ANTIGUO EGIPTO
Instrucción de Amenemhat

Principio de la instrucción que hizo su majestad el rey del Alto y Bajo Egipto, Sehetepibré, el hijo de Ra, Amenemhat, justo de voz, cuando habló en una revelación a su hijo, el señor del todo. Dijo:

¡Álzate en gloria como un dios! Escucha lo que voy a decirte, para que puedas reinar en la tierra, gobernar las orillas y acrecentar el bienestar. Guárdate de los subordinados que verdaderamente no lo son, y por cuyas maquinaciones no se está alerta. No te acerques a ellos mientras estés solo; no te fíes de ningún hermano; no conozcas amigo. No te crees íntimos, pues no hay beneficio en ello. Si duermes, guarda tú mismo tu corazón, porque el hombre no tiene partidarios el día de la desgracia.

Yo he dado al pobre; he criado al huérfano. Hice que alcanzara el bienestar tanto al que no tenía como al que tenía. Pero fue aquel que se había nutrido de mi alimento el que provocó querella; aquel a quien yo había dado mis brazos conspiraba por medio de ellos; aquel que vestía mi más fino lino me miraba como si fuera un necesitado; aquel que era ungido con mi mirra estaba derramando el agua que llevaba. ¡Oh, mis imágenes vivientes, mis asociados entre los hombres! Hacedme un lamento funerario tal como jamás haya sido escuchado, un tremendo combate tal que jamás haya sido visto. Si se combate en la arena, olvidando el ayer, no habrá felicidad completa para aquel que ignore lo que debe conocer.

Fue después de la cena, cuando la noche había llegado. Yo había tomado una hora de reposo, tendido en mi lecho; estaba relajado, y mi corazón empezaba a seguir mi sueño. Entonces se blandieron las armas que debían protegerme. Actué como la serpiente del desierto. Habiéndome despertado a causa de la lucha, me puse alerta. Descubrí que se trataba de una disputa de la guardia. Si rápidamente hubiera yo tomado las armas en mi mano, habría hecho que los cobardes se retiraran con una carga. Pero nadie es bravo en la noche. No puede producirse el éxito en ausencia de un protector.

Mira, el crimen sucedió cuando estaba yo ausente de ti, sin que aún se hubiera enterado la Corte de que yo te iba a entregar el poder, y sin que aún me hubiera sentado entronizado contigo, de forma que te pudiera aconsejar. Porque yo no había previsto esto; no lo esperaba; mi corazón no se había dado cuenta de la negligencia de la servidumbre. ¿Es que alguna vez han mandado las mujeres tropas? ¿Es que acaso se crían rebeldes en el palacio? ¿Se deja fluir quizás el agua que destruye la tierra? ¿Se priva a las gentes del pueblo de sus cosechas?

Desde mi nacimiento, el peligro no me había rodeado; nada había igual a mis hazañas como héroe poderoso. He viajado hasta Elefantina, he regresado a las marismas del Delta. Habiéndome alzado sobre los extremos de la tierra, yo he visto su interior. He alcanzado los límites del poderío por medio de mi fuerte brazo, en mis distintas etapas. Yo era uno que producía el grano, querido de Nepri. Hapy me ha mostrado respeto en todas sus revelaciones. Nadie tuvo hambre en mis años; nadie padeció sed en ellos. La gente se sentaba con lo que yo había hecho y se relataba de mí.

Todo lo que yo decreté quedó en orden. He dominado a los leones; he atrapado a los cocodrilos. He sometido a los nubios y he capturado a los medjai. Hice que los asiáticos marcharan como perros. Me construí una mansión adornada con oro, con sus techos en lapislázuli, las paredes en plata, los suelos en madera de sicómoro, las puertas en cobre y los pernos de bronce, hecha para la eternidad, preparada para todo tiempo. Conozco porque soy su señor, el Señor del Todo. Hay odio en las calles. El sabio está diciendo , y el estúpido dice no; porque no hay quien pueda conocerse a sí mismo, privado de su rostro.

¡Oh Sesostris, hijo mío! Ahora que mis pies se ponen en marcha, estás en mi corazón. Mis ojos te contemplan, hijo de una hora de felicidad, junto al pueblo del Sol, que está adorándote. Mira, yo he hecho el principio, y he ordenado para ti el final. Soy yo quien te ha dado la tierra a ti, que estabas en mi corazón; tú, imagen mía, que llevas la corona blanca, progenie divina.

El sello está en su sitio, tal como para ti decreté. Hay júbilo en la barca de Ra. La realeza es de nuevo lo que fue en el pasado. Erige monumentos, establece fortalezas (el resto es difícil de traducir).