ANTIGUO EGIPTO
Querella de Apopi

I
Los reyes Sekenenre y Apopi

Sucedió que el país de Egipto estaba en la miseria, y que no había un Señor como rey en este tiempo. El rey Sekenenre era por aquel entonces regente de la Ciudad del Sur, y la miseria reinaba en la ciudad de los asiáticos, estando el príncipe Apopi en Avaris. Sin embargo, todo el país le hacía ofrendas con sus tributos; el sur en efecto lo colmaba y el norte hacía lo mismo con todos los buenos productos del Delta.

Entonces el rey Apopi hizo de Sutekh su señor, y no servía a ninguno de los demás dioses que existían en todo el país excepto a Sutekh. Él le construyó un templo como obra buena y eterna, al lado de la vivienda del rey Apopi. Y solía aparecer al despuntar el día para ofrecer cotidianamente sacrificios a Sutekh. Y los grandes del palacio llevaban guirnaldas, como se hace en el templo de Ra-Horajty, ante él.

II
El mensaje de Apopi

Entonces el rey Apopi quiso enviar un mensaje provocando al rey Sekenenre, príncipe de la Ciudad del Sur. Después de muchos días tras esto, el rey Apopi hizo llamar a los altos funcionarios de su palacio, diciéndoles que quería enviar un mensajero al príncipe de la Ciudad del Sur, con una comunicación concerniente al río, pero que no sabía cómo redactarlo. Entonces los escribas y los sabios, así como los altos funcionarios, le dijeron: «Soberano, señor nuestro, pide que se abandone el estanque de los hipopótamos que está al este de la Ciudad del Sur, pues ellos impiden que el sueño nos llegue de día y de noche, llenando el ruido que hacen los oídos de las gentes de nuestra ciudad».

El rey Apopi les respondió: «El príncipe de la Ciudad del sur… Allí está Amón como protector, y él no deposita su confianza en ninguno de los otros dioses que hay en todo el país, a excepción de Amón-Ra-Soter».

Después de muchos días tras esto, el rey Apopi envió un mensajero al príncipe de la Ciudad del Sur con la comunicación que le habían sugerido sus escribas y sabios. El mensajero del rey Apopi llegó a la Ciudad del Sur, y allí se le condujo ante el príncipe de la Ciudad del Sur. Entonces se dijo al mensajero del rey Apopi: «¿Por qué has sido enviado a la Ciudad del Sur? ¿Y por qué has emprendido este viaje hasta mí?». El mensajero le respondió: «Es el rey Apopi quien me envía a ti para decirte: Haz que se abandone el estanque de los hipopótamos que está al este de la ciudad, pues impiden que el sueño acuda a mí de día y de noche. El ruido que ellos hacen repletos los oídos de las gentes de su ciudad».

El príncipe de la Ciudad del Sur permaneció sorprendido un buen rato, hasta el punto de que no pudo replicar al enviado del rey Apopi, Al final, el príncipe de la Ciudad del Sur le dijo: «¿Es que verdaderamente tu señor ha oído hablar en esa tierra lejana del estanque que está al este de la Ciudad del Sur?». El mensajero le dijo: «Reflexiona sobre la cuestión con relación a la cual él me ha enviado». Y el príncipe de la Ciudad del Sur hizo que se atendiera al mensajero del rey Apopi, e hizo que le dieran todo tipo de buenas cosas, carne y pasteles. Después dijo: «Vuelve adonde el rey Apopi. Lo que tú le digas, yo lo haré. Así le dirás». Y el mensajero del rey Apopi se puso en marcha hacia el lugar en que estaba su señor.

III
Sekenenre responde a Apopi

Entonces el príncipe de la Ciudad del Sur hizo llamar a sus altos funcionarios y a todos los jefes principales a su servicio. Les puso en conocimiento de la comunicación con respecto a la cual el rey Apopi le había enviado un mensajero. Se callaron con una sola boca largo rato, y no pudieron responderle nada, ni bien, ni mal. Entonces el rey Apopi envió a (aquí termina abruptamente el manuscrito).