Inmaculada
Concepción de María María Inmaculada es, ante todo, un misterio de amor, una historia de amor desde el principio de la vida, un poema y un cántico de amor al Redentor. Fíjate que tanto te ama Jesús, que te ha dado a la Inmaculada para que sea tu Madre, tu hermana, tu protectora, tu amiga y compañera durante toda tu vida. Así la Inmaculada es un regalo de Dios para ti.
En
los siguientes capítulos vamos a ver la primera de las cinco
verdades principales de la Virgen María[1].
Con mucha claridad descubriremos en toda la ciencia de la Mariología una
profunda coherencia y lógica interna muy interesante. Verás con cuánta razón
Dios ha hecho así a María, Inmaculada,
“bendita entre todas las mujeres”[2],
para ser la digna Madre de Jesucristo. Y qué suerte para nosotros que sea así,
tan buena y santa, nuestra Madre, la “llena de Gracia”[3]. Todo lo que encontramos en María es obra de Dios y gloria de Cristo, gloria del Espíritu Santo, porque gracias a Dios, María es lo que es. Por esta razón, la realidad del misterio de la Virgen te lleva a bendecir al Señor que la ha creado así, tan hermosa, siempre limpia. Bellísima es María, gracias a Dios. Y como reconoce el Magníficat, “desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hechos obras grandes por mí”[4]. Cuando miras a tu Madre del cielo, te sale del corazón la expresión ¡qué bonita es María, qué belleza de criatura, qué belleza de mujer, de madre, de virgen! En Andalucía se atreven incluso a decir con cánticos muy alegres, ¡qué guapa es la Virgen, bendito sea Dios por María! En fin, qué preciosa es la Madre de Dios.
Estas
verdades marianas son muy importantes para tu vida. Verás que todo este tesoro
de María es para ti, es para ser tu Madre para siempre, como te la dio Jesús
desde la Cruz: “Ahí tienes a tu Madre”[5].
De este modo, la Virgen no se te queda en las nubes, allá lejos, sino que
aterriza en tu vida real de cada día, para estar siempre cercana a tu lado, y
ayudarte cuando se lo pidas.
Precisamente yo le pido a Dios
en este momento, antes de abordar este tema principal de la Mariología, toda la
inteligencia y sabiduría necesaria
para exponer con claridad y sencillez esta verdad de María.
También
queda patente el orden y equilibrio de la ciencia de María, la perfecta relación,
conexión, enlace y armonía de los misterios de la Virgen. Así vas a ir
percibiendo la gran sensatez de la
Teología de María, partiendo siempre de la iniciativa de Dios.
Pero
adentrémonos ya en el misterio de la Inmaculada Concepción de María, pues es
el principio de su ser natural, creada por Dios sin mancha original, totalmente
limpia y santa. Como está escrito en la Biblia, “la Virgen se llamaba María”[6], en hebreo Miriam y en arameo Mariam.
Pues
bien, en la Anunciación, el ángel del Señor, enviado por Dios, llama a María
con este nombre nuevo: “llena de gracia”[7].
Y la llama así, como si éste fuera su verdadero nombre, con la fuerza que
tiene para los hebreos un nombre puesto por el mismo Dios. Advierte que la llena
de gracia es un apelativo, puesto en lugar del nombre. Por
tanto, es muy importante, según la Biblia, esta plenitud de la Gracia en
la Virgen[8].
Por
eso, desde el principio se tradujo del griego al latín como “gratia plena”,
y no como un estado pasajero (pues de no ser así no le habría puesto Dios este
nombre perpetuo). Se trata del ser permanente más profundo y real de María. Fíjate
que por esta razón, el castellano ha traducido esta rica palabra griega del Ave
María como “llena eres de gracia”, usando el verbo ser y no sólo el estar.
Indica así la realidad, la esencia de María, que excluye evidentemente todo
pecado. En el alma de María no entró jamás el mal ni el maligno; está limpia
de todo egoísmo, está llena del amor de Dios, gracias a la acción de Dios,
para ser la digna Madre del Señor[9].
Así lo explica sabiamente el
doctor San Anselmo de Canterbury,
verdadera lumbrera de la Inglaterra del siglo XI: “María, mujer llena de
gracia, sobreabundante de gracia, cuya plenitud desborda a la creación entera,
que la felicita llena de gozo y alegría”[10].
María es, pues, la llena de gracia por antonomasia. El Papa Pío IX proclamó y definió solemnemente la Inmaculada Concepción de María con estas palabras el 8 de diciembre de 1854: “La bienaventurada Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de pecado original en el primer instante de su concepción, por singular gracia de Dios, en atención a los méritos de Jesucristo Salvador del género humano”.
De
tal manera amó Dios a la Virgen que se complació en Ella con el máximo afecto
y cariño. María es totalmente hermosa y perfecta.
Ya
desde el principio de la Historia de la Salvación, como se lee en libro del Génesis,
Dios quiso dar una promesa y gran esperanza a toda la humanidad. Así, después
de la caída en el paraíso terrenal, Dios promete una mujer que junto a su
descendencia (es decir, junto a su Hijo) pisará la cabeza de la serpiente,
signo del mal y del maligno.
“Y
dijo Dios a la serpiente: Establezco hostilidades entre ti y la Mujer, entre tu
estirpe y la tuya; ella te aplastará la cabeza cuando tú la intentes herir en
el talón”[11].
¡Qué fuente de esperanza, también para ti, es saber que Jesús y María
han vencido al poder del maligno enemigo! La victoria de María es la victoria
de Jesús y debe ser también la tuya. En una palabra, querid@
herman@, la
Inmaculada, tu Madre, ha aplastado al maligno para siempre. Únete a Jesús y a
María, para vencer las tentaciones.
Fíjate que desde los primeros tiempos del Cristianismo, los escritores y
padres de la Iglesia, como san Justino
y san Ireneo en el siglo II, llaman a
María la nueva Eva, que nos trajo la verdadera Vida: “Igual que Eva está
asociada a Adán en provocar nuestra derrota, María, la nueva Eva, está unida en la victoria a Cristo, el nuevo Adán, para
alcanzarnos la salvación”[12].
Ya sabes que todo lo de Adán y Eva es una historia real pero narrada con
lenguaje metafórico y simbólico,
según se estudia en los llamados géneros
literarios. Así esas primeras historias del Génesis están envueltas en un
lenguaje lleno de imágenes acomodadas a los conocimientos primitivos de las
gentes de aquel tiempo en el que son contadas, como el barro (la arcilla), la
costilla de Adán, el árbol de la ciencia, la serpiente del mal, el fruto
prohibido, y sobre todo la creación resumida esquemáticamente en los siete días
de la semana[13].
Para el tema de María como nueva Eva, recomiendo el libro del Padre
Pozo, titulado precisamente María, nueva
Eva, que es toda una Mariología muy completa, escrita con todo el rigor
científico de un gran experto.
Es célebre el texto del genial San
Agustín, que dijo firmemente: “Por el honor del Señor, hemos de
exceptuar a la santa Virgen María en lo tocante a los pecados, pues Ella tuvo
el mérito de concebir a Aquel que no conoció el pecado”[14].
Si quieres, te puede servir la siguiente comparación para entender que
la Virgen fue preservada de la herencia del pecado original:
En los hospitales existe lo que se llama la medicina
preventiva. El doctor te examina con tiempo tu salud, te analiza, te
aconseja y, quizás, te da el medicamento adecuado para prevenir una enfermedad
futura, pues es mejor prevenir que curar, es más eficaz y, por supuesto, más
saludable. De ahí la gran utilidad, por ejemplo, de las vacunas que te
protegen, te preservan, te inmunizan contra tal enfermedad.
El franciscano Juan Duns Scoto
enseñaba en París del siglo XIII este curioso argumento, muy razonable, en
favor de la limpia Concepción de María: “Dios lo pudo hacer; y quiso
hacerlo; luego lo hizo”.
Es interesante recordar cómo la noble Santa
Beatriz de Silva fundó ya en el siglo XV toda una Orden de Religiosas, las
Madres Concepcionistas, dedicadas a honrar, con sus vidas entregadas,
a la Inmaculada Concepción de María.
Calderón de la Barca, con
mucho ingenio, lleva a la escena en el siglo XVII la verdad de la Inmaculada, en
su preciosa obra La Hidalga del Valle,
para explicar que María fue redimida por Dios de la forma más perfecta:
“Antes de caer, la libró de caer”. Dios mismo evitó que su Madre cayese.
En la famosa escena aparecen muchos personajes que se van cayendo en un hoyo, y
después Dios los saca, los libera de esta fosa. Pero cuando aparece Nuestra Señora
en la escena, Dios se adelanta, le da la mano a la Virgen y le hace dar un
rodeo, evitando que caiga en la fosa del pecado. Ninguno
del ser humano
Verdaderamente esta victoria de nuestra madre María nos llena de alegría,
y nos llena de confianza para nuestro futuro. “Vivid
alegres por la esperanza... y que esta esperanza os tenga alegres”, decía
San Pablo[15].
En Sevilla se cantan y se bailan muchas simpáticas canciones como ésta
que empieza así: Todo
el mundo en general
Seguro que la Virgen María sería muy bonita. ¡Qué sonrisa divina
tendría esta hija bendita de san Joaquín
y santa Ana! Así reza el poeta: Salve,
oh Virgen toda pura,
A la Virgen María muchos le aplican el Salmo 44, donde el rey está
prendado de la belleza de esta hija de Sión: “Escucha,
hija, mira: inclina el oído,
Te ofrezco esta última poesía, tan famosa, que puedes recitar con fe y
alegría, pensando despacio sus versos y palabras: Bendita
sea tu pureza
Precisamente por amor a la Inmaculada y al prójimo, murió dando su vida
por los demás un gran santo de Polonia, llamado San
Maximiliano María Kolbe, en un campo de concentración el año 1941. Le
llamaban el Caballero de la Inmaculada y fundó, cerca de Varsovia, la Ciudad de
la Inmaculada. Durante la persecución nazi fue apresado, y recorrió varios
campos de concentración hasta llegar al de Auschwitz.
A finales de junio de 1941 se fugó un presidiario. La fuga se castigaba
con la muerte de 10 compañeros en
el bunker del hambre. El jefe del campo nazi los colocó en 10 filas, y señala
a uno de cada fila. Un polaco de ellos, llamado Francisco: “¡Ay! ¿Qué será
ahora de mi mujer y de mis hijos?”.
El Padre Kolbe no lo dudó. Dio un paso irreversible al frente y, ante el
pasmo de todos, le dice al jefe nazi: “Me ofrezco para morir a cambio de este
padre de familia”.
-“Quién eres tú?”, preguntó aquel jefe.
Y
Kolbe le respondió: -“Soy un sacerdote católico”.
Siguieron
unos segundos de un silencio impresionante. Por fin, aquel jefe da su
conformidad (para él el hombre no era más que un número) y ordena el cambio
del uno por el otro. Un fuerte escalofrío les conmocionó a todos…
Después de tres semanas, San
Maximiliano María Kolbe seguía vivo, apoyado en una pared y recitando
oraciones. Pero su presencia les estorbaba. El día 14 de agosto, al final, le
inyectaron una dosis de ácido muriático para acelerar la muerte.
Fue beatificado por el Papa Pablo VI y canonizado por Juan Pablo II, en
1982, como ejemplo heroico de caridad en el acto supremo de ofrecer su vida por
los demás.
Terminemos este capítulo del dogma tan consolador de la Inmaculada con
la oración tan famosa de la Medalla
Milagrosa de Santa Catalina Labouré y las Hijas
de la Caridad, admirables también por su amor constante a los pobres,
enfermos, encarcelados…: “Oh
María, sin pecado concebida, Gustavo
Johansson [1]
Inmaculada, Madre de Dios, siempre Virgen, Madre nuestra, Asunta al cielo. Fíjate
que, por ser María la Madre de Dios, es bendecida y distinguida a lo largo
de su vida: -desde
el principio de su existencia, como Inmaculada; Podemos
así representar la Mariología con la imagen de una flor con 5 pétalos,
las 5 verdades marianas que la Iglesia enseña en su Magisterio. Desde toda
la eternidad Dios pensó en la Virgen María para que fuese su Madre, y por
eso la hizo Inmaculada, siempre Virgen y asunta al cielo. Así, la Virgen
María fue hecha por Dios precisamente para ser la Madre del Redentor, la
Madre del Salvador del mundo. [2]
cf. Lucas 1, 42. [3]
cf. Lucas 1, 28. [4]
cf. Lucas 1, 49. [5]
cf. Juan 19, 27. [6]
cf. Lucas 1, 27. [7]
cf. Lucas 1, 28. [8]
El evangelista Lucas, que escribe
en griego, utiliza esta palabra tan completa, de significado tan pleno: “llena
de gracia” (en griego kejaritomene,
con o y e
larga). Es
un participio de perfecto pasivo del verbo griego jarito.
Significa “colmada de gracia”, no simplemente agraciada, pues los verbos
terminados en ó indican llenar de algo. Por eso, la expresión kejaritomene
dice mucho más que si Lucas hubiera escrito solamente jariesa.
Observa que el perfecto griego indica un acto pasado cuyas consecuencias
permanecen establemente. Los
Santos Padres destacan su fuerte sentido de plenitud de gracia, como San
Juan Crisóstomo, San Efrén, San Epifanio, Orígenes… [9]
cf. Lucas 1, 43. [10]
cf. San Anselmo de Canterbury, Homilías, n. 52. [11]
cf. Génesis 3, 15. [12]
cf. San Justino, Advertencias anti-heréticas,
III, 22, 4. [13]
cf. Génesis 1, 3. [14]
cf. San Agustín, De natura et gratia,
36. [15] cf. Romanos 12, 12. |