2 de Julio

Martes XIII Ordinario

Equipo de Liturgia
Mercabá, 2 julio 2024

a) Am 3,1-8; 4,11-12

         Una de las denominaciones más significativas dadas hoy al profeta Amós es el de ish riv (lit. hombre de querella), cuyo significado nos lo dirá más adelante Oseas: "El Señor pone pleito a los habitantes del país, porque no hay verdad, ni lealtad, ni conocimiento de Dios en el país. Este pueblo perjura, miente, mata, roba, adultera, oprime, y la sangre se sucede a la sangre. Pero nadie protesta, y nadie reprende" (Os 4, 1).

         En efecto, cuando Amós aparece súbitamente en un mundo de refinada crueldad, sus palabras firmes y rigurosas nos dibujan la fisonomía de uno de los más valerosos hombres de la querella del AT. Es él quien introduce en el profetismo la espontaneidad dinámica y valiente, desconocida desde la desaparición de Elías.

         Otros profetas maduraron a la sombra de un maestro, pero Amós conoce solamente la feroz llamada de Dios, que lo arrastra a restituir la totalidad de una obligación: la Alianza. Sus palabras están llenas de indignación moral, pero no condenan el progreso humano, sino el orgullo y la injusticia.

         Amós interpela a las mujeres de Samaria, y las compara al ganado de la raza de Basán (meseta de Transjordania, famosa por sus bosques de encinas y por sus pastos), lugar donde crecían las vacas gordas que le recuerdan las voluminosas damas de la alta y corrompida sociedad israelita.

         Con este cumplido sarcástico, el pastor de Tecua arremete contra estos gavilanes femeninos, que con sus seductoras astucias susurran eficazmente al oído del marido: "Trae de beber" (v.1). El profeta descubre en la codicia insaciable de las mujeres una de las causas determinantes de las injusticias sociales, origen de una pobretería que constituye el ágape seductor de los traficantes sin moral.

         En los vv. 4-5 continúa la invitación sarcástica de Amós a participar en un culto en el cual puede hallarse todo menos a Dios, tal como lo resaltan los adjetivos posesivos: "vuestros sacrificios" y "vuestros diezmos". Amós combate así el ritualismo e iniquidad, y denuncia la corrupción de identificar a la idea de pueblo escogido la de favoritismo. El profeta denuncia el intento de convertir a Dios en encubridor de las clases corrompidas, y el intento de legitimar la expoliación, en ese afán por apoderarse de Dios para esclavizar al hombre.

Frederic Raurell

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         Amós es uno de los profetas que expresa con más eficacia el carácter absoluto de la llamada divina. Por otra parte, vivir significa para el profeta de Tecua ser solidario con el misterio de Israel. Entre él y sus contemporáneos se establece un contraste de visión respecto al tiempo bíblico.

         Mientras que la gran mayoría del pueblo considera que la historia de salvación está ya terminada y construida, Amós insiste en la necesidad de construirla en cada momento, porque la historia de salvación está abierta a Dios y a la responsabilidad de los hombres. Este desacuerdo en la visión hace que la profecía se experimente como una injerencia incómoda y como un escándalo en el interior de la comunidad.

         Para legitimar su derecho a proclamar el juicio de Dios, el profeta dirige a sus oyentes una serie de preguntas, ninguna de las cuales puede ser contestada negativamente. El antiguo pastor de Tecua solicita así, de una forma casi mayéutica, la atención y el asentimiento del auditorio.

         Habiendo admitido la imposibilidad de negar la indisoluble conexión entre una serie de fenómenos bien conocidos, los destinatarios han de conceder igualmente la relación de causa y efecto entre el ser llamado y el profetizar. La palabra de Dios es tan imperativa como el rugir del león: "Rugiendo el león ¿quién no temerá? Hablando el Señor, ¿quién no profetizará?" (v.8).

         Amós es uno de estos creyentes a quien Dios no confía únicamente un mensaje, sino su propia preocupación. No es únicamente un portavoz de Dios, sino su partidario y confidente. Amós es un creyente auténtico, y no de fe endeble y vacilante. Asume su parte del misterio divino, y en él el aspecto carismático del nabí (lit. llamado) estriba en su inmediatez con Dios. El profeta es el hombre de Dios, y a partir de ahí la palabra divina que transmite no es simplemente mensaje, sino también agente de grandes acontecimientos de la historia, de un Dios que viene y que vendrá para salvar al hombre.

Frederic Raurell

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         Escuchad esta palabra que pronuncia el Señor contra vosotros, hijos de Israel, viene a decir hoy el profeta Amós: "De todas las familias de la tierra solamente a vosotros conocí. Por eso os pediré cuenta de todas vuestras iniquidades".

         Ningún pueblo escapará a la justicia de Dios. Y Amós afirma, con un vigor no superado, la igualdad de todas las razas y de todas las naciones ante la justicia y la misericordia de Dios. Hay que leer (Am 1,3 a 2,3) la lista de los crímenes de Damasco, de Gaza (Filistea), de Tiro (Fenicia), de Edom, de Ammon y de Moab, todos ellos vecinos paganos, para darse cuenta de lo que quiere decir Amós.

         Todos deberían obrar según su conciencia, pues lejos de ser un privilegio, la elección particular de Israel es una mayor responsabilidad. Amós invita a profundizar la idea de Alianza, pues en ella Dios, maestro de todos los pueblos, y fiador de todas las conciencias humanas, eligió un pueblo para que fuera su testigo.

         Llevemos a la oración nuestra responsabilidad particular de llamados, pues también el propio Jesús nos repetirá lo mismo que hoy nos dice Amós: "Os digo que, en el día del juicio, habrá menos rigor para Sodoma que para ti" (Mt 11, 24). Dios es coherente en sus ideas, y en ese sentido Amós preanuncia a Jesús.

         Seguramente debieron preguntar a Amós que por qué hablaba en nombre de Dios, y de ahí que Amós respondiera con cuanto tenía de vocacionado: "Cuando Dios habla, ¿quién podría resistirle?". Señor, danos esa convicción fuerte y evidente, de que eres tú quien nos llama en ciertos momentos de nuestras vidas. En lugar de quedarnos en el nivel elemental y banal del azar, haz que sintamos, Señor, todo lo que hay de trascendente en las llamadas que oímos, y en los compromisos que nos solicitan. Efectivamente, nada menos que el Señor Dios es quien nos habla en esos instantes: ¿quién podría rehusar su llamada?

         Tras lo cual, lanza Amós una serie de imágenes vivas e inolvidables: "¿Ruge el león en la selva, sin que haya presa para él? ¿Cae el pájaro en el lazo sin que haya un cebo que le atraiga? ¿Suena el cuerno en una ciudad sin que se alarme el pueblo? ¿Llega el infortunio a una ciudad sin que el Señor sea el autor? El león ha rugido, ¿quién puede no espantarse? Dios ha hablado, ¿quién podría rehusar ser su profeta?".

         Realmente, se trata de la experiencia de un hombre que ha hallado a Dios. No obstante, Amós sigue sin decir cómo sucedió su llamada, limitándose a describir que ésta se le quedó bien grabada: la llamada de Dios ha sido tan fuerte como un rugido de león, como un cuerno que suena, como una trampa que se dispara. En cuanto a mí, ¿cuál es mi vocación? ¿Qué rugido de Dios he percibido? ¿Qué hay de irresistible en mi vida? ¿A qué tiendo a resistirme? ¿Qué es lo difícil? La dificultad es a veces señal del deber.

         Tras lo cual, concluye Amós su profecía: "Prepárate, Israel, para encontrar a tu Dios". En lugar de la palabra Israel, puedo yo poner mi propio nombre: "Prepárate... para encontrarte con tu Dios". Dios no habita en la lejanía, sino que se le encuentra en cada llamada de nuestra conciencia. Cada instante nos trae su voluntad, y en la vida corriente uno puede aceptar o esquivar ese encuentro, o bien no darse cuenta. ¡Cuán hábiles somos a cerrar los ojos y los oídos!

Noel Quesson

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         El profeta Amós se encara hoy valientemente con los dirigentes del pueblo de Israel, y sin tapujos les dice: "Os tomaré cuentas por vuestros pecados, así que preparaos para encararos con vuestro Dios". Efectivamente, Dios exige más a Israel que a los demás pueblos, porque es a ella a quien ha multiplicado sus signos de predilección.

         El profeta no puede callar, porque Dios le ha mandado hablar. Y para justificar esto, Amós encadena (con su lenguaje de hombre de campo) una serie de binomios lógicos de causa y efecto: así como un león ruge porque ha conseguido una presa, o un pájaro cae porque había una trampa, o una trompeta suena porque hay una alarma en el pueblo... así también es el profeta. Y si Dios le manda algo, él no puede dejar hacerlo, aunque sea denunciar el mal: "Habla el Señor, ¿quién no profetiza?".

         Por eso denuncia Amós los males de su época, a través de 7 preguntas que son como 7 truenos para despertar al pueblo de su modorra, e invitarlo a la conversión. En efecto, es Amós un profeta de la justicia social, y como dice el salmo responsorial de hoy: "Tú no eres un Dios que ame la maldad, ni el malvado es tu huésped. Al hombre sanguinario y traicionero lo aborrece el Señor".

         Los cristianos podemos merecer los mismos reproches de Amós, y con más motivos todavía que los de Israel, si no somos fieles a Dios. Los israelitas eran duros y no se convertían, y ni siquiera el escarmiento de la catástrofe de Sodoma y Gomorra les duró mucho tiempo. Y nosotros, ¿no tendríamos que escuchar el aviso del profeta: "Os tomaré cuentas por vuestros pecados?".

         La palabra de Dios nos llama a serle más fieles, y Dios nos ofrece su reconciliación en los sacramentos, y los pastores de la Iglesia repiten sus llamadas en favor de los valores del evangelio. Igualmente, podemos ver múltiples ejemplos de integridad y generosidad en tantas personas que nos rodean. Pero ¿les hacemos caso, o les prestamos oídos sordos? A nadie le gusta que le recuerden sus fallos, y por eso tenemos que ser sinceros, y oír lo que Dios nos dice: "Escuchad esta palabra que dice el Señor, hijos de Israel".

         Ser cristianos no es garantía de salvación, y cuanto más hemos recibido, más se nos exigirá. Ojalá podamos decir, con el salmo responsorial, y a la vez que rechazamos la maldad de los cínicos de este mundo: "Yo, por tu gran bondad, entraré en tu casa, y me postraré ante tu templo santo con toda reverencia".

José Aldazábal

 Act: 02/07/24     @tiempo ordinario         E D I T O R I A L    M E R C A B A    M U R C I A