HISTORIOGRAFÍA
BRITÁNICA
b) Lewis
Namier
Profesor
de la Universidad de
Oxford, Arnold Toynbee (Londres 1887) fue especialista en filosofía de
la historia, y el mayor de los historiadores del s. XX. Fue el padre de la Teoría
Cíclica de las Civilizaciones, según la cual las civilizaciones son
el resultado de la respuesta de un grupo humano a los desafíos que sufre, ya
sean naturales o sociales.
De acuerdo
con esta teoría, una civilización crece y prospera cuando su respuesta a los
desafíos tiene éxito, y decae cuando ha sido impotente para enfrentarse a
ellos. Y estando en
lucha, es de gran importancia el factor religioso.
Toynbee
defendió la evolución de las civilizaciones sin
determinismo:
-negando
que éstas deban perecer necesariamente[1],
-reconociendo
los procesos de decadencia que se introducen en cada civilización,
-defendiendo
que cualquier civilización, incluida la occidental, es capaz de escapar a
cualquier proceso decadente.
Autor prolífico
y miembro del Foreign Office, escribió una ingente cantidad de obras. Su obra más
reconocida e influyente fue A Study of History,
doce volúmenes escritos entre 1934 y 1961, donde describe y aplica su concepto
y desarrollo de civilización.
Toynbee afirma que el estudio de la historia está gobernado por las tendencias dominantes del tiempo
y del lugar, en cualquier época y en cualquier sociedad. En Occidente, estas
tendencias son:
-la
economía, en los sistemas industrializados,
-la
política, en los sistemas democráticos.
En cuanto a la ciencia,
ésta ha optado por el sistema especializado de producción, con lo que ha
tenido que despreciar todo lo anterior. Aquí plantea Toynbee el peligro del
pensamiento científico sobre el pensamiento humano. Pues el industrialismo
puede llegar a violentar las cosas, inspirándose en la democracia y el espíritu
de nacionalidad.
En este contexto actual, pues, no tiene sentido el pensamiento histórico[2],
pues el actual sistema occidental no es el prototipo de las sociedades pasadas[3].
Debe seguirse, como salida, la historia
sintética de Wells[4].
Pues hacerse “alfareros de arcilla industrial” puede llevar a desenfocar la
historia[5].
En resumidas cuentas, se plantea Toynbee si existe hoy día algún campo
inteligible al campo histórico, dadas las presiones institucionales, los espíritus
nacionales, las desconexiones entre los propios historiadores. Y su respuesta es
que sí: el ideal de la democracia
cristiana, que aplica su fraternidad con universalidad.
Profesor de la Universidad de Manchester, Lewis Namier (Okrzejska
1888) había sido educado en la Universidad de Lvov, escuchando desde
joven las ideas de Vilfredo Pareto de que las élites
son las que influyen mayoritariamente en el pensamiento. En la Conferencia de
Paz de París-1919, tras la I Guerra Mundial, Namier encabezó las posiciones de
la delegación británica, trabajando en adelante para el Foreign Office.
Fue Namier
judío
pro-sionista y anglicano, lo primero con gran aversión hacia
Alemania, y lo segundo para poder casarse con su segunda esposa.
Conocido
por sus investigaciones
sobre el Parlamento de Gran Bretaña, sus estudios sobre los finales
del XVIII causó una revisión sustancial en las consideraciones de su partido,
demostrando que los intereses locales, y no los nacionales, eran los que solían
determinar el modo en que los parlamentarios votaban[6].
Namier
argumentó que, lejos de ser grupos fuertemente organizados, tanto los tories como los whigs eran
una colección de grupos
pequeños, cambiantes y fluidos, cuyas decisiones iban modificándose
asunto por asunto.
Namier
sentía que los métodos prosopográficos eran los mejores para analizar grupos
pequeños[7],
pero se oponía a la aplicación del método a grupos más amplios. Esto causó
una revolución historiográfica en el modo de entender el s. XVIII.
La obsesión
de Namier de recolectar tales datos[8]
llevó a sus críticos, tales como Herbert Butterfield[9],
a acusarlo de “sacar las ideas de la historia”.
Namier fue
bien conocido por su aversión
a los ideales y a las personas que creían en ellos, y no mantuvo en
demasiado secreto su creencia de que la mejor forma de gobierno era la de “una
élite sucia con intereses propios”.
Sosteniendo
visiones marcadamente
de derechas, Namier fue nombrado como el historiador británico más
reaccionario de su generación. Irónicamente, su principal protegido fue el
historiador izquierdista A. P. Taylor[10].
Namier consideraba que las masas eran siniestras, y las aristocracias del
antiguo régimen más estables que el liberalismo. Su modelo de sociedad era no
democrático, sino oligárquico y regido por una minoría estable. En
ese sentido, contar con personas idealistas es lo peor que puede ocurrir.
Potenció Namier los estudios prosopográficos[11],
haciendo hincapié en la procedencia
de cada grupo de poder[12].
También advirtió la importancia de la psicología.
Namier teorizó más sobre el método histórico y nuevas técnicas
(estadística…) que sobre la historia en sí, con la idea de no excederse ni
concebir a la historia como ciencia. Así, propuso como teorías
del pasado:
-teoría
del Bienestar material, que ve a la historia como progreso humano a término[13],
como algo general que no explica nada;
-teoría
Protestante, que ve el espíritu de la reforma como la norma que debe hacer
progresar al mundo;
-teoría
del Parlamentarismo, que ve la democracia parlamentarista como el centro del
progreso;
-teoría
Económica, que ve la historia como el desarrollo del industrialismo, y los
servicios que éste va ofreciendo;
-teoría
de la Centralidad europea, que ve a Europa como el centro del mundo.
Habla también Namier de Karl
Marx, del análisis que hace el comunista sobre el capitalismo, y de
su:
-concepción
económica historicista de la historia,
-historia
como la historia de la lucha de clases.
Según Namier, lo que Marx no entendió fue que:
-las
estructuras de poder no tienen por qué ser consecuencia de las determinadas
condiciones materiales,
-las supraestructuras, como la religión, no tienen por qué ser incompatibles con
las estructuras de poder.
Así, pues, no ha tenido por qué ser prioritario en la historia la
materia sobre la mente, concluye el profesor Lewis Namier.
Profesor de
la Universidad de Cambridge, Herbert
Butterfield (Oxenhope 1900) siempre se movió en los ámbitos
de investigación de la historiografía, la historia de la ciencia,
la historia del siglo XVIII, la historia constitucional, el cristianismo, la
historia y la teoría de la política internacional… siendo el punto más
culminante de su carrera las Conferencias Gifford que pronuncio entre 1965-1967.
En su
principal y desafiante obra Interpretación
wigh en la historia, argumenta Butterfield contra la oficial
interpretación inglesa liberal de la historia, diciendo que el pasado tiene que
ser estudiado por sí mismo, y abarcar no sólo la política sino todos los
estadios de la vida, sin distorsiones ni simplificaciones. Veámoslo paso por
paso.
Según las ideas que circulaban en la época de Butterfield:
-“la
revolución del s. XIX había hecho que Inglaterra tuviera una historia técnicamente
muy superior a la anterior[14],
y también mas ideológica”,
-“la
historia de Inglaterra comenzó entonces a ser la historia del progreso,
encarnado este en el Parlamento[15]”,
-“Inglaterra empezó entonces a leer su pasado como parte del presente[16],
para entender por qué el presente era ahora así”,
-“el presente era ya, para
Inglaterra, mucho más importante que el pasado[17]”.
Esto
es un error
sin medida, concluye Butterfield, similar al de afirmar que “el hombre de 1907
podía predecir lo que ocurriría en 1908”. Estudiar un año lleva exactamente
un año, continúa Butterfield, al igual que estudiar una época de 100 años
puede llevar cien años. De igual manera que el descubrimiento de un simple
hecho insignificante puede volcar un ciclo histórico, y poner a reinterpretarlo
todo por completo.
Así,
pues, reinterpretar el pasado desde el presente[18]
es una trampa
ideológica e innata en la que todo historiador puede caer, y eso es
lo que hicieron los protestantes, los progresistas y los whigs. La historia, por tanto, no puede ser leída como un
enfrentamiento entre las fuerzas del bien (presentes) y las fuerzas del mal
(pasadas).
Asociados los tories con los
conservadores y los whigs con los
progresistas, se vincula el nacimiento de ambos con la revolución
inglesa de 1649, donde fue decapitado Carlos I y se inició el
movimiento jacobita de los tories.
Tuvieron los whigs la gran ocurrencia
de abanderar la cultura, cosa que no hicieron los tories.
No obstante criticar a los whigs
(por su visión liberal de la historia, a la que leen desde el presente[19]),
tampoco Butterfield plantea una solución
alternativa. Se contenta con decir que no se pueden hacer veredictos
sobre la historia, y menos desde el presente. Eso sí, siempre se puede y se
debe eliminar todo lo que sea error.
Pudiera ser la alternativa al movimiento whig
inglés. En su obra Cristianismo e Historia-1951, comienza Butterfield cuestionando la Guerra
fría USA-URSS, al creer que esa visión político-histórica
no tenía en cuenta la visión cristiana de la naturaleza humana (ni
absolutamente buena ni absolutamente mala).
No
obstante, en esta visión
cristiana habría que tener cuidado en:
-no
juzgar a la política como mera tentación del poder,
-no
hacer triunfalismo de la historia,
-no
ver el presente tal como es.
En Orígenes de la ciencia moderna Butterfield concluye que los resúmenes
de historia que hizo la Ilustración
en el s. XVIII fueron tendenciosos, y encaminados hacia el secularismo.
En Jorge III y los historiadores critica Butterfield que tenga que
explicarse todo desde las estructuras
de poder, pues hay hechos que están implícitos en las estructuras,
y estos hechos hay que explicarlos con sus contingencias y variabilidad (y no
pasar de ellos, o no mencionarlos si quiera).
Además:
-las
estructuras suelen cambiar muy poco[20],
-las
idiosincrasias, valores… suelen ir cambiando mucho entre estructura y
estructura.
Profesor del
Instituto de Ciencias Políticas de Londres, Karl Popper (Viena 1902) fue matemático y judío, y perteneció al Circulo de Viena hasta su
disolución con la llegada del partido nazi. Logró entonces exiliarse en Nueva
Zelanda, tras intentar en vano emigrar a Estados Unidos y Gran Bretaña.
Tras
la guerra, marchó a Inglaterra y allí ejerció de profesor y consejero político
y económico, hasta 1969 en que decide retirarse de la vida pública. Popper fue
recordado por defender una sociedad
abierta frente a los sistemas totalitarios, tales como el comunismo y
el nacionalsocialismo.
En
su obra más conocida, Sociedad abierta y
sus enemigos, Popper indaga en la historia de la filosofía para trazar:
-los
orígenes del totalitarismo, que había desembocado en la guerra,
-la
radical crisis del pensamiento occidental.
Es
notable que, desde sus primeras páginas, Popper aborde el problema del
optimismo respecto a la naturaleza
humana, afirmando que el pensamiento totalitario y la destrucción
asociada a él nacen del empeño sincero de los hombres en mejorar su condición.
En
concreto, Popper otorga al comunismo
un sincero interés en mejorar las condiciones de las clases humildes, pero duda
de su interpretación del pensamiento político en la historia, y menos basada
en la confrontación entre dos escuelas-visiones del mundo:
-una
reaccionaria, que añora una comunidad cerrada y perfecta, heredera de la
tribu[21],
-otra
racional y crítica, que reconoce la limitación del conocimiento humano
En Miseria del historicismo, Popper se dedica a atacar al fascismo,
superstición en la que muchos cayeron para querer cambiar el destino histórico.
Y es que no se puede hablar, dice el autor, de predicción del curso de la
historia humana, y menos por medios científicos o racionales.
El
historicismo[23],
por tanto, no da fruto ninguno, pues:
-el
curso de la historia está fuertemente influido por el crecimiento de los
acontecimientos humanos,
-no
existe una ciencia de la naturaleza humana, ni tampoco una ciencia de la
historia
-no
existe una teoría científica que mida el grado de predicción histórica,
-no
podemos predecir el crecimiento futuro de los conocimientos científicos,
-no
podemos predecir el futuro de la historia humana.
Profesora de la Universidad de
Edimburgo, Gertrude Himmelfarb (Brooklyn 1922)
se casó en 1942 con Irving Kristol, padre
del
neo-conservadurismo[25],
aparte de ser hermana de Milton Himmelfarb, destacado escritor sobre temas judíos.
Aunque se
le suele identificar como conservadora, en el Reino Unido es particularmente admirada
por el Labour
Party, que la cita frecuentemente en sus discursos y recomienda sus
libros, por su amor a la historia de
las ideas y sus trabajos para la Universidad de Edimburgo.
Su obra
principal, The
New History and the Old, fue publicada en 1987 por la Universidad de
Harvard.
Himmelfarb trata el tema de los historiadores desde el campo
social, desde el campo de las diversas escuelas sociales[26].
La historia social, según Himmelfarb, rechaza hoy día las premisas de
la vieja historia por el solo hecho de ser política.
Ella critica, y dice que es bastante llamativo, el que ahora se quiera
considerar como un triunfo social cambiar el viejo núcleo central de la
historia, y que lo que antes fue nuclear ahora se quiera ver como periférico.
Además, así no puede haber entendimiento entre la historia
antigua y la historia moderna, entre lo que fue y lo que ahora quiere
el historiador que sea. Dos puntos son antagónicos aquí:
-el
historiador moderno, que no acepta la capitalidad de la política en la
historia,
-el
historiador viejo, que se niega a reconocer la superioridad del hombre como
animal social.
Esta nueva historia estaría tendiendo
hoy en día, según Himmelfarb:
-a
lo analítico, y no a lo narrativo,
-al
movimiento cambiante-dinámico de la historia, dando cabida a la historia ficción.
Se trata, a modo de ver de la escritora, de una nueva
falacia inventada por el movimiento whig,
buscando hacia atrás lo que ellos valoran del presente. Falacia que va más allá,
incluso, que el marxismo[27].
Sin embargo, el punto débil de esta nueva historia social estaría en el
concepto de infraestructuras,
pues:
-el
nuevo historiador social no puede llegar a explicar cómo eran las
infraestructuras del pasado,
-el
viejo historiador político sí puede explicar cómo fueron esas
infraestructuras.
La historia social acaba, pues:
-no
viendo reflejada su visión en las fuentes, y no pudiendo dar pruebas a sus hipótesis,
-creando
elitismos
-devaluando
la historia, al trivializar o sobrevalorar cosas que no se trivializaban ni
sobrevaloraban en su época.
Es el segundo campo que aborda Gertrude Himmelfarb, haciendo hincapié en
las dificultades de la historia para
cuantificar cosas que son cuantificables[29]
o no cuantificables[30],
tanto en sociedades iguales como distintas.
Hay que mostrar los hechos, apunta Himmelfarb, pero no
ser protagonistas de la historia[31].
Es aquí donde el colectivo
marxista[32]
no separa sus ideas a la hora de hacer historia, al no querer ver que los
campesinos -por ejemplo- no tenían su misma conciencia de clase[33]
a la hora de llevar a cabo sus revueltas sociales.
Además, los marxistas tratan de dar explicaciones propias a asuntos
ajenos, al decir que los fracasos de los rebeldes primitivos se debían a que no
tenían estructuras políticas detrás[34].
Eso consiste en hacer historia por otros medios, no por los historicistas.
f) Carr
Profesor
del Instituto Trinity College de Londres, Edward Carr (Londres
1892) fue un feroz oponente del empirismo dentro de
la historiografía, a la que definió como un proceso continuo de
interacción entre el historiador y sus hechos, y un diálogo sin fin entre el
presente y el pasado.
De
1916 a 1936 sirvió en el Foreign Office de Inglaterra, y fue parte de la
delegación británica en la Conferencia de Paz de París. Después de ser
enviado como diplomático
en Riga, aumentó Carr su fascinación por la literatura y
cultura rusa, escribiendo varias obras sobre aspectos diversos de la vida de
Rusia.
Ya
como profesor del Balliol College de Oxford, y luego del Trinity College, publicó
Carr numerosas obras sobre historia, desde la óptica de la incipiente
disciplina de relaciones internacionales, destacando entre ellas Historia de la Unión Soviética
y ¿Qué es la
Historia? Vivió en el Trinity College hasta su muerte.
En su Historia de la Unión Soviética, escrita desde el punto
liberal de izquierdas, y en polémica directa con Berling, Carr trató
de ofrecer un método historiográfico al comunismo.
Carr plantea que el hecho histórico no es recibido de manera pasiva por
el historiador, y que éste hace una selección
de los hechos que quiere. Defiende, así mismo, que la consolidación de un
hecho histórico depende de la aceptación
que le den los historiadores.
No hay que recoger todos los datos[35],
afirma Carr, sino descubrir aquellos que sean relevantes, y convertirlos en
hechos históricos. Los datos que nos llegan, además, están fragmentados.
Luego la selección que se haga no tiene por qué ser perfecta[36].
Toda historia debe ser historia contemporánea, y si se ve el pasado es a los ojos del presente, y a la
luz de los problemas de ahora. Así, la tarea del historiador es la de valorar,
y no sólo la de seleccionar datos[37].
Se trata de un ciclo de 6 conferencias en las que Edward. H. Carr fue
respondiendo a qué es la historia, el objeto del historiador, el comportamiento
de los individuos y la acción de las fuerzas sociales.
En
Historiador en
los hechos, su 1ª conferencia, platea Carr la interrelación
hechos-historiador, concluyendo que:
-los
hechos nunca han llegado en estado puro, sino a través de los ojos del
historiador,
-el
historiador debe comprender imaginativamente las mentes del pasado,
-sólo
podemos captar y comprender el pasado, si hemos antes dominado el pasado,
-no
todas las interpretaciones son iguales, ya que hay propósitos detrás de ellas,
-los
hechos no tienen dueño, y menos aún pertenecen al historiador.
En Sociedad e individuo, su 2ª
conferencia, Carr responde a cuál es el objeto del historiador, concluyendo
que:
-el
hombre importa,
-los
millones de personas son individuos,
-la
comprensión del pasado ayuda al presente, y a dominar éste,
-no
puede hacerse caso a las declaraciones de los protagonistas, sino al conjunto,
-hay
que modelar las fuerzas que crean la historia.
En Historia, ciencia y moralidad, su
3ª conferencia, Carr viene a defender la historia como ciencia[38].
Los científicos enuncian leyes a través de la formulación de hipótesis, y
luego las corroboran en sus experimentos.
Así
deberían hacer los historiadores: formular leyes generales, y luego
corroborarlas en sus experimentos. Pero para que la historia sea ciencia matemática
o natural, habría que:
-no
estudiar sólo lo particular, sino elevarlo a la categoría de lo general,
-ocuparse
en dar relación a lo único con lo general,
-introducir
la sociología como herramienta auxiliar.
También debería la historia, para ser ciencia:
-enseñar
algo, como puede ser el dar voz a los vencidos…
-tratar
de pronosticar, mediante la descripción de contextos…
-ser
objetiva, e impedir que el hombre esté siempre mirándose a sí mismo
-solventar
los problemas de religión y moralidad
Conseguir esto supone unos costes, como sucedió en la Revolución
Industrial. Pero tiene que ser así, pues la historia es algo en movimiento, que
no puede obviar las comparaciones[41].
Como conclusión:
-la
historia puede considerarse como una ciencia, sin diferencias respecto a las demás,
-el
rechazo a esta visión viene de los filósofos de las humanidades
-la
historia debe ser cada vez más exigente consigo misma, para comprender y
dominar el ambiente humano.
En Causación en la historia, su 4ª
conferencia, Carr plantea que los historiadores deben buscar las causas de los
hechos que narran, establecer una jerarquía de causas, y poner por encima de
todas a la causa racional. Aquí surgen dos obstáculos:
-el
determinismo[43]
en la historia, o “perversidad” de Hegel,
-el
azar
En Historia como progreso, su 5ª
conferencia, Carr dice que, en la Antigüedad, las visiones proféticas de un
mundo mejor consistían en volver al pasado glorioso[45].
De ahí que su decadencia viniera “de no tener ya sirvientes que les lavasen
la vajilla, y tener que lavársela ellos solos; porque los sirvientes eran ya
otra cosa, o porque lo que era decadencia para unos, no lo era para otros”.
La historia, pues, es progreso, ayudada por las técnicas que se van
adquiriendo, y aún con sus normales altibajos. Y aunque el hombre no sea
perfecto[46],
ni el futuro paradisíaco, este progreso tiene que ser ilimitado.
La
objetividad debe estar en el futuro, pues sólo ella será la que interprete el
presente. Y así debe ir siendo interpretado el presente, según éste se va
desplazando hacia el progreso. Esto se ve:
-por
el triunfo de algo, que se ha impuesto y pasa a ser lo correcto,
-por
el consenso, como el de hace 200 años y por el que todos tienden hoy en día.
En Un horizonte deseable, su 6ª
conferencia, Carr propuso la síntesis de:
-la
teoría, de modelos económicos y técnicos,
-la
dialéctica, que debe seguir el pensamiento,
-la
acción, en forma de lucha de clases.
Carr pensaba que esto podía llevarlo a cabo el proletariado[47],
y plasmarse así la verdadera sociedad sin conciencia de clases. Pero para ello
se necesitaba la ayuda de la historia, con los historiadores convertidos en auténticos
agentes sociales. Pues, a pesar de lo que digan los conservadores[48],
“el mundo se mueve”.
Profesor de la Universidad de Bristol, John
Vincent (Londres 1937) fue en la década de los 80 columnista
del The Times y The
Sun, hecho que le valió para que socialistas
violentos irrumpieran en alguna de sus clases en la universidad. A
parte de su labor periodística, también ha escrito para muchas otras
publicaciones, como The New Society, The
New Statesman, The London Review of Books, The
Observer, The Sunday Times y The
Guardian.
En
1995 Oxford University Press se negó
a publicar una de sus obras sobre historiografía, publicación que salió a la
luz más tarde. En
dicha obra, An
Intelligent Person’s Guide to History (ed. Duckworth Overlook,
Londres 2006), Vincent señala que no podemos movernos exclusivamente
por las normas documentales más apreciadas por los historiadores modernos, sino
por el volumen de testimonio de los documentos originales.
Tiene 3 acepciones,
según John R. Vincent:
-arte
de escribir la historia[49],
-estudio
bibliográfico y crítico sobre la historia
En
cuanto al estudio de la historia, el pasado:
-no
es estudiable,
-se
puede conocer a través de diversos testimonios.
La historia, pues, consiste en el recogimiento que se hace de las evidencias que han sobrevivido[52].
Su número es muy pequeño respecto a las que fueron en su origen, y mucho menos
fue el número de las que se pusieron por escrito[53].
Luego la historia habla:
-de
una minoría minoritaria,
-de
unos pocos, en ciertos lugares, y en algún que otro momento
El análisis de la historia se debe
centrar en:
-el
estudio del pasado, y las teorías de cómo fue el pasado,
-el
pasado en sí mismo, y la teoría de cómo debe estudiarse el pasado.
Dos son las escuelas
históricas actuales:
-la
cristiana, que no explica nada, y siempre defiende el libre albedrío,
-la
marxista, que manipula siempre desde la vertiente económica.
Los datos que nos llegan hoy día, por tanto, y por medio de estas dos vías,
están condicionados por vía cristiana, o deformados por vía marxista. Luego
es necesario someter la historia a una crítica
historicista, contando con que:
-la
historia es masculina[55],
aristocrática[56],
religiosa, vieja[57],
climática[58],
-las
pautas no tienen por qué ser repetitivas,
-lo
que se dice tiene detrás siempre un conocimiento diferente al mío y al
resto.
La política también sirve para
entender la historia, como ciencia de los negocios humanos. Ahora bien, es
complejo hacer juicios sobre cada personaje, aunque esto debe hacerse y no es
imposible.
Hoy se tiende a hacer historia de lo
cotidiano, de la gente sin historia, con el deseo de ser recordada.
Es el papel importante que puede aportar la individualidad, frente al
colectivismo, que es el que siempre acaba imponiéndose.
Las causas no existen, dice Vincent, por principio histórico. Porque si
influyen, lo hacen de una manera tan:
-general,
que no dicen nada,
-particular,
que son únicas y no aplicables.
Las causas, pues:
-no
se pueden conocer,
-sólo
son circunstancias, y éstas particulares,
-pueden
ir en una dirección o en la contraria.
Luego la historia tiene que dar explicaciones,
que nunca se han de confundir con las causas. Para ello existen métodos de análisis
explicativos, y ha de tenerse en cuenta que:
-cada
situación histórica es única e irrepetible,
-lo
que llama la atención no es lo único que resuelve un problema.
Las fuentes han llegado siempre muy
parcializadas, comienza analizando Vincent, y los datos que ofrecen siempre son parciales. Luego muy difícilmente
la historia puede llegar a ser imparcial.
Por otro lado, cada
historiador ve las cosas en parte[59],
desde la parcialidad[60],
desde lo cambiante[61],
desde un momento muy concreto[62].
Hoy en día:
-los
que se equivocan son los de arriba,
-se
quiere llevar el tipo de vida que se critica,
-cada
persona pertenece a un grupo buscador de verdades,
-cada
historiador está relacionado con su promoción académica, y de estas hay
miles,
-la
capacidad individual de hacer historia es mínima,
-se
pone el énfasis en contar la historia, y no en hacerla,
-se
aspira al prototipo de funcionario menor
Manuel
Arnaldos
Mercaba,
diócesis de Cartagena-Murcia
versión
imprimible
Indice:
www.mercaba.org/EnciclopediadeHistoria/1.htm
_________
[1] En abierta oposición a historiógrafos como OSWALD SPENGLER.
[2] Pues lo único que puede decir son aberraciones, como las dichas por el historiador CAMILE JULIAN, historiador de la Galia, y que hablaba de los “franceses” galos, antes de que existiese Francia.
[3] Y pone aquí el ejemplo de MOMMSEN, único historiador con premio nobel, pero que pasó de ser historiador generalista de Roma a perderse en los detalles del mundo actual.
[4] Autor que, en su Esquema de la historia, defiende la necesidad de hacer síntesis de la historia.
[5] Que es lo que le pasó al Imperio de ALEJANDRO MAGNO, con la división que hizo ptolemaica, aqueménida y seleúcida, mezclando así el helenismo con lo egipcio y lo persa, y que no supuso nada para la cultura universal (al contrario de lo que sí había supuesto el helenismo puro de la Grecia Clásica).
[6] NAMIER utilizó recursos tales como testamentos y registros de impuestos, para revelar los intereses de los parlamentarios.
[7] Como era el caso de la británica Cámara de los Comunes.
[8] Como la pertenencia de un parlamentario a determinado club, y luego su intento de relacionar ese dato con los patrones de votación en el Parlamento.
[9] Colega de partido de NAMIER, pero muy crítico con él.
[10]
Gran marxista a posteriori, pero que a priori no fue tratado de enemigo por
la derecha. Y es que los maestros de derechas tampoco daban demasiada
importancia a la ideología.
[11] Estudiando las biografías de las personas según los colectivos y rangos sociales a los que pertenecían, y al igual que había hecho su colega BUTTERFIELD.
[12]
Para poder saber así qué era el Parlamento, analizando quienes eran sus
parlamentarios.
[13]
Sin términos intermedios.
[14]
En términos de comprobabilidad.
[15] Que se había ido imponiendo a la tiranía de los reyes.
[16] Dando igual que se hablara, por ejemplo, de un torie del s. XVII o del s. XIX, pues lo importante era que ambos descendían de los tories.
[17] La historia de Inglaterra es la de un gremio que mira hacia sí mismo, y no entra en los grandes temas comunes de la humanidad. Siempre se queda al margen de ellos, y sólo entra en asuntos parciales que le son de utilidad.
[18] Como hace Inglaterra, interpretando liberalmente su historia.
[19] Dentro del sentido más retrospectivo del término, haciendo ver cómo en el pasado ya había precedentes del presente.
[20]
Como es el caso de las escasas diferencias estructurales entre la época del
feudalismo y la época del ferrocarril.
[21]
Como proponía HEGEL.
[22]
Como proponía el mundo clásico, desde PERICLES, y se ha seguido
proponiendo siempre.
[23]
Considerando a éste como la ciencia que permite predecir la historia, al
modo que hacen los comunistas.
[24]
Pues la historia se compone de comportamientos humanos.
[25]
Grupo de los que ahora se habían hecho conservadores, pero antes no lo
eran.
[26] De ahí que JACQUES TILLY hable jocosamente de HIMMELFARB y de su Old Old Social History, en contraste con lo que debía ser una Old New Social History.
[27] Pues la historia social marxista acabó convirtiéndose en epifonoménica y en superestructura, contrariamente a lo que defiende la nueva escuela social, que es no crear estructura política alguna.
[28]
Al ponerse ellos, historiadores sociales modernos, por encima de lo que decían
los historiadores de la época.
[29]
Toneladas de trigo, número de libros…
[30]
Violencia, evolución, esclavitud…
[31] Aludiendo a los historiadores que rechazan todo lo anterior y validan sólo lo suyo; o a aquellos que se ponen por encima de los hechos, sobrevalorándolos u omitiéndolos.
[32]
Aludiendo a CH. HILL, THOMPSON, G. ROUDE, HOBSWAWM…
[33] La de ENGELS, claro.
[34] Sin darse cuenta, por ejemplo, de que los brigantes napolitanos que se opusieron a NAPOLEON llegaron a convertirse en el prototipo de ciudadanos, o de que los rebeldes españoles que se opusieron a Napoleón tenían detrás una entera estructura política… España.
[35] Pues no todos ellos son importantes, y la mayoría de ellos carece de importancia.
[36] Como pasó con el juicio llevado a cabo contra el alemán STRESSEMAN, cuyos datos de relaciones alemano-rusas fueron falseadas.
[37]
Además, valorar los datos merece mucho más la pena que recogerlos y
seleccionarlos.
[38] Al nivel de cierto complejo respecto al resto de las ciencias.
[39] Es aquí donde hace una crítica feroz a POPPER (por defender la libertad como fuente de progreso) y defiende el caso de Rusia (que tiene desarrollo sin libertad), como auténtica pieza del futuro.
[40] Pues la historia debería regularse, como toda ciencia, sin recurrir a Dios ni a las historias privadas (de ENRIQUE IV…). Además, no es posible que los actos públicos se dediquen a juzgar a personas privadas (como STALIN o NAPOLEON).
[41]
Para analizar si algo ha sido progresivo o regresivo, reaccionario o
no.
[42] Que ven a la historia como una rama de las humanidades, y no de las ciencias.
[43]
Consistente éste en la convicción de que:
-todo
cuanto ocurre tiene una o varias causas,
-no
podría haber ocurrido de otro modo,
-salvo
que algo, con la misma causa o causas, hubiese salido distinto.
Además, en historias que podrían haber pasado, éstas no importan, sino lo que sucedió.
[44]
Consistente éste en que la historia se mueve a grandes rasgos, y en hechos
conectados por coincidencias fortuitas (y tan sólo atribuibles a las causas
más causables).
[45]
Concepción que fue rota por:
-el
Cristianismo, al introducir su noción de historia que mira al fin y a
la meta, como final de la historia,
-la
Ilustración, que continuó con la idea de progreso cristiano, aunque
secularizado.
[46]
Por eso la objetividad no debe tener la última palabra, sino la dirección
correcta de la historia.
[47]
Su gran equivocación, y la del comunismo en general.
[48]
Sobre todo por parte de EVANS, que en el prólogo que en 1990 dedicó
a EDWARD CARR, en una de las reediciones de sus obras, y una vez muerto,
vino a decirle:
1º
que Carr había pasado de historiador a mero agente del cambio progresista,
y a considerar la historia como una ley regida inexorablemente por los
hechos bolcheviques,
2º
que Carr había pasado a ver los hechos con los ojos de los vencedores, con
ideal de parcialidad, y en un sentido contrario a la liberalidad occidental
(basada en la libertad de elección moral, sean cuales sean los
condicionantes históricos),
3º
que Carr había pasado a olvidar el campo de acción del individuo,
4º
que Carr había pasado a olvidar que la objetividad histórica debe estar
centrada en la metodología, y nunca en su interpretación,
5º
que poner la objetividad en el futuro (como Carr había pasado a hacer, y
siendo el futuro nunca profetizable, como Carr defendía) sería lo mismo
que decir que la objetividad iría cambiando de la noche al día y del día
a la noche, y esto no es historia,
6º
que si fuera bueno todo lo que ocurre (como Carr había pasado a
decir), esto supondría estar siempre con los vencedores, o afirmar que los
gulags también fueron buenos.
[49] Como virtud, disposición y habilidad para hacerlo bien, a lo que habría que sumar el conjunto de reglas y preceptos necesarios para hacerlo mejor.
[50] Sobre sus fuentes y autores, que han ido tratando esta materia. Es el campo donde entra la historia como sujeto, las divergencias entre escuelas, y la parte más filosófica de la historia.
[51]
A nivel escueto y sintetizado.
[52]
Pues las evidencias que no han sobrevivido no son evidencias.
[53] Pues eso suponía saber escribir y leer, y el nivel de analfabetismo era brutal en la antigüedad.
[54] Que, además, han sido archivados por escrito, y estos archivos han perdurado con el paso lejanísimo del tiempo. Un libro quemado, por ejemplo, perdido está, y su historia perdida está.
[55] Pues las mujeres que han intervenido en historia lo han hecho por hacer cosas de hombres (en Egipto, por ej, a una faraona se la pintaba como a un hombre). También la memoria familiar es masculina, sobre recuerdos o profesiones de abuelos y padres.
[56]
Pues los perdedores nunca han escrito la historia de los que han vencido,
sino que la han escrito los vencedores (en el alzamiento irlandés de 1798,
por ejemplo, sólo hay 100 documentos rebeldes de los 100.000 documentos
totales sobre los hechos). Además, también es importante el disponer de
espacio para conservar los papeles, y los pobres no suelen disponer de este
privilegio.
[57] Pues la juventud, salvo excepciones como ALEJANDRO MAGNO, tampoco ha tenido salidas ni cabida perdurable en la historia.
[58]
Ya que juega mucho más papel en la historia el odio que el amor, y
la curiosidad que la inteligencia.
[59] Hoy en día desde el status de funcionario de la hacienda pública, en la Edad Media desde la eclesialidad, en la Edad Clásica desde la crónica imperial…
[60]
Pues todos ellos buscan, desde TITO LIVIO en adelante, justificarse
antes de nada para ponerse a hablar de historia.
[61]
La sociología apunta, por ejemplo, que los historiadores que nacen siendo
heterogéneos, acaban siendo todos académicos monopolizados.
[62]
Dependiendo de si ese día el historiador ha tenido una vivencia u
otra contraria, de si su concentración ha sido mayor o menor, de si se ha
dedicado ese día a una profesión o a otra, de si recibe sueldo a cambio y
lucha por un estado fuerte o al revés…
[63]
Un diputado comunista tiene más relación, por ejemplo, con un diputado que
no es comunista que con un comunista que no es diputado.