ANTIGUO EGIPTO
Instrucción a Rekhmire

Instrucciones ofrecidas al visir Rekhmire. El consejo fue admitido en la Sala de Columnas del palacio. Se hizo que fuese introducido el visir Rekhmire, recién nombrado. Le dijo su majestad:

Atiende al departamento del visir. Vela por todo lo que en él se hace. Mira, es el pilar fundamental de todo el país. Con relación al cargo de visir, ciertamente no es agradable; es amargo como la hiel. Él es como el cobre que amuralla el oro de la casa de su señor. No es alguien que pueda favorecer a magistrados ni a consejeros, que se haga dependientes de cualquier persona. Mira, lo que un hombre hace en la casa de su señor es su felicidad, y no habrá nada que haga en la mansión de otro.

Vienen reclamantes del Alto y Bajo Egipto, de todo el país, preparados para atender al consejo del visir. Has de velar para que todo se haga de acuerdo con la ley, y que todo se cumpla de forma correcta, cuando suceda que un hombre se encuentre justificado.

Con respecto al magistrado que juzga en público, el agua y el viento informan de todo lo que él hace; nadie hay que desconozca sus actos. Si hace algo erróneo con respecto a su caso, y no lo revela por boca del funcionario correspondiente, entonces será conocido por boca de aquel a quien él esta juzgando, comunicándolo este, por su parte, ante el funcionario correspondiente con estas palabras: «Este no es el veredicto de mi caso». No será ignorado lo que haya hecho. Mira, la salvaguardia del magistrado es actuar conforme a la norma, llevando a cabo lo que se dijo. Entonces el reclamante que haya sido juzgado no podrá decir: «¡No he sido justificado!».

Mira, hay una máxima en el Libro de Menfis que dice: «Soberano favorable, visir justiciero». Cuídate de lo que se dijo del visir Hety. Se decía que empobreció a las gentes de su entorno para beneficio de otros, por temor de que se dijera de él que era parcial. Si uno de ellos apelaba contra un veredicto que él le había determinado, persistía sin embargo en mantenerlo. Pero esto es un exceso de justicia.

No juzgues incorrectamente, pues Dios detesta la parcialidad. Esta es la instrucción: reflexiona y actúa de acuerdo con ello; atiende tanto al que conoces como al que no conoces, al que está cerca de ti como al que está lejos de ti. El magistrado que actúe de acuerdo con esto tendrá éxito en esta posición.

No pases por alto a un reclamante sin que hayas tomado en consideración sus palabras. Si un reclamante apela a ti no rechaces lo que dice como algo que ya ha sido dicho, y despídelo tan solo tras haber hecho que escuche por qué lo despides. Pues se dice que el reclamante prefiere que se atienda a sus palabras a que se juzgue aquello por lo que ha venido. No te muestres injustamente irritado contra un hombre; enójate sólo por aquello por lo que merece la pena enojarse.

Impón el respeto a ti, de forma que se te tema, pues un magistrado es aquel a quien se teme. Mira, la valía de un magistrado consiste en que él haga justicia. Pero si un hombre hace que se le tema como un millón de veces, la gente pensará de él que hay algo falso en él, y no dirán de él «¡es un gran hombre!». También se dice que un magistrado que habla falsamente acabará con el respeto que se merece despreciado.

Tendrás éxito desempeñando esta función si actúas justamente. Es deseable que se haga justicia por medio de las acciones del visir. Con respecto al visir, es guardián preciso desde el tiempo de los dioses. Mira lo que se suele decir del escriba mayor del visir: es llamado «escriba de Maat». Respecto al departamento en que tú tienes audiencia, en él está la Sala Amplia con todos los veredictos puestos por escrito.

Y con relación a aquel que hará justicia ante la gente toda, él es el visir. Mira, un hombre permanecerá en su cargo en tanto que actúe de acuerdo con lo que le ha sido conferido. Es noble el hombre que actúa de acuerdo con lo que se le dijo. Así pues, no actúes según tu deseo en un caso del que sea bien conocida la ley al respecto. Además, respecto al arrogante, el señor prefiere el respetuoso al arrogante. Actúa, pues, de acuerdo con el cargo que te ha sido conferido.