ANTIGUO EGIPTO
Disputa de Horus y Set

I
Horus y Set se disputan la herencia de Osiris

En aquel tiempo tuvo lugar el juicio entre Horus y Seth, misteriosos de formas, grandes, príncipes, los más poderosos que jamás existieron. Entonces un joven dios estaba sentado delante del Señor Universal, reclamando la función de su padre Osiris, hermoso de aparición, hijo de Ptah, que ilumina el Amenti con su brillo; y Thot presentaba al príncipe poderoso que está en Heliópolis.

Chu, hijo de Ra, habló ante Atum, el príncipe poderoso que está en Heliópolis: «La justicia pasa ante la fuerza: hazla realidad diciendo: Dad esta función a Horus». Thot dijo a la Enéada: «Ello es justo, un millón de veces». Entonces Isis lanzó un gran grito y se regocijó en extremo. Luego fue ante el Señor Universal y ella dijo: «Viento del norte, ve hacia el occidente y lleva la noticia al rey Onnofris». Y Chu, el hijo de Ra, dijo: «Presenta el ojo de Horus, es justo por parte de la Enéada».

Pero el Señor Universal dijo: «¿Qué significa que toméis una decisión vosotros solos?». Entonces la Enéada respondió: «Que Thot tome el cartucho real para Horus y que se coloque la corona blanca sobre su cabeza». Entonces el Señor Universal permaneció silencioso durante largo rato, habiéndose irritado contra la Enéada.

Después de ello Seth, el hijo de Nut, dijo: «Que se le mande afuera conmigo: yo te mostraré que mis manos ganan a sus manos ante la Enéada, puesto que no se conoce ningún medio de desposeerlo». Pero Thot le respondió: «¿Es que no debemos mejor averiguar quién es aquél que está equivocado? ¿Es que se va a dar la función de Osiris a Seth siendo así que su hijo Horus está aquí vivo?».

Ra-Horajty se enfadó en extremo, pues el deseo de Ra era dar la función a Seth, grande en fuerza, hijo de Nut. Y Onuris lanzó un gran grito frente a la Enéada, diciendo: «¿Qué vamos a hacer?». Entonces Atum, el príncipe poderoso que está en Heliópolis, dijo: «Que se llame a Banebdedet, el gran dios vivo, para que él juzgue a los dos jóvenes».

Trajeron entonces a Banebdedet ante Atum, el gran dios que reside en la Isla de Setit, acompañado de Ptah-Tanen. El les dijo: «Juzgad a los dos jóvenes y evitad que estén así y peleen todos los días». Pero Banebdedet, el gran dios vivo, respondió con respecto a la cuestión que Atum le había dicho: «No permitáis que nosotros decidamos acerca de esto en nuestra ignorancia, pero haced enviar una carta a Neith, la poderosa, la madre divina. Lo que ella diga, nosotros lo haremos». Entonces la Enéada dijo a Banebdedet, el gran dios vivo: «Un veredicto fue ya emitido respecto a ellos en los tiempos primordiales en la gran sala Única de Justicia».

II
Tot escribe a Neit. Respuesta de Neit

Después de eso, la Enéada dijo a Thot delante del Señor Universal: «Elaborad pues una carta para Neith la poderosa, la madre divina, en nombre del Señor Universal, el toro que reside en Heliópolis». Y Thot dijo: «Con gusto, sí, con mucho gusto». Entonces se sentó para elaborar la carta, y en ella dijo:

«El rey del Alto y del Bajo Egipto, Ra-Atum, el amado de Thot, el señor del doble país, el Heliopolitano, el Disco Solar que ilumina el doble país con su brillo, el Nilo poderoso que toma posesión de las tierras, Ra-Horajty, en tanto que Neith la poderosa, la madre divina, que iluminó el primer rostro, está viva, en buena salud y siempre joven, el alma viva del Señor Universal, el toro en Heliópolis, en calidad de rey perfecto de Tamen. Este humilde servidor ha pasado la noche preocupado por Osiris, consultando al respecto al doble país cada día, en tanto que Sobek permanece estable para siempre. ¿Qué vamos a hacer con estos dos hombres que, desde hace ochenta años hasta ahora, están delante del tribunal, sin que se sepa cómo juzgarlos, a estos dos adversarios? Ordénanos pues lo que debemos hacer».

Entonces Neith la poderosa, la madre divina, envió una carta a la Enéada diciendo:

«Entregad la función de Osiris a su hijo Horus, y no cometáis estos grandes actos de iniquidad que no están en su lugar; de otro modo, yo me irritaré y el cielo se aplastará contra el suelo. Y que se le diga al Señor Universal, el toro que reside en Heliópolis: duplica los bienes de Seth, entrégale a Anat y Astarté, tus dos hijas, y coloca a Horus en el lugar de su padre Osiris».

III
La Enéada delibera

He aquí que la carta de Neith la poderosa, la madre divina, llegó a los dioses de la Enéada cuando estaban sentados en la gran sala Horus ante los Cuernos, y se devolvió la carta a las manos de Thot. Y Thot la leyó ante el Señor Universal y ante la Enéada entera, y todos dijeron con una sola voz: «Esta diosa tiene razón». Pero el Señor Universal se enfureció contra Horus y le dijo: «Eres débil de miembros, y esta función es demasiado pesada para un mozalbete como tú, cuya boca huele mal».

Onuris se enfureció un millón de veces e igualmente la Enéada entera, a saber los Treinta. El dios Baba se alzó, y dijo a Ra-Horajty: «¡Tu templo está vacío!». Entonces Ra-Horajty quedó herido por la respuesta que le había sido hecha; se tendió sobre la espalda, teniendo el corazón muy triste.

Después de esto, los dioses de la Enéada salieron y lanzaron un gran grito delante del dios Baba, y le dijeron: «Vete afuera, tú; el crimen que has cometido es grave en extremo». Después se fueron hacia sus moradas. Y el gran dios pasó un día tendido sobre la espalda en su pabellón, teniendo el corazón muy triste, y solo.

Tras largo rato Hathor, la dama del sicómoro del sur, vino y se puso ante su padre, el Señor Universal, y descubrió su desnudez ante su rostro. Entonces el gran dios se rió de ella. Después se alzó y volvió a sentarse con la gran Enéada. Y dijo a Horus y Seth: «Vosotros, hablad».

IV
Horus y Set defienden sus causas

Seth, grande en fuerza, hijo de Nut, dijo entonces: «Yo soy Seth, el más grande de fuerza en el seno de la Enéada, y mato al enemigo de Ra cada día, cuando voy en la proa de la Barca de Millones. Ningún otro dios es capaz de hacer lo mismo. Tomaré entonces la función de Osiris». Los dioses le dijeron: «Seth, el hijo de Nut, tiene razón».

Onuris y Thot lanzaron un gran grito, diciendo: «¿Es que vamos a dar la función al hermano de la madre, siendo así que el hijo según la carne está aquí vivo?». Pero Banebdedet, el gran dios vivo, replicó: «¿Y vamos a otorgar la función a este joven siendo así que Seth, su hermano mayor, está aquí vivo?».

Después de eso, los dioses de la Enéada lanzaron un gran grito ante el Señor Universal, y le dijeron: «¿Qué significan estas palabras que tú has dicho y que no son dignas de ser escuchadas?». Horus, hijo de Isis, dijo: «No está en absoluto bien que yo sea despojado delante de la Enéada y que se me arrebate la función de mi padre Osiris». 

Isis se irritó contra la Enéada e hizo un juramento por dios ante la Enéada, diciendo: «Tan cierto como que mi madre, la diosa Neith, vive, y tan cierto como que vive Ptah-Tatenen, de altas plumas, que dobla los cuernos de los dioses, que serán puestas estas palabras delante de Atum, el poderoso príncipe que está en Heliópolis, e igualmente ante Khepri, que reside en su barca». Pero la Enéada le respondió: «No te enfades; se reconocerá su derecho a aquél que esté en su derecho, y se hará todo lo que tú digas».

Seth, el hijo de Nut, se enfadó con los dioses de la Enéada, cuando dijeron estas palabras a Isis la poderosa, la madre divina. Y Seth les dijo: «Voy a coger mi cetro de cuatro mil quinientos nemex y voy a matar cada día a uno de vosotros». Y después Seth hizo un juramento por el Señor Universal diciendo: «No voy a discutir ante este tribunal en tanto que Isis esté aquí». Entonces Ra-Horajty les dijo: «Marchad en barca hasta la Isla del Centro y juzgadlos allá, y decid a Anti el barquero: «No dejes pasar a ninguna mujer que se parezca a Isis».

V
El episodio de la Isla del Centro

Los dioses de la Enéada se fueron pues en barco a la Isla del Centro y se sentaron, comiendo pan. Y he aquí que Isis llegó, y se acercó al barquero Anti, que estaba sentado no lejos de su barca. Ella se había transformado en una vieja mujer y avanzaba encorvada, con un pequeño anillo de oro en la mano. Y ella le dijo: «He llegado a ti para que me transportes a la Isla del Centro, pues he venido con este pote de harina para el pequeño. He aquí que hoy hace cinco días que guarda algunos animales en la Isla del Centro, y tiene hambre».

El barquero le respondió: «Se me ha dicho: no hagas pasar a ninguna mujer. Pero ella le objetó: «Lo que estás diciendo, ¿no es acaso respecto a Isis lo que te han dicho?». Entonces él le dijo: «¿Qué me darás si te hago pasar a la Isla del Centro?». Isis le respondió: «Te daré esta hogaza de pan». Pero él le dijo: «¿Qué es para mí esta tu hogaza de pan? ¿Voy yo a pasarte a la Isla del Centro, después de que se me haya dicho: no transportes a ninguna mujer por tu hogaza de pan?». Entonces ella le dijo: «Te daré el anillo de oro que tengo en la mano». Él le respondió: «Dame el anillo de oro». Ella se lo dio y la hizo pasar a la Isla del Centro.

Mientras ella avanzaba bajo los árboles, observó y vio a los dioses de la Enéada que estaban sentados, comiendo pan, ante el Señor Universal en su pabellón. Seth miró entonces y la vio, aún desde lejos, acercándose allí. Inmediatamente ella recitó un encantamiento con su magia y se transformó en una joven hermosa de cuerpo, tal que no había su igual en este país entero.

Entonces él la deseó hasta el punto de estar muy enfermo. Y Seth se alzó del sitio en que estaba sentado comiendo pan con la gran Enéada, y marchó para reunirse con ella, siendo así que nadie la había visto excepto él. Después él se puso tras un sicómoro y la llamó diciéndole: «¡Me gustaría estar contigo aquí, bella joven!». Pero ella le respondió: «¡Ciertamente, mi gran señor! Yo era la mujer de un pastor de ganado. Le di un hijo varón. Mi esposo murió, y el pequeño quedó a cargo del ganado que pertenecía a su padre. Pero llegó un extranjero, se sentó en mi establo y habló así, dirigiéndose a mi hijo: Te golpearé, tomaré el ganado de tu padre y te arrojaré fuera. Así habló él. Y mi deseo es conseguir que tú te conviertas en su campeón».

Seth le respondió: «¿Es que va a entregarse el ganado al extranjero siendo así que el hijo del padre de familia está aquí vivo?». Entonces Isis se metamorfoseó en un milano, emprendió el vuelo y, colgándose en lo alto de un árbol, interpeló a Seth y le dijo: «Llora por ti mismo: es tu propia boca la que ha hablado, es tu capacidad la que te ha juzgado a ti mismo. ¿Qué más quieres?».

Él permaneció allí llorando, y después se dirigió al lugar en que estaba Ra-Horajty y lloró. Y Ra-Horajty le dijo: «¿Qué quieres ahora?». Seth le respondió: «Esta malvada mujer ha venido a acosarme para hacerme de nuevo una jugarreta, habiéndose transformado en mi cara en una bella joven. Ella me ha dicho: "Yo era la mujer de un pastor de ganado. Él murió. Yo le había dado un hijo varón, que hoy está a cargo de algo del ganado que perteneció a su padre. Pero un extranjero vino a mi establo junto con mi hijo, y yo le di pan. Después de muchos días tras esto, este intruso dijo a mi hijo: Yo voy a golpearte, y tomaré el ganado de tu padre, que pasará a mi propiedad. Así habló a mi hijo". He aquí lo que ella me ha dicho».

Ra-Horajty le preguntó: «¿Y qué le respondiste tú?». Seth le contestó: «Yo le he respondido: ¿Acaso va a darse el ganado al extranjero siendo así que el hijo del padre de familia está aquí vivo? Así le respondí yo. Se golpeará el rostro de este intruso con un bastón y se le arrojará fuera, y se pondrá a tu hijo en el lugar de su padre. Así le dije yo». Entonces Ra-Horajty le dijo: «¡Pues bien!, mira, eres tú quién te has juzgado a ti mismo. ¿Qué más quieres?». Y Seth le respondió: «Que se traiga a Anti el barquero, y que se le aplique un severo castigo, diciendo: ¿Por qué la has pasado? Así se le dirá».

El barquero Anti fue llevado ante la Enéada, y se le arrebató la parte anterior de los pies. Entonces Anti abjuró del oro, hasta este día, ante la gran Enéada, diciendo: «Que el oro sea en adelante, por mi causa, un objeto de abominación para mi ciudad».

VI
La Enéada reconoce los derechos de Horus

Después de esto, los dioses de la Enéada volvieron en barco a la orilla occidental y se sentaron en la montaña. Y cuando llegó el tiempo de la tarde, Ra-Horajty y Atum, señor del Doble País, el Heliopolitano, enviaron un mensaje a los dioses de la Enéada diciendo: «¿Que hacéis, pues, vosotros, vosotros los otros sentados allá? Y en cuanto a los dos jóvenes, ¿es que vais a dejarles pasar su vida entera en el tribunal? En cuanto mi carta os llegue, habréis de poner la corona blanca en la cabeza de Horus, hijo de Isis, y vosotros lo nombraréis en el lugar de su padre Osiris».

Seth se enfadó hasta ponerse muy enfermo. Pero la Enéada dijo a Seth: «¿Por qué te enfadas? ¿No ha de actuarse según lo que ha dicho Atum, señor del Doble País, el Heliopolitano, y Ra-Horajty?». Y se situó la corona blanca sobre la cabeza de Horus, hijo de Isis. Entonces Seth lanzó un gran grito en la cara de la Enéada y protestó con violencia diciendo: «¿Va a entregarse la función a mi hermano menor siendo así que yo, que soy su hermano mayor, estoy aquí vivo?». E hizo un juramento, diciendo: «Se arrebatará la corona blanca de la cabeza de Horus, hijo de Isis, y a él se le arrojará al agua, para que yo pueda disputar todavía con él por la función de rey». Y Ra-Horajty estuvo de acuerdo.

VII
Escenas de magia

Entonces Seth le dijo a Horus: «Ven, transformémonos en dos hipopótamos y lancémonos a las olas en medio de la Muy Verde. Y aquél que emerja en un período de tres meses completos, a éste no le será atribuida la función». Y se sumergieron los dos adversarios.

Isis se sentó llorando y dijo: «Seth mata a mi hijo Horus». Después ella se marchó a buscar una bola de hilo e hizo con ella una cuerda; incorporó enseguida un deberé de oro, que ella fundió como un arma marina: le ató la cuerda y lo lanzó al agua, en el lugar en que se habían zambullido Horus y Seth. Pero el arpón mordió en el cuerpo de su hijo Horus, y Horus lanzó un gran grito, diciendo: «¡Socorro, madre mía Isis! Ordena a tu arpón desprenderse de mí. Yo soy Horus, el hijo de Isis». Entonces Isis lanzó un gran grito y dijo a su arpón: «Despréndete de él. Mira, es mi hijo Horus, es mi niño». Y el arpón se desprendió de él.

Ella lo lanzó de nuevo al agua, y mordió en el cuerpo de Seth. Entonces Seth lanzó un gran grito, diciendo: «¿Qué es lo que te he hecho, Isis, hermana mía? Ordena a tu arpón desprenderse de mí. Yo soy tu hermano uterino, Isis». Entonces ella concibió una compasión extrema por él. Y Seth la interpeló diciendo: «¿Prefieres antes al extranjero que a tu hermano uterino Seth?». Entonces Isis se dirigió a su arpón diciendo: «Despréndete de él. Mira, es el hermano uterino de Isis aquél a quien muerdes». Y el arpón se desprendió de él.

Sin embargo Horus, hijo de Isis, se enfadó con su madre Isis. Salió del agua con el rostro furioso como el de un leopardo, y su cuchillo de dieciséis deben en mano. Cortó la cabeza de su madre Isis, la tomó en sus brazos, y después subió a la montaña. E Isis se transformó en una estatua de sílex que no tenía cabeza. Entonces Ra-Horajty preguntó a Thot: «¿Quién es esta recién llegada, que no tiene cabeza?». Thot contestói: «Mi buen señor, es Isis la poderosa, la madre divina: Horus, su hijo, le ha cortado la cabeza».

Ra-Horajty lanzó un gran grito y dijo a la Enéada: «Vayamos y apliquémosle un severo castigo». Y la Enéada subió a la montaña para buscar a Horus, hijo de Isis. Horus estaba tendido bajo un árbol chenuchá, en la tierra de los oasis. Seth lo encontró, se apoderó de él y lo arrojó sobre la espalda, sobre la montaña. Después le arrancó los ojos de sus órbitas y los enterró sobre la montaña para iluminar la tierra. Y las dos niñas de sus ojos se convirtieron en dos brotes y se desarrollaron como flores de loto. Entonces Seth volvió y dijo a Ra-Horajty, engañosamente: «No he encontrado a Horus», aunque en realidad lo había hallado.

Entre tanto Hathor, dama del Sicómoro del Sur, se puso en camino y encontró a Horus tendido y llorando, sobre la meseta del desierto. Ella se apoderó de una gacela, le tomó su leche y dijo a Horus: «Abre tus ojos, para que meta estas gotas de leche». Abrió sus ojos y ella puso ahí las gotas de leche. Ella la puso en el derecho, ella la puso en el izquierdo, y entonces dijo: «Abre tus ojos». El abrió los ojos, ella los observó y los encontró curados. Más tarde, ella marchó a decir a Ra-Horajty: «Horus ha sido encontrado: Seth lo había privado de sus ojos, pero yo he hecho que se restablezca, y helo aquí que viene».

Entonces dijo la Enéada: «Que se llame a Horus y Seth y que se les juzgue». Fueron llevados pues ante la Enéada. Y el Señor Universal dijo ante la gran Enéada, a Horus y a Seth: «Marchaos, y escuchad bien lo que os digo: comed, bebed y ¡que tengamos paz! Dejad de querellaros así todos los días».

VIII
Horus y Set se marchan juntos

Entonces Seth dijo a Horus: «Ven, pasemos una feliz jornada en mi casa». Horus le respondió: «Con gusto, sí, con mucho gusto». Y cuando llegó el tiempo de la tarde, se les preparó un lecho y se acostaron, los dos amigos. Entonces, durante la noche, Seth intentó abusar de Horus, pero éste recogió en sus manos el semen de Seth. Y Horus fue a decir a su madre Isis: «Socorro, Isis, madre mía, ven a ver lo que Seth me ha hecho». Abrió sus manos, y le hizo ver el semen de Seth.

Ella lanzó un gran grito, tomó su cuchillo, le cortó las manos y las arrojó al agua. Después le proporcionó manos equivalentes. Entonces ella recogió el semen de Horus. E Isis, llevando la semilla de Horus, fue, durante la mañana, al jardín de Seth y dijo al jardinero de Seth: «¿Qué tipo de legumbres come Seth contigo?». Y el jardinero le respondió: «No come ningún tipo de legumbres aquí conmigo excepto lechugas». E Isis derramó sobre ellas el semen de Horus. Entonces Seth volvió según su cotidiana costumbre y comió las lechugas que tenía el hábito de comer. E inmediatamente concibió de la semilla de Horus.

IX
La Enéada da su veredicto

Después de eso, Seth fue a decir a Horus: «Ven, vámonos para que yo pueda discutir contigo en el tribunal». Y Horus le respondió: «Con gusto, sí, con mucho gusto». Se dirigieron pues los dos adversarios al tribunal y se presentaron delante de la gran Enéada. Se les dijo: «Hablad, vosotros». Seth dijo: «Haced que se me devuelva la función de soberano, pues en lo que respecta a Horus aquí presente, yo he actuado como varón junto con él».

Los dioses de la Enéada lanzaron un gran grito, vomitaron y escupieron en el rostro de Horus. Pero Horus se mofó de ellos. Y Horus hizo un juramento diciendo: «Es falso todo lo que Seth ha dicho. Que se llame a la semilla de Seth, y veremos desde dónde responde ella; después que se llame a mi semilla y veremos desde dónde ella responde».

Thot, el maestro de las palabras divinas, el escriba verdadero de la Enéada, puso su mano sobre el brazo de Horus y dijo: «Sal, semilla de Seth». Y ella le respondió desde el fondo del agua en el interior de la marisma. Después Thot posó su mano sobre el brazo de Seth y dijo: «Sal, semilla de Horus». Y ella le respondió: «¿Por dónde he de salir?». Thot le dijo: «Sal por su oreja». Pero ella le dijo: «¿Acaso puedo salir por su oreja, yo que soy un fluido divino?». Entonces Thot le respondió: «Sal por su frente». Y salió bajo la forma de un disco de oro sobre la cabeza de Seth.

Seth se irritó muy, muy fuertemente. Extendió la mano para tomar el disco de oro, pero Thot se lo cogió y se lo colocó como ornamento sobre la cabeza. Y los dioses de la Enéada dijeron: «Horus tiene razón, Seth se equivoca». Pero Seth se irritó muy, muy fuertemente, y lanzó un gran grito cuando dijeron: «Horus tiene razón, Seth se equivoca».

X
Nuevas escenas de magia

Después de esto, Seth hizo un gran juramento diciendo: «No se le debe dar la función antes de dejarlo afuera conmigo. Nos construiremos algunos barcos de piedra y nos desafiaremos en una carrera, nosotros, los dos adversarios. Y aquél que venza a su com pañero, es a él a quien se le dará la función de soberano».

Horus se construyó un barco en madera de pino, lo untó de yeso y lo lanzó al agua, en el tiempo de la tarde, sin que ninguno de aquéllos que estaban en el país entero se diera cuenta. Seth, sin embargo, vio el barco de Horus y pensó que era de piedra. Fue sobre la montaña, talló un pico de roca y se construyó un barco de piedra de ciento treinta y ocho codos.

Después de esto, descendieron en sus barcos ante la Enéada. Pero el barco de Seth se hundió en el agua, y Seth lo transformó en hipopótamo e hizo zozobrar la barca de Horus. Entonces Horus tomó su arpón y golpeó en el cuerpo de Seth. Pero la Enéada le dijo: «No lo golpees».

XI
Episodio de Horus con Neit

Después fue a buscar sus pertrechos náuticos, los colocó en su barco y descendió hacia Sais para decir a Neith, la poderosa, la madre divina: «Haz que se decida entre Seth y yo, pues he aquí que hace ahora ochenta años que estamos en el tribunal sin que se sepa cómo juzgarnos. Jamás sin embargo su derecho ha sido establecido contra mí, en tanto que hasta ahora mil veces yo he sido reconocido en mi derecho contra él, cada día. Pero él no se preocupa para nada de todo lo que ha dicho la Enéada. He discutido con él en la gran sala Camino de Justicia. Se me ha dado la razón frente a él. He discutido con él en la gran sala Horus ante los Cuernos. Se me ha dado la razón frente a él. He discutido con él en la gran sala Campo de Juncos, pero se me ha dado la razón frente a él. He discutido con él en la gran sala del Lago de los Campos, pero se me ha dado la razón frente a él. La Enéada ha dicho a Chu, hijo de Ra, que él tiene razón en todo lo que ha dicho Horus, hijo de Isis».

XII
Correspondencia de la Enéada con Osiris

Entonces dijo Thot al Señor Universal: «Haz enviar una carta a Osiris para que juzgue entre los dos jóvenes». Y Chu, hijo de Ra, dijo: «Es justo, un millón de veces, esto que ha dicho Thot al padre de la Enéada». El Señor Universal dijo entonces a Thot: «Siéntate y elabora una carta para Osiris, para que oigamos lo que tenga que decir».

Thot se sentó para componer una carta a Osiris, así concebida:

«Toro, león que caza para sí mismo, aquél que protege a los dioses y que subyuga al Doble País. Horus de Oro, inventor de los hombres en los tiempos primordiales. Rey del Alto y Bajo Egipto, toro que reside en Heliópolis, hijo de Ptah, benefactor para Egipto, apareciendo como padre de su Enéada, en tanto que se nutre de oro y de piedras preciosas, de todo tipo, magníficas. En vida, ¡salud y fuerza! Escríbenos lo que debemos hacer con Horus y Seth, para que no tomemos medidas en la ignorancia en la que estamos».

Después de muchos días, la carta llegó al rey, hijo de Ra, grande en abundancia, señor de las provisiones. Lanzó un gran grito cuando la carta fue leída ante él, y respondió, muy apresuradamente, al lugar en que el Señor Universal se encontraba con la Enéada, diciendo: «¿Por qué se hace daño a mi hijo Horus, siendo así que soy yo quien os ha convertido en seres fuertes? Pues yo soy quien ha creado el trigo y la cebada para alimentar a los dioses, así como al ganado después de los dioses: no existía antes de mí ningún dios ni ninguna diosa para hacerlo».

Entre tanto, la carta de Osiris llegó al lugar en que se encontraba Ra-Horajty, que estaba sentado con la Enéada en el Campo Blanco, en Xois. Entonces la leyeron ante él y la Enéada, y Ra-Horajty dijo: «Elaboradme rápidamente una respuesta a esta carta para Osiris, y decid en relación a esta carta: Incluso si tú no hubieras existido jamás, incluso si tú no hubieras nacido, el trigo y la cebada no habrían, por ello, dejado de existir».

La carta del Señor Universal llegó a Osiris y se la leyeron ante él. Entonces escribió de nuevo a Ra-Horajty, diciendo:

«¡Es hermoso en verdad todo lo que has hecho, oh, inventor de la Enéada! Sin embargo se ha permitido que la justicia sea engullida en el mundo inferior. ¡Pero date cuenta, tú también, de la situación! El país en que yo habito está lleno de emisarios de rostro feroz, que no temen a ningún dios ni a ninguna diosa. Si los hago salir, traerán los corazones de todos aquellos que cometen malas acciones", y éstos permanecerán conmigo aquí. Y además, ¿qué significa que yo quede aquí, en reposo, en el Amenti, en tanto que vosotros estáis afuera, todos los que existís? ¿Quién es entre ellos más fuerte que yo? ¡Pero mira, en verdad que ellos han inventado la mentira! ¿Y Ptah, el grande al sur de su muro, el señor de Ankh-Taui, cuando creó el cielo, no dijo acaso a las estrellas que allí se encuentran: habréis de ir a reposar en el Amenti cada noche, al lugar en que el rey Osiris está? Pero tras los dioses, los nobles y el pueblo irán asimismo a reposar al lugar en que tú estás. Así me habló él».

Después de muchos días, la carta de Osiris llegó al lugar en que el Señor Universal se encontraba con la Enéada. Thot recibió entonces la carta y la leyó delante de Ra-Horajty y los dioses de la Enéada. Dijeron: «Tiene ciertamente razón en todo lo que ha dicho, el grande de abundancia, el señor de las provisiones».

XIII
El triunfo de Horus

Después de esto, dijo Seth: «Hagámonos llevar a la Isla del Centro para que yo pueda discutir todavía con él». Fue pues a la Isla del Centro, y se dio la razón a Horus contra él.

Atum, el señor del Doble País, el Heliopolitano, se dirigió a Isis diciendo: «Trae a Seth, con un pie atado al cuello». Isis trajo pues a Seth, con un pie atado al cuello, y era como un prisionero. Y Atum dijo: «¿Por qué te opones a que seáis juzgados y tratas de apoderarte de la función que pertenece a Horus?». Pero Seth le respondió. «¡Nada de eso, mi buen señor! Que se llame a Horus, hijo de Isis, y que se le dé la función de su padre Osiris».

Fueron a buscar a Horus, hijo de Isis. Se le puso la corona blanca sobre la cabeza y se le situó en el lugar de su padre Osiris. Se le dijo: «Tú eres el rey perfecto de Tameri! ¡Tú eres el buen señor de todos los países hasta el final de los tiempos, hasta la eternidad!». E Isis gritó fuertemente hacia su hijo, diciendo: «¡Tú eres el rey perfecto! Mi corazón está en alegría, pues iluminas el país con tu brillo».

Ptah el grande al sur de su muro, el señor de Ankh-Taui, dijo entonces: «¿Qué se va a hacer ahora con Seth? Pues he aquí que Horus ha sido puesto en el lugar de su padre Osiris». Y Ra-Horajty respondió: «Que se me entregue a Seth, hijo de Nut, para que permanezca conmigo, estando cerca de mí como un hijo: él aullará en el cielo y se le tendrá miedo».

Entonces se vino a decir a Ra-Horajty: «Horus, hijo de Isis, se ha alzado como soberano». Ra-Horajty se regocijó en extremo, y después dijo a los dioses de la Enéada: «¡Aclamad, aclamad, inclinados hasta la tierra, a Horus, hijo de Isis!».

E Isis dijo: «¡Horus se ha alzado como soberano. Los dioses de la Enéada están al frente, el cielo se congratula; toman guirnaldas cuando ven a Horus, hijo de Isis, que se ha alzado como gran soberano de Egipto. Los dioses de la Enéada, sus corazones están satisfechos, el país entero se alegra, cuando ven a Horus, hijo de Isis, a quien ha sido transmitida la función de su padre Osiris, señor de Busiris!»

He venido felizmente a su fin, en Tebas, el lugar de la justicia.