JUDIT
b)
Redacción de Judit
d)
Estructura literaria de Judit
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“Los
artistas han exaltado con frecuencia a la hermosa judía cortando la cabeza del
oficial que quería abusar de ella. Pero el libro de Judit, viéndolo de cerca (nos recuerda Daniel Dore), no se limita a
esta escena. Este es un comentario ágil para gustar de sus resortes y sus
sorpresas”. Pues inmerso en un complejo
anclaje histórico, continua diciéndonos el dr. Dore, “Judit
remite también a la escritura bíblica en sus múltiples evocaciones: la
argucia de Tamar, la gesta de Yael, la lucha de David contra Goliat, la
intervención de Abigail… tratando así de tipificar una nueva literatura en
el cruce entre el mundo helenístico y la tradición del judaísmo”[1].
El
cántico de Judit, en efecto, es afín
en atmósfera y personajes al de Esther,
y se cierra con una explosión
nacionalista que puede servir de lema a toda la obra: “Ay de las
naciones que se enfrentan a mi raza, Pues el Señor Omnipotente las castigará
en el día del juicio, pondrá fuego y gusanos en sus cuerpos y llorarán
atormentados para siempre”[2].
Efectivamente,
Judit es el documento de un judaísmo
perseguido, pero también “sionísticamente” orgulloso de sus
capacidades y de sus ansias de libertad. Por eso precisamente su heroína se
llama Judit, en hebreo “la judía” por excelencia, verdadera madre de la
patria, como Débora, Jael y Esther[3].
El
mismo fondo
geográfico es también ejemplar: Betulia[4]
equivale prácticamente a Betel, es decir, “la casa de Dios”. Y también es
ejemplar la tesis dominante del relato: el débil es exaltado y el poderoso
humillado.
El
texto de Judit ha llegado hasta
nosotros en griego a través de cuatro recensiones diferentes, que corresponden
a los códices
A, B, S y a un cuarto grupo homogéneo de códices[5].
Pero
el documento más antiguo sigue siendo el egipcio Ostrakon
de
Faiyum[6].
El fuerte colorido semítico de la narración ha hecho sospechar desde siempre
un original hebreo o arameo. La Vulgata,
como ocurre siempre con los deutero-canónicos, ofrece una versión muy suelta y
libre, fruto de una revisión de la Versus
latina sobre un texto arameo que se ha perdido, y una quinta parte más
breve que el texto griego.
El
libro de Judit cuenta con dos
trasfondos historicistas, no obstante el intento de supra-temporalidad del autor. El
primer trasfondo haría referencia a contextos explicativos pasados, y el
segundo al momento de ejecución de la obra.
1º
Mesopotámico.
Pues irrumpen los medos y persas[7],
los casi míticos Arioc[8],
Put y Lidia[9],
y todos los enemigos clásicos de Israel: Ismael, Moab, Canaán, Edom. De esta
manera se va preparando la alegoría del triunfo de Israel, débil e
insignificante, sobre una especie de hostilidad planetaria.
2º
Helenístico-judío.
Pues en él están presentes elementos:
-macabeos, como
son sus referencias a la purificación del templo[10],
realizada por Judas Macabeo en el año 164 a.C[11]
y debido a los contactos lingüísticos con el Daniel
griego, de la época macabea;
-helenistas, como son las estructuras socio-políticas
que aparecen sobre los arcontes[12],
la gerousía[13],
las coronas de olivo[14],
los instrumentos musicales[15],
la persecución de Antíoco IV Epífanes… Pero también debido al tema básico
del relato. En efecto, el helenismo había intentado deshacer la identidad del
judaísmo, provocando formas de sincretismo, pero también durísimas reacciones
judías de cuño casi integrista;
-judíos, como es la llamada a la fidelidad literal a
la ley y a sus prescripciones rituales[16]
y la invitación a la auto-defensa santa[17].
Sobre
el fondo histórico se van desarrollando 3 cuadros trenzados entre sí, con múltiples
escenas y pausas[18],
compás lento
y majestuoso, e interrumpido solamente por el desenlace final, la
muerte de Holofernes[19]:
-Acto de apertura (cap. 1-7), donde se introducen en la escena
los personajes principales, la ciudad y el coro de los judíos;
-Acto central (cap. 8-13), donde el drama está dominado por la
figura heroica de Judit, y el centro está ocupado por el festín de Holofernes.
La audacia de la hebrea logra cortar la cabeza al general, convirtiéndose esta
en una escena predilecta del arte cristiano[20];
-Acto final (cap. 14-16), donde tenemos la celebración de la
heroína. Todo se cierra con un himno nacional articulado en tres dimensiones:
histórico[21],
cósmico[22],
escatológico[23].
El
libro de Judit es ante todo un escrito
antológico,
un resumen auténtico de alusiones, temas y modelos bíblicos. Si el
lenguaje historiográfico es el de Josué,
Jueces y Samuel, la tesis
dominante es la clásica inversión de situaciones[24]:
el débil es defendido por Dios[25],
la mujer prevalece sobre el guerrero[26].
Otros
elementos antológicos incrustados en Judit
son:
-la
concepción pedagógica del dolor[27],
-la
consideración de la astucia femenina
-la
soberbia del rey
-la
llamada a la conversión universal
-el
éxodo tanto en el esquema narrativo
Por
otro lado, se enmarca la obra en la tradicional línea judía del midras, una
línea atestiguada además por el proceso de tipificación que han sufrido los
personajes:
-Judit,
la judía-Israel fiel,
-la
viuda-Israel doliente,
-Betulia-casa
de Dios-Jerusalén,
-Nabucodonosor-anti-Dios,
-Holofernes-opresor,
orgulloso y concupiscente.
Está
presente en la obra, además, un aspecto
nacionalista-parenético,
con una calurosa invitación a la resistencia y a la rebelión contra
Antíoco IV Epífanes y a su “normalización” helenizante, impuesta a
Israel. Judit se convierte, pues, en una llamada camuflada bajo el pasado
remoto, sobre contextos mixtos históricos, y bajo referencias viejas y nuevas bíblicas.
En
esta perspectiva es inevitable en la obra su función
hermenéutica, con la finalidad de interpretar la historia, parezca
esta opaca o contradictoria[33].
El
clima macabeo hace que el libro de Judit
esté además impregnado de un tono
apocalíptico,
con 2 sectores dialécticos: el bien y el mal, Israel y los enemigos,
Dios y las potencias terrenales, el siglo presente y el siglo futuro… con
triunfo inevitable del bien[34].
Ahora
bien, una historia dominada por Dios, cuyas intervenciones son decisivas, hace
surgir espontáneamente la oración como
remedio dramático y como petición triunfal a Dios. En efecto, afloran en el
texto: himnos de alabanza[35],
súplicas[36],
plegarias[37],
liturgias[38],
ritos penitenciales[39].
Y
como centro de la escena, sobre la aportación de las astucias y del esfuerzo
humano[40],
domina el Kyrios Pantokrator[41]:
Dios altísimo[42],
Dios del cielo[43],
Creador del cielo y de la tierra[44],
Rey de la creación[45],
Vencedor de las guerras[46],
Dios de los padres[47].
Manuel
Arnaldos
Mercaba,
diócesis de Cartagena-Murcia
versión
imprimible
Indice:
www.mercaba.org/EnciclopediadeHistoria/1.htm
_________
[1]
cf.
DORE,
D; El libro de Judit o la guerra de la
fe,
ed. Verbo divino, Estella 2000, pp. 1-3.
[2]
Jdt
16, 17.
[3]
cf.
RAVASI,
G; Diccionario teológico bíblico, ed. Casa de la Biblia, Salamanca
1979.
[4] Betulia misma es un misterio. Según la Biblia de los LXX, era grande, tenía calles y torres y soportaba un largo sitio a manos de un vasto ejército. Su posición, también, es establecida con minuciosidad; estaba situada en el borde de la llanura de Esdrelón y guardaba el paso hacia Jerusalén. Pero aun así, aún así no se han hallado rastros de su ubicación (cf. THE CATHOLIC ENCYCLOPEDIA; “Book of Judith”, vol. VIII, ed. Robert Appleton Company, New York 1910, p. 239).
[5]
El
libro existe en diferentes versiones griegas y latinas, de las cuales la
primera contiene al menos ochenta y cuatro versículos más que la segunda.
SAN JERONIMO (Praef. in Lib.)
dice que él lo tradujo del caldeo magis sensum e sensu, quam ex verbo
verbum transferens. Tuvo dos versiones en hebreo:
-una
larga, prácticamente idéntica al texto actual griego,
-una
corta, que es totalmente diferente.
La
versión caldea no es recuperable, a menos que se identifique con la
antedicha versión hebrea más larga. Así, Jdt 4,6 presenta al sumo
sacerdote ELIAQUIM, cuyo nombre aparece más adelante como YOYAQUIM (Jdt
15,9), y el año 13 de NABUCODONOSOR (de la Vulgata) se convierte en el 18
(en los LXX).
Respecto
a la versión de Judit en los LXX,
nos ha llegado en dos recensiones: Códice
B Vaticano por un lado, y el Códice
Alejandrino con el Códice
Sinaitico por el otro.
[6]
Del
siglo I d.C, con citas expresas de Jdt 15, 2-7.
[7]
Jdt
1, 1; 1, 16; 2, 5-7; 7, 2-4; 16, 3.
[8]
Jdt
1, 6; Gén 10, 22.
[9]
Jdt
2, 23; Gén 10, 6-13, 22.
[10]
Jdt
4, 3.
[11]
1
Mac 4, 36-59.
[12]
Jdt
5,
2; 6, 14.
[13]
Jdt 4,
6-8; 15, 8.
[14]
Jdt
15,
13.
[15]
Jdt
16,
1.
[16]
Jdt
8, 6; 10, 5; 11-13, 12, 2-7, 9-19.
[17]
Jdt
16, 17.
[18]
Jdt
1; 3; 4; 6; 9; 12.
[19]
Véase
el paralelo Jueces 5.
También parece ser que el eunuco de HOLOFERNES, llamado con el sugestivo
nombre de BAGOSES, había
contaminado el templo (cf. FLAVIO JOSEFO, Antigüedades judías, XI, 7, 1). Del mismo Holofernes han aparecido
referencias en los recién
descubiertos Papiros
de Asuán.
[20] La tradición cristiana ha simplificado los nacionalismos y pasiones de la obra haciendo que se convierta en una alegoría mariológica. Así, la representación de Judit cortando la cabeza a Holofernes ha pasado a convertirse en arte vivaz e interesante, donde los cuadros corales y el gusto por la enumeración triunfal van acompañados armónicamente por la atención a cada uno de los actores y por algunas escenas-miniatura (véase, p. ej., Jdt 10, 10).
El énfasis nacionalista se
templa mediante la tensión artística dramática. Los personajes como
NABUCODONOSOR, engreído de sí mismo (Jdt 2, 2-7), HOLOFERNES vulgar y
sensual, o el coro de políticos tímidos y cobardes de Betulia, han pasado,
pues, a ser esbozados por el arte cristiano con gran finura psicológica.
Pero
sobre todos ellos reina Judit, de recreación artística:
-espléndida,
recogiendo Jdt 10, 4-7, 14, 19-23; Jdt 11, 21-23; Jdt 12, 13; Jdt 16, 6-9,
[21]
Jdt
16, 1-12.
[22]
Jdt
16, 13-16.
[23]
Jdt
16, 17.
[24]
A
imagen de Proverbios 16, 18; Sabiduría
11, 16; Job 1-2; 42…
[25]
Siguiendo
la tipología del Israel perseguido y desesperado, pero salvado finalmente (cf.
Salmos, Daniel,
Macabeo).
[26]
Donde
se incluye el igualmente clásico tema del herem, sintetizado simbólicamente
por la cimitarra de Judit.
[27]
Jdt
8, 11-27; Job 32-37; Tobit…
[28]
Como las de
REBECA,
TAMAR, DALILA…
[29]
Comparable
la de NABUCODONOSOR de Judit con
la de SENAQUERIB de 2 Reyes
18-19…
[30]
En
la figura de AJIOR el Amonita, que nos hace recordar las conversiones de
BALAÁN, RAJAB, así como las de Isaías
56, Jonás, Tobit 14,6…
[31]
Con
la escena nocturna, el descubrimiento del cadáver del enemigo, la liberación
al amanecer, la danza y el cántico de victoria de la protagonista.
[32]
Con
menciones expresas al Israel: “herencia” (Jdt 4, 12; Jdt 8, 22), “hijo
de Dios” (Jdt 9, 4), “pueblo de la alianza” (Jdt 9, 13), “liberado
por la mano de”…
[33] Es significativa, en este sentido, la intervención del convertido AJIOR (Jdt 5); se trata de una auténtica síntesis de la historia sagrada, estructurada sobre el eje deuteronomista de la retribución.
También es
estupenda la reflexión de JUDIT (Jdt 8), que celebra a Dios como Creador
sabio y poderoso, insondable en sus designios: “Vosotros no forcéis la
voluntad del Señor, nuestro Dios, pues Dios no es como un hombre, al que se
puede amenazar y presionar” (Jdt 8, 16).
[34]
Los
dos ejércitos absolutamente desiguales, presentes en Judit,
y el éxito absolutamente inesperado de la confrontación (Jdt 1, 16; 2,
5.7; 7, 2.4; 16, 3) son el compendio simbólico de esta autentica
interpretación apocalíptica de la historia.
[35]
Jdt
8, 25 y ss; 15, 13 y ss; 16.
[36]
Jdt
19, 12-14; 12, 8; 13, 7.
[37]
Jdt
6, 19; 7, 19; 13, 4.5.7.
[38]
Jdt
11, 12 y ss; 12, 2.
[39]
Jdt
4, 9-12.
[40]
Jdt
16, 5.6.
[41]
Jdt
4,
13; 8, 13; 15, 10; 16, 5-17.
[42]
Jdt
13,
18.
[43]
Jdt
5,
8; 6, 19; 11, 17.
[44]
Jdt 13,
18.
[45]
Jdt
9,
12.
[46]
Jdt
16,
2.
[47]
Jdt
9,
12; 10, 8.