E.P: ¿En qué ha consistido su investigación?

            Ha tenido que ver con la involucración de la oferta y demanda en los mercados de bienes y servicios no duraderos.

E.P: ¿La podría explicar?

            Observando los resultados del mercado, me percaté de que hay una serie de características y diferencias críticas que no suceden antes, y son irrepetibles. Al principio no entendía las diferencias entre las cosas que podían revenderse y las que no, pero al aplicar una serie de criterios comprobé que los mercados de artículos no comercializables, desde el principio, funcionaron sorprendentemente bien, en comparación con el resto de artículos comercializables.

E.P: ¿De dónde le vino la idea?

            En el pasado se enseñaba y se creía que si la gente no tenía información completa, los mercados no convergerían hacia el resultado competitivo. Generaciones de economistas crecieron creyendo esto, y eso me pareció muy inquietante. No había nada malo en las matemáticas, pero lo que sí sentí que era estrecho fue el pensamiento latente.

E.P: ¿Y surtió efecto?

            Piénselo: personas con información completamente privada, que no sabían nada sobre las condiciones generales de oferta y demanda del mercado, encontraron el equilibrio previsto en cada uno de sus mercados, mediante la adaptación de prueba y error. Por supuesto, hubo personas que se siguieron engañando pensando que podrían gestionar los mercados mejor que las fuerzas del mercado. Y las hay que siguen intentándolo, pero eso no es sostenible. Eso fue lo que me hizo darme cuenta de que muchas de las cosas básicas, que creíamos sobre la economía, estaban equivocadas.

E.P: Mirando hacia atrás, ¿suelen lograr algo los experimentos económicos?

            Logran la eficacia, y unos resultados mucho mejores de los que nadie esperaba.

E.P: ¿Cómo funciona el mundo de los mercados?

            Hay dos tipos de mercados diferentes. El primero es el mercado donde se compra para consumir, con intercambios que son definitivos. En este tipo de mercado, la gente no compra hamburguesas o cortes de pelo para revenderlos o almacenarlos. La mayor parte de la economía, más de 2/3 del PIB, se compone de este tipo de bienes y servicios no duraderos, como hamburguesas, cortes de pelo y habitaciones de hotel.

E.P: ¿Y el segundo?

            El segundo es el de los bienes duraderos, como casas o artículos intermedios, y es mucho más complejo porque utiliza valores. En el caso de los bienes que pueden revenderse, existe una tensión entre el valor de uso y el valor de reventa. Las casas, por ejemplo, duran mucho tiempo, y se suelen comprar con dinero ajeno. Esto prepara el terreno para las burbujas, y para una divergencia entre el valor de uso y el valor de reventa. Si la divergencia no es sostenible, se trata de compensar a largo plazo a través del flujo del dinero hipotecario.

E.P: ¿Podría la economía actual beneficiarse de una desregulación masiva?

            Ese movimiento tiene un impacto directo en la economía experimental, y viceversa. Durante la presidencia de Carter, por ejemplo, la Junta de Aeronáutica Civil tomó medidas para desregular las aerolíneas, para que éstas tuvieran más libertad a la hora de fijar los precios y elegir sus rutas.

            Se propuso intercambiar los derechos de aerolíneas y aeropuertos mediante un procedimiento de subasta combinatoria, y el experimento provocó colateralmente la necesidad tecnológica de las pistas y un cronograma de rutas, de forma satisfactoria para todos.

E.P: ¿Ha sido esa la línea seguida por los Estados Unidos?

            Los eventos nunca pueden ser anticipados, pero en la década de 1980 sí que se continuó con esta reveladora experiencia, desarrollando aplicaciones de mercado inteligentes para gasoductos y energía eléctrica. Los experimentos en gasoductos condujeron a una liberalización del gas por parte de la administración Reagan, y los experimentos en electricidad nos llevó a involucrarnos en la liberalización de la energía eléctrica en Nueva Zelanda y Australia, en los años 1990.

E.P: Es decir, que el resto del mundo hizo lo mismo.

            Especialmente en el ámbito de la energía eléctrica, porque la gente no creía que una industria tan particular pudiera organizarse en torno a los mercados.

            Fuera de Estados Unidos, los sistemas energéticos estaban dominados por la propiedad gubernamental, y su pobre desempeño estaba desafiando la estructura, por ineficientes y no rentables. Thatcher vendió la desnacionalización con el argumento de que eso ayudaría al Tesoro británico, y entonces hubo una tendencia hacia la privatización en numerosos países. Incluso cuando muchos de los activos seguían siendo de propiedad pública, tenían que sobrevivir utilizando lo que ganaban en el mercado. Esa fue la nueva disciplina para la industria energética mundial.

E.P: ¿Y en el resto de sectores?

            En Estados Unidos se necesita urgentemente una mayor desregulación, para que los estados puedan abrirse y ser competitivos a nivel mayorista. De momento, sólo Texas ha tomado medidas para desregular el sector minorista local, abriéndolo a la entrada y la competencia. Cuando alguien alquila un automóvil, no está obligado a comprar el combustible a la empresa de alquiler de coches.

E.P: Explíquese.

            El alquiler del coche y la gasolina no tienen por qué ser ventas vinculadas, pero esto sí que sucede desgraciadamente en la regulación estatal de la energía, los precios de la energía y el alquiler del capital de ventas. En el caso del gas natural hay que comprarlo a la empresa a la que se alquilan las tuberías locales, y no a uno de los muchos proveedores competidores del gas natural. Esto son los males del capitalismo, así como es falso que esta práctica incentive a las empresas reguladas.

E.P: Hay muchos colegas suyos que critican el impacto que la religión ha tenido en todas las formas de investigación económica.

            Sí, es una actitud muy popular, que por sí sola debería hacer reflexionar a cualquiera. Muchos de ellos argumentan que la religión ha impedido en ocasiones el descubrimiento y el progreso científico.

E.P: ¿Es eso así?

            Las creencias, tanto religiosas como no religiosas, a menudo obstaculizan lo nuevo. Se ha producido algún avance en este sentido, pero el principio sigue siendo el mismo.

E.P: ¿Y en el campo científico?

            La ciencia trata de encontrar los componentes básicos y definitivos de la materia, la vida y la energía. No obstante, lo que la ciencia ha descubierto hasta ahora es que, en el origen de todos ellos, no hay nada de material. Los constituyentes últimos se comportan a veces como partículas y a veces como ondas, y por eso la ciencia los han modelado con ecuaciones de ondas y otras fórmulas matemáticas. Quizás quieras preguntar cuál de este constituyente ha sido observado, pero la respuesta es siempre la misma: ninguna de estas cosas es directamente observable. Nada. La realidad subyacente es mística, o por lo menos no material.

E.P: ¿Y eso?

            Robert Millikan estaba en el departamento de física cuando yo estudiaba en Cal Tech. Había ganado el Premio Nobel por medir la carga del electrón, pero en realidad lo que había hecho era inferir la carga del electrón. En concreto, cargó una gota de aceite y observó cómo caía su velocidad bajo la fuerza de la gravedad, entre dos placas electrostáticas. Así midió la velocidad, con el campo electrostático apagado y luego nuevamente con él encendido.

            En definitiva, las ecuaciones de movimiento permiten calcular cuál debe ser la carga del electrón, o si el cambio en su velocidad viene dado por el cambio medido cuando el campo está apagado o encendido. Pero todos ellos son productos invisibles, e intangibles de la mente. El electrón se conoce por su teoría y por sus efectos medidos. De ahí se infiere su existencia, y se infiere su carga indirectamente mediante un razonamiento mental. Pero es invisible.

E.P: Entonces, ¿cómo se observa la evidencia, de cosas que no se pueden ver?

            Exactamente, ¡así es! Las observaciones son indirectas. Hace años me di cuenta de que en Hebreos 11,1 uno encuentra sabiduría tanto para la ciencia como para la religión: "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve". En ciencia, uno debe tener fe en la credibilidad, en el valor de verdad de su teoría. ¿De dónde viene eso? No sabes que es verdad, pero su coherencia puede darte una idea de lo que en realidad no puedes ver. Más adelante encuentras algún evento controlado que puedes predecir a partir de esa teoría, y entonces puedes diseñar un experimento.

            Todos los experimentos tienen que ver con campos electrostáticos, placas fotográficas, cables, transformadores y baterías, etc. Pero en todos ellos obtienes la evidencia de cosas que no se ven. ¿En qué se diferencia eso de lo que sucede en la religión? La ciencia es un proceso para aprender a saber cómo funcionan las cosas, pero no te dice nada sobre el significado ni el propósito. Yo observo todo esto y veo mucha convergencia entre religión y ciencia.

E.P: Decía el reverendo Billy Graham “nunca he visto el viento, pero he visto sus efectos”. ¿Estaba el padre Graham en lo cierto?

            Creo que es una muy buena metáfora de lo que estamos hablando. La ciencia moderna es capaz de diseñar instrumentos que puedan demostrar que las moléculas de aire se están moviendo, y eso es lo que llamamos viento. Billy Graham fue un gran estadounidense, con un poderoso mensaje para la vida.

E.P: ¿Y lo que decía Richard Dawkins?

            Creo que la realidad y su reconocimiento se ganarán nuestra lealtad si mantenemos nuestras mentes y corazones abiertos. ¿Cuánto tiempo podrá Richard Dawkins seguir diciendo: “Todo está en mi cerebro material”? Porque para ello tendría que decirme primero qué es ese cerebro material que cree que le da tanta comprensión.

            Dawkins afirma saber cosas que no puede demostrar, y por eso yo le diría: “Espera un minuto. No, no te dejes engañar por el idioma. ¿Qué explica esa explicación? ¿Dónde está el significado más profundo?". Los argumentos superficiales son bagatelas que nunca desviarán a los cristianos de su creencia: "Conoceréis la verdad y la verdad os hará libres". Eso incluye tanto la verdad religiosa como la científica.

E.P: ¿Cuál sería un argumento más profundo?

            El científico tiene que preguntarse el “por qué”, como el niño. Lo recuerdo más recientemente cuando mi hijo menor me atrapó y me preguntó: "Papá, ¿por qué?" Yo dije: “Bueno, así es cómo funcionan las cosas". Entonces el niño me dijo: “¿Pero por qué? ¿Porqué es así?". Ésta es la forma de buscar y encontrar lo más fundamental, con pocas preguntas pero con la capacidad de llevarte al límite exterior del conocimiento. Con preguntas que te pongan contra la pared y no sepas por donde escapar, porque nuestro conocimiento es muy limitado e incompleto.

E.P: Los escolásticos medievales querían comprender el mundo para comprender mejor la mente del Creador. ¿Qué le parece?

            Me parece que la ciencia y la religión están llamadas a converger. Creo que es bastante elocuente que el cosmólogo del Big Bang fuera un sacerdote católico, aparte de matemático y físico bastante destacado. Se tomó en serio la teoría general de Einstein, y por eso en 1927 ideó y demostró la Teoría del Big Bang, dos años antes de que Eddington pudiera demostrar que el universo se estaba expandiendo, como origen o área donde comenzó todo.

E.P: ¿Puede ayudar, entonces, la teología a la ciencia?

            La religión, como la ciencia, tiene que ver con realidades invisibles. Y la teología en religión es análoga a la teoría en la física.

E.P: Entonces, ¿puede ser paralela la investigación científica a la teológica?

            Sí, e incluso en economía experimental. De hecho, ¿qué es lo que estamos buscando, realmente? En esta búsqueda se necesitan personas que tengan las mentes abiertas, y que a través de los experimentos sepan tomar las decisiones adecuadas. De esta manera podremos perfeccionar nuestros modelos, y explicar mejor las cosas, sobre todo las realidades invisibles. Eso es lo que hace la ciencia, lo que hizo Millikan y lo que hacen los teólogos: estudiar la sustancia de las cosas medibles, y buscar la evidencia de las cosas que no se ven.

E.P: En su conferencia de Acton se refirió Ud. a su propio “renacimiento y bautismo”. ¿Podría describir eso?

            En la década de 1930 yo estuve influido por completo en la interpretación materialista-agnóstica que predominaba en ese momento. Por su parte, mi madre y su padre se habían sentido atraídos por el unitarismo, buscando reformular sus creencias religiosas para incorporar las perspectivas de la ciencia. Mi proceso de conversión al cristianismo fue lento y gradual, pero tuvo un punto de inflexión cuando leí el Jesús, hijo del Hombre de ese poeta libanés tan maravillosamente sensible llamado Kahlil Gibran.

            La combinación adecuada de escritos sagrados, seculares y místicos, fue para mí, en esa etapa particular de mi búsqueda de comprensión, muy significativa. Aprendí a leer y apreciar las Escrituras, en las que nunca me habían educado, y adquirí el sentido de lo espiritual. Jesucristo fue también humano, y eso significa que lo humano es imagen de Dios. Quizás todos los caminos conduzcan a Dios. Espero que esto mismo pueda descubrir algún día Richard Dawkins, un hombre muy inteligente.

 

* Vernon Lomax Smith (Kansas 1927) es doctor en Ingeniería Eléctrica por la Universidad de California y doctor en Economía Aplicada por la Universidad de Harvard, así como miembro de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos, la American Economic Review y la Asociación Científica Estadounidense, recibiendo en 2002 el Premio Nobel en Economía por su Economía del Comportamiento. Testigo en su infancia de la Gran Depresión de los años 30, y dispuesto a que tal crack mundial no se volviese a repetir, comenzó a aplicar Smith sus conocimientos científicos en Ingeniería al campo de la economía a partir de 1955, variando ciertos parámetros institucionales en el campo de la microeconomía y elaborando su Diseño de Mecanismos a base de elegir (y no heredar) y el interés (más que el resultado), dotando al elector interesado de la información privada necesaria (sobre todo logarítmica). En los años 50 se casó con la profesora Candace, desde entonces vive en Colorado Springs y entre ambos han tenido 4 hijos, así como ayudado a numerosas familias necesitadas a través de sus Business of Life.