ANTIGUO EGIPTO
Profecía de Neferti

I
El rey hace llamar a
Neferti

En tiempos en que su majestad el rey Snofru era rey bienhechor en este país entero, uno de esos días aconteció que los funcionarios de la corte entraron en el palacio para ofrecer sus saludos. Después salieron, tras haber ofrecido sus saludos, según su costumbre cotidiana. Y su majestad dijo al tesorero que estaba cerca de él: «Ve y tráeme a los funcionarios de la corte que han salido de aquí, adonde habían venido para ofrecer sus saludos en este día».

Fueron reintroducidos ante él inmediatamente. Se pusieron entonces de nuevo sobre su vientre delante de su majestad y su majestad les dijo: «Compañeros, ved, os he hecho llamar para que, entre vuestros hijos, me busquéis a uno que sea agudo de espíritu, o entre vuestros hermanos a uno que sea eminente, o entre vuestros amigos a uno que haya realizado una hazaña. En fin, un hombre que sea capaz de decirme hermosas palabras y frases escogidas, que mi majestad se divertirá escuchando».

Entonces ellos se pusieron de nuevo sobre su vientre delante de su majestad, y le dijeron a su majestad: «Hay un jefe-lector de la diosa Bastet, soberana de nuestro señor, llamado Neferti. Es un burgués de valiente brazo, un escriba hábil de dedos, es un rico que tiene mayores propiedades que todos sus pares. ¡Si solamente se le admitiera para ver a su majestad!». Entonces su majestad dijo: «Marchad y traédmelo». Y aquél fue introducido de inmediato ante él.

II
Neferti ante el rey

Entonces se colocó sobre su vientre delante de su majestad, y su majestad dijo: «Ven, te lo ruego, Neferti, amigo mío, para que me digas hermosas palabras y frases escogidas, que mi Majestad se divertirá escuchando». El lector Neferti respondió: «¿Tendrá que ser con respecto a lo que ha pasado, o bien con respecto a lo que debe llegar, soberano, mi señor?». Su majestad dijo: «Ciertamente que con respecto a lo que debe acontecer. Si hoy mismo algo ha sucedido, pásalo por alto». Después extendió la mano hacia el cofre donde estaba el estuche conteniendo el material para escribir. Extrajo un rollo de papiro, así como una paleta y él se puso a escribir lo que oía.

III
Así habló
Neferti

Palabras dichas por el lector Neferti, el sabio del este de Egipto, que pertenece a Bastet en su oriente, hijo del nomo Helipolitano, mientras meditaba sobre lo que debía suceder en el país y evocaba la condición del este de Egipto cuando los asiáticos hicieran irrupción con sus fuerzas, que aterrorizarían los corazones de aquellos que están en la siega y que arrebatarían las yuntas a aquellos que labran la tierra.

IV
Ruina del país, en medio de la indiferencia general

Dijo: «Conmuévete, corazón mío, y llora por este país donde comenzaste a existir. Aquél que se calla en medio de las calamidades, mira, hay algo que puede decirse de él a guisa de reprobación. Mira pues, el grande ahora se ve rebajado en el país en el que tú has comenzado a existir. No te muestres mudo. Mira, estas cosas están delante de ti. Alzate contra lo que está en tu presencia. Mira pues, los grandes se encuentran en el mismo estado que el propio país. Lo que ha sido hecho es como lo que jamás ha sido hecho. El día comienza en la iniquidad. El país está completamente arruinado; allí no queda nada; no queda incluso el valor de lo negro de la uña de aquello que le fue primitivamente atribuido. Este país esta destruido y no hay nadie que se preocupe de él, nadie que hable de él, ningún ojo que llore por él.

V
Perturbación de los elementos

¿Cómo estará pues este país? El disco solar se velará y no brillará más de manera que los hombres puedan verlo. No se podrá vivir, pues las nubes lo recubrirán. Y los hombres estarán como estupefactos por el hecho de su ausencia.

Diré lo que está ante mí; no anuncio aquello que aún no ha llegado. Habiéndose secado los ríos de Egipto, se podrá atravesar el agua a pie. Se buscará el agua necesaria para que los barcos naveguen, habiéndose convertido en orilla el lecho por donde ella circulaba. La orilla, a su vez ,se transformará en agua, y el agua hará sitio de nuevo a la orilla. El viento del sur se opondrá al viento del norte: el cielo no pertenecerá ya a un único viento.

VI
Los extranjeros en Egipto

Un ave de origen extranjera pondrá un huevo en las marismas del Delta, después de que haya hecho su nido en las proximidades de los hombres; los hombres le dejarán acercarse, en su ineptitud.

Ciertamente que estas buenas cosas de otro tiempo han desaparecido, estos estanques abundantes en peces que eran escenario de masacres y que resplandecían con los peces y las aves que encerraban. Todas las buenas cosas se han marchado y el país es próspero en miseria, a causa de los alimentos de los beduinos que recorren el país.

Los enemigos han hecho su aparición por el este, los asiáticos bajan a Egipto. El palacio estará en peligro, y nadie lo socorrerá. Ningún protector prestará oídos, y se demorarán durante la noche. Se penetrará en los harenes, se arrebatará el sueño a mis ojos mientras que yo permaneceré acostado, diciendo: «Estoy despierto». Los animales del desierto beberán las aguas de Egipto; tomarán el fresco en sus orillas, en ausencia de alguien que les haga huir. Este país estará en la agitación, y el desenlace que ha de llegar no se conocerá, quedando escondido a la palabra, la vista y el oído. Se está sordo y se calla ante esto.

VII
Disensiones sociales y familiares

Te muestro al país trastornado, y lo que no había sucedido anteriormente ahora se ha producido. Se cogerán las armas de combate y el país vivirá en el desorden. Se harán flechas de bronce y se pedirá el pan con la sangre. Se reirá con una risa dolorosa. No se llorará ya a causa de la muerte; no más el acostarse, ansioso, a causa de la muerte. Cada uno no tendrá pensamientos más que para sí mismo. No se harán ya ceremonias de duelo. El ánimo se habrá desviado completamente de esto. El hombre quedará sentado en su rincón, no teniendo pensamientos más que para sí mismo, mientras que un individuo estará dando muerte a otro.

Te muestro al hijo como enemigo, al hermano como adversario, al hombre asesinando a su padre. Todas las bocas están llenas de «¡Ámame!». Todas las buenas cosas han desaparecido. El país está arruinado; se promulgan leyes en contra de su interés; faltan objetos manufacturados; se está privado de aquello que se encontraba en otro tiempo. Lo que ha sido hecho es como lo que jamás ha sido hecho. Se arrebatan al hombre sus bienes, que son dados a aquél que es un extranjero.

VIII
Conmoción general

Te muestro al propietario en la indigencia, en tanto que el extranjero está satisfecho. Aquél que no tenía que llenar por sí mismo sus graneros, se encuentra ahora despojado de sus recursos. Se mira con odio a los propios conciudadanos, hasta el punto de hacer callar la boca que habla.

Se responde a la palabra surgiendo un brazo armado con un bastón. Las gentes dicen: «No lo mates». Una reunión es como fuego para el corazón: No se tolera ya lo que sale de la boca de otro. El país se ha empobrecido, pero sus dirigentes son numerosos; los campos están desnudos, pero los impuestos son considerables. El grano es poco abundante, pero la medida es de gran talla, y aún, cuando se mide, se la hace rebosar.

El sol se alejará de los hombres. Se alzará cuando sea la hora, pero no se sabrá cuando es mediodía, no se distinguirá su sombra. El rostro no quedará cegado cuando se le contemple, y los ojos no se humedecerán de agua: estará en el cielo como la luna. Y sin embargo su transcurrir normal no se verá alterado, y sus rayos estarán ante los rostros como siempre.

Te muestro al país trastornado. Aquél que tenía un brazo débil es ahora poseedor de un fuerte brazo. Se saludará a aquél que en otro tiempo os saludaba. Te muestro al inferior colocado ahora por encima del superior; lo que estaba vuelto sobre la espalda está ahora vuelto sobre el vientre. Se habita en el cementerio, y el pobre conseguirá grandes tesoros. Son las gentes humildes quienes comerán los panes de las ofrendas, y los siervos serán exaltados. Se habrá terminado con que el nomo Heliopolitano sea la cuna de todos los dioses.

IX
Anuncio de un rey salvador

Pero he aquí que un rey vendrá del sur, llamado Ameny. Es el hijo de una mujer de Tasti, un niño del Alto Egipto. Tomará la corona blanca, llevará la corona roja, unirá sobre su cabeza a las dos poderosas, complacerá a Horus y Set, los dos señores, por medio de lo que a ellos gusta.

¡Regocijaos, hombres de su tiempo! El hijo de un hombre con aspiraciones conseguirá renombre por toda la eternidad. Aquellos que estaban inclinados al mal y que meditaban acciones hostiles han callado sus bocas por miedo a él. Los asiáticos caerán por efecto del terror que él inspira, los Timhu caerán ante su llama. Los enemigos pertenecerán a su cólera y los rebeldes a su poder, pacificando para él a los rebeldes el uraeus que está en su frente.

Serán construidos los muros del príncipe, y no se permitirá ya que los asiáticos bajen a Egipto. Pedirán en adelante el agua en la forma acostumbrada, para dejar que sus rebaños beban. El derecho volverá a su lugar, habiendo sido arrojada afuera la iniquidad. Que se regocije quien esto vea y quien se encuentre entonces al servicio del rey. Un sabio verterá para mí una libación cuando constate que lo que yo he dicho se ha hecho realidad.

He llegado a completo término, en paz. Copia hecha por el escriba...