Noé


Diluvio universal, acontecimiento principal durante la vida de Noé

Murcia, 1 mayo 2024
Equipo de Biblia de Mercabá

        Noé fue el 9º patriarca del linaje de los setitas, nieto de Mathusala e hijo de Lamec, siendo considerado por la Biblia como el el 2º padre de la raza humana (Gn 5, 25-9, 29). Se le puso el nombre Noé (lit. descansar, en hebreo) por las expectativas de su padre con respecto a él, pues según dijo Lamec: "Este hijo nos dará alivio de las labores y trabajos de nuestras manos en (o más bien dicho de, por ejemplo de lo que viene de) la tierra, la cual fue maldecida por Dios".

        La mayoría de los comentaristas consideran las palabras de Lamec como expresiones de una esperanza, o como una profecía de que el niño sería parte instrumental de Dios a la hora de quitar la maldición pronunciada en contra de Adán (Gn 3, 17).

        Otros, algo fantasiosamente, ven en ellas una referencia a que el futuro de Noé sería el futuro descubridor del vino (cosa que no fue así), y eso alegraría el corazón del hombre. Y hay quienes, con gran probabilidad, consideran la esperanza de Lamec en que su hijo sé convertiría en el soporte y consuelo de sus padres, y les permitiría disfrutar de un feliz descanso en sus últimos años.

        En todo caso, Noé surge en medio de la corrupción generalizada humana, que se dio como resultado de la unión de "los hijos de Dios" con "las hijas de los hombres" (Gn 6, 2), En referencia a la relación de los setitas con las mujeres cainitas, "Noé era un hombre justo y perfecto en sus generaciones" y "caminaba con Dios" (Gn 6, 9). Por ello, cuando Dios decreta la destrucción del hombre de la faz de la tierra, Noé "encontró gracia ante Dios".

        De acuerdo con las más comunes interpretaciones del Gn 6,3, Noé recibió una divina advertencia de la inminente destrucción del diluvio unos 120 años antes de que éste ocurriera, cuando el patriarca contaba entonces 480 años (Gn 7, 11). Aún así, no parece que hubiese recibido Noé ningún tipo de detalle sobre la naturaleza de la catástrofe.

        Cuando llegó a la edad de 500 años, Noé recibió las intenciones de Dios para construir una arca, en la cual habrían de salvarse su familia él y los principales representantes (macho y hembra) de las diversas razas de animales de la zona, sobre la cual se produciría el castigo divino (Gn 6, 13-21). Tenía por aquel entonces Noé 3 hijos (Sem, Cam, y Jafet (Gn 6, 10), ya adultos y con sus respectivas esposas (Gn 6, 10). Es imposible saber cuánto tiempo antes del diluvio tuvo Noé noticias de él, pero no pudo haber sido más que 75 años antes (Gn 7, 11), y probablemente antes.

        Noé avisó a las gentes del inminente juicio y castigo divino, y pidió que se arrepintieran (2Pe 2, 5), pero nadie prestó atención a sus palabras (Mt 24,37; Lc 17,26-27; 1Pe 3,20) y, cuando llegó el tiempo fatal, nadie (excepto Noé y su familia) encontraron refugio en el arca.

        Unos 7 días de que las aguas empezaran a cubrir la tierra, se le ordenó a Noé entrar al arca con su familia, y que cada uno de ellos llevase 7 pares de animales domésticos, 2 pares de animales salvajes y pájaros silvestres (Gn 7, 1-4). Se ha objetado que, en el sentido más literal, el arca era muy pequeña para hospedar a 2 pares de cada especie de animales y pájaros. Pero no hay dificultad si, como ya se acepta, el diluvio no fue geográficamente mundial.

        Cuando cesó el diluvio y Noé desembarcó del arca, construyó allí mismo un altar, y ofreció los animales domésticos a Dios en holocausto. Dicho sacrificio fue aceptado por Dios, y allí mismo prometió Dios no volver a destruir a la raza humana. El arco iris sería por siempre la señal de dicho convenio.

        Dios reafirmó a Noé la bendición que mucho antes había declarado a Adán (Gn 1, 28), y confirmó el dominio humano sobre los animales. No obstante, decretó que su carne no fuese comida junto con la sangre (Gn 8, 20-9, 17).

        Noé se dedicó luego a la agricultura, y cosechó viñedos. No estando familiarizado con los efectos del jugo de uva fermentado, cierto día bebió él sin medida y se emborrachó. Cam encontró a su padre desnudo sobre su carpa y bromeó de ello ante sus hermanos, los cuales lo cubrieron respetuosamente con una manta. Habiendo escuchado lo ocurrido, Noé maldijo a Canaán (hijo de Cam), y bendijo a Sem y Jafet.

        Noé vivió 350 años más después del diluvio, y murió a la edad de 950 años (Gn 9, 20-29). En los libros bíblicos posteriores se representa a Noé como modelo de hombre justo (Eclo 44,17; Ez 14,14-20) y ejemplo de fe (Hb 11, 7).

        Los padres de la Iglesia y la tradición consideran a Noé como el prototipo y figura del Salvador, porque a través de él la raza humana fue salvada de la destrucción y reconciliada con Dios (Eclo 44, 17-18). Más aún, su construcción del arca es vista como figura de la construcción de la Iglesia, que el propio Cristo edificaría en medio del mundo como el único medio de salvación.

        Las crónicas babilonias respecto al diluvio aparecieron mucho antes que los relatos de la Biblia, y hasta 4 crónicas mesopotámicas distintas han sido encontradas en diferentes lugares, de las cuales 3 son sólo fragmentos cortos y la 4ª fue encontrada al competo en las ruinas de Nínive. Se trata del Poema de Gilgamesh (Tablilla XI), descubierta por Smith entre las ruinas de la biblioteca de Asurbanipal (ca. 1872). Otra versión algo diversa fue presentada por Berosus.

        En el mundo hebreo, 2 tradiciones antiguas dejaron constancia de su meditación sobre la justicia de Dios, hilvanada sobre la figura legendaria de Noé. Una de ellas, de tono yahvista, es más colorista y espontánea. La otra, procedente del círculo sacerdotal, se presenta más repensada y menos poética. Sin embargo, ambas coinciden en asignar a Noé un protagonismo en la capacidad humana de retomar, con esperanza, el proyecto inicial de Dios.

a) El diluvio

        Nos dice la Biblia que Dios se mostró contrariado por la multiplicación del mal sobre la tierra, pues "la tierra estaba corrompida en la presencia de Dios, y se llenó de violencias" (Gn 6, 11).

        En efecto, el plan originario de Dios sobre el género humano parece que fue frustrado por los vicios humanos, los cuales afearon por completo la creación divina. Bíblicamente, el mal moral es siempre causa de los desastres físicos, y recordando las viejas tradiciones de inundaciones catastróficas (incluidas las babilónicas) eso no tenía más remedio que un castigo divino y una reparación completa de la creación, de la tierra y sus habitantes.

        Pero esa decisión no implicó una condena a la muerte, pues el polo contrario a la creación no es la aniquilación sino la salvación. Para llevarla a cabo, Dios eligió a Noé, "el varón más justo y cabal de su tiempo". De hecho, "Noé andaba con Dios" (Gn 6, 9).

        A Noé se le encomendó la difícil tarea de renovar el paisaje y sus moradores. Por orden de Dios construyó un arca en la que habría de salvarse él junto con sus 3 hijos y respectivas esposas. También había de recoger una muestra de los animales existentes en la zona, para que la vida pudiera afianzarse sobre la devastación proyectada por Dios.

        El diluvio es descrito como una gigantesca purificación de todo lo creado. Se nos dice que duró 40 días, que es el número simbólico que alude a las grandes mutaciones y conversiones. Son importantes estos breves versículos, porque subrayan que "Noé ejecutó todo lo que le había mandado Dios" (Gn 7, 5). También se dice que Dios "cerró la puerta del arca tras la entrada de Noé" (Gn 7, 16). Evidentemente, este relato no trata de ser una disertación científica, sino una confesión religiosa de las relaciones ideales entre lo humano y lo divino.

b) La espera

        Mientras arreciaban las lluvias, Noé comenzó a preguntarse si la tierra sería ya habitable, y el vuelo de las aves que sucesivamente envió (como mensajeras, para reconocer el paisaje) le fue marcando el tiempo de las decisiones. No obstante, nos dice la Biblia que no fue él, sino Dios, quien marcó el ritmo de la sinfonía del nuevo mundo.

        En el Poema de Gilgamesh se menciona una paloma, una golondrina y un cuervo. En el relato bíblico, Noé soltó por 3 una paloma. Se trata de un ritmo ternario propio de la poesía, que trata de dar profundidad. En la 1ª ocasión, la paloma vuelve al arca sin haber encontrado un lugar donde posarse. La 2ª vez regresa trayendo en el pico un ramo de olivo, y la 3ª vez ya no vuelve al arca. Ésa fue la señal de que podía comenzarse un nuevo camino sobre la faz de la tierra.

        Mientras las aguas no descendieron, hasta descubrir la tierra, Noé y su familia tuvieron que aprender a vivir de la esperanza, así como la cotidiana virtud de la paciencia.

        La imagen de seres humanos viviendo junto a animales, en el seno de un arca navegante, ha impresionado siempre a los artistas, desde los bajorrelieves paleocristianos hasta las miniaturas de los códices de Liébana, o los mosaicos bizantinos en que Noé aparece abriendo una ventana para recoger a la paloma.

c) El nuevo orden

        Sólo al término del diluvio, la familia de Noé y los animales salieron del arca. Acto seguido, tuvo lugar la construcción de un altar para ofrecer un sacrificio a Dios. Por 1ª vez aparece en el texto sagrado una fórmula escandalosamente antropomórfica, que habrá de hacer ritual: "Dios aspiró el calmante aroma de la ofrenda", tras lo cual reconsideró sus planes sobre el mundo.

        Por supuesto, bien sabía Dios que el corazón humano volvería a ser proclive a la maldad, pero a partir de entonces se comprometió a no volver a maldecir la creación. En este momento, el autor introduce en el relato una vieja canción, que sirve para recordar la alternancia de los tiempos en el diseño de Dios: "Mientras dure la tierra, sementera y siega, frío y calor, verano e invierno, día y noche no cesarán" (Gn 8, 22).

        Dios restablece el orden cósmico, y encarga a los humanos que colaboren en la construcción del mundo y en la tarea de regeneración de la vida. Resuenan las palabras iniciales que Dios había dirigido a Adán: "Sed fecundos y multiplicaos; pululad en la tierra y dominad en ella" (Gn 9, 7). Tanto la fecundidad como el dominio de la tierra habrán de ser llevados a cabo con la dignidad que corresponde al hombre, el cual es presentado de nuevo como imagen de Dios.

        Ha aparecido un mundo nuevo, y Dios quiere sellar una alianza con él. El arco iris es un fenómeno natural que intrigó a las culturas primitivas, pero en este caso es presentado por la Biblia como señal de la alianza de Dios con la humanidad, a través de Noé. El Dios victorioso del mal ha colgado para siempre su arco en las nubes. El arco será un recordatorio para los humanos, pero también lo será para Dios (Gn 9, 12-17). Dios se ha comprometido a no volver a destruir la tierra, pero pide a los humanos que aprendan a respetarla y a conservar las semillas de la vida.

d) Legado

        Noé fue evocado por los profetas (Is 54,9; Ez 14,40), así como recordado con admiración por el libro del Eclesiástico (Eclo 44, 17-18). También en boca de Jesús aparece una referencia a Noé, a la hora de invitar a los discípulos a permanecer atentos a los signos de los tiempos (Mt 24, 37).

        Para la Carta a los Hebreos, Noé fue un ejemplo de fe. En otros escritos se recuerda la paciencia de Dios en los días de Noé (1Pe 3, 20), y también la providencia divina que, aun en medio de la corrupción, pudo salvar de las pruebas a los justos y piadosos (2Pe 2, 5).

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