El hombre, dotado con una vocación excepcional

Zamora, 24 enero 2022
Antonio Fernández, licenciado en Sociología

         Miles de millones de años atrás, una ínfima parte de polvo cósmico ya tenía vocación de excepcionalidad. Contaba para ello con una misteriosísima potencialidad, con una secreta e irrenunciable tendencia a la unión y con todo el tiempo necesario para cobrar la pertinente forma de un excepcional poder hacer. ¿La meta? Ocupar un lugar de responsabilidad, en la armonía del universo.

         Pero si eso es así, ¿por qué dudar que el origen y vocación de esa peculiar parte de polvo cósmico responde a un fantástico Plan de Cosmogénesis, concebido y animado por el Autor de todo lo existente?

         La realidad actual no sería tal cual es sin un complejo proceso de progresiva unión entre lo afín, o sin un empeño por ser más desde la solidaridad. Esto de la solidaridad es un fenómeno que sufre infinitos altibajos en la marcha de la historia, y tal vez en la necesaria sintonía de los elementos materiales. En efecto, las partículas elementales cobran realidad más compleja cuando casan sus respectivas afinidades, mientras pierden terreno en eventuales casos de desunión.

         Es así como, entre avances y retrocesos, los seres más evolucionados alcanzan su progresiva autonomía, en sus respectivos caminos. E incluso los peligros de la entropía, o del ahogarse en la nada, llegan incluso a formar parte constructiva del proceso.

         Por otro lado, vemos que nada de lo necesario falta a los seres inteligentes (de más en más numerosos), dentro de la previsora armonía por la que parece regirse la madre Tierra. Una madre Tierra cuyos hijos eran lo que tenían que ser en una extensión solidaria: unos para otros, y todos como elementos de un complejo organismo, que vivían y desarrollaban la función de superarse cada día a sí mismos.

         De ser así, podría pensarse que cataclismos como los glaciares eran una especie de palpitaciones de la vida, que se renovaba en el propósito de construir el escenario propicio a un acontecimiento magnífico y sin precedentes: la manifestación natural de una Inteligencia Suprema activa, que será personificada en el hombre.

         Y resultó que en el uso de su libertad (hija también de esa Inteligencia), el hombre se mostró capaz de acelerar el proceso de su auto-perfeccionamiento, al mismo tiempo que de todo lo contrario: de promover terribles regresiones, e incluso palmarios comportamientos contra natura.

         Destino comprometedor fue el del hombre, abriendo baches de degradación natural y en línea de infra-animalidad, matando y matando por matar, comiendo sin hambre, derrochando por que sí y acaparando o destruyendo, al hilo de su capricho, monstruosos cataclismos.

         Por supuesto, ese hombre también fue capaz de mirar más allá de su inmediata circunstancia, de embridar el instinto, de elaborar y materializar proyectos para un mayor rendimiento de sus propias energías, de amaestrar a casi todas las fuerzas naturales, de deliberar en comunidad, de dominar a cualquier otro animal, de sacrificarse por un igual, de extraer consecuencias de la propia y de la ajena experiencia, y de educar a sus manos para que fuesen el cerebro de su herramienta, amando el trabajo y trabajando por lo que ama.

         En el campo del amor y del trabajo, fue donde ese hombre encontró su alimento, y el destino más comprometedor de su existencia. Amor simple y directo, y trabajo en sus variadísimas facetas. Con la cabeza o con las manos, a pleno sol o desde la mesa de un despacho, pariendo ideas o desarrollándolas.

         Gran cosa fue para el hombre descubrir el trabajo solidario, poniéndolo al alcance de cualquiera: hombre o mujer, de una raza o de otra, pobre o rico, campesino o industrial. Siempre buscando los canales necesarios para amigarse con la madre Tierra, y para facilitar el desarrollo físico y espiritual de toda la comunidad humana. Y siempre desde la perspectiva de saborear las mieles del amor y de la libertad.

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  Act: 24/01/22        @enseñanzas de la vida            E D I T O R I A L    M E R C A B A     M U R C I A