EGIPTO
b)
Sociedad egipcia
c)
Cultura egipcia
f) Historia II: Egipto Antiguo
g) Historia III: Egipto Medio
h) Historia IV: Egipto Nuevo
i) Historia V: Bajo Egipto
________________________________________
Egipto
presenta una singular configuración
geográfica. Está formado por un estrecho y larguísimo valle, entre desiertos
de piedra y arena, que constituye un reducido espacio de tierra habitable (unos
35.000 km2) en medio de un paisaje sin límites, árido e inhóspito.
Junto
a esta primera contraposición
natural entre valle y desierto, Egipto presenta otra, puesta de relieve por
los propios egipcios desde tiempos remotos:
-el
Alto Egipto, desde la primera catarata hasta Menfis,
-el
Bajo Egipto, desde Menfis al mar, es decir, el delta del Nilo.
Más
al Sur, a la altura de la primera catarata, comienza Nubia, dividida a su vez en
Baja[1]
y Alta[2],
cuyas vicisitudes históricas aparecen vinculadas desde sus comienzos a las de
Egipto.
La
particular conformación
del país condicionó inevitablemente la historia. Rodeado por desiertos, Egipto
no tuvo relaciones intensas con el mundo externo, en particular durante el período
antiguo. Solamente el mar permitía contactos con otros países: Creta, la
tierra de Canaán y la lejana Mesopotamia.
Los
intercambios comerciales y culturales no tuvieron la suficiente importancia como
para influir en la civilización
egipcia, que se desarrolló de forma autónoma con caracteres originales.
Egipto
llegó a estar muy densamente poblado, llegando a alcanzar los 6 millones de
habitantes.
El
valle del Nilo,
fertilizado por las crecidas anuales del río, ofreció condiciones ideales de
vida a un pueblo que se asentó allí durante el paleolítico y con
posterioridad a él, empujado por la progresiva sequía de la región, que en
otro tiempo gozaba de un clima cálido y húmedo, con lluvias abundantes.
Se
considera que los primeros habitantes pertenecían en sus orígenes a la estirpe camítica[3],
y que luego, al mezclarse con los semitas procedentes del este, dieron origen al
tipo egipcio.
a.1)
El faraón
En
las primeras dinastías era el Horus
vivo, un dios. Este concepto del faraón como la encarnación del
dios Horus alcanzó su máximo desarrollo en las dinastías I, II y III, y es
posible que las pirámides de Gizeh constituyan sus principales manifestaciones,
cuando toda la nación emprendió la enorme tarea de levantar estas gigantescas
construcciones, para asegurar la persistencia de su mayor divinidad.
Durante
la dinastía IV y V, se dejó sentir la influencia de Heliópolis. El faraón
pasó a ser considerado ahora como el descendiente
del dios Ra. Sutil cambio de mentalidad, que partía de la idea de la
encarnación de un hijo del dios, en el sentido físico de la palabra. Una
leyenda nos cuenta cómo Ra engendró los primeros reyes de esta dinastía en la
esposa de un simple sumo sacerdote de Heliópolis.
Al
final del Imperio Antiguo, sin embargo, iba a destacarse todavía otro aspecto,
el faraón considerado como una encarnación
viva de Horus. Era su realeza, más que el cargo, lo que hacía al
faraón inmortal, de modo que el universo egipcio se recreaba de nuevo cada vez
que se producía un cambio de rey.
Esta
cosmogonía se reforzaba por el mito de Osiris, que decía que un antiguo rey
divinizado había sido muerto y descuartizado, pero fue vencedor
de la muerte y se convirtió en rey y juez en el más allá, mientras
que su hijo Horus, quien engendró después de su muerte, gobernaba en la sede
de su padre sobre la tierra.
El
concepto del rey como supremo dios encarnado se debilitó considerablemente
durante el Primer Período Intermedio, cuando la exclusividad del faraón se vio
sustituida por una multitud de reyezuelos
locales que alardeaban menos de su divinidad que de su habilidad en
proteger a su pueblo bajo su poder temporal.
Esta
preocupación por el bienestar material de sus súbditos se convirtió en dogma
para los gobernantes del Imperio Medio, cuando cristalizó la idea de que el rey
cuidaba de sus súbditos como un buen
pastor que guarda su rebaño[4].
A
pesar de que los faraones de la dinastía XII restablecieron el prestigio de la
realeza, el Horus viviente se
consideraba ya más como un caudillo
invencible que como un dios. Gran parte del respeto debido al faraón
como el máximo dios existente había pasado a Osiris, a pesar de otorgarle un
enterramiento suntuoso en pirámides.
La
reina
tenía, lógicamente, grandes privilegios. El rey, divinizado, atribuye una
fuerza sobrenatural a toda su progenie.
El
primogénito de la principal consorte era el heredero.
La hija mayor, también de la principal consorte, era la heredera. Sin embargo,
para mantener intacta la esencia divina, era deseable que el heredero y la
heredera real se casaran entre sí. Una relación hermano-hermana, bien
documentada en la época ptolemaica, que no tenía eco en el resto de la población
egipcia.
Por
circunstancias de mortalidad infantil, a menudo era el hijo de una esposa
secundaria o concubina, el que se casaba con la heredera, convirtiéndose en príncipe
de la corona.
El
poder de la heredera
de transferir el derecho al trono era tan importante, que la reina Hatshepsut
creyó que podía usurpar el trono a la muerte de su esposo, a falta de hermanos
de sangre.
Hay
varios casos de herederos que no sobrevivieron a sus padres. Por ello, el rey
asociaba a su primogénito al trono actuando como corregente.
a.3) Dirigentes egipcios
En
teoría, todo el poder estaba en manos del rey; en la práctica, recaía en los
oficiales.
En
las primeras dinastías parece que eran sus parientes
más próximos, puesto que, como la autoridad provenía de los
dioses, los que participaban de la esencia divina, aunque fuera en menor grado,
estaban más cualificados para el gobierno.
Con
el tiempo, los cargos tendieron a convertirse en cargos
hereditarios, al seguirse el ideal egipcio de colocar al hijo en el
lugar del padre. Al lado de los reyes a los que servían, había auténticas
dinastías de oficiales, y las genealogías de algunos de ellos pueden seguirse
durante varias generaciones, especialmente durante el Imperio Nuevo.
Durante
el primer período intermedio y los primeros tiempos del Imperio Medio, los gobernantes
locales aumentaron la administración real a menor escala, con sus
camareros, sacerdotes y servidores.
La
burocracia
militar del Imperio Nuevo, sin embargo, estaba mucho más organizada
y no tenía relación alguna con la casa real. No obstante, varios de los
oficiales tenían a sus hijas en el harén del rey.
En
los primeros tiempos no se requería ninguna especialización
determinada. La habilidad en la organización era, al parecer, más
importante que los conocimientos técnicos[5].
El
rey
era la última corte de casación por ser el origen y la fuente de la ley. Solo
él podía, al parecer, confirmar las sentencias de muerte y también ejercer la
gracia del perdón.
Su
delegado era el visir,
que era nombrado, junto con los demás altos cargos, al advenimiento del nuevo
rey, en el cual el faraón les dirigía tradicionalmente un discurso en el que
le señalaba:
-las
graves responsabilidades de su cargo,
-que
él era uno de los principales puntales en todo el país,
-que
debía ser escrupuloso en la administración de la ley, sin favorecer ni juzgar
con diferente severidad.
Sin
embargo, no había un código
legal para estos asuntos. El rey era a la vez legislador, juez y
ejecutivo, y el precedente debió desempeñar un importante papel, demostrando
la rectitud de los mandatos divinos[6].
En
el Imperio Nuevo había un cargo quizá de mayor importancia que el de visir, y
era el de príncipe
de Kush, o virrey de Etiopía. Este oficial era delegado real desde
el-Kab a Napata, e imprimía el sello real como prueba de ostentación del
poder. Aunque se sabe poco acerca de cómo se elegían los titulares hay
bastantes indicios de que el cargo se convirtiera pronto en hereditario[7].
El
superintendente
del Tesoro, un departamento del estado tan importante como el
judicial, era el encargado de todos los bienes y productos pertenecientes al
faraón, y de distribuirlos exclusivamente por medio de sus agentes.
Existía
en Egipto un comercio de productos locales, realizado de pueblo en pueblo,
dentro de un sistema
comercial de permuta. La economía estatal dependía, en gran parte,
de los diezmos recogidos de los grandes terratenientes o particulares, tanto si
eran los grandes templos como soldados veteranos asentados en la tierra. Los
impuestos eran en especies: cebada, trigo; aceite, lino, pescado, fruta, ganado...[8].
Se
empleaba gran número de oficiales para calcular y medir la producción de las
cosechas y para recoger, almacenar y distribuir los diezmos del estado. En un estado que no tenía sistema monetario, estos impuestos cubrían los gastos de
los oficiales, artesanos, sacerdotes y todas las demás clases sociales que no
se dedicaban a la producción de alimentos.
El
país pertenecía al rey, y la propiedad
privada sólo aparecía cuando él hacía regalos. De un modo
semejante, sólo por orden real se podía conseguir la exención de tasas.
Aunque la tierra podía legarse a los herederos, la transmisión tenía que ser
ratificada por decreto real. Las granjas podían, al parecer, arrendarse[9].
a.4) Fundaciones funerarias
Los grandes complejos funerarios faraónicos,
de los cuales la pirámide era un elemento más, se sostenían económicamente
mediante el concierto de un conjunto de tierras reunidas, conocidas con el
nombre de fundación funeraria.
A
su vez, los cortesanos solían pedir autorización
al faraón para establecer sus propias fundaciones funerarias, con el
objeto de mantener el culto funerario de su mastaba. Hay que recordar que en
Reino Antiguo todas las tierras de Egipto pertenecían al faraón, el cual
premiaba a la burocracia concediéndole el usufructo de dichas tierras, que a su
muerte revertían en él.
Las
fundaciones funerarias substraían perpetuamente tierras de las manos del faraón,
e incluso permitían realizar herencias
encubiertas, al nombrar los cortesanos o sacerdotes, encargados de la
fundación funeraria, herederos a sus propios hijos. A finales de la dinastía
VI, 2/3 de las tierras de Egipto estaban en manos de fundaciones
funerarias.
a.5) Maat
Maat
significa orden,
verdad y justicia, ese punto único que representa la historia y el
concepto de tiempo egipcio (a diferencia del clásico o cristiano[10]).
Egipto,
país agrícola,
necesitaba de un orden determinado. Tras el final de la inundación, venía
siempre el momento de las obras públicas. Sin estas represas y cuidado de los
canales, el hambre estaba asegurada.
Por
otro lado, Egipto tenía distintas
unidades políticas con distintas organizaciones. Y para que esto no
fuese un caos, y sí ayudase al desarrollo, entre todos había que evitar el
caos, independientemente de lo demás.
El
garante de la Maat es el faraón
(el hijo de Ra, el Horus vivo…), poderoso en la Maat, restaurador de la Maat[11].
El
faraón es el garante de la Maat desde dos puntos
de vista:
-cosmológico,
como responsable del orden en el mundo, de que Ra salga o se oculte, de las
crecidas del Nilo o no[12];
-sociopolítico,
como responsable de que la sociedad egipcia y sus estructuras, continúen como
los primeros momentos de su historia, de que Egipto esté libre de sus enemigos.
No obstante, ello no implicaba inmovilidad[13].
Desde el punto de vista religioso, la Maat aparece personificada, en el libro de los muertos, como la diosa de la justicia (representada con una pluma en la cabeza) en el momento de la muerte, cuando ante su pluma se pesaba el alma del difunto (llevada por Anubis, con veredicto de Thot), para obtener la eternidad o ser devorada por Ammit.
a.6) Relaciones exteriores
A
lo largo de su historia, Egipto no necesitó relacionarse con otros pueblos tan
profusamente como lo hacía Mesopotamia, pues prácticamente sabía
autoabastecerse de materias primas.
No
obstante, para Egipto fue esencial el comercio con la costa Sirio-Palestina, y
lo que después será Fenicia, en busca de una de las materias primas que no
disponía en su territorio: la madera.
En
general a Egipto se le relacionó, por comercio o por conquista, con las
siguientes regiones:
-con
Nubia y Kush. Los egipcios buscaron aquí oro y ganado, en épocas en
las que Egipto dominó sin problemas la zona, llegando su expansión hasta
la 4ª catarata, durante el Reino Nuevo.
-con
Creta y el Egeo. Se trata de relaciones comerciales en ambas
direcciones, documentadas desde el Reino Medio. En la Baja Epoca se permitió a
los griegos fundar una colonia comercial en el Delta egipcio, llamada Naucratis.
-con
Siria e Israel. Las relaciones comerciales fueron intensas, y en el
Reino Nuevo pasaron a ser de conquista. Los egipcios buscaron allí la madera,
mientras que los cananeos y fenicios veían en Egipto un enorme mercado para
vender sus productos, y para exportar productos lujosos egipcios a puntos tan
lejanos como la península Ibérica. En Menfis había un barrio entero de
comerciantes egipcio-fenicios.
-con el dorado Punt. Se trata de un misterioso país con el que los egipcios comerciaron en grandes expediciones organizadas por el faraón, desde los puertos del mar Rojo. Se ignora si se trataba de la India o de algún punto de la costa africana, pero los egipcios traían de allí madera, monos, mirra, incienso y piedras preciosas.
b) Sociedad egipcia
A finales del Reino Nuevo los templos de Amón se habían casi
constituido en un estado dentro del estado. Esto
llegó a tal punto que fue realmente una de las causas de la caída de Egipto, y
su entrada en el periodo de caos del III Periodo Intermedio.
Libres de impuestos, los sacerdotes tenían más influencia sobre el faraón que el faraón sobre ellos.
El
sacerdocio,
en su origen no organizado sino subordinado al Sumo Sacerdote del dios local,
fue dedicando pronto recursos considerables, llegando a convertirse en una
profesión muy especializada, al servicio de los dioses estatales, Amón de
Tebas, Ptah de Memphis y Ra-Harakhte de Heliópolis
Los
sumos
sacerdotes eran a la vez administradores y eclesiásticos, dirigiendo
un auténtico enclave dentro del estado egipcio, y disponiendo de una serie de
sirvientes:
-los
que hacían las ofrendas florales,
-un
jefe de camareros,
-un
supervisor de su granero, almacenes y ganado,
-cazadores,
campesinos, tejedores, artesanos, joyeros, escultores, carpinteros, diseñadores,
archiveros y policías.
Algunos
servicios del
templo, y sus oficinas, tenían que cubrirse con escribas experimentados.
Los escultores y pintores no necesitaban saber leer y escribir, mientras fueran
capaces de copiar los modelos de jeroglíficos moldeados por un diseñador[14].
b.2) Escribas egipcios
Para
una administración tan centralizada se requería gran número de oficiales con
buena formación. Esta educación podía adquirirse en las escuelas adscritas al palacio o
al templo, donde “se copiaban libros y se recibía instrucción”.
Los
humildes escribas de los pueblos enseñarían sin duda a sus hijos, como discípulos
aventajados, y quizás admitieran a otros parientes como discípulos.
El
nivel de los ejercicios escolares que se han encontrado en Deir el-Medina y
otros lugares sugiere que los escribas lograron un gran nivel de discipulado en
su entorno.
La
instrucción
empezaba a los 4 años y terminaba a los 16, a juzgar por la
carrera del sumo sacerdote Bakenkhons, durante el reinado de Ramsés II. Para
aprender las expresiones de épocas pasadas, los escribas muchas veces tenían
que luchar con una lengua casi muerta y difícilmente entendible. Pero es sólo
así como se nos ha transmitido la cultura egipcia.
El
alumno empezaba por el aprendizaje
de:
-memorizar
los diferentes signos, agrupados en diversas categorías,
-descifrar
las palabras, seleccionadas según su significado,
-copiar
extractos de los clásicos, traduciéndolos a su lengua vernácula.
El
papiro
era demasiado caro para ser gastado por los principiantes, y en su lugar se
utilizaban tablillas
y tiras de arcilla (ostraka).
La
enseñanza
de la escritura comprendía también otras enseñanzas: dibujo con la pluma,
geografía, matemáticas, extranjerismos, artículos comerciales, equipo de
viaje, fiestas religiosas, anatomía...
El
ideal egipcio era aprender sin esfuerzo, pero también se utilizó el castigo corporal, haciendo al
alumno saber que si era perezoso se le podía apalear públicamente. No es,
pues, extraño que los escolares prefiriesen hacerse soldados, granjeros o
conductores de carros[15].
También
se hace alguna indicación acerca del placer de adquirir la ciencia por sí misma, con
llamamientos a “adquirir la alta categoría del escriba; pues la pluma y el
papiro son agradables y productivos, y da felicidad a lo largo del día”.
También
parece ser que algunas muchachas
aprendieron a leer y a escribir para su provecho y placer. Por lo menos se habla
de una escriba en tiempos del Imperio Medio, y en la Baja Epoca las expresiones
son más grandilocuentes[16].
El
escriba tenía un trabajo
confortable y bien remunerado, en el ejército, el tesoro o el palacio. Podía
llegar a ser lo que dieran de sí sus facultades:
-secretario
privado del rey,
-escritor
de cartas del pueblo,
-juez
insignificante.
Era
muy útil a un escriba novato suceder a su padre en su ocupación determinada.
No obstante, gente de origen
humilde podía ascender de categoría hasta ocupar cargos importantes, por sus
propios méritos[17].
En
la carrera de medicina se necesitaba también la instrucción de escriba. Un
estudiante de medicina podía ir aprendiendo como aprendiz, de su padre o algún
pariente, pero para comprender los
papiros médicos era preciso saber leer[18].
La
categoría del esciba artista
era insignificante, siendo un trabajador despreciado y humilde al servicio de un
oficial que se llevaba la fama. Sin embargo, tales opiniones ignoran el
acercamiento esencial del artesano a su trabajo[19].
Los
artistas no proclamaban su vocación, y preferían enmascararse bajo el sumo
sacerdote de Ptah. Pero a cambio obtuvieron hermosas tumbas en Tebas, regaladas
por sus agradecidos soberanos[20].
b.3) Pueblo llano egipcio
El
abismo entre
élite y masas, élite de escribas y masas sin instrucción, era
enorme. Diversos sabios exhortaban a no ser arrogantes por los conocimientos.
Pero muy a menudo, especialmente con los oficiales de baja graduación, prevalecía
la idea de que el escriba existía para guiar al ignorante como a un asno de
carga[21].
En
Egipto se utilizó la prestación
personal, sistema vigente desde los tiempos antiguos, y por el cual
todos los hombres útiles podían ser llamados para servir, en momentos críticos,
en trabajos públicos, como:
-la
cosecha,
-el
alzamiento de diques y limpieza de canales, para el control de la crecida del
Nilo,
-acompañar
a las expediciones a zonas alejadas para trabajar en la cantería.
Una
leva semejante se emplearía, sin duda, para la construcción
de las pirámides, probablemente durante la inundación, cuando la
mayoría de los campesinos estaban desocupados. A veces ocurría que se les exigía
demasiado, y había que obligarles apelando a una autoridad superior. También
tenemos detalles de huelgas en tiempos de los Ramésidas, cuando la mala
administración hizo aplazar las pagas[22].
Pero
el ideal expresado por los sabios en sus enseñanzas era que el oficial tenía
que actuar con consideración
hacia el débil y el indefenso. Si un campesino pobre se retrasa en
el pago de los impuestos, “perdónale dos tercios de ellos”, decía un
proverbio egipcio[23].
La
prosperidad de Egipto dependía de la agricultura. Por eso, en esta idealización rural, a los
magnates les gustaba presentarse trabajando en sus campos, cultivando sus
jardines, viñedos, huertos y almacenes. Se idealiza al campesino[24]:
-atareado
en los campos, en las épocas de la siembra o de la siega,
-sesteando
durante el descanso del mediodía,
-echando
un trago de la bota de vino,
-trabajando
duramente cuando se le requería grandes esfuerzos.
Durante
la inundación,
cuando el país se convertía en un gran lago, y las ciudades sobresalían sobre
las aguas, emplazadas sobre colinas, había posibilidad de[25]:
-descansar,
-proporcionar
el alimento al ganado.
También
había días
festivos en los cuales no era propio trabajar, y el campesino tuvo
siempre tiempo para entonar sus canciones, mientras conducía su yunta hacia la
era o llevaba los terneros a través del vado, donde les contemplaban los peces
y los cocodrilos.
Los
trabajadores no cualificados de las ciudades vivían en casas
de dos o tres habitaciones, dentro de una empalizada, según las ruinas que han
aparecido en Tebas, Amarna y Lahun. Sus viviendas no eran peores que las chozas
del campesino, que a menudo vivía con sus bestias[26].
En
el trabajo era frecuente el absentismo,
dándose muchas y diversas excusas. Los trabajadores no acudían a sus labores
cuando sus mujeres tenían la menstruación, quizá porque entonces eran
ritualmente impuros. Así, el tipo de raciones que se les daba y el promedio del
rendimiento diario eran bastante bajos[27].
Los
súbditos más desventurados del faraón eran los criminales,
algunos de ellos oficiales acusados de corrupción. Estos eran:
-mutilados
en su nariz,
-desterrados,
a las más solitarias fortalezas fronterizas del Tjel,
-castigados
a trabajos forzados, en las minas del Sinaí y de Nubia.
Es
curioso ver cómo los pueblos clásicos del Mediterráneo, cuando perdían la
fe, se volvían hacia los míticos Isis y Osiris, que les prometían la
inmortalidad. En efecto, la religión egipcia tuvo siempre una atracción extranjera bastante
curiosa.
Sin
embargo, cualquier estudio moderno sobre la religión egipcia debería empezar
siempre su análisis como si de una religión
oscura se tratara, pues,
realmente, se sigue sin tener mucha idea de qué pensaban exactamente los
egipcios de su propia religión.
Como
consecuencia, han llegado a nosotros varias teologías
incongruentes entre sí, desde nuestro punto de vista racional,
aunque no desde el punto de vista del antiguo egipcio. Varias son las causas:
-Su
ultra-conservadurismo. Que rehúsa
de forma absoluta ser adaptado a la razón. De aquí se obtienen, como
consecuencia:
-enormes
contradicciones internas,
-interminables
número de dioses,
-funciones
cruzadas.
Todo
lo cual nos hace sospechar que los egipcios no fueron capaces de controlar su
religión ni reducirla a un sistema racional (como sí lo había hecho la
mitología y panteón griego y romano).
-Su
estadio primitivo. La religión
egipcia presenta probablemente un legado de épocas muy primitivas. Sus dioses
tienen más que ver con totemes y espíritus africanos o amerindios que con los
dioses clásicos.
Es
probable que en un principio los dioses egipcios fueran patrones de los nomos-circunscripciones
territoriales, y el sacerdote local estuviese acostumbrado a exaltar a dicho
dios como el supremo.
Esto
devino en que el Egipto unificado al dios, de procedencia del nomo de la dinastía
reinante, iba a tener dioses supremos distintos en distintas épocas[28].
-Su
culto a Isis y Osiris. Es el único
punto de la religión egipcia que ofrece algo de coherencia, y que fue lo que
atrajo a griegos y romanos posteriormente. Estos dioses prometían una
resurrección en el más allá, no terrible como el mesopotámico o sombrío
como el grecorromano, sino completo[29].
En
este punto la religión egipcia superó a las de su entorno, haciendo que el
culto a Isis perdurase hasta bien entrado el s. V a.C. y compitiese con el
cristianismo.
c.1) Panteón egipcio
Atón,
dios solar primigenio, creó el mundo junto con otros dioses, a partir del caos
primordial, y haciendo una esfera sostenida por 9 columnas. Las tres
emanaciones principales de Atón fueron:
-Jeper,
dios solar del amanecer y símbolo del devenir,
A
su vez Atón creó a:
-Geb,
la tierra,
-Nut,
la bóveda celeste,
-Shu,
el aire. Estos dieron lugar al resto de los dioses.
Nut
y Geb
tuvieron cuatro hijos, que se casaron entre sí:
-Osiris,
dios de la vegetación,
-Seth,
dios del desierto, la guerra y prácticas sexuales heterodoxas,
Horus,
hijo de Osiris e Isis, mataría a tu tío Seth. Osiris será el que abra el
camino a los hombres para vivir en el más allá.
Los
antiguos egipcios tenían propias fórmulas de enterramiento. Siguiendo el
ritual del Libro
de los Muertos se hacían una serie de conjuros destinados a que el
alma del difunto pudiera presentarse en el más allá sin demasiadas
complicaciones.
Tras
pasar ciertas puertas y ritos previos, el difunto se presentaba ante un tribunal
presidido por Osiris. Allí, en una balanza, era pesado su corazón junto a Maat,
la Pluma de la verdad. El resultado del pesaje del alma del difunto:
-si
era ecuánime, permitía al alma ascender al cielo,
-si
no era ecuánime, prestaba su corazón a un monstruo para ser devorado, o
dejaba de existir.
Los
difuntos tenían varios
tipos de alma, y necesitaban un soporte material en el mundo para
existir en el más allá. De ahí la insistencia en la momificación y
preservación del cuerpo.
Las
matemáticas,
y especialmente la geometría, estuvieron relativamente avanzadas en el Antiguo
Egipto, perfeccionando el cálculo de superficies circulares gracias:
-a
la economía egipcia, de tipo palacial,
-a
las crecidas anuales del Nilo, que muchas veces obligaban a volver a trazar
los límites de los campos.
La
astronomía
sirvió a los sacerdotes para fijar un calendario religioso, distinto del civil
o regido por las subidas del Nilo.
La
medicina
egipcia tuvo fama en toda la Antigüedad, especialmente por el tratamiento de
fracturas, en el que los egipcios fueron verdaderos expertos.
Sin embargo, a pesar de que las prácticas de momificación deberían haber mostrado a Egipto un mayor conocimiento sobre el interior del cuerpo humano, no parece que hubieran alcanzado, en este sentido, grandes cotas de saber.
d.1) Escritura egipcia
El
egipcio fue empleado en el área de Egipto y el moderno Sudán desde el 3.200
a.C. hasta el s. III d.C, como una sola lengua
egipcia:
-camita,
-emparentada
con el bereber,
-con
muchos rasgos propios de los idiomas semíticos.
La
escritura
egipcia sirvió:
-como
decoración,
-como
propaganda estatal,
-con
propiedades mágico-religiosas.
Se
utilizaron soportes
variados:
-la
madera y la piedra, para paredes de tumbas y templos,
-el
papiro, para asuntos mundanos, literatura, poesía y medicina.
Egipto
fue un gran productor de papiro, hasta la invención del papel a finales de la
Edad Media. De hecho en escritura jeroglífica el ideograma de escriba es la paleta
y pincel, representativos de su oficio, con los cuales escribía en
papiro.
Para
representar gráficamente esta lengua se empleó, como se desprende de los
primeros documentos figurativos, la escritura
jeroglífica[31],
constituida por grabados sacros, observados por vez primera en las paredes de
los templos y otros lugares religiosos.
En
sus inicios,
la escritura fue pictográfica e ideográfica, y el objeto era expresado
mediante la figura correspondiente (ideograma). Así, podían manifestarse únicamente
objetos concretos[32].
La
representación
abstracta llegó cuando se confirió a los ideogramas un sentido
figurado[33].
Se
dio un paso decisivo en la evolución de la escritura egipcia cuando se
utilizaron los ideogramas no sólo para representar un objeto o una idea, sino
para indicar los sonidos
que correspondían al nombre del objeto o de la idea. Los signos dejaron de ser
imágenes directas y se transformaron en instrumentos gráficos, como en
nuestros acertijos[34].
La
confusión que podía derivar se evitaba con la adición de signos gráficos:
complementos fonéticos, determinativos.
Así, los jeroglíficos originales, convertidos en signos puramente fonéticos,
pudieron utilizarse en infinitas combinaciones, para indicar objetos y conceptos
alejadísimos de su significado primitivo.
Así
pues, la escritura jeroglífica se hizo con dos tipos
de signos[35]:
-ideográficos,
-fonéticos,
que pueden ser:
-alfabéticos,
de 1 consonante,
-bilíteros,
de 2 consonantes,
-trilíteros,
de 3 consonantes.
d.2)
Desarrollo de la escritura
Hacia
el 3.200 a.C. comienza el Egipto
Proto-dinástico, que comprende las dinastías I y II. Se trata de un periodo
mal conocido, del que apenas tenemos unos cuantos cementerios excavados, pero en
el que ya empiezan a aparecer los primeros jeroglíficos, muchas veces difíciles
de leer, como en la Paleta de Narmer.
En
la dinastía III, y con la llegada del Egipto
Antiguo (2.660-2.180 a.C), el sistema de escritura jeroglífica
quedará plenamente establecido y fosilizado, prácticamente hasta tiempos
romanos, 2.500 años después. El
estadio de la lengua en este momento es el llamado egipcio antiguo, y su mejor
exponente son los textos de las pirámides, una colección de textos mágico-religiosos
grabados en las paredes de las pirámides de los faraones desde la dinastía VI.
Tras
un periodo de caos, o primer periodo intermedio, viene el llamado
Egipto
Medio (2.080-1.785 a.C), en que la lengua alcanza su estadio clásico;
es el egipcio medio, el cual va a ser imitado en las inscripciones reales hasta
época romana. Se escriben gran número
de textos literarios, médicos y matemáticos. También se desarrolla un tipo de
escritura cursiva llamada escritura hierática, simplificación del jeroglífico,
ya que era engorroso pintar con tanto detalle los jeroglíficos en papiro.
En
el Egipto
Nuevo
(1.570-1.075 a.C) hay un desgajamiento del egipcio, utilizándose:
-la
escritura jeroglífica, en las inscripciones reales y templos,
-la
escritura hierática, en el ámbito sacerdotal,
-una
forma fosilizada de egipcio medio, en asuntos mundanos,
-una
forma evolucionada de la lengua, llamada neo-egipcio.
En
el Bajo
Egipto (1.075-332 a.C), y en su precedente III Período Intermedio, la
escritura hierática dará lugar a la escritura demótica, una forma de
abreviatura del lenguaje sacerdotal, que subsistirá hasta que en el periodo
romano sea sustituida por el copto,
lengua egipcia con alfabeto griego.
En
el Reino Antiguo tenemos ejemplos de utilización de jeroglíficos en tareas no
administrativas, como es el ejemplo de los libros
religiosos, principal género literario egipcio:
-los
Textos de las Pirámides,
-el Libro de los Muertos.
En
el Reino Medio, tenemos también obras de literatura
novelesca, que entraron en uso como manuales escolares:
-la
Historia de Sinhué, que
bien pudiera ser una autobiografía,
En
el Reino Nuevo tenemos ejemplos de literatura
sapiencial:
-la
Sátira de los Oficios,
Por
último, los textos
históricos suelen reducirse a una sucesión de nombres de faraones,
crecidas del Nilo y algún que otro hecho sobresaliente ocurrido en alguno de
sus reinados. Incluyen[37]:
-textos
propagandísticos estatales,
-narraciones
de victorias del faraón,
-inauguraciones
y dedicaciones faraónicas.
e)
Historia I: Egipto pre-dinástico
Muchas
de las características esenciales del Egipto histórico se hallan ya en la época
prehistórica. En el período Neolítico,
que señaló el paso del nomadismo pastoril a la vida sedentaria agrícola, se
encuentra una primera diferenciación entre dos culturas egipcias:
-el
Delta occidental, de tipo campesino,
-el
Alto Egipto, aún próximo a la organización nómada.
Las
fuentes
principales para el estudio de las primeras dinastías son:
-Manethón,
al que se debe la división de treinta dinastías,
Fue
llamada tinita por proceder de Tinis, presenta ausencia de yacimientos arqueológicos[38]
y, como consecuencia de ello, una cultura
ya formada.
Aporta
los primeros objetos
manufacturados:
-mazas
de guerra o de desfile, con figuras simbólicas,
Estos
hallazgos
arqueológicos vienen a confirmar:
-la
lenta adopción de los vasos de piedra,
-la
difusión de tumbas alojadas en pequeñas cámaras subterráneas,
-la
introducción del esmalte vítreo,
-los
progresos de la metalurgia.
Lo
cual constituye una importante fuente para la reconstrucción de la civilización
egipcia.
También
son de notable interés las indicaciones políticas, religiosas y sociales
contenidas en los famosos Textos de las Pirámides,
los más antiguos de Egipto, de carácter religioso, esculpidos en el
interior de las pirámides de los soberanos de las dinastías V y VI, y que se
refieren a tradiciones muy antiguas.
De
estas fuentes podemos resaltar un primer esbozo de la organización política y
administrativa de Egipto. La división territorial más pequeña parece que
fue, ya en el período predinástico, los nomos:
-territorio
relativamente limitado,
-con
el templo del dios, “señor de la ciudad”,
En
esta dinastía I, los monarcas eran unas
veces sumos sacerdotes, y otras un simple representante del gobierno[39].
La
sustancial uniformidad de civilización permitió el agrupamiento de estas
entidades territoriales en una amplia unidad política, los reinos:
-del
Bajo Egipto, cuya capital era Buto,
-del
Alto Egipto, cuya capital era Hieracópolis,
Los
reyes
de ambos reinos se consideraban encarnación de Horus, dios de la luz, que
volaba al cielo transformado en halcón[40].
La
unificación
egipcia de los dos reinos, bajo un único soberano, se realizó en
los albores de la época histórica[41].
Se
trató de un primer
monarca de cierto relieve:
-en
el campo militar, por sus victorias sobre los nubios,
-en
el ámbito civil, por su sagaz política de conciliación entre Norte y Sur.
A
él se debe, además:
-la
construcción de templos, para las divinidades de las dos regiones,
-la
fundación de Menfis, en el límite entre las dos partes del país,
-la
construcción de múltiples canales de agua.
Lo
poco que sabemos de esta figura nos deja entrever claramente como se empieza a
configurar una civilización
hidráulica y una economía
palacial, con:
-fundación
de Menfis, primer centro administrativo centralizado,
-grandes
cantidades de mano de obra, para grandes obras públicas, relacionadas con la
agricultura.
e.2)
II dinastía
El
tránsito
a la II dinastía no parece claro. Sus monarcas, aun estando documentados
arqueológicamente, son personajes borrosos.
Tal
vez bajo Sekemib,
cuarto faraón, se produjo un cambio en el equilibrio de los dos reinos unidos[42].
Se
piensa en desórdenes,
en parte de tipo religioso y en parte por razones locales. Así, el Norte se
habría rebelado contra el Sur, con la consiguiente reacción por parte de la
dinastía de origen meridional.
Las
tumbas de este período testimonian destrucciones provocadas por el fuego, en Saqqara, en Abidos y
en otros lugares.
Es
interesante destacar, también, que los soberanos pertenecientes a esta dinastía
fueron soberanos
venerados durante las dinastías sucesivas[43].
El
Imperio Antiguo, considerado en su conjunto, representó para Egipto una época
de sobresaliente
esplendor. El aspecto administrativo era el de un estado modelo, en
el que todo estaba previsto y reglamentado. Basado en las crecidas del Nilo, el
estado regulaba los canales, las siembras y las cosechas.
La
autoridad indiscutida del faraón
promovía un orden laborioso y tranquilo, gracias al cual floreció la singular,
sorprendente e irrepetible civilización egipcia.
De
la administración
real dependía el trabajo, el alimento y el vestuario de los súbditos,
con arreglo a un minucioso sistema de tasación y redistribución.
Un
ejército de escribas
se encargaba de fijar los impuestos, los patrimonios e incluso las noticias que
debían transmitirse.
A
la clase
sacerdotal correspondía la tarea de dictar las normas, con arreglo a
lo que debía ser la vida terrenal, y de penetrar en los misterios de la
existencia ultraterrena.
Fue
llamada menfita por haber fijado su capital en Menfis, tuvo cuatro soberanos, y
duró poco más de 50 años.
Zoser,
o Djoser, fue el primero y más famoso monarca de la nueva dinastía[44].
Durante
su reinado se edificaron las primeras construcciones en piedra, las mastabas,
con estructura de tronco piramidal, para albergar los restos de miembros de la
familia real o de los altos dignatarios.
Por
primera vez en la historia, quizá no sólo egipcia, conocemos el nombre del
arquitecto jefe de la corte, Imhotep,
sacerdote inscrito en los restos de una estatua de Zoser. Según la tradición,
se debe a aquél la introducción en el país de las construcciones monumentales
de piedra. Convertido en una figura legendaria de sabio, Imhotep fue venerado
por los egipcios como dios de la salud.
Con
Snofru
se inició la IV dinastía y la época de las grandes pirámides, prueba de la
prosperidad económica, consolidación del poder, y grandeza de la civilización
egipcia.
A
Snofru se le atribuyen tres pirámides,
las primeras consideradas como tales[45].
De
los monarcas Keops[46],
Kefrén[47]
y Micerinos[48]
no se sabe apenas nada. Son famosos por las colosales pirámides que mandaron
erigir en las cercanías de Gizeh. No obstante, a mayor tamaño de pirámide
menos quiso que supiésemos de él el faraón.
Kentkaus,
hija de Micerinos, fue la que transmitió la realeza a la V dinastía. Además
de los acostumbrados títulos de hija del dios[49]
y madre del rey, esta soberana ostenta el de “reina del Alto y Bajo Egipto”.
Userkaf y Sahure, hijos suyos, fueron los dos primeros faraones de la V dinastía.
En
la época de Sahure,
Egipto mantuvo contactos con varios países[50],
e intercambios con los príncipes de la región de Troya[51].
En
el reinado de Unas,
último faraón de la dinastía, y en las cámaras subterráneas de la pirámide
de Unas, se encuentran los primeros textos religiosos, los llamados Textos de
las Pirámides, con fórmulas
rituales sobre el culto de los muertos[52].
En
la V dinastía, el predominio del culto
a Ra y la consiguiente frecuencia del nombre del dios, añadido al
real, da muestra de la especial religiosidad de estos soberanos[53].
La
V dinastía dejó su huella también en el ámbito
artístico, y la arquitectura y la escultura enriquecieron sus temas,
al mismo tiempo que el estilo ganaba en refinamiento.
Con
la VI dinastía se advierten los signos de una lenta
decadencia, causada por:
-el
acentuamiento político de la clase sacerdotal,
-el
predominio de autoridades locales, que se hicieron cada vez más independientes,
en la geografía periférica, con respecto al poder real.
Esto
sucedió durante el larguísimo reinado de Pepi
II,
durante el cual, el gobierno de las regiones se hace hereditario, y se
desvincula así, cada vez más, de la autoridad soberana[54].
La
autoridad del
faraón se iba disolviendo, y el estado unitario empezaba a
disgregarse en pequeñas
unidades políticas. Iba terminando así el Reino Antiguo, y
comenzando el llamado I Período Intermedio.
Las
señales
del fin de este brillante periodo fueron bastante patentes:
-los
faraones hacían las pirámides cada vez más pequeñas,
-los
administradores reales, que habían conseguido cierto grado de heredabilidad, se
enterraban en tumbas cada vez más grandes y ricas,
-las
fundaciones funerarias quitaron al faraón 2/3 de las tierras cultivables de
Egipto
Ya
en los finales de la VI dinastía, Egipto se había convertido en un complejo de
posesiones, ciudades y nomos semi-independientes,
regidos por dinastías
locales[56].
Aunque
falten noticias de gran relieve político, se puede decir que este I Periodo
Intermedio fue una auténtica situación caótica, con[57]:
-rebeliones
de familiares del soberano,
-sublevación
de campesinos,
-invasiones
de nómadas,
-monarcas
impotentes,
-división
de las dos regiones de Egipto.
Los
funcionarios
reales estaban enriquecidos y poderosos, gracias a los favores
concedidos por los faraones, quienes, con toda evidencia, necesitaban
indispensablemente sus servicios[58].
Los
administradores
locales administraban y mandaban en sus nomos, y se hacían sepultar en tumbas reales. En
ocasiones, atribuían a su persona prerrogativas sacerdotales[59].
Las
guerras, las escaseces,
la peste y la lucha cotidiana por la existencia, modificaron profundamente las
formas de pensar y vivir. Surgieron nuevas necesidades sociales, religiosas y morales[60].
La
religión
se interiorizó más, llegando a elaborar el concepto de responsabilidad
personal. Las relaciones entre los dioses y el hombre ya no tuvieron necesidad
de la mediación del soberano[61].
Con
la XI dinastía, Egipto reemprendió el camino
unificador, propio de un estado unitario. Se trata de una dinastía
de príncipes locales que habían establecido y consolidado en Tebas su dominio,
durante el reinado de los débiles soberanos precedentes.
Entre
los elementos característicos de la XI dinastía cabe destacar la personalidad
acusada de sus monarcas, y sus preferencias por la acción, que se
manifestaron en la dinámica
actividad administrativa y política, encaminada a:
-restablecer
el orden interno,
-reemprender
las relaciones con el extranjero.
Los
cuatro primeros de ellos emprendieron una enérgica
acción contra las provincias limítrofes. Sus acciones fueron
dirigidas, sobre todo, contra las dinastías heracleopolitas.
Sería
Mentuhotep,
quinto faraón de la XI dinastía, el que, el año 2.052 a.C. consiguió
unificar el Alto y Bajo Egipto. Mentuhotep, segundo unificador de Egipto, y de
igual nombre que el dios principal de su nomo,
Mentu[62],
reinó unos 50 años y consiguió reorganizar el estado.
En
la XI dinastía se enviaron numerosas expediciones,
a lo largo de cuyas rutas se excavaron pozos y manantiales, y se acondicionaron
puertos en la costa oriental. Las principales fueron:
-a
Nubia, donde se agitaban nuevos pueblos belicosos, procedentes de Libia y de
las mesetas de Sudán,
-al
desierto, donde abrieron nuevas rutas hasta el Sinaí y mar Rojo,
-a
Arabia, con objeto de explotar sus riquezas mineras.
También
la actividad
artística y arquitectónica conoció un nuevo florecimiento. Las
estatuas de los monarcas y los relieves de este periodo son todavía algo
toscos, de rasgos poco elaborados, pero muy expresivos.
La
XII dinastía, que duró más
de 200 años, constituyó, desde muchos puntos de vista, una de las
cumbres de la civilización egipcia, y los mismos antiguos egipcios la
consideraron como la edad de sus más altas realizaciones culturales. Los
faraones se dedicaron, con renovado interés, a regular la vida del país.
Fue
una dinastía íntimamente vinculada al mundo
tebano, como atestiguan los nombres de la mayor parte de sus
soberanos, que hacen clara referencia a divinidades de la ciudad.
Los
gobernadores provinciales conservaron su autoridad[63],
pero el poder y su función centralizadora recaían de nuevo, y enteramente, en
el faraón.
Al
propio tiempo, aumentó la importancia
de la ciudad y de sus habitantes, cuya designación de hombres de la
ciudad, equivalente casi a un título, suponía un rango bien definido dentro
del conjunto de la población, con sus derechos y sus deberes. En la ciudad
residían,
-el
gobernador, máxima autoridad de la provincia,
-los
escribas, con sus funciones varias,
-los
pregoneros, a quienes competía la administración de justicia y la
recaudación de impuestos.
Respecto
a los territorios
fronterizos, en especial los situados al Norte, se adoptó, en
principio, por una política de carácter defensivo. Se mantuvieron relaciones
amistosas con Siria y, sobre todo, con Biblos, donde tal vez residía un
representante egipcio.
El
comercio
con Chipre y Próximo Oriente fue activo, intenso y pacífico, llegando cada vez
en mayor cantidad[64]:
-objetos
de bronce y piedras preciosas,
-manufacturas
mesopotámicas,
-objetos
con motivos en espiral y trenzados cretenses.
Con
respecto a Nubia,
la política se mostró cambiante, acaso debido a las diversas actitudes
mostradas por los pueblos locales, a los que se habían añadido, en época
reciente, nómadas libios. Por esta razón, en la isla de Elefantina, base de la
1ª catarata del Nilo, se estableció a un príncipe con el título de jefe de
los países extranjeros, cuya misión consistía en asegurar la defensa de la
frontera meridional[65].
Las
estatuas y representaciones figurativas de los monarcas y personajes contemporáneos
son obras de muy alto
nivel artístico, de rasgos precisos y delicados, no desprovistos de
vigor y realismo en su ejecución, que revelan un atento estudio anatómico.
También
la escritura
alcanzó un alto grado de perfección[66],
y permanecerá inmutable, tanto para los textos religiosos como para los de carácter
histórico, hasta la época grecorromana.
En
cuanto a los monarcas más destacados,
Amenemhet I fue el que inició la costumbre de asociar al trono a un
sucesor, como corregente[67].
Amenemhet
se vinculó a Amón, que pasó a desempeñar un notable papel en la religión
egipcia[68].
Por
último, Amenemhet trasladó la capital a Lisht, al sur de Menfis, en la ruta de
Fayum, encrucijada y llave del Egipto unificado[69].
Pero
el que realmente llevó a su culmen la XII dinastía fue el gran Sesostris III, causante de la
desaparición total del sistema feudal de los príncipes locales.
Sesostris
III realizó expediciones hasta Siquén-Palestina, y conquistó por completo
Nubia. El centro comercial más importante para los productos africanos pasó a
ser Kerma, cerca de la 3ª catarata, para lo que el faraón:
-abrió
un canal para que los barcos pudieran superar la 1ª catarata,
-repartió
guarniciones por la región, hasta la 2ª catarata.
Por
sus audaces iniciativas, el conquistador Sesostris III fue honrado como dios en
estas regiones, como una figura de caudillo legendario[70].
Amenemhet
III,
sucesor de Sesostris III, completó la obra de canalización y aprovechamiento
de la zona, y mandó construir en Hawara una pirámide y un gigantesco templo
funerario, con más de 3.000 salas (que los griegos compararon con el palacio laberíntico cretense, e incluyeron entre las
7 maravillas del mundo).
g.3) II Periodo Intermedio
Se
suele decir que la decadencia del Reino Medio fue consecuencia de la invasión de los hicsos, que ya
durante la XII dinastía eran conocidos como los señores de los países
extranjeros, o reyes pastores.
En
efecto, hacia el final del s. XVIII a.C, la expansión del Imperio hitita
desde Capadocia hacia la Alta Siria provocó la fuga, hacia el Sur, de grupos
semitas, junto con indoeuropeos y pueblos autóctonos. Canalizada entre el mar y
el desierto, esta masa nómada se dirigió hacia el Delta egipcio, conquistando
militarmente la región.
La
conquista debió facilitarla el empleo del caballo y carro de guerra,
desconocidos aún por los egipcios. En cualquier caso, un hecho está
comprobado:
tras la llegada y dominio de estos pueblos, terminaba el aislamiento en que había
vivido Egipto desde los comienzos de su historia[71].
Con
la llegada de los hicsos, el pueblo egipcio comenzó a experimentar, siquiera en
medida moderada, un sentimiento nacional frente a los demás pueblos[72].
El
periodo que abarcan las dinastías
XIII y XIV manifiesta, a tenor de los hallazgos y documentos, un
periodo pobre en recursos espirituales y económicos[73].
Así,
en torno al 1.700 a.C, se inició la XV
dinastía, llamada de los grandes hicsos, que incluye soberanos
semitas, como Kian[74],
y otros monarcas asimismo semitas pero de nombre inconfundiblemente egipcio,
como Apofis.
Los
llamados pequeños hicsos, reunidos en la XVI
dinastía, reinaron, en general, sobre territorios reducidos[75].
Con
los soberanos de la XVII
dinastía se acentuó una actitud egipcia de clara hostilidad hacia
los hicsos. La insurrección nacional, con centro en Tebas, fue iniciada por
Sekenenre Taa II, y continuada por su hijo Kamosis, a pesar de las exhortaciones
a la prudencia que le dirigían sus consejeros y notables.
Amosis,
hermano de Kamosis, sería el que finalmente llevaría a término la expulsión
de los hicsos:
-conquistando
Avaris, en una campaña a través de pantanos y por tierra,
-persiguiéndolos
hasta Sharuhen, en Berseba-Palestina.
Tras
el II Periodo Intermedio, los faraones egipcios van a tomar conciencia de los
peligros de invasiones venidas desde el este, y van a comenzar una política
exterior agresiva, con el objetivo de evitar la repetición de
episodios como el hicso.
El
Nuevo Egipto, provisto de fuerte carga expansionista, se disponía a convertirse
en una gran
potencia mediterránea, con relaciones exteriores a veces amistosas,
otras hostiles, y otras equilibradas con los países asiáticos.
Amosis,
expulsador de los hicsos, fue el iniciador de uno de los períodos más
importantes de la historia egipcia[76].
Amosis
fue el primero en emprender numerosas expediciones:
-contra
la costa siria, encaminadas a recobrar el control comercial,
-contra
Nubia, que se había proclamado independiente.
Con
Tutmosis I,
nieto del anterior, nos encontramos con la primera y complicada disputa dinástica.
Tutmosis I tuvo:
-de
su esposa una hija, Hatschepsut,
-de
dos concubinas a Tutmosis II y a Tutmosis III.
Tutmosis
II,
con objeto de legitimar su ascenso al trono, se casó con Hatschepsut y adoptó
a su hermanastro, el futuro Tutmosis III,
designándolo heredero al trono[77].
Hatschepsut
(lit. “la que está por delante de las mujeres
nobles”) reinó de 1.503 a 1.484 a.C, y aseguró al país un período de paz tras
las numerosas guerras anteriores. Mujer enérgica y activa, se dedicó a la
consolidación interna del reino, orillando por completo la política de expansión
militar, acaso para no dar a su hermanastro ocasión de disponer de un ejército.
Ayudada
por su favorito Senmut, arquitecto de la corte, mandó construir el gigantesco
templo de Deir el-Bahari, famoso por sus terrazas. En muchos monumentos se hizo
representar en figura masculina, incluida la barba postiza.
A
su muerte, Tutmosis
III halló un
feroz desahogo a su ambición con la persecución de la memoria de la reina[78].
Tutmosis
III, dotado de
extraordinario genio militar, con ejércitos pequeños pero eficientes, y
mediante el empleo de carros de guerra tirados por caballos, organizó:
-1
expedición contra Palestina, independizada en los largos años de paz,
-16
campañas desde Siria, hasta las fuentes de Orontes,
-la Batalla contra Megido, donde derrotó a los príncipes locales coaligados bajo
la guía del señor de Kadesh
Tutmosis
III organizó todos los territorios
anexionados, haciendo de Egipto una encrucijada para las tierras y pueblos del
Mediterráneo oriental. Para ello:
-mantuvo
amistosas relaciones con los vencidos,
-activó
intercambios comerciales en todos aquellos lugares,
-trajo
los príncipes extranjeros para ser educados en Egipto,
-permitió
los matrimonios mixtos,
-dedicó
especial cuidado a los puertos sirios en los que anclaba la flota,
-dejó
varias fortalezas al mando de gobernadores, con tropas y depósitos de
provisiones.
El
reinado de Amenofis
III (1.408-1.372 a.C) coincidió con un largo período de paz. Egipto
podía recoger los frutos de las conquistas y relaciones establecidas con
anterioridad.
Amenofis
III se dedicó exclusivamente a administrar y construir. El Templo de Luxor
dedicado a Amón, y el templo funerario del propio rey amenofio, constituyen
modelos de perfección arquitectónica[80].
El
joven Amenofis
IV, hijo de Amenofis III, gobernó menos de 20 años (1.372-1.354 a.C)
y, a juzgar por las primeras esculturas que lo representan, es probable que
fuera enfermizo o deforme.
Pero
no se trató de un monarca débil, sino que con tenacidad rayana en el
fanatismo, supo imponer una radical reforma religiosa, encaminada a
contrarrestar el poder de los sacerdotes de Amón, que se habían convertido en
los auténticos artífices de la política egipcia[81].
Amenofis
IV, en colaboración con teólogos de Heliópolis, reaccionó violentamente
contra esta situación, promoviendo un posible movimiento monoteísta a Atón,
basado en el culto de Atón, el disco solar portador de vida. Se ignora si este
movimiento era:
-sólo
una reacción al poder de los sacerdotes de Amón,
-o
un auténtico monoteísmo basado en el antiguo dios solar creador.
La
tentativa de difundir en Tebas el culto de la nueva divinidad fracasó, a causa
de la hostilidad general. El monarca abandonó Tebas y mandó construir una
nueva capital, Akhetatón[82],
que pobló con sus seguidores, pero que tuvo una vida efímera[83].
Bajo
la guía del faraón teólogo, la cultura sufrió un profundo cambio:
-la
literatura, que sustituyó el egipcio literario por el hablado,
-el
arte, que en ruptura con el anterior, rígido y esquemático, acentuó los
rasgos realistas y naturalistas.
Este
abandono total de las tradiciones provocó el desafecto de la parte conservadora
del país. Al estupor de los egipcios ante los nuevos usos siguió el vacío de
los sacerdotes ante el nuevo culto.
En
política exterior, Akhenatón, absorbido por sus intereses religiosos, había
dejado que el imperio asiático de Egipto se desintegrara:
-multiplicándose
los desórdenes y rapiñas,
-surgiendo
proclamaciones de independencia,
-aumentando
las negativas a pagar tributo,
-llevando
los hititas a término campañas victoriosas,
-perdiéndose
la conquista de Siria y Palestina.
A
esto se añadía el resentimiento de los militares y de la burocracia, que, con
el desmoronamiento del imperio, arriesgaban sus ventajas y posiciones de
privilegio.
Akhenatón
no vivió lo bastante ni tuvo sucesores lo suficientemente enérgicos como para
hacer duradera su revolución. Su muerte, tal vez fue violenta.
Tutankhamón,
hijo o yerno del anterior, y exaltado al trono muy joven, según ha revelado su
tumba, tuvo que:
-restituir
el dios nacional a su primer puesto,
-volver
a establecerse en Tebas,
-condenar
la nueva religión,
-reconciliarse
con los sacerdotes de Amón.
Pero
la dinastía, desacreditada por estas vicisitudes y por el hundimiento del
dominio en Asia, no pudo sobrevivir.
Un
general, Horemheb,
encargado de la vigilancia de las fronteras septentrionales, y apegado a la
tradición nacional, se hizo con el poder.
Horemheb,
hombre de acción, procedió de manera brutal a sofocar las nuevas tendencias,
dictando penas severas, destruyendo el templo de Atón y las tumbas de sus
seguidores, y borrando sus nombres de los monumentos.
Con
Horemheb
y su severidad militar se terminó la dinastía XVIII y se comenzó la XIX
dinastía. No obstante y oficialmente, el primer faraón fue otro general, Ramsés
I, que reinó tan sólo un año.
El
segundo monarca, Seti
I, reemprendió las guerras de conquista en Palestina, enfrentándose
por vez primera con los hititas[84].
Hijo
de Seti I, Ramsés
II (1.301-1.235 a.C), en un larguísimo reinado de 66 años, fue un
soberano dinámico y emprendedor. En materia de política exterior, su interés
se dirigió hacia Siria y Palestina.
Con
los hititas, las grandes derrotas ante Suppiluliuma I habían reducido, de forma
considerable, la extensión del imperio egipcio. Por eso, Ramsés II afrontó un
enfrentamiento decisivo contra las tropas hititas, guiadas por Muwatalla, en la
batalla de Kadesh, y dando pie al primer tratado internacional egipcio-hitita,
para regular las zonas de influencia[85].
En
la Batalla de Kadesh-1.274 a.C. Ramsés había preparado su ejército en un
valle paralelo a un río, engañado por desertores y espías hititas. El ejército
egipcio comenzó entonces a ser atacado por el hitita, que saquearon el
campamento egipcio. Pero en ese momento, un batallón traído por el faraón
desde Biblos doblego al ejército hitita, haciendo que pidiera la paz.
Un
tratado de paz puso fin a las hostilidades entre los dos pueblos, y se inició
un período de alianza y colaboración mutua, sellado por el matrimonio de Ramsés
II con la princesa hitita Nefertari.
Los
largos años de paz siguientes permitieron a Ramsés II dedicarse a los asuntos
internos del país, que conoció el florecimiento de una intensa actividad artística[86].
Siguiendo
la tendencia de su padre, Ramsés II desplazó el eje político del país del
Sur al Delta, fundando la nueva capital, Pi-Ramsés[87],
donde antes se alzaba Avaris, y mejor situada estratégicamente que Tebas[88].
A
Meneptah,
hijo de Ramsés II, le correspondió enfrentarse con un nuevo gran peligro: la
tentativa de invasión por parte de masas heterogéneas de pueblos mediterráneos,
conocidos en los documentos egipcios como los pueblos del mar. Empujados por
migraciones internas, se asomaban amenazadores a las costas de Levante, saqueándolas
y asentándose en ellas.
Las
primeras vanguardias, constituidas por tribus libias, llegaron casi a Menfis, y
a duras penas pudieron ser rechazadas al otro lado de la frontera. A la muerte
de Meneptah (1.224 a.C), 25 años de anarquía acentuaron la crisis
estatal.
Setnakht
fundador de la XX dinastía, fue el que restableció la autoridad monárquica,
deteniendo el rápido proceso de decadencia.
Ramsés
III
(1.198-1.166 a.C), último gran faraón de la historia egipcia, fue el que venció
y rechazó definitivamente a los “pueblos del mar”, en sendas batallas naval
y terrestre, libradas en la desembocadura oriental del Delta.
Los
últimos
monarcas de este período, todos llamados Ramsés (del IV al IX),
reinaron, en conjunto, unos 80 años, dejando pocas huellas de su paso.
La
desaparición de Ramsés IX, último faraón de la XX dinastía, señaló también
el fin de la unidad egipcia:
-en
el Delta, Smendes,
sucesor legítimo de los Ramésidas, fundó la XXI dinastía,
-en Tebas, el poderoso clero de Amón elegía a su propio soberano, un jefe
militar, Herihor.
Sheshonq,
gobernador militar de Bubastis, y de estirpe libia, fue el fundador de la XXII
dinastía, en el 950 a.C. Durante breve tiempo consiguió restablecer el
prestigio de Egipto en Asia, devastando Palestina y saqueando el templo de
Jerusalén.
Pero
se trató de victorias efímeras, pues sus sucesores tuvieron que ceder parte
del Delta a una nueva dinastía, la XXIII dinastía, mientras avanzaba el
proceso de fraccionamiento del país[89].
Hacia
el 750 a.C, el territorio aparecía dividido entre una veintena
de príncipes, cuatro de los cuales se atribuían el título de faraón.
Egipto, fragmentado y desorganizado, quedaba indefenso frente a la presión cada
vez más amenazadora de los nubios del reino de Kush, que en el Sur se disponían
a la conquista del país. Sólo los príncipes de Sais, en el Delta, supieron
oponerse por algún tiempo a la conquista nubia.
Con
la XXIV dinastía, o
dinastía saíta, representada sólo por dos soberanos, Tefnakht y
Bakenrenef, se trató de reconducir la situación, que ya era de absoluto
fraccionamiento.
En
este contexto de división, la Alta Nubia, que había logrado independizarse de
Egipto en el s. XII a.C, y haber conservando sus costumbres, religión y lengua
propias, llegó a constituirse ahora en un poderoso reino, el Reino de Kush, con capital en
Napata.
Piankhy,
rey de Kush, aprovechó la anarquía egipcia, y se apoderó del Alto Egipto.
Su
sucesor, Sabacón,
vencida la resistencia de los faraones saítas, conquistó la totalidad del país
el 715 a.C, y reunió bajo su propia dinastía, la XXV dinastía, o dinastía etíope,
los reinos de Kush y Egipto. Tebas volvió a ser, por última vez, la capital.
Tarutamón,
último faraón de la dinastía etíope, fue el encargado de hacer frente a los
asirios, que se asomaban amenazadores al Delta. Pero en vano resultó su intento
de liberar Egipto de los asirios. Asarhaddón, en el 671 a.C, ocupó Egipto casi
hasta la capital. Asurbanipal marchó sobre Tebas y la saqueó.
Fue una época, del 664 al 332 a.C, de cambio
de mentalidad egipcia, propiciado por los avatares y conquistas que
sufrieron desde el exterior. Los principales cambios se desarrollaran:
-en
arte, mirando hacia atrás, y copiando las tumbas, pinturas y esculturas del
Reino Antiguo,
-en
religión, mas animalista ahora
-en
ideología, que ahora se hace nacionalista acérrima.
i.1) Egipto mesopotámico
La primera dinastía en esta época fue la dinastía XXVI, o dinastía saíta por su lugar de
origen.
Cuando
Egipto no representaba para los asirios más que una simple conquista marginal, Psamético
I, príncipe de Sais, aprovecho el desinterés de Asurbanipal[91],
y consiguió liberar Egipto y unificarlo bajo una sola dinastía, la saita.
La
restauración del poder central favoreció la reactivación económica, hasta el
punto que ha podido hablarse de un renacimiento saíta.
En
este sentido
Nekao, hijo de Psamético, valiéndose de un ejército bien
organizado, con tropas griegas mercenarias, propuso la tarea de reemprender la
antigua política de expansión egipcia en el Próximo Oriente.
El
Imperio asirio se hallaba en crisis en aquel momento, por lo que a Nekao no le
resultó difícil anexionar de nuevo Palestina y Siria a Egipto, hasta el Eufrates.
Pero
Nekao ya no pudo resistir el ataque de Nabucodonosor, rey de la renacida
Babilonia. Derrotado en la Batalla de Karkemish-605 a.C, el faraón tuvo que
abandonar los territorios conquistados[92].
Psamético
II,
con una brillante operación conducida contra el reino de Kush, hasta más allá
de la 3ª catarata, logró consolidar las fronteras del Sur de las nuevas
tentativas de invasión nubia.
Su
hijo, Apries,
intentó sin éxito oponerse al imperio neo-babilónico en Palestina y Siria, y
también fracasó en su expedición contra la polis
de Cirene[93],
derrotas que provocaron una revuelta en el ejército egipcio.
En
este malestar militar, Amasis,
general del ejército egipcio, tomó partido con los rebeldes, se enfrentó y
derrotó a Apies[94]
y se hizo proclamar rey de Egipto.
Durante
el reinado de Amasis, Egipto pudo gozar de un período de paz. Pero en Oriente
se perfilaba un nuevo peligro, representado por el creciente poderío del Imperio persa.
Amasis
intentó organizar la resistencia:
-reformando
la flota según el modelo griego,
-concertando
alianzas con otros Estados igualmente amenazados.
Pero
todo fue inútil. Psamético
III fue derrotado por Cambises de Persia en la Batalla de Pelusium-525
a.C, en el Delta, tras lo cual:
-hizo
prisionero al faraón,
-ocupó
todo el país,
-redujo
Egipto al rango de satrapía del gran Imperio persa.
La
XXVII dinastía, o dinastía
aqueménida, gozó de escasa popularidad entre los egipcios, que
respondieron con odio implacable y continuas tentativas de rebelión al
desprecio de los persas por las tradiciones religiosas egipcias, y a la
explotación
económica del país.
Los
egipcios consiguieron liberarse del dominio extranjero por última vez en el 404
a.C, con Amirteo
de Sais, fundador de la XXVIII dinastía.
Las
dos últimas
dinastías indígenas fueron:
-la
XXIX dinastía, con sede en Mendes,
-la
XXX dinastía, establecida en Sebennitos, en el Delta.
Estas
mantuvieron la independencia de Egipto aún durante 50 años, hasta el
341 a. C, hasta que el último faraón, Nectanebo
II, derrotado por Artajerjes III, tuvo que abandonar el país en una
nueva campaña persa.
i.2) Egipto griego
Tras
casi 200 años de intermitente dominio persa sobre Egipto, éste fue sustituido
por un nuevo dominio, el Imperio griego, con la llegada del macedonio Alejandro
Magno a Egipto el 332 a.C. Alejandro fue recibido en Egipto como un
liberador, y fue llamado el hijo de Amón[95].
A
la muerte de Alejandro, sucedida en Babilonia, el reino de Egipto fue heredado
por Ptolomeo, que continuo la presencia helénica en Egipto por medio de la
dinastía XXXII, o dinastía ptolomea[96],
hasta el suicidio de Cleopatra el 29 a.C.
La
época ptolemaica se caracteriza por poner la capital de Egipto en Alejandría,
convirtiéndose esta en autentico faro del Mediterráneo. Su
biblioteca-universidad, fue la más célebre del mundo, y en ella Eratóstenes
llegaría a calcular la latitud de la tierra. Las altas esferas egipcias, debían
circular necesariamente por Alejandría.
El
resto de
Egipto continuo su historia por otro lado, al margen de Alejandría.
En
efecto, sería el año 29 a.C. la fecha en que, tras los últimos centenios de
enfermedad crónica y saqueos enemigos, se ponga fin
a la trimilenaria civilización egipcia, con:
-la
derrota en la batalla de Actium ante César Octavio Augusto,
-la
incorporación de Egipto como una provincia más del Imperio romano,
-el
suicidio de Cleopatra, última emperatriz egipcia.
Terminaba así la civilización egipcia, a pesar de los intentos
de los emperadores romanos por egipcianizarse y asemejarse a ellos[97]:
-dejándose
representar con la doble corona egipcia,
-escribiendo
sus nombres en jeroglífico,
-llevándose
bien con los sacerdotes de Amón.
Con la llegada del cristianismo,
Alejandría iba a añadir a la convivencia de sus tres comunidades[98],
siempre en conflictos, una cuarta comunidad cristiana:
-monacal
y universitaria,
-muy
helenizada,
-fundada
en su Biblia de los LXX y no en el hebreo antiguo,
-renovadora
totalmente de la cultura milenaria egipcia.
De
hecho, será el cristianismo el que cambió totalmente:
-la
religión egipcia, transformándola en copta y nacionalista,
-la
escritura egipcia, sepultando definitivamente el mítico idioma jeroglífico,
el año 390 d.C.
Manuel
Arnaldos
Mercabá,
diócesis de Cartagena-Murcia
más
información
Diccionario
Mercabá de Arqueología
Indice
general de Enciclopedia Mercabá de Historia
_______
[1]
Antigua Uauat.
[2]
Antigua Kush, que ocupaba los territorios del actual Sudán.
[3]
De la raza galla, compuesta por somalíes y bereberes.
[4]
“Pues dios me ha
hecho el pastor de este país porque sabía que yo se lo mantendría en
orden para él”, decía SENUSERT I a su corte. “Está lleno de bondad y
es rico en benignidad y nos ha conquistado por el amor”, decía SINUHE de
este mismo rey.
[5]
Así, WENIS, de la dinastía VI, que había sido camarero, llegó a ser
juez, general, arquitecto e ingeniero hidráulico.
AMENHOTEP,
hijo de HAPU, por ejemplo, cuyo primer empleo era un cargo de administrativo
en el Departamento de Guerra, fue también el arquitecto que transportó
“montañas de cuarcita” (según él mismo cuenta), para erigir los
colosales monumentos de AMENOFIS III.
[6]
Incluso en el reinado de TUTMOSIS III se recordaban las
decisiones de un visir que había vivido unos 500 años antes. También
había las Instrucciones que escribieron varios reyes para guía de
la posteridad, y que asimismo constituirían una especie de recordatorio,
para no asignarles una función más importante.
[7]
En la procesión fúnebre pintada en la tumba-capilla del visir RAMOSES,
vemos al príncipe de Kush seguido por el primer heraldo que representaba
indudablemente al mismo rey.
[8]
Las expediciones al Punt o a Biblos, por ejemplo, eran parte de la recaudación
de estos tributos.
[9]
En las oficinas del visir había un catastro de las tierras, y el gran Papiro
Wilbour, del Museo de Brooklyn, demuestra la meticulosidad de las
mediciones de tierras y de las relaciones de impuestos en tiempos de los Ramésidas.
[10]
Según los egipcios, cuando los dioses sacaron el mundo del caos en la
colina primigenia, le impusieron la MAAT (orden), con carácter de
inmutabilidad y eternidad.
[11]
De ahí la escasez de códigos legales, ya que la ley viene directamente del
faraón o de sus representantes. Su palabra era la ley, la justicia, y los
ciudadanos confiaban en su palabra.
[12]
A finales del Reino Nuevo, se suceden una serie de crecidas catastróficas,
y en la mentalidad egipcia, esto significaba que el faraón no estaba siendo
correcto.
[13]
Los faraones aparecen muchas veces estereotipados en inscripciones. Los 9
arcos del Templo de Hatshepsut, por ejemplo, simbolizaban los 9 pueblos
peligrosos para Egipto.
Desde
el Reino Antiguo, en la iconografía faraónica aparece el faraón
ajusticiando a los enemigos, e incluso como esfinge protectora. En la Baja
Epoca, se retomara con mayor énfasis esta iconografía, ante los momentos
de mayor peligro para Egipto.
[14]
En el yacimiento de Amarna hay pruebas que demuestran que temas y textos clásicos
se copiaban mecánicamente año tras año, incluso cuando estaban pasados de
moda, y si se corregían era cuando ya estaban tallados en la piedra.
Durante el Imperio Medio se fabricaron masivamente exvotos en Abidos, por
ejemplo, por artesanos que no sabían escribir, estando las inscripciones
garabateadas débilmente por una mano más acostumbrada a la pluma que al
cincel.
[15]
En La sátira sobre el comercio, una y otra vez, el profesor intentaba motivar a
sus alumnos en sus aburridas tareas, comparando la fácil labor de un
escriba experimentado con las miserias de otros oficios.
[16]
Se nos han conservado tablillas de las dos hijas de AKHENATON, y hay
un grafito en la Pirámide de Zoser con alusión burlesca a las aficiones
literarias femeninas.
[17]
Algunos de los altos dignatarios del estado durante el Imperio Nuevo
alardeaban de su humilde origen, y aunque en la mayoría de los casos
exageraban para adular al rey que les había ascendido, no obstante, un tal
SENNEMUT tenía muy modestos antecedentes, habiendo obtenido su padre un
vago, y posiblemente póstumo, título de utilidad.
[18] Así, habían tratados, casi científicos, sobre:
-cirugía y
fracturas, como el Papiro Edwin
Smith,
-ginecología, como el Papiro
Kahun,
-recetas, panaceas y acontecimientos mágicos,
como los que aparecen en el Papiro
Ebers.
[19]
Es inconcebible que los antiguos egipcios, los más artísticos de la Antigüedad,
y que embellecieron todo lo que tocaron, no hubiesen apreciado la maestría
artística. Un texto parece indicar que TUTMOSIS III diseñó vasos de
piedra, y parece asimismo improbable que el manierismo del arte de Amarna
pudiera salir de otra mente que de la de AKENHATON.
[20]
PARENNEFER tuvo el honor de una tumba en Amarna y otra en Tebas,
donde se enorgullece de su título de copero real más que de ser el jefe de
artesanos del rey. Y en una interesante biografía, el arquitecto real
NEKHEBU, de la dinastía VI, menciona el hecho de que empezó su carrera
como secretario de su hermano, supervisor de obras; pero falta en la lista
de sus diversos títulos la prueba de que recibiera la instrucción de
escriba.
[21]
El visir PTAHOTEP afirmaba que un buen discurso era más raro que una piedra
preciosa, aunque se desarrollara entre sirvientas y junto a las piedras de
molino.
[22]
Las historias de los dragomanes sobre la construcción de las pirámides de
Gizeh que circulaban en la época en que HERODOTO las visitó, y los
partidistas relatos de la Biblia sobre el cautiverio de Israel, han
esparcido la idea popular de que el antiguo Egipto estaba habitado por un
pueblo oprimido que trabajaba a las órdenes de capataces privilegiados.
[23]
En la Sátira del Comercio el
escriba nos ofrece el relato del granjero que luchaba contra la sequía, la
langosta, los ratones, los ladrones y los cobradores de impuestos.
[24]
En el Cuento de los dos Hermanos la vida rural se nos describe fatigosa, pero digna y
creadora de una paz interior, y en la que el héroe es un simple muchacho que
trabaja en las tierras de su hermano. La siembra y la siega eran trabajos
que, incluso los más importantes del país, esperaban poder desempeñar en
los campos del más allá osiríaco, donde el trigo alcanzaba 9 codos de
altura, aunque las figuras shawabti se encargarían de las más
pesadas tareas de la prestación personal.
[25]
Cada año, la inundación depositaba un rico limo sobre los viejos
campos, en los cuales sólo se necesitaba ya esparcir el grano y enterrarlo
con un arado ligero tirado por un par de vacas. Cada año se podía recoger
una cosecha principal, y otra más pequeña en verano, consistiendo los
trabajos en su mayor parte en el sistema de riego, levantamiento de diques,
apertura de canales para que el agua pasara de uno a otro nivel y empleo de shaduf-molinos de
manantial (en verano, para regar los campos).
[26]
En Tebas vivieron, durante casi 400 años, trabajadores empleados en las
tumbas de los faraones, dejando miles de ostrakas y papiros en los cuales hacían cuentas,
listas, informes de los progresos diarios de los trabajos, órdenes y
testamentos.
[27]
Un examen de la Contabilidad de
las Lámparas y la diaria fabricación de mechas nos dan diversos
detalles sobre la duración del tiempo de trabajo, que sorprendería a los
que creen que la vida del trabajador egipcio era de continuo esfuerzo.
[28] Así pues, tenemos:
-en el Reino Antiguo la supremacía de PTAH de
Menfis,
-en el Reino Nuevo la supremacía de AMON de Tebas.
[29]
Aunque algunos textos nos sitúan el más allá egipcio como unos verdes
campos de cereal en el cielo y otros como un mundo subterráneo por donde
pasa el sol en su camino de su ciclo diario.
[30]
SETH estaba envidioso de OSIRIS, por lo que en una fiesta le preparó una
trampa y lo encerró en un arcón y lo asfixió. ISIS intentó recuperar el
cuerpo, por lo que Seth lo desmembró y enterró sus pedazos por todo
Egipto. Isis fue recogiendo los fragmentos de OSIRIS, lo momificó (siendo
la 1ª momia), y lo resucitó, por lo que desde entonces reina entre los
muertos.
[31]
Del griego hieros (sagrado) y glyphein (grabar).
[32]
Por ejemplo, el sol se representaba con un disco, y el buey y la serpiente
con sus imágenes.
[33]
De esta forma el disco significó, además de sol, día y tiempo.
[34]
Por ejemplo, el ideograma de azada, que se leía mer, sirvió
también para escribir el verbo amar, que sonaba precisamente mer.
[35]
Muy pronto, mediante el uso de la escritura con tinta sobre materiales como
el papiro, la madera y la terracota, se desarrolló una forma simplificada,
que se llamó escritura hierática (o sacerdotal, porque sólo los sacerdotes la empleaban en época helenística).
Más
tarde, de la hierática derivó otra escritura aún más simplificada, la
escritura demótica (del griego demos, de uso corriente entre el pueblo),
en la que ya resulta imposible reconocer los signos jeroglíficos
correspondientes.
[36] Nuevo y sorprendente en Egipto es el Diálogo de un hombre cansado de la vida con su alma, en el que el “hombre” representa la buena época antigua, ordenada y piadosa. En su narración aparecen los temas más significativos de la cultura de su tiempo, como el juicio tras la muerte, la esperanza en la vida ultraterrena, el pecado y su perdón, la vanidad de las cosas de este mundo, la miseria del tiempo presente y el deseo de morir.
Por
el contrario, el “alma”, que sostiene las ideas nuevas con escéptica
y mordaz ironía, exhorta a entregarse al goce y a olvidar las
preocupaciones.
[37]
Exceptuando el viaje de WANAMON, texto autobiográfico en papiro, y
algunas cartas o decretos, encontrados gracias a la sequedad y desiertos
egipcio, podemos decir que los egipcios no consideraban la historia como un
género literario sino como exhortaciones del faraón.
[38]
Sí los hay, pero situados en zonas marginales.
[39]
Cuando el poder central era
capaz de limitar las autonomías locales.
[40]
El título de faraón se dio oficialmente a partir de la XXII dinastía (lit.
pharao,
del egipcio peraa o “gran casa”, nombre de la
Residencia real).
[41]
No se puede afirmar con certeza que MANETHON y la Paleta de Narmer se refieran a la misma persona,
al fundador una la I dinastía
que es originaria de Tinis (de ahí el nombre de tinita que se da a este período).
[42]
De hecho, el monarca cambió su nombre por el de PERIBSEN, y se colocó bajo
la protección de SET, dios del Alto Egipto, sustituyendo su símbolo en los
monumentos, un cuadrúpedo mal identificado (acaso un perro), por el de
HORUS.
[43]
De hecho, a uno de ellos, SENGI, le fue aún dedicada una estatua
2.000 años después.
[44]
La mastaba de Saqqara, impropiamente conocida como Pirámide
escalonada de Zoser, albergaba cámara sepulcral subterránea.
[45]
La Pirámide Medium de Saqqara no fue terminada, y fue considerada como mastaba de tres escalones.
La Pirámide Romboidal de Dahshur fue iniciada con inclinación pronunciada de las
superficies, aunque luego se atenuó. La Pirámide
Roja de Saqqara alcanzaba los 100 m. altura, y fue la 1ª perfectamente
piramidal.
[46]
En egipcio antiguo, KHUFU.
[47]
En egipcio antiguo, KHAFRA.
[48]
En egipcio antiguo, MENKAURE.
[49]
Es decir, hija del rey.
[50]
Ya con KEOPS, que se había casado con una princesa libia, eran frecuentes
las relaciones comerciales con los vecinos inmediatos: nubios, libios y
semitas.
[51]
Pues en sus cercanías, en Dorak, se ha hallado una lámina de oro con su
nombre.
[52]
Más tarde, en el I Período Intermedio, estas fórmulas, sobre todo las más
populares, de carácter mágico, se escribieron en el interior de sarcófagos
privados. Se trata de los llamados Textos de los Sarcófagos, eslabón
intermedio que conducirá, durante el Imperio Nuevo, al famoso Libro de
los Muertos.
[53]
Según una narración legendaria, atribuida a una sacerdotisa de Heliópolis
(que la recibió del mismo RA), y contenida en el Papiro
Westcar (s. XVIII a.C), el nacimiento de los tres primeros reyes de
esta dinastía ya tuvo un marcado acento religioso.
[54]
El monarca subió al trono a los 6 años, a causa de la prematura muerte de
su hermano MERENRA I. Según testimonios, su reinado habría tenido una
duración superior a los 90 años.
[55]
Las fundaciones funerarias eran las destinadas a mantener los complejos
funerarios de los faraones muertos y las mastabas de funcionarios
fallecidos, resultando muchas veces esto
último verdaderas herencias encubiertas.
[56]
La confusión dominante en este período queda bien reflejada en la
lista de MANETHON, según el cual la VII dinastía, constituida en Menfis,
reinó 70 días y tuvo 70 soberanos (en realidad sólo se mencionan 7).
El mismo autor reúne en la VIII las diversas dinastías que, en medio del
caos general, se constituyeron en torno a los nomos
de Coptos y Abidos.
[57]
Según el Papiro Leyden (de la
XVIII dinastía, conservado en Holanda), ya en el reinado de PEPI II empezó
a suceder todo esto.
[58]
Un ejemplo típico de este cambio lo representan las famosas Instrucciones
para el rey Merekara, compiladas por KHETI III para su hijo, uno de los
últimos soberanos de la X dinastía. Se trata de un género literario
conocido ya en el Imperio Antiguo, pero que encarna ahora un nuevo espíritu
pesimista.
[59]
Son los casos de UNI (de la VI dinastía, que se hizo enterrar en una tumba
real) y de ISI (de la VI dinastía, que se atribuyó prerrogativas
sacerdotales).
[60]
En este sentido, sorprendente es el Diálogo de un hombre cansado de la
vida con su alma, en el que el hombre representa la buena época
antigua, ordenada y piadosa. En su narración aparecen los temas más
significativos de la cultura de su tiempo, como el juicio tras la muerte, la
esperanza en la vida ultraterrena, el pecado y su perdón, la vanidad de las
cosas de este mundo, la miseria del tiempo presente y el deseo de morir.
Por
el contrario, el alma, que sostiene las ideas nuevas con escéptica y
mordaz ironía, exhorta a entregarse al goce y a olvidar las preocupaciones.
[61]
Se adivina, pues, y no obstante las tragedias, un Egipto que maduraba
y cambiaba. A la perfección de una religión centrada en el soberano, ser
supremo y mágico, padre de todos, por ejemplo, se añadía ahora un
afinamiento interior, una sensibilidad profunda por los problemas del
hombre.
[62]
Dios de Tebas, con cabeza de halcón.
[63]
Pues por sus manos debía pasar toda la administración.
[64]
Tal vez bajo estos impulsos el arte egipcio del metal alcanzó, en el
periodo que estudiamos, elevadas cimas, como se advierte en numerosas
diademas, collares, pectorales y objetos de orfebrería de exquisita
factura.
[65]
La sumisión de Nubia era de vital importancia para la economía egipcia,
puesto que garantizaba la seguridad en el suministro de productos africanos
(oro, maderas, marfil y pieles).
[66]
Obras literarias, como la Historia de Sinhué y otras
administrativas, entraron en uso como modelos de cultura y manuales
escolares.
[67]
Ello no impidió, sin embargo, que el propio AMENEMHET cayera víctima
de una conjura, cuyos pormenores se describen en la famosa Historia de
Sinhué y en un escrito, impregnado de profunda y desalentada amargura,
original de su sucesor, SESOSTRIS I.
[68]
De una divinidad local del nomo de Tebas, AMON pasó a ser, por designio de los
faraones de la XII dinastía, asociado de RA, transformándose así en la
divinidad más importante de Egipto.
[69]
En torno a Lisht se hallan las pirámides de la XII dinastía, menores que
las precedentes y construidas con ladrillos.
[70]
En todo caso, puede considerarse, y de ello estaban convencidos los
propios egipcios, que con MENTUHOTEP, AMENEMHET y SESOSTRIS III, el país
vivió el período verdaderamente clásico de su historia, en unas
condiciones de equilibrio ideal entre el rígido centralismo religioso del
Imperio Antiguo y el dinamismo material y espiritual del Imperio Nuevo.
[71]
De hecho, una nueva aristocracia guerrera empezó a surgir entre los
egipcios, cultivando las técnicas importadas.
[72]
En propias palabras de MANETHON:
“De
forma inesperada llegaron de Oriente hombres victoriosos, de una estirpe
desconocida, que penetraron en el país, lo conquistaron con violencia, y
tras haber vencido a los jefes, incendiaron brutalmente las ciudades y
destruyeron los templos. Luego trataron a los habitantes de manera cruel, dándoles
muerte y tomando como esclavos a sus mujeres e hijos. Por último,
proclamaron rey a uno de los suyos, Salitis (o SHALEKIS I, pasa por haber
fundado la ciudad de Avaris-Tanis, y por haber asentado en sus alrededores
a numerosos contingentes militares para guarnecer las fronteras orientales),
que se estableció en Menfis y cobró tributos del Alto y Bajo Egipto”.
[73]
Por ejemplo, un papiro con listas de pagos de la Residencia revela un balance
muy exiguo para la corte.
[74]
El nombre del rey KIAN se ha encontrado en objetos de piedra en Babilonia,
Creta y Hattusas (Bogazkoi).
[75]
En general, los conquistadores hicsos se asimilaron muy bien con los
sometidos, adoptando su lengua, escritura y costumbres. Sus obras no son
estilísticamente inferiores a las de las dinastías anteriores. Al periodo
hicso se remontan papiros de notable valor literario y científico.
[76]
Desde el punto de vista político, el Estado reconstituido por AMOSIS
presenta una cohesión sólida, eficiente y ordenada, menos sujeta a las
periódicas crisis políticas de los pasados estados intermedios.
[77]
A su muerte, la hermanastra-viuda contrajo nuevo matrimonio con TUTMOSIS III,
que de este modo reforzó sus derechos al trono. Pero HATSHEPSUT
supo mantener con firmeza en sus propias manos las riendas del poder, y,
proclamándose reina, obligó al joven y ambicioso TUTMOSIS III a esperar
veinte años su exaltación al trono.
[78]
Todas las estatuas de HATSHEPSUT fueron destruidas, y su nombre se borró
de todas partes.
[79]
Sólo el poderoso estado de Mitanni, en el alto Eufrates, pudo resistir con
éxito las ambiciones expansionistas de TUTMOSIS III, quien, en una de sus
expediciones, alcanzó y atravesó aquel río en las proximidades de Karkemish, aunque sin conseguir doblegar al adversario.
[80]
Del 2º de estos monumentos sólo nos restan dos estatuas
gigantescas, los llamados Colosos de
Mnemón. También las esculturas, como las del faraón y su esposa TIYI,
brillan por la finura de sus rasgos y la calidad de su ejecución.
[81]
Lo que sí se sabe es que el monarca cambió su nombre de AMENOFIS IV por el
de AKHENATON (lit. “place a Atón”), y que redactó personalmente un
delicado himno a ATON.
[82]
Akhetatón (lit. “horizonte de Atón”), quedó completamente sumergida
por las arenas. La ciudad ha salido de nuevo a la luz gracias a las
excavaciones efectuadas en la actual Tell el-Amarna. Reviste particular
interés su rico archivo, que permite reconstruir la fisonomía de este
breve pero intenso episodio de la civilización egipcia.
[83]
Los monumentos de Tell el-Amarna han conservado, junto a los relieves
y decoraciones murales de incomparable refinamiento, numerosos bustos escultóricos
dedicados, sobre todo, al monarca y a su esposa NEFERTITI, que traducen con
atormentada sensibilidad incluso los defectos físicos de los personajes.
[84]
Sus empresas serían inmortalizadas en las grandes representaciones
parietales y en los relieves policromos de su hipogeo del Valle de los
Reyes. Su templo funerario, en Abidos, ha conservado las listas reales,
inapreciable fuente para la cronología del período anterior.
[85]
La victoria de Kadesh fue celebrada por los egipcios como una gran victoria,
en la que el propio RAMSES II dio pruebas de su arrojo, cambiando
personalmente la suerte del enfrentamiento.
[86]
Como lo demuestran los numerosos monumentos y templos (Abu Simbel,
Tebas, Abidos), meritorios, sin duda, pero mucho menos originales y
refinados que los del periodo anterior.
[87]
En los alrededores de Tanis.
[88]
Entre los constructores de Pi-Ramsés se citan a “los hijos de Israel”,
lo que ha sugerido a algunos historiadores la identificación de RAMSES II
con el “faraón del Exodo”. Dicha identificación no es segura,
y la partida de los hebreos de Egipto puede situarse entre los ss. XV-XIII a.C.
[89]
Se inició, pues, de este modo, un periodo de caos político y de decadencia
cultural, durante el cual Egipto fue presa de las ambiciones de la casta
sacerdotal tebana y del ejército, compuesto ahora, predominantemente, por
soldados de origen extranjero (nubios, libios y semitas).
[90]
Como se ve en la importancia que fue cobrando el buey Apis.
[91]
El cual retiró sus guarniciones militares, al estar preocupado en otra
parte.
[92]
Sus sucesores, que se han hecho famosos gracias a la narración bíblica,
intentaron con escaso éxito las empresas asiáticas, mientras tenían que
defenderse en el frente meridional.
[93]
Las poblaciones libias habían pedido protección al reino de Egipto,
al sentirse amenazadas por la rica y potente colonia griega de Cirene.
[94]
El cual murió en el combate.
[95]
De hecho, ALEJANDRO MAGNO visitó Psiba, el oasis de Amón.
[96] De la dinastía ptolemaica, cabe destacar el Templo de Edfu, del s. IV a.C, como una característica aportación de los lágidas o ptolomeos, aparte de:
-sus aportaciones astronómicas,
-traducción del
jeroglífico al griego, en la piedra roseta,
-1ª compilación de la
historia egipcia (encargada por PTOLOMEO I a MANETHON, sacerdote de Heliópolis,
que la dividió por dinastías más o menos sanguíneas).
[97]
No cabe olvidar que Egipto fue el granero de Roma, su puente hacia la
India y extremo Oriente, y que una provincia vital y distinta para el
Imperio romano. Se requería incluso permiso imperial para que un caballero
pudiese visitar el país milenario.
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La egipcia, la griega, la judía.