ANTIGUO EGIPTO
Cuento de los dos Hermanos

I
Los dos hermanos. Sus trabajos

Había una vez dos hermanos de una sola madre y de un solo padre. Anup era el nombre del mayor y Bata el nombre del pequeño. Anup tenía una casa, tenía una esposa, y su hermano pequeño vivía con él como si fuera su hijo. Era el pequeño quien hacía para el mayor vestidos, yendo tras de las bestias a los campos; era él quien trabajaba la tierra, quien cosechaba para él; era él quien se encargaba para él de todas las necesidades que había por hacer en los campos. En verdad que su hermano pequeño era un fuerte mozo; no había nadie comparable a él en todo el país: en él residía la fuerza de un dios.

Muchos días después su hermano pequeño estaba tras sus bestias, según su cotidiana costumbre, y cada tarde volvía a su casa, cargado con todo tipo de hierbas del campo, leche, madera, todas las buenas cosas de los campos: depositaba todo ante su hermano mayor, que se sentaba con su mujer; después bebía, comía, y salía para pasar la noche solo en su establo en medio de las bestias. Y cuando la tierra aclaraba y un segundo día llegaba, preparaba alimentos cocidos y los colocaba ante su hermano mayor, y éste le daba panes para los campos. Y él llevaba entonces sus vacas para darles de comer en los campos. Y mientras que marchaba detrás de sus vacas, ellas le decían: «La hierba es buena en tal sitio»; escuchaba todo lo que ellas decían y las conducía al buen sitio de hierba que ellas deseaban. Y las vacas que cuidaba se convertían en muy hermosas, y multiplicaban muchísimo sus nacimientos.

En la época del laboreo, su hermano mayor le dijo: «Prepáranos una yunta de vacas para labrar, pues la tierra ahora ha salido del agua y está bien para ser trabajada; después vendrás a los campos con las semillas, pues vamos a ponernos a trabajar activamente mañana por la mañana». Así le dijo él, y su hermano pequeño hizo todas las tareas de las que le había dicho su hermano mayor: «Hazlo».

Cuando la tierra se aclaró, y un segundo día hubo llegado, fueron a los campos con sus semillas y se pusieron enérgicamente al trabajo; y sus corazones estaban extremadamente alegres a causa de su trabajo, desde el comienzo de su labor.

Después de muchos días, cuando estaban en los campos, y encontrándose faltos de semillas, el mayor envió a su hermano pequeño, diciéndole: «Ve a buscar para nosotros semillas al poblado». Su hermano pequeño encontró a la mujer de su hermano mayor mientras se estaba peinando. Entonces le dijo: «Levántate para darme semillas y para que me vaya a los campos, pues mi hermano mayor me espera. No te retrases». Ella le respondió: «Ve, abre el granero y llévate tú mismo lo que quieras, para que mi peinado no quede sin terminar».

El joven entró en su establo, de donde trajo una jarra de gran tamaño, con la intención de coger muchas semillas; se cargó con cebada y trigo y salió, llevándolas. Ella le dijo: «¿Cuál es el peso de lo que hay sobre tu espalda?». El le respondió: «Tres sacos de trigo, dos sacos de cebada, en total cinco, he aquí lo que hay sobre mi espalda». Así le dijo él, pero ella le dirigió de nuevo la palabra, diciéndole: «Hay en ti una gran fuerza, y observo cada día tu vigor». Deseó conocerlo con un conocimiento de hombre. Se levantó pues, lo asió y le dijo: «Ven, pasemos una hora juntos, acostémonos: sacarás provecho de ello, pues yo te haré hermosos vestidos». Entonces el joven se puso como un leopardo que se llena de furia, a causa de las viles propuestas que ella le había dicho, y ella tuvo miedo, mucho miedo. Entonces él le habló, diciendo: «¡Cómo! Tú eres para mí como una madre, tu marido es para mí como un padre; y él, mi mayor, es quien me ha criado. ¿A qué viene esta gran abominación que me has dicho? ¡No me la digas de nuevo! Yo no repetiré esto a nadie y haré que esto no salga de mi boca sea quien sea». Se cargó con su fardo y se fue a los campos. Llegó donde su hermano mayor y se pusieron a trabajar enérgicamente en el trabajo al que se dedicaban.

II
La calumnia

En el momento del atardecer, su hermano mayor volvió a la casa; sin embargo, su hermano pequeño estaba aún tras de sus bestias, cargaba sus espaldas con todas las cosas de los campos, y traía a los animales ante sí, para hacerles dormir en su establo que estaba en el poblado.

La mujer de su hermano mayor se había llenado de temor a causa de las propuestas que ella había hecho. Fue pues a buscar grasa y sebo y fingió que había sido golpeada, para decir a su marido: «Ha sido tu hermano pequeño el que me ha golpeado».

Cuando su marido volvió por la tarde, según su cotidiana costumbre, y llegó a su casa, encontró a su mujer acostada y fingiendo estar enferma: ella no derramó agua sobre sus manos, como era costumbre; no encendió una luz ante él; la casa estaba en oscuridad y ella estaba acostada, vomitando. Su marido le dijo: «¿Quién te ha hablado mal?». Ella le respondió: «Nadie me habló mal, excepto tu hermano pequeño. Cuando vino a coger semillas para ti y me encontró sentada, sola, me dijo: «Ven, pasemos una hora juntos, acostémonos. Ponte tu peluca». Así me habló él, pero yo no le escuchaba. «¿Es que no soy tu madre? ¿Y no es para ti tu hermano mayor como un padre?». Así le dije yo, y se atemorizó; él me golpeó, para que yo no te lo notificara. Pero si permites que él siga vivo, me daré muerte: así que, cuando vuelva, no le escuches. Pues sufro con la idea de la malvada acción que se disponía a cometer ayer».

III
La querella de los dos hermanos

Entonces su hermano mayor se transformó como en un leopardo; afiló su lanza y la agarró con la mano. Su hermano mayor se situó detrás de la puerta de su establo para matar a su hermano menor, cuando volviera al atardecer para hacer entrar a las bestias en el establo. Entonces, cuando el sol se puso, el pequeño cargó con todas las hierbas de los campos, según su cotidiana costumbre, y después regresó. Cuando la vaca que iba en cabeza entró en el establo, le dijo a su pastor: «¡Atención! Tu hermano está ahí, esperándote con su lanza para matarte. Aléjate de él». Comprendió lo que decía su vaca de cabeza. Otra vaca entró y dijo lo mismo. Entonces miró bajo la puerta de su establo y vio los pies de su hermano mayor que estaba detrás de la puerta, con su lanza en la mano. Depositó su fardo en el suelo y se puso a correr para huir. Su hermano mayor salió en su persecución con su lanza.

Entonces su hermano menor invocó a Ra-Horajty, diciendo: «Mi buen señor, tú eres aquél que juzga entre el criminal y el justo». Entonces Ra prestó oídos a todas sus súplicas. Ra hizo surgir entre él y su hermano mayor una gran extensión de agua, que estaba llena de cocodrilos. Uno de ellos estaba a un lado, y el otro al otro. Su hermano mayor golpeó en dos ocasiones sobre su mano, porque no lo había matado. Su hermano pequeño, sin embargo, le interpeló desde la otra orilla, diciendo: «Permanece aquí hasta que se haga de día. Cuando se alce el disco solar seré juzgado contigo ante él, y él entregará el criminal al justo. Pues no viviré más otra vez junto a ti, jamás; no estaré más en lugar alguno en el que tú estés. Me marcharé al Valle del Pino».

Cuando la tierra se aclaró, y llegó el segundo día, Ra-Horajty se alzó, y entonces cada uno de ellos vio al otro. Y el joven se dirigió a su hermano mayor, diciendo: «¿Qué significa que vengas tras de mí para matarme por traición, sin haber escuchado lo que mi boca iba a decir? Sin embargo, soy tu hermano pequeño, y tú eres para mí como un padre y tu mujer es para mí como una madre. ¿No es así? Cuando fui enviado a buscar para nosotros semillas, tu mujer me dijo: Ven, pasemos una hora juntos, acostémonos. Pues bien, ella le ha dado la vuelta a los hechos ante ti, presentándolos en sentido contrario». Y le instruyó en todo lo que le había sucedido con su mujer. Tras lo cual juró por Ra-Horajty: «¡Venir tú para matarme por traición, con tu lanza en la mano, a instancias de una desvergonzada!». Se fue a buscar una caña cortante y se amputó el miembro; lo tiró al agua y un siluro se lo tragó.

Perdió sus fuerzas y quedó miserable. Su hermano mayor sufrió tremendamente de corazón y se mantuvo allá, llorando por él con gran estrépito, sin poder pasar a la orilla en que estaba su hermano menor a causa de los cocodrilos.

IV
Bata parte para el Valle del Pino

Entonces su hermano pequeño le interpeló, diciendo: «¡Así pues, pensabas en alguna terrible acción! Y no pensaste mejor en alguna acción buena, o en alguna de las cosas que yo he hecho por d. Vuelve ahora a tu casa y cuida de tus animales, pues yo no permaneceré en el lugar en que tú estés. Me marcharé al Valle del Pino. En cuanto a lo que has de hacer por mí, será venir para tenerme a tu cuidado, cuando te enteres de que me ha sucedido algo, pues voy a arrancarme el corazón y lo colocaré en lo alto de la flor del pino. Si el pino es cortado y mi corazón cae al suelo, y si vienes para buscarlo, has de pasar siete años buscándolo, y no te desanimes. Y cuando lo hayas encontrado y lo hayas puesto en una jarra de agua fresca, volveré a la vida, para tomar venganza de quien me haya causado el mal. Tú te enterarás de que me ha sucedido algo cuando se te ponga en la mano un vaso de cerveza y se desborde. No te quedes más ahí cuando esto te suceda».

Entonces se fue al Valle del Pino, en tanto que su hermano mayor se volvió a la casa; tenía las manos puestas sobre su cabeza y estaba cubierto de polvo43. Una vez llegado a su casa, mató a su mujer, la arrojó a los perros, y después se sentó lamentándose por su hermano pequeño.

V
Khnum fabrica una mujer para Bata

Después de muchos días, su hermano pequeño estaba en el Valle del Pino, y no había nadie con él; pasaba el día cazando las presas del desierto, y después regresaba, al atardecer, para dormir bajo el pino en lo alto de cuya flor estaba su corazón.

Después de muchos días, se construyó, con su propias manos, en el Valle del Pino, un castillo que estaba lleno de todas las cosas buenas, con la intención de hacerse una morada. Un día en que había salido de su castillo, se encontró con la Enéada, que viajaba ocupándose de los asuntos de todo el país. Entonces los dioses de la Enéada hablaron entre ellos, y después dijeron a Bata: «¡Eh, Bata, toro de la Enéada! ¿Estás aquí solo, habiendo abandonado tu ciudad para huir ante la mujer de Anup, tu hermano mayor? Pues bien, él ha matado a su mujer, y de esta forma tú te has vengado de todos aquellos que han actuado mal contra ti». Su corazón tuvo gran piedad de él y Ra-Horajty dijo a Khnum: «Fabrica pues una mujer para Bata, para que él no esté solo». Y Khnum le hizo una compañera: era bella de cuerpo más que cualquier otra mujer del país entero, y la semilla de todo dios estaba en ella. Las siete hathors vinieron a verla y dijeron con una sola boca: «Ella morirá por la espada».

Bata la deseó mucho, mucho. Ella permanecía en su mansión, en tanto que él pasaba el día cazando las presas del desierto, trayéndolas y depositándolas ante ella. Y él le dijo: «No salgas, para que el Dios del Mar no te arrebate; tú no podrías salvarte de él, pues tú no eres, después de todo, más que una mujer. Mi corazón está colocado en lo alto de la flor del pino real, y si otro lo encuentra, habré de batirme con él». Y le desveló todo lo concerniente a su corazón.

VI
La trenca de cabellos

Después de muchos días, Bata se fue a cazar, según su costumbre cotidiana. Entonces la joven salió para pasearse bajo el pino real que estaba al lado de su casa. Y he aquí que ella vio al dios del mar que balanceaba sus olas tras ella; huyó corriendo y volvió a la casa. Pero el dios del mar interpeló al pino real diciendo: «¡Cógemela!». Y el pino le llevó una trenza de sus cabellos. Entonces el dios del mar la llevó a Egipto y la depositó en el lugar donde trabajaban los lavanderos del faraón. El olor de la trenza de cabellos pasó a los vestidos del faraón, y se enfadó con los lavanderos del faraón diciendo: «Hay olor de ungüentos en los vestidos del faraón».

Querellaba así con ellos cada día, y ellos no sabían ya que era lo que debían hacer. El jefe de los lavanderos del faraón. fue a los lavaderos; tenía el corazón extremadamente afligido a causa de estas querellas cotidianas. Se paró, permaneciendo sobre la arena, frente a la trenza de cabellos que estaba en el agua. Hizo bajar a alguien al agua y se la llevaron: siendo el olor cada vez más agradable, la llevó al faraón. Fueron a buscar a los escribas y a los sabios del faraón. Ellos dijeron al faraón: «Esta trenza de cabellos pertenece a una hija de Ra-Horajte en quien está la semilla de todo dios. Es un presente para ti venido de otro país. Haz pues que vayan mensajeros a todos los países extranjeros para buscarla; en cuanto al mensajero destinado al Valle del Pino, envía con él gente en gran número para traerla». Entonces dijo su majestad: «Está bien, muy bien lo que vosotros decís», y se les hizo marchar.

Después de muchos días, las gentes que habían ido a las tierras extranjeras regresaron para presentar su informe a su majestad, pero aquellos que habían ido al Valle del Pino no volvieron, pues Bata los había matado, dejando no obstante sobrevivir a uno de ellos, para que pudiera hacer su informe a su majestad. Entonces su majestad envió soldados en gran número e igualmente hombres en carros para traerla; y con ellos había una mujer, en cuyas manos se había puesto todo tipo de hermosos adornos femeninos.

Esta mujer volvió a Egipto con ella, y hubo gran alegría a causa de ella en el país entero. Su majestad la amó mucho y la nombró su gran favorita.

VII
Muerte y resurrección de Bata

Se conversó con ella para hacerle hablar respecto a su marido, y ella dijo a su majestad: «Haz cortar y destruir el pino real». Y Se envió a soldados con sus herramientas de cobre para cortar el pino. Llegaron al pino y cortaron la flor sobre la que estaba el corazón de Bata, y éste cayó muerto en el mismo instante.

Después que la tierra se aclaró, y que un segundo día hubiera llegado, cuando el pino real fue abatido, Anup, el hermano mayor de Bata, entró en su casa y se sentó para lavarse las manos. Se le dio una jarra de cerveza y se desbordó; se le dio otra de vino y el vino se enturbió. Entonces cogió su bastón y sus sandalias así como sus vestidos y sus armas y se puso en marcha hacia el Valle del Pino. Entró en el castillo de su hermano pequeño y encontró a su hermano pequeño yacente sobre su lecho, muerto. Se puso a llorar cuando vio a su hermano pequeño yacente, convertido en cadáver. Y se fue para buscar el corazón de su hermano pequeño bajo el pino real a cuyo abrigo su hermano pequeño dormía al atardecer. Pasó tres años buscándolo y no lo encontraba; y cuando comenzó el cuarto año, su corazón deseó volver a Egipto, y dijo: «Me iré mañana». Así dijo en su corazón.

Después que la tierra se aclaró, y que un segundo día hubiera llegado, se puso a caminar bajo el pino real; y pasó el día buscándolo el corazón de su hermano; después regresó por la tarde ocupado aún en buscarlo. Halló entonces una semilla y volvió con ella: era el corazón de su hermano pequeño. Fue a coger un cuenco de agua fresca, y lo echó dentro; después se sentó según su costumbre cotidiana.

Cuando llegó la noche, y cuando su corazón hubo absorbido el agua, Bata tembló en todos sus miembros y se puso a mirar a su hermano mayor, en tanto que su corazón estaba aún en el bol. Entonces Anup, su hermano mayor, tomó el cuenco de agua fresca en el cual estaba el corazón de su hermano pequeño y se lo hizo beber. Y cuando su corazón estuvo en su lugar, Bata volvió a ser como había sido. Cada uno de ellos abrazó al otro, cada uno conversó con su compañero.

Entonces Bata dijo a su compañero: «Mira, me voy a convertir en un gran toro, dotado de todos los colores bellos, pero de naturaleza desconocida, y tú te sentarás sobre mi lomo hasta que el sol se haya alzado. Cuando estemos en el lugar en que se encuentra mi mujer, me vengaré, y después me conducirás al lugar donde Se63encuentra, pues Se te hará objeto de todo bien y Se te pagará mi peso en plata y oro66por haberme conducido al faraón. Pues me convertiré en una gran maravilla, y se alegrarán a causa de mí en todo el país. Entonces te volverás al poblado».

VIII
Bata se transforma en toro

Después que la tierra se hubiera aclarado, y que un segundo día hubiera llegado, Bata se transformó en la forma que había dicho a su hermano mayor. Anup, su hermano mayor, se sentó pues sobre su lomo hasta el alba, y el toro llegó al lugar donde Se estaba. Su majestad. fue informado de su presencia. Ella fue a verlo. Se regocijó extremadamente por su causa, e hizo en su honor un gran sacrificio, diciendo: «¡Es una gran maravilla que se ha producido!». Y hubo júbilo a causa de él en todo el país. Se pagó su peso en plata y oro a su hermano mayor, y éste se estableció en su poblado: Se le concedió un nutrido personal y bienes en gran número, y el faraón lo amó mucho más que a todos los hombres que están en este país entero.

Después de muchos días, el toro entró en la cocina; se situó en el lugar donde estaba la favorita y se puso a conversar con ella, diciendo: «Mira, aún estoy vivo». Ella le dijo: «¿Quién eres, pues?». El le respondió: «Yo soy Bata, y yo sé bien que, cuando hiciste destruir el pino para el faraón, fue por mi causa, para impedirme vivir. Pues bien, aún estoy con vida, y soy un toro». Entonces la favorita tuvo muchísimo miedo de lo que le había dicho su marido.

Ella salió de la cocina y su majestad se sentó y pasó con ella una jornada; él le indujo a beber a su majestad y Se fue muy bueno con ella. Entonces ella dijo a su majestad: «Júrame por Dios, diciendo: Lo qué vaya a decir la favorita, lo escucharé para darle placer. Y él escuchó todo lo que ella dijo: «Hazme comer hígado de este toro, pues no hará nunca nada». Así le habló ella. Se apesadumbró extremadamente por lo que ella dijo, y el corazón del faraón se llenó de compasión por él el toro.

Después que la tierra se aclaró, y que un segundo día hubiera llegado, Se proclamó una gran fiesta de ofrendas como complemento al sacrificio del toro. Se envió al primer carnicero real de su majestad, para degollar al toro. Después de eso fue degollado.

IX
Bata se transforma en dos perseas

Cuando estaba ya sobre las espaldas de las gentes, el carnicero le golpeó en el cuello de nuevo, de forma que dos gotas de sangre fueron lanzadas al lado de los dos batientes de la puerta de su majestad; una de ellas se situó de un lado de la gran puerta del faraón y la otra del otro lado; y ellas dieron lugar a dos grandes perseas, las cuales eran cada una un árbol escogido. Fueron a decir a su majestad: «Dos grandes perseas han brotado, como gran maravilla, para su majestad, durante la noche, cerca de la gran puerta de su majestad»; y hubo alegría a causa de ellas en el país entero, y Se les ofreció un sacrificio.

Después de muchos días, su majestad apareció en la estancia de lapislázuli, con una guirnalda de flores de todo tipo en su cuello, montó sobre un carro de oro y salió del palacio para ver las perseas. La favorita salió con el cortejo tras el faraón. Entonces su majestad se sentó bajo una persea, y la favorita bajo la otra persea. Bata se dirigió a su mujer: «¡Eh traidora!, soy Bata, y todavía estoy con vida, a pesar de ti. Y yo sé bien que si hiciste cortar el pino para el faraón, fue por mi causa. Me he transformado en toro y tú me has hecho también matar».

Después de muchos días, la favorita se levantó e indujo a beber a su majestad y Se fue bueno con ella. Y dijo ella a su majestad: «Júrame por Dios, diciendo: Lo que me diga la favorita, yo lo escucharé para darle placer». Él escuchó todo lo que ella dijo. Ella dijo entonces: «Haz cortar estas dos perseas y hazlas convertir en buenos muebles». Se escuchó todo lo que ella dijo. E inmediatamente su majestad envió obreros cualificados y cortaron las perseas del faraón. La esposa real, la favorita, miraba hacer; y una astilla voló; entró en la boca de la favorita; ella la tragó y quedó encinta en un instante. Y Se hizo con los árboles todo lo que ella quiso.

X
Última metamorfosis de Bata

Después de muchos días, ella dio a luz a un hijo varón. Y fueron a decir a su majestad: «Te ha nacido un hijo varón». Entonces fue llevado, Se le dio una nodriza y guardianes, y hubo alegría por su causa en todo el país. Se sentó y pasó una jornada feliz, y se llenó de júbilo. Su majestad lo amó mucho al momento, y lo nombró hijo real de Kus. También su majestad lo hizo príncipe heredero del país entero.

Después de muchos días, cuando él hubo pasado numerosos años como príncipe heredero en el país entero, su majestad voló al cielo. Se dijo entonces: «Que me sean traídos los grandes funcionarios de su majestad para que les instruya en todas las aventuras que me han sucedido». Se le trajo a su mujer: fue juzgado con ella ante ellos, y se le dio la razón. Se le trajo a su hermano mayor, y él lo hizo príncipe heredero en el país entero86. Después de haber estado treinta años como rey de Egipto, pasó a la vida. Y su hermano mayor se alzó en su lugar como rey, el día de su deceso.

He llegado felizmente al final en paz, bajo la dirección del escriba del tesoro Qagabu, perteneciente al tesoro del faraón, así como del escriba Hori y del escriba Meremopé. Ha hecho este manuscrito el escriba Ennena, el propietario de este libro. Aquel que hable mal de este libro, Tot será un adversario para él.