ANTIGUO EGIPTO
Cántico de Intef

Himno que está en la tumba del rey Intef, justo de voz, delante del cantor con el arpa:

Es afortunado este feliz príncipe, y feliz también su final.

Una generación pasa, y otra permanece desde el tiempo de los antepasados. Los dioses que existieron antes reposan en sus pirámides. Los nobles y los venerables igualmente reposan enterrados en sus pirámides, aquellos que construyeron las edificaciones Sus lugares ya no existen, y ¿qué se ha hecho de ellos?

Yo he escuchado las palabras de Imhotep y Hordjedef, cuyas máximas están en toda boca. Pero ¿qué ha sido de sus lugares? Sus muros se han arruinado, sus lugares ya no están, como si nunca hubieran existido. Nadie ha vuelto de allí para contarnos cómo le va, para decirnos qué necesitan. De forma que nuestro corazón se tranquilice, hasta que marchemos al lugar al que ellos han ido.

Así pues, alegra tu corazón y no pienses en ello, que es bueno para ti seguir tu corazón, en tanto permanezcas. Pon mirra en tu cabeza, vístete con el más fino lino, úngete con el verdadero óleo de la maravilla divina, acrecienta tu felicidad y que tu corazón no languidezca. Sigue a tu corazón en compañía de tus placeres, ocúpate de tus asuntos sobre la tierra sin lesionar tu corazón, hasta que el día del lamento fúnebre te alcance.

Aquel de corazón lánguido (Osiris) no escuchará sus lamentos, y los lamentos del corazón del hombre no lo devolverán del más allá. Así pues, pasa una feliz jornada, no languidezcas en ella. Mira, nadie ha marchado llevando sus cosas consigo, nadie ha partido que después haya regresado.

De la estela funeraria de Neb-Ankh, el cantor Tjeni-Aa dice: «¡Qué bien establecido estás tú en tu lugar de eternidad, en tu tumba de vida eterna! Está llena de ofrendas de alimento, y contiene todas las cosas buenas. Así, tu ka está contigo y no se alejará de ti. ¡Oh tú, canciller del Bajo Egipto, mayordomo principal, Neb-Ankh, tuyo es el dulce soplo del viento del norte! Así dice su cantor, que hace vivir su nombre, el reverenciado Tjeni-Aa, a quien él amó, que canta para su ka cada día».

De la estela funeraria de Iky, el cantor Neferhotep dice: «¡Oh, tumba, tú has sido construida para el ritual, has sido fundada para la felicidad!».