Protección
de San José
Leemos en los evangelios, recordando los 7 dolores y gozos de San José,
el hombre bueno, el “varón justo” como le llama 1º) “José, hijo de David, no tengas reparo en recibir a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”[2]. 2º) “También José subió desde Nazaret a Belén para inscribirse con su esposa María, que estaba encinta... Los pastores encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre”[3].
3º) “Al cumplirse los ocho días tocaba circuncidar al
niño y le
pusieron por nombre Jesús”[4].
4º) “José y María estaban admirados por lo que se decía del
niño...
y cumplieron todo lo que prescribía
5º) “José, levántate, toma al
niño y a su Madre y huye a Egipto,
porque Herodes busca al niño para matarlo”. Y José se levantó”[6]. 6º) “José, vuelve a Israel pues ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño”[7].
7º) “Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te
buscábamos angustiados... Y Jesús bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su
autoridad”[8].
Desde los primeros siglos, los padres de
Santa Teresa de Jesús, doctora de
El
papa
Pío IX, en momentos también difíciles para
El papa Juan Pablo II recomienda que “todo el pueblo
cristiano recurrirá con mayor fervor a San José e invocará confiado su
patrocinio y protección, teniendo siempre ante sus ojos su humilde y maduro
modo de servir”[11].
Y el papa Benedicto XVI pide “que San José obtenga a los padres
y madres de familia apreciar la belleza de una vida sencilla y laboriosa,
cumpliendo con entusiasmo la grande y no fácil misión educadora de los
hijos”[12].
Así, podríamos citar otros muchos santos que nos recomiendan la devoción
a san José, por su unión a Jesús y María. San José es especial protector
del seminario y de todas las vocaciones. Acudid a San José. Terminemos con esta
oración a San José: Querido San José, Gustavo
Johansson _______ [1] cf. Mateo 1, 19. [2] cf. Mateo 1, 20. [3] cf. Lucas 2, 4. [4] cf. Lucas 2, 21. [5] cf. Lucas 2, 22. [6] cf. Mateo 2, 13. [7] cf. Mateo 2, 20. [8] cf. Lucas 2, 41. [9] cf. Santa Teresa de Jesús, Vida, cap. 6. [10] cf. Pío IX, Declaración de 1870. [11] cf. Juan Pablo II, Redemptoris Custos, n. 1. [12] cf. Benedicto XVI, Ángelus, 19 marzo 2006. |