Como se ve en:

-los sabios, que disputan entre sí con ferocidad,
-los monjes, que rivalizan entre sus distintas órdenes religiosas.

[6] Aludiendo a los turcos, que ante la división cristiana (entre católicos y protestantes) se plantaron a las puertas de Viena (poniendo en jaque a toda Europa).